Artículo de Luis Escribano
Estamos inmersos en una nueva campaña electoral en la que
volvemos a escuchar las sempiternas frases “¡...y tú más!”, “si no votas a algún partido no tendrás derecho
a quejarte”, “votar a la derecha es….”,
“votar a la izquierda es….”, “sólo si
votas al centro no habrá radicalismos”,
“votar a los partidos separatistas
son la única solución contra la opresión…”, y demás expresiones interesadas que
sólo buscan el voto a alguna candidatura
para eternizar este sistema partidocrático, un voto que, para colmo, les
proporciona la subvención de turno pagada
con nuestros impuestos, convirtiéndolos en “partidos
de Estado”, la antítesis a lo más
básico de una democracia.
¿Se han dado cuenta del nivel de crispación que está alcanzando la política española? A mi
juicio, no es más que el fruto de un
régimen partidocrático que devora las mejores voluntades y saca lo peor de
los ciudadanos, gobierne el partido que gobierne, dando paso a las pasiones más
bajas. Y entre sus logros brilla el haber conseguido que los españoles se
sientan monstruos si no votan a algún partido.
Y, ahora, la pregunta del millón: ¿han escuchado a algún
político de esos “partidos de Estado”
subvencionados proponer la vía para que
nuestras libertades y derechos sean realmente efectivos, para minimizar la
corrupción hasta niveles insospechados, por ejemplo? ¿Han escuchado a algún
partido proponer medidas para impedir
la cartelización de los partidos que
llegan al poder o acabar con todas las inmunidades de los diputados,
gobernantes y jueces? No, a ninguno. Y nunca lo escucharán de la boca de ningún
político de los partidos de Estado, porque se sienten impunes y todos
ambicionan lo mismo: conseguir su botín, ocupar los poderes legislativo y
ejecutivo para aprovecharse de la
posición de supremacía y privilegio que les procura el sistema partidocrático,
a sabiendas de la indisponibilidad de resortes o procedimientos imprescindibles
para que los ciudadanos puedan defenderse de los posibles abusos o desviaciones
de cualquiera de los poderes públicos que ellos ocupan. No verlo a esta altura de
la película dice mucho de nuestra cultura democrática o, mejor dicho, de su
ausencia.
A aquellos que desconozcan la alegoría de la caverna de
Platón (en el VII libro de la “Republica”),
les invito a leerla (en Wikipedia
tienen disponible un resumen), pues esta metáfora se aproxima a la realidad de
la partidocracia española y su desconocimiento por gran parte de la población.
Siguiendo las tesis de los profesores y politólogos Richard S. Katz (Universidad “Johns
Hopkins”; nacido en 1947), y Peter Mair
(1951-2011), el proceso de
cartelización que sufre cualquier partido político en España cuando
llega al poder es irremediable en este sistema partidocrático, que además engulle a cualquier bienintencionado que
entre en el círculo del poder político y resto de grupos fácticos. Y este
fenómeno sólo puede minimizarse dando los pasos necesarios para modificar
nuestro sistema político.
3.- ¿Una reforma constitucional? No,
gracias.
Muchos españoles me preguntan los pasos a seguir para
acabar con este sistema partidocrático, un sistema que tantas inmunidades otorga
a quienes ocupan los poderes del Estado, y que en nada nos beneficia a la inmensa
mayoría de los ciudadanos. Muchos opinan que votando a algún partido nuevo
podría resolverse.
No me cansaré de repetir que desde dentro del actual sistema no es posible conseguirlo, pues la
partidocracia está repleta de “mecanismos
autodefensivos” para evitar que nadie pueda ponerla en peligro. Además, una
reforma
constitucional en manos de los partidos de Estado sería la fórmula menos inteligente de todas, porque es obvio que los
políticos de los partidos de Estado no se van a perjudicar a sí mismos. Si el
actual sistema no tiene los necesarios resortes democráticos para disuadir y
castigar adecuadamente a los ocupantes de los poderes del Estado por sus
frecuentes abusos y desviaciones, ¿para qué van a cambiarlo los partidos?
