Artículo de Luis Escribano
5.- Política y democracia.
En este apartado quisiera resaltar dos claves
fundamentales que suelen ser ignoradas por muchos ciudadanos, según los
comentarios que realizan.
Lo primero a tener en cuenta es que la política es
necesaria en nuestra
sociedad, entendida en un sentido amplio como “el arte de gobernar”, y no le encuentro ningún atractivo en
sufrirla o ejercerla en cualquier régimen no democrático (plutocracia,
oclocracia, partidocracia, etcétera).
Por ello, una vez
constituido el Estado con un sistema político que obstaculice al máximo la partidocracia
o cualquier otro sistema político no democrático, se necesitan representantes
de la nación y gobernantes que dirijan sus instituciones básicas en beneficio
de sus representados. Será el momento de elegirlos mediante la convocatoria de unas
elecciones verdaderamente democráticas, sin más listas de partidos cerradas o
abiertas, donde los candidatos expondrán sus programas, que se convertirán en
auténticos “contratos sociales” con sus votantes. Y ahí comenzará el atractivo juego
de la Política (con mayúsculas).
Y lo segundo que debe
tenerse en cuenta es que democracia no
es sólo tener la posibilidad de votar a supuestos “representantes” en una urna
cada cuatro años, como se hace ahora, sino que abarca mucho más. No hay
democracia que se precie si la ciudadanía no tiene una verdadera representación,
si el sistema no dispone de instrumentos adecuados para revocar o expulsar a los
representantes y gobernantes por incumplir el mandato dado -cumplimiento de su
programa- o por quebrar el imperio de la
Ley , sin necesidad de esperar a las siguientes elecciones. Igualmente,
si los ciudadanos no pueden controlar de forma efectiva a sus gobernantes en
cualquier momento, si no se maximiza la independencia entre los poderes del
Estado (legislativo, ejecutivo y judicial) y no se facilita el control entre
ellos, no hay democracia: sólo es una ficción, una apariencia, tal como ocurre en
España con en actual régimen partidocrático.
6.- Cómo
deslegitimar el régimen partidocrático como paso previo al proceso
constituyente.
A continuación intentaré explicar de la forma más escueta
posible los pasos realizables que facilitarían la llegada de un nuevo sistema
político, en el que las libertades y derechos podrían alcanzar cotas de
efectividad hasta ahora desconocidos por los españoles.
El primer paso para acabar con la
partidocracia es comprender y asumir que la
soberanía reside en el pueblo español, que el poder constituyente es
nuestro, que no dependemos de ningún político ni de ningún partido político o
grupo fáctico para ejercitar pacíficamente nuestra libertad constituyente como
nación y poder constituirnos como Estado de la manera más beneficiosa para el
pueblo español.
El “cuerpo” de la nación española -poseedora del poder constituyente- se engendró hace mucho
tiempo con el transcurso de la
Historia , se ha ido desarrollando y ha madurado lo suficiente
para decidir cambiar su “traje” (el Estado, que sería el poder constituido) por un otro que le beneficia sin duda. Resulta obvio
que el “traje partidocrático” no es funcional ni sugerente; al contrario, no
sólo no protege el “cuerpo” de la nación española, sino que perjudica seriamente
su salud. ¡Es altamente nocivo y tóxico!
Ese cambio es especialmente necesario para romper con un
pasado en el que las libertades y derechos efectivos no existían para toda la
ciudadanía, rémora del pasado que hemos arrastrado. Aunque uno pueda llegar a
entender que la mayoría de los electores aprobasen la Constitución de 1978
teniendo en cuenta su contexto histórico (recién salidos de una dictadura y sin
ninguna cultura democrática en la inmensa mayoría de los españoles), no tiene
por qué ser aceptada eternamente. Resulta obvio -como bien ha expuesto en su obra Antonio
García-Trevijano- que la denominada “Transición
española” no permitió la necesaria ruptura con el sistema político
anterior, lo cual condicionó negativamente la redacción y refrendo de la citada
Constitución. Y aunque numerosos españoles alaban dicha etapa de transición
política (especialmente aquellos que se benefician de este régimen
partidocrático), diariamente observamos
como se acreditan sus vicios, y no verlo o no querer verlo no nos ayuda en
nada.
