Artículo de Antonio Barreda
El 2 de diciembre a las doce de
la noche tocaban campanas de muerte en la calle San Vicente de Sevilla, sede
regional del Susanato andaluz. Por primera vez desde la instauración de la
democracia, y con ella el gobierno autonómico, el PSOE perdía el poder de la
Junta de Andalucía. Ya no solo era el hecho de que la echaban de San Telmo, era
que se quedaban sin el poder que da toda una Junta de Andalucía en su conjunto.
Muchas de sus huestes empezaban aquella noche a mirar el crack del Susanato, el
domingo negro, porque ingresaban en las
listas del paro. Y eso nunca se lo van a perdonar.
Lo primero que hizo Sánchez es
colocarle a toda su tropa con Gómez de Celis a la cabeza y el clan Toscano de
Dos Hermanas. Nunca antes tuvieron los segundones, los hidalgos pobres del
PSOE, una oportunidad como esta de reventar el partido desde dentro. Madrid le
apuntó a Susana un despido. Pero la reina de Triana se mostraba sumisa mientras
reflejaba solidez entre su ejército. Nadie daba un paso sin su aprobación.
Fue Madrid a taponar al herida. Pedro le
ofrecía una retirada honrosa, lo que nunca ella le ofreció cuando lo descabalgó
de la silla de Ferraz. Ministerios y presidencia del parlamento hubo de por
medio.
Ella era uno de los griñaninis
que llegaron al poder, no desde la clandestinidad, sino desde la base interna
como funcionaria fontanera. Con 17 años tenía claro ya su futuro laboral cuando
ingresó en las juventudes socialistas, mientras iba tejiendo con paciencia
desde la agrupación de Triana la “tela de araña” que le hizo en el 97 ser
elegida Secretaria de Juventudes en Andalucía por el dedo de Sevilla de por
medio. Años antes hubo aquella “guerra” de los renovadores y turbo-renovadores
de Emilio Carrillo, y desde entonces ella ya ambicionaba feudos y títulos dentro
del partido. Este cargo regional le abrió las puertas del Ayuntamiento de
Sevilla donde ingresó concejal del apagado Sánchez Monteseirín, como delegada
de juventud y Empleo, y luego de Recursos Humanos. A saber Dios qué sabría esta
de recursos humanos si tardó media vida en terminar la carrera de derecho.
Luego Pepe Caballos, el eterno
conspirator del Psoe de Sevilla, le dio la patada hacia arriba y la colocó en
2004 en el Congreso de los Diputados. De Caballos – conocido como Pepe
Horse- heredó el cuaderno rojo donde
apuntar las listas de enemigos a laminar en cuanto los vientos fueran
propicios. El destierro de Susana a Madrid le resultó fatal a Pepe Caballos ya
que fue defenestrado dos veces en Sevilla. Al bueno de Manolo le impusieron
defenestrar a Pepe Horse de la Secretaría General del PSOE de Sevilla a la que
aspiraba. Entonces llegó su momento de devolver el golpe de Madrid. Ella se
colocó en el bando ganador de Viera – ex caballista - ya que desde jovencita
aprendió a estar en las filas de los que ganaban, y se situó – sin hacer nada –
como la número dos del PSOE de Sevilla en 2004 con su secretaría de
organización. En medio de aquella guerra fratricida en 2002 se casó con el “tieso” José María
Moriche.
En 2008 volvió a Sevilla desde
los madriles para ocupar plaza de diputada en el Parlamento de Andalucía y ser
senadora entre 2011 y 2012. Como medradora del partido y conspiradora nata, en
2010 dio el salto a la Secretaría de Organización del PSOE de Andalucía cuando
el escándalo de los cursos de formación se llevó por delante a Rafael Velasco a
su provincia de Córdoba. Desde aquí “griñanizó” y luego “susanizó” el PSOE de
Andalucía y fue arrinconando y laminando a los seguidores de Manolo Chaves.
Como premio fue nombrada Consejera de Presidencia el 6 de mayo de 2012. Ya
estaba colocada en el Palacio de San Telmo esperando su momento.
Fascinó a Griñán por sus modos
y su forma, entrando al estilo “Pepe Caballos” en el PSOE de Andalucía, con el
libro rojo lleno de nombres que eliminar de la política andaluza, unos por
jubilación forzosa, otros por despido. Tras la marcha forzada de Griñán por los
ERE y el escándalo de los cursos de formación, el 27 de agosto de 2013, el PSOE
de Andalucía, que ella ya controlaba a la búlgara, la presentó como Presidenta de
la Junta tras las bendiciones de Diego Valderas. Se presentó a unas primarias
de aparato – que no hubo - tras conseguir 21.000 avales y descabalgar a todos
los rivales que no consiguieron los avales necesarios. Resultó elegida en
noviembre de 2013 Secretaria General del PSOE en Andalucía con el 98,6% de los
votos de los delegados. A ver quién tenía agallas para votar en contra a cara
descubierta en ese congreso.
