Artículo de Luis Escribano
Vistas
y oídas las numerosas declaraciones de cargos del nuevo Gobierno
andaluz (PP y Cs) sobre la imposibilidad de eliminar la
administración paralela por su elevado coste, o sobre posibles
integraciones con su personal laboral de algunos entes instrumentales
públicos (Agencias empresariales, Sociedades mercantiles y
Fundaciones) en la Administración General de la Junta de Andalucía,
incluidos los del ámbito
sanitario,
se me han puesto los pelos como escarpias. No sólo es posible
eliminar legalmente los entes de la paralela, como explicaré a
continuación, sino que deben hacerlo sí o sí, por el bien de todos
los andaluces.
Modelo
constitucional y antecedentes.
En
2010, el nefasto Gobierno del PSOE, aprobó el Plan de Reordenación
del Sector Público Andaluz mediante el polémico Decreto-Ley 5/2010,
con el beneplácito de dos sindicatos colaboracionistas -UGT y CCOO-,
y que constituyó el culmen
de un proceso muy dañino
por el que estamos pagando graves consecuencias desde hace años
(corrupción y despilfarro, principalmente). Al detectarse numerosos
motivos de inconstitucionalidad en la citada norma, tras sufrir
algunas modificaciones acabó con la promulgación de la Ley 1/2011.
Estos hechos provocaron las movilizaciones más numerosas que jamás
se hayan visto en España de funcionarios públicos, dado que, entre
otros efectos perversos, se alteraba gravemente el modelo de
Administración pública establecido en nuestra Constitución de
1978.
El
modelo constitucional consagra una Administración pública sometida
principalmente al Derecho Administrativo (una rama del Derecho
construida históricamente y dirigida a evitar los abusos del poder
ejecutivo), cuyo personal es mayoritariamente funcionarial, que se
aleja del régimen
de cesantías,
como forma de garantizar la imparcialidad
en el ejercicio de sus funciones públicas
(la Sentencia 81/1983, del Tribunal Constitucional, lo considera una
“conquista histórica”). El derecho
a la inamovilidad
de los funcionarios, previsto en el ordenamiento jurídico, garantiza
que ningún político pueda abusar de sus cargos
en el ejercicio de los poderes exorbitantes que cedemos los
ciudadanos a los poderes públicos (expropiaciones, liquidaciones
tributarias, policía, justicia, concesión de subvenciones,
reintegros y embargos, etc.), es decir, evita que puedan perder su
condición de funcionario si se niegan a obedecer cualquier orden
ilegal de un cargo público.
A
su vez, para evitar los posibles abusos de los funcionarios en el
ejercicio de sus funciones públicas, estos se someten legalmente a
un estricto régimen
disciplinario (y
posteriormente controlado, en su caso, por los Tribunales de
Justicia),
que incluso puede llevar a la pérdida de su condición de
funcionario. Por cierto, llama la atención que no exista régimen
disciplinario para los cargos públicos, salvo el régimen interno de
los partidos políticos de contrastada inoperancia (forma parte de
las conocidas inmunidades del poder).
Dicho
modelo constitucional prevé que la potestad
reglamentaria
y la legalidad
de la actuación administrativa,
así como el sometimiento de ésta a los fines que la justifican,
deban ser controladas por el orden
contencioso-administrativo
(artículo 106.1 CE), y por tanto, el ejercicio de autoridad
-relaciones de la Administración con los ciudadanos- debe someterse
necesariamente al Derecho Administrativo. Además, con arreglo a la
Ley, el ejercicio de las funciones que impliquen la participación
directa o indirecta en el ejercicio de las potestades públicas o en
la salvaguardia de los intereses generales del Estado y de las
Administraciones Públicas corresponden exclusivamente a los
funcionarios públicos, nunca a personas contratadas laboralmente,
dado que sus vinculaciones contractuales están sometidos al Derecho
Privado (Laboral) y, por tanto, al poder ser despedidas, carecen del
derecho a la inamovilidad (en ningún caso podría garantizarse la
imparcialidad), lo cual sólo interesa a los corruptos que ocupen
cargos públicos.