El segundo paso imprescindible para
conseguir un proceso constituyente -con un previo periodo pacífico de libertad
política colectiva (pretensión razonable expuesta en su obra por
García-Trevijano)- sería la unión de
ciudadanos que actúen conjuntamente desvinculados de los actuales poderes
públicos, partidos políticos y demás grupos fácticos, hasta conseguir la
necesaria visualización del rechazo a la autoridad del poder político, de forma
que la crisis de estado sea inevitable. Es decir, el objetivo sería la deslegitimación del régimen partidocrático.
Entre las posibles
vías a nuestro alcance que permiten acciones colectivas tenemos las
convocatorias de elecciones, las denuncias y las movilizaciones, todas
dirigidas al mismo fin: conseguir un proceso
constituyente.
7.- Deslegitimación del régimen
partidocrático a través de las elecciones: abstención y voto nulo.
He indicado anteriormente que es necesario deslegitimar este régimen político partidocrático
(no confundir legitimidad con legalidad), a fin de crear una crisis de
estado que fuerce el paso al proceso constituyente. Si el pueblo
mayoritariamente perdiera su respeto al poder político hasta el punto de no reconocer su autoridad, sólo podría imponerla mediante su capacidad legal de uso de la
fuerza (potestas), provocándose entonces
la crisis de estado.
En cada
convocatoria de elecciones tenemos la oportunidad de manifestar nuestro
rechazo al poder político. Tanto la abstención como el voto nulo, únicas opciones que no contabilizan en el
reparto de escaños entre los partidos de Estado, contribuyen a deslegitimar
el poder político. Pero, ¿sirve cualquier abstención o voto nulo? No,
cualquiera no.
García-Trevijano
y sus seguidores consideran la abstención
activa como la única acción posible en unas elecciones que deslegitima el
régimen político partidocrático. Sin embargo, considero tan válida la acción de
la abstención
activa como el voto nulo activo en unas elecciones
para conseguir esa deslegitimación del poder, por los motivos que explicaré a
continuación sin ningún ánimo de polemizar, sino de todo lo contrario: de aunar
esfuerzos. ¿Me puedo equivocar? Por supuesto, como le puede pasar a cualquier
otra persona que teorice con estos temas, porque no hay verdades absolutas.
Analicemos el
asunto desde la óptica exclusiva de votar o no votar, considerando dichas
elecciones una “invitación” del “régimen partidocrático” a los electores para
que ejerciten -o no- su derecho al voto. Si no voto, si no participo en la “fiesta electoral”, ¿es debido única y
exclusivamente a mi rechazo a las intenciones del autor de la invitación? Obviamente,
no, porque el hecho de no votar puede deberse a muchos motivos. Por tanto, no
bastaría con decir que “si no votas en las elecciones, deslegitimas el
régimen”, pues significaría partir de una premisa interesada: “la abstención es
lo que es”, y por tanto, cualquier tipo de abstención deslegitima el sistema
político, prescindiendo absolutamente de su “calidad”, lo cual cierra cualquier
posibilidad de rebatir dicha tesis. Por ello se añade el calificativo “activa”
a la abstención, porque es necesario
mostrar públicamente el rechazo o no aceptación, hasta el punto de tener
que asistir al “lugar de la fiesta
electoral” (mesa electoral) para romper una papeleta o sobre públicamente.
Por tanto, es
obvio que no se puede prescindir de la “calidad”,
porque realmente es la clave en la
deslegitimación del poder político: el motivo, dolo o intención del elector
con su abstención son elementos fundamentales que no pueden marginarse, que
además debe expresarse de forma manifiesta.
A mayor
abundamiento, ¿realmente podría
considerarse una deslegitimación del sistema una cifra de abstenciones en la
que se mezcla y diluye una amplia casuística, como ponerse enfermo a última
hora, haber perdido el transporte público, pasar de la política en cualquier
sistema de poder (abstencionista crónico),
olvidarse de votar, llegar tarde, ningún partido es convincente, deslegitimar
el sistema, castigar a “mi partido” o cualquier otro motivo que pueda
justificar no votar? Obsérvese que, en muchos de estos casos de abstención, el elector censado, aunque no vote, sigue
legitimando el poder político porque lo respeta. Por tanto, la “calidad”
importa, y mucho.
Por otro lado,
hay un hecho irrebatible que impide utilizar la cifra de abstenciones como
motivo deslegitimador del poder político: ¿cuántas movilizaciones ciudadanas o
denuncias han realizado los 10-11 millones de españoles que se abstienen en
cada una de las elecciones generales celebradas en los últimos años mostrando
su disconformidad con este régimen partidocrático y exigiendo la apertura de un
periodo pacífico de libertad constituyente?
