Artículo de Luis Escribano
Formular una ecuación teórica que se ajuste con precisión a la realidad y aporte soluciones
a los casos que acontecen a nuestro alrededor es el sueño dorado de cualquier
científico. Con la observación y el análisis de los sucesos acontecidos en
España relacionados con la política -especialmente con los datos obtenidos en el
laboratorio de Andalucía- he podido comprobar que la ecuación más exacta
combina las variables que definen la partidocracia.
¿Que
la corrupción sistémica y el fraude en España es un problema alarmante? ¿Que la
política y los partidos políticos han ido escalando puestos hasta convertirse
en uno de los problemas que más preocupan a los españoles, según las encuestas
del CIS? ¿Que las cifras de desempleo son excesivamente elevadas? ¿Que no se adoptan las medidas oportunas para minimizar la economía sumergida? ¿Que la deuda pública española está disparada, muy por
encima de las cifras oficiales? ¿Que la administración de justicia se deteriora
a pasos agigantados? ¿Que la sanidad pública es maltratada por sus gestores? ¿Que
sobran políticos y faltan profesionales? ¿Que la estrategia de dividir a la
sociedad española y mantenerla crispada le otorga beneficios a los partidos
políticos y a los apesebrados que viven a costa del resto de españoles? Estas y
muchas otras cuestiones encuentran su respuesta con la “ecuación partidocrática”
que rige los designios de nuestro país desde hace muchos años.
Lo
sorprendente es que, a pesar de las claras evidencias, se mantenga un número
tan elevado de votantes a candidaturas de partidos. Estos votantes aún siguen
confiando en el actual sistema político de “partidos de Estado”, cartelizados
hasta la médula o en vías de estarlo, y siguen creyendo que es posible mejorar
la situación con el simple cambio del partido o partidos que gobiernan u ocupan
sillones en el legislativo.
La ciudadanía española, a diferencia de la
estadounidense, no cree en su libertad ni la valora.
Huye de asumir la responsabilidad que implica ser libre y tener la soberanía.
Es conformista y, en demasiados casos, sumisa. Pero no sólo acepta esta situación,
sino que en ocasiones se recrea incomprensiblemente en ella, dejando en
evidencia su falta de solidaridad.
La
prueba evidente de este grave déficit de libertad es la falta de articulación de la sociedad española en asociaciones dinámicas,
independientes (que no dependan de ayudas públicas para su funcionamiento) y objetivas
(que analicen los hechos y actúen sin importar quienes ocupen los poderes
públicos).
Criticar
a unos y otros en las redes sociales, en los medios de comunicación o en la
barra de un bar resulta cómodo, siendo uno de los entretenimientos que los
españoles practican con más asiduidad desde hace muchos años. Pero actuar persiguiendo el bien común o interés
general es tan infrecuente hoy que, cuando algunos ciudadanos osados lo practican, son
considerados altamente sospechosos y machacados incesantemente, especialmente
por quienes han encontrado en la partidocracia su modo de vida.
Rebelarse
contra lo heredado no significa ser un antisistema per se. Al contrario, es un sano ejercicio que puede facilitar
mejoras para el futuro. A mi juicio, lo grave es instalarse en el pasado para intentar
solucionar nuestro presente, o utilizar hechos pasados para dividir a la
sociedad y obtener con ello réditos partidistas. El presente manda, y desafía a
nuestro futuro. Y sin libertad, no hay presente ni futuro que se precien.
Encuentro, Luis, ciertas referencias en tu artículo a la obra de Tocqueville. Tocqueville, junto con su compadre Beaumont, fueron genios que no pudieron soportar la idea de que hubiera negros libres en ciertas zonas de EEUU con peores condiciones de vida que aquellos negros de otras zonas donde, aún careciendo de libertades, tenían mejor vida que los citados previamente. Lealtad a uno mismo, dignidad, el camino a la libertad es un camino libre y puro de ideologías, pues no somos pensadores liberales, somos pensadores demócratas, y como tal partimos de la Libertad Política Colectiva Constituyente.
ResponderEliminarYo sin embargo lo que encuentro en su artículo es una invitación a dar la cara y defender LA LIBERTAD , desde la DIGNIDAD..... OBJETIVO: PROCESO CONSTITUYENTE. Forma de conseguirlo, todas aquellas PACIFICAS que se nos ocurran por muy UTÓPICAS que parezcan
EliminarSALUD
De partitocracia nada. Los partidos son el pelele de sus amos, a los que nos cuesta más ver porque para ello están los partidos, para taparlos. Y dichos amos son los bancos, las corporaciones y los grupos de presión.
ResponderEliminarLos gobiernos europeos, sobretodo el español, está al servicio del NOM. Por eso actúa en contra de los intereses de los españoles.🤬👹👹
ResponderEliminarMagnífico artículo, Luis
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