Artículo de Luis Escribano
Entre esos fenómenos extraños que anegan la vida
política de nuestra desconocida y mermada España se encuentra el del complejo de bombero de muchos de sus
actores. No hay más que ver, elección tras elección, cómo ninguno pisa la
manguera a otro, aunque pertenezca al Cuerpo
de bomberos de cualquier otro color político.
Toman el poder unos, expolian las arcas públicas, y
cuando entran otros, nadie exige responsabilidades a los salientes. Tal cual. Al
final, los costes de las injusticias los pagamos los de siempre: los
contribuyentes, esa media España que mantiene a la otra media subsidiada o
adicta a la economía sumergida.
Nuestra legislación es laxa respecto a la exigencia de responsabilidades
patrimoniales personales de los autores y cómplices en vía administrativa.
Los buhoneros metidos a políticos no dedican ni un minuto de su tiempo a
diseñar y adoptar medidas que prevengan la corrupción, y las medidas
disuasorias son diseñadas para que ellos y sus funcionarios cómplices salgan
ilesos cuando los pillan, lo cual suele ser poco frecuente.
Al contrario, ellos amparan una Justicia muy lenta
(conseguido, por ejemplo, con los pocos recursos que le suministra), que, a su
vez, es muy permeable por gobiernos y Administraciones y demasiado permisiva
con estos; aprueban un Código Penal muy blandito en el diseño de las infracciones
por corrupción para que los Jueces de lo Penal y los fiscales casi nunca
encuentren “relevancia penal” en los casos de corrupción (los tildan de “meras
irregularidades administrativas”); han politizado el Tribunal de Cuentas de
forma lamentable, y con los dedos de la mano podríamos contar los expedientes
administrativos iniciados por las Administraciones para exigir a los autores y
cómplices responsables de las tropelías el pago -con su patrimonio personal- por los daños causados a los bienes o derechos
de aquellas.
Esto último lo han aprobado en una norma…¡aleluya!
(artículo 36.3 de la Ley 40/2015). Pero…mi
gozo en un pozo: sólo se ha previsto para los casos en los que pueda
demostrarse el dolo o intención (lo cual siempre queda al
criterio del funcionario nombrado a dedo por el político), o por culpa o
negligencias graves, gravedad que queda
de nuevo a criterio del funcionario nombrado a dedo por el político. El círculo
queda siempre bien cerrado para salir impunes y con beneficios sin coste alguno
para sus bolsillos: ¡esto sí que es eficiencia…en la corrupción!
Vienen
elecciones municipales, y muchos de los nuevos alcaldes se encontrarán en
las arcas municipales enormes agujeros negros dejados por sus antecesores. Y
los que repiten como alcaldes, simplemente negarán la existencia de esos agujeros
sin consecuencia alguna.
¿Cuántos de los candidatos llevan en sus programas
exigir esas responsabilidades
patrimoniales personales si consiguen el poder, a pesar de que en la
campaña denunciarán las miles de irregularidades supuestamente cometidas por los
actuales alcaldes y concejales? Insisto que me refiero a la vía administrativa,
no a la enmarañada vía penal. Les adelanto a ustedes el dato: ninguno lo lleva
en su programa. Y si algunos llegaran a prometerlo, mentirían: no hay más que
mirar atrás para darse cuenta de que, entre bomberos, nunca se han pisado las mangueras.
Y, por cierto, respecto a las últimas elecciones
autonómicas, ¿cuántos de los nuevos gobiernos y cargos públicos han iniciado
expedientes administrativos exigiendo la responsabilidad
patrimonial personal de los anteriores gestores? Por ejemplo, miremos al
Sur: en Andalucía, que se conozca, ningún expediente, y eso que los nuevos
cargos del PP y Cs no paran de difundir de las barbaridades cometidas por el
anterior Gobierno del PSOE.
Si sorprendente resulta la extensión del complejo de bombero en la clase política,
más digno de expediente x es que la
ciudadanía siga votando a unos y otros con la esperanza del milagro que nunca
llega. Sí, estimados lectores, porque votar hoy en España se ha convertido en
un ritual religioso, donde la fe ha sustituido por completo al raciocinio. Que
sí, que es lícito votar hasta por deseos inconfesables, pero cuando escucho a
muchos votantes justificar su voto en defensa de esos supuestos valores de “solidaridad” con el pueblo, defendido
ardientemente por los candidatos de unos y otros partidos, no puedo evitar
descojonarme de risa con ciertas dosis de indignación. ¿Soli… qué? ¡Nunca este vocablo se empleó tan erróneamente como en
la política actual!
Me comentaba recientemente un conocido que hay
vecinos de un pueblo andaluz que tienen en sus salones y dormitorios retratos
de su alcalde, porque les paga la luz y
el agua de sus viviendas privadas. Sí, así lo entienden ellos: el alcalde
es el que paga…¡como si todos los ingresos del presupuesto municipal
procedieran de su bolsillo! Esto tiene de solidaridad lo que un servidor de
taxidermista.
Bien dicho.
ResponderEliminarGracias!
EliminarEfectivamente, digno de "expediente X" es que estemos aguantando a tanto sinvergüenza... y yo el primero, me indigno de mí mismo por no hacer nada.
ResponderEliminarLa cruda realidad de esta España mía, esta España nuestra. ¡Pa irse de aquí!
ResponderEliminarNo tenemos remedio
Quizá sea mejor solución exigir que se sancione a los responsables de las conductas ilegales, y quedarnos para disfrutar de nuestras libertades y derechos.
EliminarUn saludo!
Así es don Luis, y para rematar la faena que tal si un día escribe acerca del atraco que han perpetrado a muchas familias con el Impuesto de Sucesiones.
ResponderEliminarMuy bien dicho! Las alfombras siguen sucias. ...tu lo sabes! No te han dejado ni tocar un cajón!
ResponderEliminarGracias! Hay demasiada información oculta.
EliminarUn saludo!
Gracias!
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