¿Todos han ido a sus mesas electorales y han mostrado su disconformidad
con el régimen públicamente? ¿Son socios todos esos millones de españoles
abstencionistas de alguna asociación que persiga el inicio de un periodo
pacífico de libertad constituyente?
Pero, ¿qué ocurre
con el voto nulo? Sigamos el mismo recorrido lógico del argumento anterior a la
inversa. Si acudo a la mesa electoral, y en vez de romper un sobre o papeleta,
introduzco en la urna un voto, ¿implica única y exclusivamente que el autor de
la invitación no me produce ningún rechazo, y por tanto, estoy aceptando sus
reglas del juego? No, en absoluto, porque de nuevo va a depender de la
“calidad” de mi voto. Por ejemplo, si introduzco un voto nulo a conciencia mostrando mi
disconformidad con el régimen partidocrático, igualmente lo estoy deslegitimando, porque estoy ridiculizando el
sistema y mostrando mi rechazo a la autoridad del poder político. Y este hecho
me lleva a plantear igualmente que debería hablarse de un “voto nulo activo” para que realmente tuviera poder deslegitimador:
hay que manifestarlo expresamente con algún documento que vaya dentro del sobre
que se introduce en la urna, documento que, por cierto, se adjunta al acta
electoral de la mesa. Si millones de españoles manifestaran expresamente en su
voto nulo el rechazo absoluto a este régimen partidocrático, incluso
ridiculizándolo, tendríamos hasta una prueba documental adjuntada al acta.
Nos guste o no, con
este aspecto de la “calidad” ya cuentan los partidos de Estado y demás
defensores del régimen partidocrático, y jamás se logrará una crisis de estado
si una mayoría de españoles no muestra abiertamente su rechazo al régimen, ya
sea con el voto nulo activo, la abstención activa, las denuncias o las
movilizaciones pacíficas. El resto del debate, en mi opinión, es un ejercicio
de autoengaño estéril.
Por otro lado, si un elector vota a
cualquier lista de candidatos o vota en blanco, acciones que en nuestro
actual régimen electoral siempre contabilizan
en el reparto de escaños entre los partidos de Estado, sí estaría reconociendo
legitimidad al régimen partidocrático, porque acepta los partidos de Estado y el reparto del poder. El voto en blanco (introducir en la urna un sobre vacío) no muestra de
forma expresa ninguna disconformidad con el régimen: sólo muestra una duda en
cuanto a los partidos a votar, y participa en el reparto de escaños beneficiando
matemáticamente a los partidos más votados.
Por tanto, y he
aquí el meollo de toda esta cuestión, dejemos
de cerrarnos puertas para conseguir el objetivo, pues son muchas las vías
útiles para deslegitimar el régimen partidocrático. Dejemos de menospreciar a
los que no sigan ciegamente la tesis que uno defiende (desde que publiqué mi
primer artículo, es lo que han hecho algunos
de los seguidores de las tesis de Antonio García-Trevijano, cuya obra y
esfuerzo precisamente reconozco y agradezco). Centrémonos en lo fundamental, que
es agrupar la voluntad de todos los que luchamos por acabar con esta
partidocracia, que es lo fundamental. Busquemos el encuentro, la unión, y marginemos todo aquello que entorpezca el logro de lo trascendente. ¡Despertemos
y movilicemos a los españoles dormidos!
Considero que la
inmensa mayoría de los españoles aún no es consciente del poder que tienen en
sus manos. Por ello es importante utilizar todas las herramientas que están a
nuestro alcance para contribuir a la llegada del proceso constituyente, como
por ejemplo la pedagogía. Aprender
los conceptos esenciales y difundirlos, el boca a boca en nuestro entorno, es muy
necesario, dado que muchos españoles desconocen la organización y el
funcionamiento del régimen político partidocrático y las ventajas de otro
sistema político.
Y no quiero
terminar este penúltimo artículo sin agradecer el esfuerzo y labor incansable
de Spiriman,
personaje del médico y amigo Jesús
Candel, presidente de la
Asociación “Justicia por la Sanidad ”. Es un ejemplo útil que muestra otra
manera de deslegitimar un régimen político. En redes sociales manifiesta
abiertamente que ejerce su voto nulo
con una clara intención (voto nulo activo), como hace un
servidor, y también apoya igualmente la abstención
activa porque contribuye a la causa.