Pero no acaban aquí los inconvenientes de este sistema
partidocrático. Es tan peligrosa la situación que padecemos en España que, con
nuestro actual sistema político, estamos
indefensos ante cualquier populista que pudiera liderar un partido que
obtuviese mayoría absoluta en el Congreso, hasta el punto de poder llevar a
este país a una tiranía con suma
facilidad (peor que la que padecemos con la partidocracia), ante la incapacidad
de nuestro sistema político por evitarlo: no existen suficientes contrapoderes
que puedan evitarlo, y el régimen electoral no ayuda en nada. ¿Se acuerdan de
lo ocurrido en Venezuela, por ejemplo? Ese posible dictadorzuelo que alcanzara el poder en España tendría en sus manos
el poder legislativo y ejecutivo, así como una clara influencia en el poder
judicial, poderes actualmente no separados ni controlados como debieran, pues la permeabilidad entre los poderes del
Estado es extrema. Y no es este un tema baladí o insignificante para que
los españoles pasemos por alto.
4.- La nación española y la deslegitimación
del régimen partidocrático.
Todos los pueblos, en algunas etapas de su Historia, han
dado pasos para intentar mejorar sus posiciones o condiciones como gobernados.
Por tanto, ¿por qué va a ser imposible que el pueblo español dé los pasos
oportunos para mejorar considerablemente su estatus actual? ¿Qué impide que los
españoles, poseedores de la soberanía
nacional, podamos decidir en libertad y pacíficamente como nación -poder constituyente- la forma de
constituirse como Estado -poder
constituido- de la mejor manera posible, definiendo y aprobando el sistema político
que más le beneficie?
Los partidos y demás privilegiados del sistema
partidocrático siempre temerán que se pueda formar una masa crítica de
ciudadanos que pierda el respeto al poder. Ellos saben que, si pierden su
autoridad mediante la deslegitimación del régimen político actual, el cambio de
sistema político será irremediable mediante el correspondiente proceso constituyente. Que los
españoles lo consigamos va a depender primordialmente
de la voluntad de una mayoría y de saber organizarnos.
Obviamente, habrá quienes pongan todas las trabas
posibles para evitarlo, especialmente aquellos que poseen esa posición de
privilegio, como los partidos políticos y otros grupos fácticos (un conocido periodista
nos confesó a un grupo de personas que no le interesaba un cambio de este
sistema partidocrático porque vive del mismo). También nos encontraremos con
cierto ninguneo o incluso con campañas de desprestigio de quienes apoyamos la
ruptura con este régimen partidocrático, y no faltará la típica difusión de
campañas apelando al “miedo a lo que
pueda ocurrir” como factores bloqueantes.
Pero no hay que desanimarse por ello: mal acabaríamos si
admitiéramos el “no” desde el inicio, si pensáramos con prejuicios, dejáramos
que nos bloqueara el miedo o, especialmente, si la comodidad se apoderase de
nosotros. Observen como esta comodidad es fomentada permanentemente por los
partidos con sus mensajes velados, que podría resumirse en esta frase: “no te preocupes, hijo, que nosotros lo
haremos por ti y te solucionaremos la vida”.
¿Se acuerdan de aquellos andaluces que decían que era
imposible parar la fusión de los dos hospitales de Granada aprobada en una
norma? ¿Imposible? Con la presión en las
redes sociales y la movilización ciudadana, liderada por una persona (Spiriman,
el personaje del médico Jesús Candel), fue posible derogarla normativamente. Por
tanto, con una buena organización y un número suficiente de españoles
movilizados es posible darle un vuelco total a este régimen partidocrático.
Sólo es cuestión de voluntad, organización y acción conjunta.
En los dos artículos siguientes resumiré los posibles
pasos a seguir para conseguir ese anhelado cambio de sistema político mediante
un proceso constituyente, aunque
coincido con la tesis de García-Trevijano de que sería necesario un previo periodo pacífico de libertad
política colectiva con el fin de romper con la herencia del pasado que nos
trajo este devorador sistema partidocrático.
Y ahora, estimado lector, me gustaría que reflexionara unos
minutos tras leer esta pregunta: ¿le
asusta la libertad porque asumir responsabilidades le incomoda o lo considera un
reto sólo para valientes, o está dispuesto a asumir la responsabilidad que
implica la permanente lucha por la libertad?
No me esperaba ver ninguna referencia a Venezuela o dictadorzuelos. Venezuela is coming y llegara sin encontrar oposicion si llamamos caminantes blancos a los Dothraki porque alguno de ellos sea comunista. Ya sabemos lo que es un dictador y Venezuela no vendra de la mano de uno de ellos, llegara de la mano de Bancos y especuladores que alimentan su ejercito de muertos vivientes y apesebrados corrompiendo a todo lo que se les cruza en el camino.