Por
estar sometido al Derecho Administrativo, las actuaciones de las
Administraciones se ejercen cumpliendo procedimientos administrativos
aprobados previamente, que deben estar provistos de determinados
controles, diseñados para evitar arbitrariedades y desviaciones de
poder, es decir, para evitar que la corrupción se instaure en
nuestras Administraciones, justo lo que ha permitido la
administración paralela.
¿Qué
puede y debe hacer el nuevo Gobierno andaluz de PP y Ciudadanos?
En
base a lo mencionado anteriormente, tras la salida del PSOE del
Gobierno andaluz, los partidos políticos que han pactado la
formación del nuevo Gobierno con diversos puntos a cumplir en esta
Legislatura (PP, Ciudadanos y Vox), tienen la oportunidad histórica
de revertir este sistema de “administración paralela” que tanto
se separa del modelo constitucional, que ha facilitado la corrupción
y está permitiendo en Andalucía que determinado personal laboral
ejerza funciones públicas que la Ley prohíbe, y que además está
permitiendo el acceso a puestos públicos sin garantizarse de forma
efectiva el cumplimiento de los principios constitucionales de
igualdad, mérito, capacidad y publicidad (nepotismo), vulnerando un
derecho
de todos
los españoles.
Téngase
en cuenta, por otro lado, que la legislación que soporta la
“administración paralela” nunca ha sido recurrida o
contrarrestada legalmente por los Gobiernos de Aznar, Zapatero, Rajoy
y Sánchez, ni se han presentado iniciativas parlamentarias por los
Grupos parlamentarios de la oposición (Podemos, IU, Ciudadanos, PNV,
CiU, etc.), salvo un recurso de inconstitucionalidad del Grupo del
Congreso del PP (ojo con el PP ahora en el Gobierno andaluz), a pesar
de que todos los partidos han denunciado públicamente uno de los
graves efectos de la administración paralela (la corrupción), lo
que demuestra que a ningún partido le interesa realmente la defensa
de lo público, es decir, de lo que es nuestro, de los ciudadanos. Y
en
Andalucía, aún no hemos visto ningún movimiento de los
acomplejados partidos que nos gobiernan (PP y Cs) en ese sentido,
pues me temo que quieren mantener este sistema interesadamente
–usando pretextos insostenibles- para seguir evitando controles y
faciliatr la corrupción y colocar a los suyos (algunos ya los tienen
colocados desde hace años).
Pasos a seguir para eliminar la administración
paralela.
Siguiendo
las pautas que recientemente publicaba en su blog
José Luis Roldán (bajo su seudónimo de Max
Estrella),
una de las personas que respeto, admiro y aprecio por varios motivos,
y entre ellos por su defensa del orden constitucional y de la
legalidad, y que mejor conoce todas las particularidades de este
tinglado de la “administración paralela” andaluza, en este
artículo voy a abundar en posibles fórmulas para revertir la
nefasta situación heredada del PSOE andaluz, bendecida y agravada
por Susana Díaz y colaboracionistas. Ya no tienen excusas para no
hacerlo.
Basándose
en los fundamentos jurídicos de una Sentencia del Tribunal
Constitucional que desestimó el recurso de inconstitucionalidad
núm. 2733/2011 presentado por el Grupo del Congreso del PP contra la
citada Ley 1/2011 (aunque su voto
particular
dudaba de su constitucionalidad), los Tribunales de Justicia, en
especial el TSJA y Tribunal Supremo, en un ejercicio claro de
“genuflexión” al poder político de turno, han bendecido este
quebrantamiento del modelo constitucional. Sin embargo, ahora sería
posible utilizar los mismos fundamentos para revertir la situación.
Por
cierto, ¿defenderá ahora el PP en el Gobierno andaluz los mismos
fundamentos que utilizó en dicho recurso de incostitucionalidad,
actuando de forma coherente, o hará como el partido veleta de Cs, y
“donde
dije digo, digo Diego”?