Spiriman ridiculiza abiertamente el poder político de esta partidocracia, y por
ello ha sido arrastrado por este régimen partidocrático por los banquillos de
los tribunales, tanto “de honor” (Colegio
de Médicos) como de Justicia, demostrando con ello el miedo que el poder
político tiene a un efecto contagio en los conciudadanos. Sus casi 300.000 seguidores en redes sociales
(con el efecto multiplicador que conlleva) lo han convertido en un peligro para
los partidos de Estado y resto de grupos fácticos, y por ello está sufriendo la
dañina persecución del régimen partidocrático, que en este caso incluye a los
tres poderes del Estado. Pero todo esto tiene un aspecto positivo: cuanto más
virulenta sea esa persecución a Spiriman,
antes perderá su autoridad el poder político. Y por todo ello, deberíamos no
sólo agradecerle el esfuerzo personal, sino apoyarlo siempre que podamos, como
hacen ya miles de españoles, para que siga creciendo. ¡Ojalá existieran miles
de Spiriman en España! ¡Gracias,
Jesús!
Continuará...mañana,
con la cuarta y última parte, dedicado al proceso constituyente.
Buenos días, Luis.
ResponderEliminarTe leo con atención, y tengo dos dudas.
1. Nunca he entendido en Trevijano el salto de fe que supone asumir que, después de la deslegitimación, vendría un periodo pacífico de libertad política colectiva y un proceso constituyente. No es eso lo que nos explica la historia. Lo que ha pasado una y otra vez es que, ante una ausencia de poder viene una toma violenta del poder, bien por fuerzas interna (levantamiento militar) o externas (invasión de un país vecino). Ninguna de las dos deseable. Ahora los abstencionarios no cesan de poner como ejemplo del éxito de la abstención a Venezuela ¿Cuál es el resultado? Un nuevo presidente impuesto por fuerzas exteriores al país. Y veremos cómo acaba el tema. No acabo de ver ese punto.
2. Si lo que se busca es la deslegitimación ¿no sería mejor utilizar el método que utiliza Escaños en Blanco? (y digo el método, no digo votar a ese partido). El voto nulo tiene el mismo componente de duda que la abstención. El voto nulo es un voto mal emitido, incorrecto, y en muchas ocasiones se califica como "voto gamberro". Siempre hay la duda de su origen. Cierto es que con una cantidad muy elevada, del 10 o del 15% esa idea seria difícil de mantener, pero sigue obligando a unas cifras muy elevadas. Sin embargo un 2% de voto en las europeas, o un 3% en las generales en Madrid y Barcelona equivale a un escaño. ¿No es más inteligente articular una propuesta que permita conseguir ese escaño, no para ocuparlo, sino para dejarlo vacío? No sería privar de los escaños a los políticos la mejor forma de dejar totalmente claro que no queremos que esté ninguno de ellos ocupándolo para representarnos (no como el voto en blanco, que puede entenderse como duda o indiferencia).
Y por último, dar una opinión personal. Creo que es un error buscar un sistema mayoritario (el profesro Urdánoz prefiere llamarlo acertadamente "fragmentado") de diputado de distrito porque 1. eso nos lleva a inequívocamente un sistema bipartidista y 2. creo que es un error pensar que un diputado de distrito representa a todos los votantes del distrito, porque representará sólo a SUS votantes de distrito, y eso (juntado con el sistema bipartidista en l que degenera) significa representar a mucho menos de la mitad del distrito. No veo ahí la representación del pueblo. Creo que para conseguir sistemas más democráticos sería mucho mejor un sistema de democracia líquida o incluso sistemas por sorteo.
Un cordial saludo.
Estimado,
Eliminar1. Trevijano nunca ha planteado un salto de fe, pues a lo primero que apela es al tercio laocrático.
2. Luego, por otra parte, que deslegitimación alcanzará apoyando a un partido, sea cual sea? repase artículos anteriores y haga cuenta de la cartelización de los partidos, es un punto que no se puede obviar.
3. Se equivoca cuando habla de bipartidismo en el último párrafo. Ahí no se orienta a un bipartidismo, más se apunta que la democracia es un sistema de mayorías.
Mis más sinceros agradecimientos y honores a esta serie de artículos, que reflejan reflexiones que al menos en mi caso, nos hemos hecho amigos y un servidor.