ResponderEliminarNo tengo duda que tus tres articulos son tres dragones, pero en mi opinion, si queremos el trono de hierro para el pueblo con dirigentes dignos, deberiamos buscar apoyo dentro de los partidos políticos aunque nos tengamos que tragar algún enano hijo puta. No se hubieran conseguido los dos hospitales si la mierdosa Diaz no hubiera pensado que asi nos acallaria y tendria menos obstaculos para ganar las primarias en el Psoe.
Y si no nos dan audiencia, llevemos formados a nuestros seguidores y socios inmaculados de justicia por la sanidad a la puerta de sus sedes. Yeah!
Buenos dias con un poco de humor, jejje.
Yo voto nulo
Me gusta el artículo. Pero qué se hace con las "Bocas-Agradecías" del régimen? Qué son muchas! Visto lo visto aquí en Andalucía! Miedo me da pensar en el número total que hay en toda España.
ResponderEliminarExcelente, como el anterior. Esperando el próximo.
ResponderEliminarsolo una pregunta, amigo Luis Escribano;
ResponderEliminarQuien le pone el cascabel al gato ?
Atentamente.
Muy claro, ninguna duda de que hay que votar NULO o abstenerse para que cambien las cosas en este país
ResponderEliminarGracias por el artículo, estoy dispuesta a asumir la responsabilidad de cambiar el sistema...!!! No creéis que el voto nulo, sigue dando fuerza al sistema?? No creéis que esos votos nulos puedan ser manipulados por indra?? Por las dudas.... Yo No Voto
ResponderEliminarMuy bueno tu artículo Luis
ResponderEliminarEspero que haya mucho #votonulo!!
Amén.
ResponderEliminarLuis grandes verdades,más alto se puede decir, pero más claro no.
ResponderEliminarEstimado Luis:
ResponderEliminarTu idea de fondo y el planteamiento general es potente y coherente. Participo de manera positiva en tu exposición, pero me gustaría ser más optimista en cuanto al desarrollo de lo que planteas. Para mí los problemas son un enemigo enrocado, las herramientas y la ejecución.
El enemigo es muy poderoso, tiene la sartén por el mango y, tanto la sartén como el mango o el brazo que lo sostiene, son del tamaño de varias plazas de toros.
No sólo hay en la administración y en los partidos mucho mamón, gente que se nutre de la teta sin dar nada a cambio, sino que es difícil encontrar suficiente gente noble, desinteresada, con capacidad de sacrificio y entrega en este país como para darle la vuelta a la tortilla. Además, no propones una vuelta a la tortilla sino cambiar la sartén por una batidora o una olla.
Esa gente que te cuento son las herramientas que necesita este cambio que propones. Seguro que hay más gente dispuesta a apoyar el cambio que la que se aprecia inicialmente. Pero, primero hay que buscarla, luego poner a prueba su disponibilidad, su veracidad y luego, mantener la ilusión, la integridad, la actitud desinteresada y el esfuerzo hasta el final.
Llenar las calles por una causa particular común fue difícil y se consiguió en Granada. Implicar a otras provincias ya costó más. Mantener la tensión cuando se soluciona la causa particular debe ser durísimo. Intentar un cambio de todo un sistema implica buscar nuevos objetivos particulares para mantener el interés común. Aunar a muchos en un ideal general para cambiar todo un sistema es una revolución. Las revoluciones son buenas, pero este es el tercer problema.
La ejecución para que no se tuerza, debería estar avalada por una programación calculada de manera exquisita. Sería interesante poder disponer de un superordenador que, teniendo en cuenta las innumerables variables y probables cursos de los acontecimientos, pudiera calcular la probabilidad de que esta revolución no se convirtiese en otra partitocracia. Eso por poner un ejemplo porque, en un proceso constituyente puede salir el tiro por la culata y acabar en una tiranía, en una oligarquía, en una dictadura, en una anarquía …
Para acabar expongo una idea muy crítica. Bastantes políticos necesitan problemas para mantenerse en el poder. Son expertos buscadores de problemas. Mientras proponen soluciones que nunca van a llevar a cabo, trilean para entretener a sus seguidores. Estos miran embelesados una bola que, al final, nunca está debajo del cuenco.
Los revolucionarios no están exentos de caer en esta misma trampa. Pueden caer en la tentación de necesitar causas perdidas para estar aunando seguidores.
Te deseo lo mejor porque yo también estoy dispuesto a apoyar un cambio. Por cierto, de cara al domingo aún no tengo claro cuál será el contenido de mi sobre.
Un saludo.