A ver si son tan transparentes como predican, y nos lo explican con
detalle a los andaluces antes de ir a las urnas en el mes de abril, o
tomaremos buena nota de ello.
Empezaré
con los entes instrumentales más problemáticos: las Agencias
públicas empresariales y las de régimen especial
(aunque sería aplicable en la parte correspondiente a las Sociedades
Mercantiles y Fundaciones públicas). Esto incluye a las Agencias
empresariales sanitarias,
por lo que espero que tome nota el nuevo Consejero de Salud, Jesús
Aguirre.
¡Primer
paso fundamental!
La
primera actuación consistiría en aprobar mediante decreto-ley un
Plan
de “contrarreordenación”
del sector público andaluz,
que previera la extinción de la inmensa mayoría de entes
instrumentales mediante las fases oportunas. La extraordinaria y
urgente necesidad es más que evidente, dada la deplorable situación
financiera de la Comunidad Autónoma andaluza, anunciada a
bombo y platillos
por el nuevo Gobierno del PP y Cs. Si ya conocían la situación de
antemano, ¿cómo es que todavía no lo han aprobado? ¡Ya van con
retraso!
Obviamente,
dicho Plan debería evitar que todo su personal sometido al Derecho
Laboral (privado) pueda integrarse en las Consejerías o Agencias
administrativas (esto incluye el Servicio Andaluz de Salud con sus
centros sanitarios).
Ni
que decir tiene que todo se habría negociado
previamente con las organizaciones sindicales
pertinentes, de las que se espera la defensa a ultranza del modelo
constitucional de Administración Pública y de los principios
constitucionales para el ingreso en la misma...¿o no? (¡retrátense
de nuevo, UGT y CCOO!).
Para
la inmensa mayoría de las Agencias empresariales y de régimen
especial bastará con atribuir de nuevo a las Consejerías y Agencias
administrativas (con modificación o derogación de Leyes y Decretos)
todas las potestades administrativas que se atribuyeron a aquellas,
es decir, tal como se venía funcionando antes de la nociva huida del
Derecho Administrativo, y prever las liquidaciones y extinciones de
dichas Agencias por vaciamiento de funciones (razones organizativas,
técnicas y económicas).
Un
vez dado este paso de reversión de las potestades administrativas,
con el personal
laboral
de dichas Agencias instrumentales cabrían varias soluciones legales,
y que supondrían una disminución enorme del inútil gasto público
de la administración paralela a corto y medio plazo, especialmente
de nóminas y demás gastos corrientes (alquileres de sedes,
vehículos, electricidad, material fungible, seguridad, etc.),
incluso manteniendo sus puestos de trabajo con una de las opciones. A
continuación expongo algunas de esas soluciones.
Opción
primera: sería
el sistema más rápido y menos costoso a corto y medio plazo para el
erario público andaluz. Mediante la aplicación de la disposición
adicional decimosexta del Estatuto de los Trabajadores
(aplicación del despido por causas económicas, técnicas,
organizativas o de producción en el sector público), con uno o
varios “expedientes
de regulación de empleo” (ERE)
se extinguirían los contratos laborales de la mayoría de los
trabajadores de las Agencias empresariales y de régimen especial
(aplicable a Sociedades mercantiles y Fundaciones, igualmente), tal
como hacen las grandes empresas privadas en sus reestructuraciones
por los motivos legalmente establecidos, con sus correspondientes
indemnizaciones. Si lo hacen las empresas privadas es porque sin duda
suponen la única forma de evitar la quiebra y seguir funcionando. Y,
llegados a este punto, hay que destacar que la Junta de Andalucía ha
pagado y sigue pagando los ERE y despidos de muchas empresas privadas
–que afecta sólo a unos pocos-, y que mandaría narices que no lo
hiciera con las empresas públicas cuando
nos afecta a todos.