ResponderEliminarSolo con la consciencia y el conocimiento de la realidad política de nuestro país, nos daremos cuenta de cuan podrido está desde dentro, otorgando toda la responsabilidad a los incompetentes políticos que no hacen por mejorar la situación.
YO VOTO NULO.
De acuerdo totalmente.
ResponderEliminarEsto no puede ir en una columna de El País, por ejemplo.
Y mucho menos que lo digas por la tele. Menos mal que al internet este se le escapa algo cuerdo...de momento.
De nuevo gracias.
Veremos a ver si hay muchos nulos o abstenciones. Espero no llegue a nada lo del 26 de junio en caleta. No deberían haberse ido después de que los pusieran a levantar las alfombras. Por qué no ha salido en ningún medio de descomunicacion.??
ResponderEliminar'No hay nada más peligroso que alguien quien desea hacerdel mundo un lugar mejor".Banksy
Yo pienso que toda abstención debe computarse como activa. Al fin y al cabo, quién prefiere ir a la playa en lugar de ir al colegio, a votar, es porque no le da ninguna importancia al voto.
ResponderEliminarAfortunadamente España no es Venezuela, todavia....
ResponderEliminarSolo recordar una cosa, HEGEMONIA CULTURAL.
Perdóneme de antemano porque no pretendo faltarle al respeto, pero cita a G-Trevijano, usa vocablos por él acuñados y luego no lo secunda... ¿Por qué? No se entiende ya que su obra puede ser refutable, faltaría más ya que es científica y por tanto refutable, pero para eso hay que, científicamente también, refutarlo.
ResponderEliminarLa abstención estructural siempre es un porcentaje de la población en torno al 20%, por lo que habría que empezar a "contar" desde ahí, y el voto nulo es participación es decir, legitimación. Cualquier acto que signifique votar en un Estado de Partidos es apoyarlo, respaldarlo, legitimarlo, que ya se encargarán ellos con sus medios de manipulación masiva (los tienen todos)de explicarlo, justificarlo a su favor o ignorarlo. Sólo disponemos de las redes sociales (muy poderosas como se demostró en la primavera árabe, o en la anulación del golpe de estado en Turquía a Erdogan) y de la calle. Y la única manera pacífica de visualizar la oposición al régimen es o bien con la acción en la calle si se tiene poder de convocatoria suficiente, o bien mediante la acción en redes denunciando al régimen partidocrático y, sobre todo, rompiendo el voto ante la urna, grabándolo y subiéndolo. ¿Quién le garantiza a usted que van a coser al acta los votos nulos? ¿van a poner interventores pro voto nulo en cada mesa electoral? ¿qué o quién les va a impedir el pucherazo? Como probablemente sabe, G-Trev. decía que la abstención sería verdaderamente efectiva si la conciencia generalizada de ausencia de democracia en España fuera culturalmente hegemónica, es decir, si formara parte del sentir mayoritario, por lo tanto se agradece todo el trabajo que están haciendo en este sentido.
El Estado lleva ya constituído luengos siglos. No es necesaria su constitución puesto que ya lo está. Tanto el Estado como la Nación son preexistentes a la constitución. Lo que debe constituir una constitución es la separación de poderes (desde que Montesquieu lo descubrió y se proclamó en el art.16 de los derechos del ciudadano de la rev.frencesa), los dos poderes verdaderos que son los poderes políticos: ejecutivo y legislativo. El judicial, como función propia del Estado, debe ser independiente de los otros dos, pero NO es un poder en si. Su poder es CERO y como parte del Estado que es, debe estar al servicio del ciudadano, Nación, sociedad civil, nosotros, o como quiera llamarlo.
MUY ACERTADAS LAS APRECIACIONES. DE HECHO A DIA DE HOY, 31 DE MAYO DE 2020, LUIS ESCRIBANO, ABANDERA LA ABSTENCION ACTIVA. SALUDOS DE UN #ABSTENCIONARIOCONSTITUYENTE
EliminarRespecto al voto nulo activo. Supongo que cada cual introduce uno de creacion propia con su justificación de la no aceptación del sistema actual. ¿Cómo nos aseguramos de que eso se adjunta realmente al acta? Supongo que en el acta sólo darán un recuento sin especificar qué se introduce. No sé, siendo partidario de efectuar ese tipo de voto, tengo mis dudas de que sea efectivo. Me temo que queda mucho por andar, pero tendremos que dar los primeros pasos.
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