Artículo de Antonio Barreda
Que nada cambie, es el lema del gobierno de Moreno Bonilla. La
escolástica, que tuvo gran influencia en la edad media europea, cuyo máximo
exponente fue Santo Tomás de Aquino, definía el movimiento siguiendo a
Aristóteles, como el paso de la potencia al acto. Este gobierno, siguiendo las
enseñanzas medievales de la escolástica, se ha quedado solo en el paso de la
potencia, en poder ser. En una pieza política inamovible con una intención
clara: heredar el régimen clientelar andaluz construido durante 36 largos años.
Está cada vez más claro que hemos vuelto al viejo sistema político de la Restauración , que
tenía a Cánovas del Castillo en uno de sus principales ideólogos. Este era
partidario de mantener a los Borbones y el viejo sistema liberal
antidemocrático basado en el sufragio censitario. Defendía la idea moderada de
la soberanía compartida de Rey y Cortes, en un punto intermedio entre el
Antiguo Régimen y monarquía democrática de 1869. Luego se instauró un acuerdo entre los dos principales
partidos, el Conservador y el Liberal, para turnarse estos dos partidos en el
poder. Y lo hacían mediante la manipulación del proceso electoral que
convertían en un auténtico fraude instaurando un sistema liberal sin
democracia.
Desde el régimen del 78 disfrutamos de una democracia plena que
instaura el bipartidismo entre la
AP de Manuel Fraga, hoy PP, en manos de Casado y el PSOE de
Felipe González, hoy en manos de Pedro Sánchez. La alternancia de estos
partidos viene siendo una estrategia de diseño con el que los españoles
aceptamos el cambio del régimen de Franco y los pactos de la Moncloa para acabar con la
inmensa crisis económica que asolaba España. “O los demócratas acaban con la
crisis económica o la crisis acaba con la democracia”, afirmó el entonces
ministro de la UCD Fuentes
Quintana.
Poco a poco hemos sabido que la llegada a la democracia a España fue
impulsada especialmente por los Estados Unidos de América y la entonces Europa
democrática. Había un plan para anestesiar el poder del PCE de Carrillo tras la
clandestinidad, y ese plan pasaba por instalar a Felipe González en el poder
por las urnas. La autodestrucción de la
UCD – que se convirtió en una especie de Balsa de la Medusa tras la marcha de
Suárez– impulsó la llegada del PSOE en la gran victoria electoral de 1982, con
poco más de 10 millones de votos y 202 diputados. La presión internacional y la
prensa española dejó que aquel PCE obtuviera tan solo 865.272 votos que se tradujo en 4 diputados en las cortes. El
heredero de la UCD
surgió de su propio cadáver con una Alianza Popular de Fraga en coalición con
los democristianos del Partido Demócrata Popular de Óscar Alzaga, que luego se
integrarían todos bajo las siglas de Partido Popular.
Desde la refundación de aquella Alianza popular y la creación del
Partido Popular, tras la marcha de Fraga y la llegada de Aznar en 1990, con
Fraga rompiendo la famosa carta de la supuesta dimisión de Aznar al grito de
que “aquí no hay tutelas ni tutías, se iba pergeñando la alternancia en
el poder. La corrupción y el poder de la prensa acabaron con el gobierno de
González y puso a Aznar en el poder. Desde entonces la sombra del bipartidismo
ha sobrevolado la democracia española como un buitre ronda la carroña.
La llegada de Pablo Iglesias con su partido Podemos y de aquel UPyD de
Rosa Díez primero, y luego sustituido por el Ciudadanos de Rivera después,
parecía que iba a acabar con el bipartidismo diseñado para asentar la
democracia española. La llegada del VOX de Abascal venía a romper por la derecha
al PP de Casado. Pero estos partidos eran más de lo mismo. Crecen en las urnas,
obtienen más diputados y representación, pero tan solo fragmentan el voto entre
izquierda y derecha, porque al final no cambian el escenario político. O
gobierna PSOE o gobierna PP.
Es lo que hemos visto en Andalucía. Ciudadanos se ha convertido en el
partido bisagra. Primero se entregó al PSOE en cuerpo y alma con sus 9
diputados. Cortocircuitó el trabajo de la oposición todo lo que pudo, mientras
que se reunía en secreto con el PP y a la vez públicamente los despreciaba.