Ni
que decir tiene que estos
ERE están más que justificados legalmente
(la legislación es clara al respecto), y no supone un gran esfuerzo
motivarlo. Además, debe tenerse en cuenta la oportunidad política
que supone disminuir la enorme carga fiscal que sufren muchos
ciudadanos que no disponen de recursos suficientes, dado que una
disminución de los enormes gastos ineficientes de la administración
paralela podría conllevar una disminución significativa de
tributos, lo cual nos beneficia a todos, incluidos los despedidos.
Por
tanto, el político que rechazara esta posible solución estaría
anteponiendo los intereses electorales de su partido, los intereses
particulares de un grupo reducido de ciudadanos favorecidos por el
nepotismo de los partidos y la corrupción política y económica, al
interés general de la ciudadanía.
Opción
segunda:
el personal laboral de dichas Agencias se integraría en una -o
varias- Sociedades mercantiles públicas preexistentes o de nueva
creación (es cuestión de estudiar cada caso para adoptar las
decisiones adecuadas), en las que pudieran prestar determinados
servicios (nunca potestades administrativas). Por otro lado, si este
personal laboral se quedara temporalmente sin funciones en dichas
Sociedades, en principio no debería ocurrir nada, pues lo mismo le
ha ocurrido a numerosos funcionarios cuando les quitaron sus
funciones para dárselas al personal laboral de las Agencias
empresariales y de régimen especial, o también al personal
procedente de la FAFFE integrado en el SAE, por ejemplo, que están
“mano sobre mano” (es decir, sin tareas), como han manifestado
públicamente algunos sindicatos y políticos. Más adelante veremos
que puede hacerse con dichas Sociedades y su personal laboral.
En
el caso de algunas Agencias empresariales, como ocurre con las
sanitarias (los centros sanitarios públicos no pueden dejar de
funcionar), también podrían modificarse
las Relaciones de Puestos de Trabajo
(RPT) de las Consejerías y Agencias Administrativas (como es el caso
del SAS), con la creación
de nuevos puestos básicos y de estructura
(incluye intermedios y directivos) adscritos
funcionalmente a las Agencias empresariales,
e incluso también podría adscribirse puestos existentes de las
actuales RPT de las Consejerías y Agencias administrativas,
incluyendo los puestos vacantes y ocupados actualmente.
Esta
actuación sería legalmente posible, dado que la Ley lo permite y el
Tribunal Supremo lo ha bendecido...¡amén! Además, esos puestos de
trabajo dependerían jerárquicamente de las Consejerías o Agencias
Administrativas (como el SAS), y funcionalmente de las Agencias
empresariales, como dice la Ley y el mismo Tribunal Supremo. Si
antes se admitía para lo malo, ahora nada impide admitirlo para lo
bueno.
A
continuación, si algunos de los puestos adscritos a las Agencias
empresariales o de régimen especial estuvieran vacantes, se
cubrirían urgentemente por los procedimientos legales, mediante los
procedimientos de provisión de puestos entre funcionarios (concursos
de méritos, libre designación, nombramientos provisionales, etc.),
y sacando a oferta de empleo público los básicos, convocando
urgentemente las necesarias oposiciones
libres
(no concursos oposiciones) para ocuparlos lo antes posible.
Obviamente, a estas oposiciones podrían presentarse los contratados
laboralmente en las Agencias empresariales y de régimen especial,
con lo cual tendrían
la misma oportunidad que el resto de españoles para ocupar los
puestos.
A
continuación, ante el exceso de personal laboral contratado en las
Agencias empresariales que ya no sería necesario (recordemos que
contratados al margen de los principios constitucionales de igualdad,
mérito, capacidad y publicidad, según ha reiterado la Cámara de
Cuentas en sus informes), se prevería una salida a dicho personal
laboral hacia alguna Sociedad mercantil (si es con actividad
económica, mejor, pues facilitaría su privatización).
