Artículo de Luis Escribano
Según publicó el diario ABC en el año 2013, el primer
ministro británico, David Cameron, pidió disculpas públicamente por las
negligencias que causaron las muertes de muchos pacientes en uno de los
hospitales de la sanidad pública del Reino Unido (NHS). Igualmente, decía la
noticia que el diario The Times
reveló cómo “240.000 pacientes fueron
dados de alta en el año 2011 de madrugada, para liberar camas de tal modo que
los centros sanitarios pudiesen cumplir los objetivos de tiempo de espera
fijados por el Gobierno”. Era obvio que prevalecía el logro de objetivos económicos y políticos sobre la
calidad del servicio sanitario.
¿Les suena esto último? ¿Cuántas instituciones públicas españolas
-Fiscalía, Defensor del Pueblo, Juzgados, etc.- han investigado los posibles
agravamientos de enfermedades o muertes producidas por las manipulaciones de
listas de espera, la prevalencia de objetivos económicos sobre la calidad del servicio
incentivada mediante complementos retributivos a los profesionales sanitarios,
nepotismo en la selección del personal sanitario quebrando principios de mérito,
capacidad e igualdad, y demás aberraciones ocurridas en nuestra sanidad pública?
Les recuerdo que en los años 2008 y 2009, las denuncias que valerosamente
presentó la Médico de Admisión Dª. Socorro Ricoy, hoy miembro de la Junta
Directiva de la Asociación Justicia por la Sanidad, primero en
la Fiscalía y luego en un Juzgado de Granada, sobre manipulación de listas de
espera en el Hospital Virgen de las Nieves de dicha ciudad, fueron archivadas
con un pretexto más que cuestionable: primaba la protección de datos de los
pacientes sobre la posible investigación criminal, a pesar de reconocer
expresamente los indicios de una “mala praxis administrativa” en la gestión de
las listas de espera. En resumen, se lavaron las manos, a pesar de que incluso el
TSJA pronunció en una sentencia firme que hubo cargos del Servicio Andaluz de
Salud que se dedicaron a acosar laboralmente a la Sra. Ricoy por negarse a
manipular las listas de espera.
¿Alguna institución pública exigió responsabilidades a los
autores de las manipulaciones de las listas de espera y del acoso laboral? Ninguna.
¿Confianza en las instituciones públicas? Ninguna.
Que la sanidad sea
uno de los problemas que más nos preocupa a los españoles se evidencia cada año
con los Barómetros del CIS, quizá
porque todos, más tarde o temprano, acabamos haciendo una visita -o acompañando
una persona cercana- a nuestro médico de familia o al especialista,
experimentando directa o indirectamente la prestación del servicio. A dicho
problema le acompaña en las citadas encuestas el paro, la corrupción y el
fraude, los políticos en general,
los partidos y la política, así como los problemas de índole económica.
Entre otros aspectos dignos de análisis, me llama
poderosamente la atención que los españoles consideren en las encuestas que uno
de los problemas principales que existe actualmente en España sean “los políticos en general, los partidos y
la política” (este problema ha ido escalando puestos en los últimos cinco
años hasta colocarse en segundo lugar)
y, sin embargo, cuando se les pregunta sobre los problemas que personalmente más
les afecta, ese problema en concreto desaparece de los primeros puestos. Es
decir, muchos españoles no consiguen ver la relación existente entre los
problemas que padecen y “los políticos
en general, los partidos y la política”. Algo parecido le ocurre al
problema de “la corrupción y el fraude”,
a pesar de la íntima conexión que guarda con las acciones y omisiones de los
políticos y con varios de los problemas que padecemos.
Si observan, lo anterior no guarda mucha coherencia con los
datos de las últimas elecciones generales, pues la alta participación y los
votos a candidaturas de partidos parecen reflejar lo contrario: los españoles
ponen mayoritariamente su esperanza en los partidos políticos para solucionar
sus problemas, cuando son estos los que crean o alimentan muchos de esos
problemas.
No es fácil entender que haya tantos ciudadanos que no perciban
los efectos que genera la corrupción sistémica en España, amparada sin pudor
por los partidos políticos, salvo que consideremos que dichos ciudadanos pierden
objetividad a causa de sus prejuicios, creencias, miedos, odios y bajas
pasiones, o simplemente que el desconocimiento sobre el sistema político y
administrativo les impide descubrir dicha conexión.
Los problemas que padece la sanidad pública en España
guardan una estrecha relación con todos los problemas expuestos anteriormente,
pero la política y la corrupción son los que se llevan la palma.
Hay españoles que parecen vivir al margen de la sociedad,
sin importarles nada la política hasta...hasta que tienen una mala experiencia:
por ejemplo, cuando empiezan las visitas forzosas a los centros sanitarios
públicos y sufren su nefasta gestión (evítese mezclar con el buen hacer de algunos
profesionales comprometidos). Hay otros que se conforman exclusivamente con la
crítica en redes sociales, en los medios o en la barra de un bar, sin adoptar
una postura activa en defensa de lo que a todos nos corresponde disfrutar desde
el momento en que contribuimos al Estado español, ya sea con impuestos directos
e indirectos, tasas y cánones.