Algo parecido a lo que hace ahora con VOX. Les niegan en público y pastelean en
privado. La antipolítica llega con este partido que viene a ocupar el espacio
de una derecha alobada en Andalucía.
En Andalucía la estrategia está clara desde la toma de posesión del
nuevo gobierno andaluz. No tocar nada, que nada cambie. La administración
andaluza está haciendo un enorme ejercicio de gatopardismo, hacer como que
cambiamos todo para que nada cambie. El que mejor definió esta medida es el
periodista francés Jean-Baptiste Alphonse Karr en su famosa cita “cuanto más
cambia algo, más se parece a lo mismo". En Andalucía ha cambiado el
gobierno, pero en la práctica no ha cambiado nada.
Mantienen toda la estructura clientelar del régimen andaluz tejida con
dinero público durante 36 largos años. Inclusive apuntalan a la administración
paralela. En la oposición incluso llevaron un recurso al Constitucional contra la Ley del Enchufismo, pero
pronto se arrepintieron. En el Parlamento hicieron como nadie el papel de
Torquemada contra la administración paralela, desde sus púlpitos parlamentarios
elevaban la voz y gritaban con una botella de gasolina en una mano y una
antorcha en la otra. Hasta llegaron a listar los enchufados en la misma. Y
hasta se hicieron fotos delante el templo del mal donde se usaron las tarjetas
Black de la Faffe.
Pero resultó que todo era mentira. Todo era una obra de teatro diseñada
desde el PP regional. En cuanto llegaron al poder les entró amnesia. Nada
sabían ni querían saber de la paralela. Vieron que no debían tocar nada de la Junta de Andalucía. Los
funcionarios y laborales son volubles, advirtieron. Y vieron que muchos los
recibían con la chaqueta azul o naranja puesta. Los antiguos colaboracionistas
se ofrecían a los nuevos gobernantes. Y pensaron. Si funciona para qué lo
tocas. Si esto era una máquina electoral con el Boja como su biblia. Y lo
primero que hicieron es darle a la Consejería de Marín la potestad de la paralela
mientras ellos, mucho más listos, se quedaban con la Función Pública de
la Junta de
Andalucía.
Los planes los tienen claros. El filosocialista consejero de Economía
andaluz ya dejó claro que a la
Agencia Idea ni tocarla. El epicentro de los mayores
escándalos de la democracia española y europea se salvaba. Incluso alababa a
los trabajadores definiéndolos como funcionarios de la Junta de Andalucía. Los que
nos indica que por aquí deben ir los tiros. Por integrar a la Agencia Idea en la
propia estructura de la Junta
de Andalucía. Una clara y manifiesta intención. Y la filopopular consejera de
empleo quería dar contenido a los trabajadores de la Faffe en la orientación a
los parados. Y en una vuelta de tuerca más la propia consejería indicó hace
unos días que estaba pensando en un proceso de estabilización de este personal
de la Faffe ya
que muchos de ellos están ejerciendo potestades de funcionarios de la Junta. O sea,
funcionarizarlos a todos, de una tacada.
Incluso, en un ejercicio de cinismo político infinito, recuperaron a muchos
de los antiguos asesores del PSOE en la Junta de Andalucía. Y los recolocaron en sus
antiguos puestos de trabajo. A la vez que llenaban de los ninis del partido los
cargos y puestos eventuales que quedaban libres. A los que no les importan nada
los problemas de los andaluces. Y a las pruebas me remito. Vienen solo a por
las jugosas nóminas de los niveles 28 y 30. Inertes para su contrato.
Buen artículo Antonio.
ResponderEliminarMuchas gracias. Muy esclarecedor a la vez que cabreante.
ResponderEliminarY la integración de las agencias públicas sanitarias, estaturizando al personal, con el beneplácito de los sindicatos, aberrante, donde queda la capacidad, el merito y la igualdad? Los trabajadores del SA estamos indignad@s, el colectivo de auxiliares administrativos, mas de 5000, indignados, con la incorporación inminente de los administrativos ( no Aux, por una reconversión callada y orquestada de los sindicatos mayoritarios) y estaturización sin pasar por una Ope. Vergonzoso.
ResponderEliminarQue jarta de cosas malas.Con lo bien que estábamos con los rateros del PSOE.
ResponderEliminar