Una
vez que se comprobase en breve plazo que las Agencias empresariales y
de régimen especial funcionan con normalidad con todo su personal ya
funcionario (incluyo los eventuales en el caso de la Sanidad), sin
laborales contratados por dichas Agencias, sería el momento de
integrar las Agencias empresariales y de régimen especial en las
Consejerías y Agencias administrativas, de manera que el personal
funcionario adscrito a dichas Agencias pasaría definitivamente a
depender no sólo jerárquicamente de dichas Consejerías y Agencias
administrativas, sino también funcionalmente, y los bienes
materiales se integrarían también en éstas, incluidos los
edificios (si en el proceso sobraran edificios alquilados u otros
bienes, podría ahorrarse mucho gasto).
Con
este proceso descrito, volveríamos al modelo constitucional de
Administración Pública que nunca debió abandonarse. Por ejemplo,
todas las decisiones a adoptar y
el gasto público que se realizaba sin control previo volverían a
someterse al Derecho Administrativo con sus controles previos
pertinentes y su control judicial por los Tribunales de lo
Contencioso-Administrativo,
lo cual no ocurre siempre en la “administración paralela”.
Además,
se conseguiría para el ingreso en la Junta de Andalucía el único
sistema existente “menos malo” que puede garantizar los
principios constitucionales mencionados: la oposición
-pura y dura-, con procedimiento previamente regulado en la
correspondiente norma administrativa, que incluye las materias a
aprobar en los exámenes y los Tribunales que examinan, publicado
todo en el BOJA. Esto último, digan lo que digan los afectados y los
políticos, ¡jamás
se hizo en ningún ente instrumental!
Y si no es cierto lo que estoy diciendo, que muestren –no podrán-
los BOJA en los que se publicaron los temas de los exámenes (el
temario), el procedimiento de las pruebas selectivas, las
resoluciones con los aprobados, etc., es decir, tal como se hace en
una oposición con los funcionarios.
Privatización
en la fase final.
Y
ahora quedaría el último paso para el supuesto de la opción
segunda a la que me refería anteriormente. ¿Qué hacemos con las
Sociedades
mercantiles que absorbió al personal laboral
de esas Agencias empresariales y de régimen especial, que compiten
con otras empresas del mercado, en su caso?
Existen
varias vías legales que permitirían a la Junta de Andalucía
ahorrarse el gasto de esas Sociedades (incluido el de su personal).
Por ejemplo, su venta (privatización) mediante los sistemas
legalmente previstos, de forma que a su personal laboral se
aplicarían los mismos preceptos legales del Estatuto de los
Trabajadores –sucesión
de empresas-
por los que se integraron anteriormente en dichas Agencias de la
Junta de Andalucía desde Fundaciones y Sociedades mercantiles
públicas con el beneplácito de los sindicatos UGT y CCOO.
Espero
que ahora no se alarmen por escuchar la palabra “privatización”,
que el Gobierno del PSOE y de otros partidos en el resto de
Comunidades Autónomas y en el Estado, ya lo han hecho; por ejemplo,
con la venta de numerosos bienes inmuebles (sedes administrativas de
la Junta de Andalucía) y de empresas públicas, y no vimos a ningún
político alarmarse por ello. De esta manera, los
contratados laboralmente podrían mantener sus puestos de trabajo,
simplemente cambiando su patrón de público a privado.
Reflexión
final.
Se
supone que a los partidos autodenominados “constitucionalistas”
les parecerá una brillante idea volver al modelo de Administración
consagrado por nuestra Constitución, la cual fue refrendada por
todos los españoles.
Si
algún partido político no previera en sus programas esta
posibilidad, o excusara ejecutarlo, la ciudadanía ya tendrían una
prueba más de que lo único que les interesa es
mantener un sistema político sin controles que les permita las
arbitrariedades y las desviaciones de poder,
un sistema con personal laboral capaz de obedecer al político de
turno sin rechistar para no ser despedido, un sistema que les permita
colocar a los suyos sin cumplir los principios constitucionales. Es
decir, huir del Derecho Administrativo, única
rama del Derecho cuya adecuada aplicación garantiza el ejercicio de
potestades públicas sometido a los controles pertinentes
(procedimientos previamente aprobados, fiscalizaciones, funcionarios
con derecho a la inamovilidad y con régimen disciplinario, etc.) y
con el debido control jurisdiccional que vela por el interés
público: el Contencioso-Administrativo.