Pero también hay otros muchos ciudadanos comprometidos, incluidos
algunos profesionales sanitarios, que luchan activamente por sus derechos y
libertades, por el buen uso del erario público y por una sociedad con valores y
sin corrupción. Por ejemplo, muchos de ustedes han acabado siendo socios de la
Asociación Justicia por la Sanidad porque han entendido que es una manera
efectiva de luchar por una sanidad pública digna y contra la corrupción, o
porque ya han padecido en sus carnes algunos de los graves vicios del Sistema
sanitario público.
La sanidad pública no es un ámbito ajeno a la corrupción, la
cual se manifiesta en todas sus vertientes. En Andalucía, casi la tercera parte
del Presupuesto de la Comunidad Autónoma se gasta en materias relacionadas con
la salud. Pero no es sólo en el proceso del gasto público donde aflora la
corrupción, dado que también se manifiesta de otras formas y en otros procesos:
nepotismo, prevaricación, tráfico de influencias, cohecho, fraude en las
contrataciones, omisión del deber de perseguir delitos, etcétera. Todas ellas repercuten de forma muy directa
en el deterioro de la prestación del servicio público sanitario.
Pocos medios de comunicación preguntan y escuchan a los que
conocemos en profundidad los problemas de la corrupción, y menos aún los que publican
informaciones contrastadas sobre lo que está ocurriendo. Al contrario, suelen
poner el altavoz en las palabras vacías e insubstanciales de demasiados irresponsables,
sin preguntar a los que podemos desmontar sus engaños con facilidad, y así añadir algo de contraste en las
informaciones. ¿Por qué no se invita en las tertulias televisivas y
radiofónicas conjuntamente a políticos y a quienes podemos poner en evidencia
sus mentiras con datos irrebatibles? Obviamente, es una pregunta retórica.
Por ponerles un ejemplo clarificador: muchos medios “voceros”
se interesan y publican noticias sobre lo que concierne a Jesús Candel, el
Presidente de la Asociación Justicia por la Sanidad, cuando ha
sido denunciado en los tribunales por presuntos delitos de injurias, pero
ninguno de ellos ha preguntado por el estado
de las querellas criminales presentadas por dicha Asociación, sobre casos
de corrupción que afectan a la Junta de Andalucía, ni tampoco han preguntado por
otros casos investigados sobre los que se están preparando nuevas querellas, que
serían noticia en otros países avanzados. El silencio de esos medios lo dice
todo: forman parte del sistema corrupto.
Y la Administración de Justicia (incluyo al Ministerio
Fiscal y Policía Judicial) tampoco está haciendo el esfuerzo que debería hacer
cuando los que denunciamos la corrupción acudimos a ella para que actúe con contundencia,
especialmente si hay políticos o jueces implicados (no olviden que la
Administración de Justicia forma parte del sistema político y también le afecta
la corrupción). Hemos tenido acceso a informes de fiscales, de la policía judicial
y sentencias de tribunales que abochornan a quienes tenemos conocimiento profundo
de los casos, reflejando el poco respeto que nos tienen a los ciudadanos. ¿Cómo
va a extrañar que los ciudadanos pierdan la confianza en la Justicia española?
Lo contrario sería lo insólito.
Precisamente por todo ello seguiremos adelante con esta
batalla contra la corrupción, caiga quien caiga, y procuraremos aunar esfuerzos
en aras de conseguir los fines de la Asociación, tal como conseguir una Sanidad
pública digna. Mientras más voluntades sumemos, más fácil resultará
conseguirlo.
Y quisiera finalizar el presente artículo con un último
mensaje: aquellos que hayan participado en algún caso de corrupción en la
Sanidad pública andaluza o hayan dejado de perseguir los delitos siendo su
obligación, no deberían dormir tranquilos, porque los ciudadanos que formamos
parte de Justicia por la Sanidad, ¡no somos de piedra!
Gracias Luis, por tu dedicación y trabajo de realidad y coherencia, reivindicando los derechos de todos. Gracias por tu generosidad. Un abrazo desde Euskadi.
ResponderEliminarExcelente artículo. No entiendo como puede mantenerse este podrido régimen de partidos estatales tanto tiempo.
ResponderEliminarGracias por tu buen hacer
ResponderEliminarY no solo hay corrupción en el sistema andalus
En el madrileño también y mucho lo digo yo que estoy de baja por dolor desde hace ya dieciocho meses y no conseguí todavía que me vieran médicos ni ss
Es una verguenza lo que han echo con la sanidad pública
A lo mejor podría haber solución si no hubiera tantos y tan malos políticos incompetentespara nada más que llenarse bolsillos propios
Anarquía no tendrá que volver ejercito para conseguir sentido común
«El problema de este país -argumenta el novelista- no es que los políticos roben, que es grave, ni que no devuelvan el dinero que robaron, que al fin y al cabo son cuatro perras gordas, el problema es que el político, para llevarse una comisión de 30 millones, hace un aeropuerto de 300 millones donde nunca va a aterrizar un avión. O para llevarse 20 millones, desaladoras por 2.000 millones. Los políticos españoles corruptos se comportan como aluniceros, los que cogen un coche y lo estrellan contra una tienda para llevarse 20 frascos de perfume. Qué importa que los devuelvan, el problema está en el destrozo. Con los frascos de perfume no reconstruirás la tienda. Este país lo han alunizado los políticos. Lo han destrozado» .Vázquez Figueroa
ResponderEliminarhttps://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20141207/la-ultima-cruzada-de-vazquez-figueroa-3752577