Ya como presidenta de la Junta
de Andalucía, en enero de 2015 traicionó a Valderas y a sus socios de IU y
rompió el acuerdo de Gobierno que había llevado, primero a Griñán, y luego a
ella a San Telmo. Convocó elecciones para marzo de 2015 y las ganó con 47
escaños en lo que fue entonces el suelo del PSOE en Andalucía, con un PP
estrellado y descoyuntado con 33 escaños, y la entrada de Ciudadanos y Podemos
en el Parlamento. Con IU estaba a la gresca. A los de Podemos no los quería ni
para apoyo, ni para socios de gobierno, ni para nada de nada. Y en eso que
llegó el relojero Marín desde Sanlúcar para continuar su pacto con el PSOE con
sus 9 diputados.
Y empezó a conspirar contra
Pedro Sánchez que no lograba despegar al partido. Colocó a sus peones, lo hizo
dimitir el 28 de septiembre de 2016 de la Ejecutiva Nacional y forzó la
abstención al PP en el Comité Nacional del PSOE. En la gestora colocó a su
Mario Jiménez para controlar el aparato y el 26 de marzo, ante la flor y la
nata del PSOE desde hace 40 años, se presentó a las primarias para dirigir el
PSOE nacional. Aquí empezó su ocaso de reina mora. Los afiliados no querían a
Susana. Se lo dijeron alto y claro en lo que fue su mayor cura de humildad en
política. Pero como niña mal criada se lo tomó como afrenta personal haber
perdido.
Se recluyó en la paredes de San
Telmo como un fantasma erosionado. Incluso se llegó a plantear romper con
Madrid y crear un PSOE-A a la imagen del PSC catalán. Todo el poder para Susana
repetían sus mantras al oído. Lo que no consiguió el duque de Medina Sidonia lo
quería conseguir ella. Andalucía era suya, ni de los andaluces ni de la
historia. Suya por derecho de nombramiento. Era la nueva monarquía visigoda del
sur que debía ser el inicio de la IV dinastía del PSOE de Andalucía. Y como
princesa malcriada convocó elecciones para que el pueblo le gritara “Vivan las
caenas”. Quería demostrarle a Pedro que ella era la Reina del Sur.
Susana vivía enclaustrada en
palacio y en los coches oficiales y no tenía conciencia de que Andalucía, donde
la pobreza y el paro cabalgan desbocados como jinetes del apocalipsis, estaba
cansada de que un gobierno monocolor los mantuvieran en la misma situación de
cola de todos los indicadores sociales de la Unión Europea. Después de invertir
en la región más de 102.000 millones de euros desde nuestra entrada en la Unión
Europea no habían servido para nada. Seguíamos igual que hace 36 años, en el
furgón de cola. Mientras, hemos visto como muchos miles de millones de esa
lluvia de euros se han ido perdiendo por las cañerías de Andalucía.
Las elecciones del pasado 2 de
diciembre dejaron claro que los andaluces no querían una Junta de Andalucía
gobernada por Susana Díaz. Sus propios votantes, como los militantes antes en
las primarias, le daban la espalda y se dejaba 14 diputados por el camino.
Desde entonces el PSOE-A está noqueado. Solo sobrevive en el parlamento andaluz
porque la enorme estructura de poder que era la Junta de Andalucía ya no la
tiene detrás. Carece de esa capacidad de movilizar a sus electores, y, sobre todo, de la presión
social que eran las enormes subvenciones
que se repartían vía Boja.
O
el PSOE despierta del mal sueño que está resultando el Susanato y buscan un
candidato o candidata nuevo, o estarán condenados a un ostracismo de muchos
años de oposición en Andalucía. Su partido debe entender que su candidata tiene
el rechazo hasta de los suyos que se quedaron en casa y la dejaron sin esos
comentados 14 diputados. Debe presentar a alguien que genere ilusión y cambio,
y no un monolito pesado que ha gobernado desde la más tierna juventud montada
en los coches oficiales y de espaldas a una realidad que no era la suya. Sus
antecesores en el cargo eran algo en la clandestinidad, y supieron venderlo.
Ella tan solo era una nini de partido sin ninguna imagen que proyectar. Por eso
el problema del PSOE en Andalucía no es un problema de votos, sino de Susana
Díaz.
Gran pedazo de verdad,Este artículo referente a la perdedora que no sabe aceptar el resultado de unas elecciones
ResponderEliminarPoco dice usted de la sultana
ResponderEliminarEstA al final, se la van a cargar, por estorbo
ResponderEliminarNo tener vergüenza ...lo que pasa que le a cortado el rollo alos oportunistas...y ha hecho una gestión digna de ser como hay que ser y eso jode a los oportunistas
ResponderEliminarMe gusta Susana por ser como es
ResponderEliminarAun no cree, que ella no es andalucia, andalucia somos todos y cada uno de los andaluces
ResponderEliminarEs una buena descripción neoliberal , es decir del campo del susanismo, que no es exactamente el riñón de Susana. Lo peor ha sido y es la mediocridad con que fue taponada Andalucía. Lo mejor es que debajo de esa mediocridad oficial hierve y circula la creatividad transformadora. Un flujo de expresiones que aún precarizadas producen, descubren, inventan y crean. Estas fuerzas son temibles porque desde su estado de alerta amenazan con romper muros. Mientras tanto se organizan, crean, cooperan. Susana podría hacernos el gran favor de irse silenciosamente después de su licencia por maternidad. Una buena ocasión para re- pensarse a sí misma.
ResponderEliminarSe fue Guatemala y a entrado el fascismo puro y duro
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