Tengan
en cuenta que los
Tribunales de lo Social solo defienden a los trabajadores sin tener
en cuenta el interés público
(lo que es de todos), dado su carácter tuitivo, y precisamente por
este motivo las Administraciones públicas padecen hoy el grave
problema provocado por las actuaciones ilegales de los políticos,
como es la creación por los Tribunales de lo Social de una nueva
figura de personal en el sector público no prevista en la
legislación de la Función Pública –véase el EBEP-: el
laboral indefinido.
Y
por mucho que nuestros políticos vendan a la ciudadanía que el
Derecho Administrativo es una rémora para la prestación de
servicios públicos, o que es ineficiente, no se lo crean, pues ¡es
la mayor mentira jamás contada!
Hoy, con la Administración electrónica y una gestión eficiente de
recursos humanos (para eso hay que contar con buenos funcionarios en
puestos directivos, que los hay, en vez de contar con
colaboracionistas de políticos corruptos), cualquier Consejería
puede ser mucho más eficiente que cualquier Agencia pública
empresarial o de régimen especial.
Les
reitero: no se crean las falacias y mentiras que proclaman demasiados
“gurús” económicos cuando hablan de lo público. No olviden
nunca que, cuando se habla de recibir la prestación de servicios
públicos, tener
la carta de ciudadano español -y europeo- significa mucho más que
ser meros clientes de cualquier empresa.
Luis, un estudio que pone en evidencia la poca voluntad de cambio que hay en el ámbito político. Es un estudio serio, riguroso, aplicable, que pondría de nuevo la democracia en nuestra Andalucía, en beneficio de todos... Menos de los que prefieren la politocracia de controlar mediante un sistema de favoritismos que fidelicen el voto. No interesa la libertad ni el derecho; quieren ser los dueños del votante aunque destruyan nuestra Constitución por la vía de los hechos;y luego a quienes quieren devolver a Andalucía el orden constitucional, les llaman "antisistema". Pues sí, y mucha honra, soy antisistema pesebrero, antisistema de negocio partidista con el erario público. Lucho por nuestro sistema democrático constitucional. Gracias Luís, contigo todo queda bien claro.
ResponderEliminarMuy claro y fácil de hacer... A ver cómo reacciona Alí Babá y sus colegas....
ResponderEliminarMe parece muy fuerte este artículo porque en ningún momento está pensando en las personas que están en estos puestos de trabajo ni en sus familias. Y si la administración pública en algo se tiene que parecer a la empresa privada debe ser en mandar a todos los vagos funcionarios que por tener consolidado su plaza se echa a dormir en el trabajo y pasa de prestar a la ciudadanía un servicio de calidad y eficiente
ResponderEliminarMe parece que el autor presenta muchas salidas para esos profesionales y, para algunos, en condiciones más dignas. Los trabajadores de empresas públicas están con la espada de Damocles de que los echen en cualquier momento si no aceptan de manera sumisa lo que diga el político de turno. Por otra parte no creo que los funcionarios sean vagos por naturaleza ni me parece que la solución sea parecerse a la empresa privada. Precisamente lo que ha fracasado en Andalucía es la pseudoprivatización de la administración en forma de empresas públicas que han tapado una corrupción sistemática. Malo y caro.
EliminarY la falta de humanidad que tienen muchos de ellos con los ciudadanos y ahora con otros empleados públicos pidiendo que se vayan a la calle como si fuesen una casta superior. Las oposiciones nunca han medido la vocación del futuro funcionario/a.
EliminarLas oposiciones nunca han valorado el grado de vocación del futuro funcionario y ahí tenemos el problema de convivencia en esos cuerpos funcionariales de personas que se desviven por corregir las desigualdades y los problemas de los ciudadanos y otras personas que se dedican a entorpecer o a no dar palo al agua y encima quieren echar a la calle a otros trabajadores públicos.
EliminarLo que es incocevible es que personas que no tienen ni idea, que es amiguete o familiar del "político" de turno consiga un puesto de trabajo indefinido, y a la vez propague información privada sin cometer delito alguno.
EliminarYo tengo un dicho: "Si quieres algo bien hecho, es mejor que lo hagas tu mismo".
ResponderEliminarYa va siendo hora de ir cogiendo el toro por los cuernos y montar un partido político con gente íntegra, que la hay. Esperar a que los de arriba cambien las cosas por nosotros es como esperar a que te toque la loteria.
Os envié un email hace poco a la asociación, a ti y a Jesús con ideas para crear un nuevo partido. Ya sé por videos que habéis grabado que no queréis nada de eso, pero es el único camino para cambiar ese sistema; el otro camino es esperar milagros... y no soy tan creyente :)
Saludos.
Estimado Luis, el problema y la argumentación que aportas son de una profundidad insondables.
ResponderEliminarPienso que son pocos los que tienen la formación y la información suficientes para plantearlo y para hacerlo asequible al resto de los mortales como yo.
Además de lo complicado del tema, la difusión de estas ideas se me hace insuperable a pesar de las redes sociales (esas "autopistas de la información" que nos prometían hace pocas décadas cuando internet empezaba a hacerse popular). Ahora hay demasiadas autopistas y la información que tiene valor se pierde dentro de un "totum revolutum" que me parece inabarcable.
Lo que planteas es revolucionario, pero las revoluciones no son fáciles. De hecho, ni siquiera estás planteando una revolución ya que sólo cabe aplicar la legislación vigente. Pero, en este caso, aplicar la ley comporta ser revolucionario contra el poder establecido. Esto es muy grave. La máquina administrativa pública que presentas está tan hipertrofiada que pararla y reorientarla es un esfuerzo titánico. Además, el poder establecido es tan fuerte, y depende tanto de esta máquina, que en vez de pararla a preferido acelerar a ciegas.
Es curioso, lo legal como revolucionario y, por otra parte, tenemos el ejemplo del tratamiento partidista de la violencia de género como algo revolucionario aplaudido por las instituciones. El mundo al revés.
Dar la vuelta a la tortilla requiere una sartén que aún no se ha construido. Hacer ver a los ciudadanos que los políticos de nuestro tiempo no son esas buenas personas altruistas que luchaban por el bien común en otros tiempos no es difícil. Pero unas son las ideas y otros los sentimientos. Hacer recapacitar a la gente que “la autoridad” se está autodeslegitimando y que ya no tiene “autoridad” puede ser fácil. Proponer un cambio de estrategia sin que esta revolución no arrastre a nuestros convecinos a una solución violenta es de una delicadeza extrema.
La tarea es descomunal. Me hace recordar cómo sería la planificación del Dia D. El desembarco de Normandía se cocinó en una sartén del tamaño de Europa. Los cocineros se encontraban en todos los continentes. Los masterchefs mantuvieron la receta secreta hasta el final. La organización y movilización de tropas fue brutal. Más difícil me parece la planificación desde las cúpulas. Aún más difícil haber sido capaces de coordinarlos y de ponerlos de acuerdo.
Volviendo a la difusión de ideas noto un inconveniente. Somos pocos, aunque no cobardes. No sé cuántos lectores tendrá este artículo. Que nos sintamos implicados hasta el punto de responder, aunque sólo sea para darte las gracias, sólo cuatro gatos, cinco conmigo. Un problema de logística que también puede ser una ventaja.
Para terminar de enlazar con el ejemplo bélico voy a hacer referencia a “La Resistencia”. No sé cómo acabó todo, pero fue ahí donde te conocí; sólo por redes porque nunca pude participar en ninguna reunión. Fue una buena iniciativa que acabó cuando fue decapitada por esa máquina hipertrofiada que parecía imparable. No era imparable y esto es un dato para la esperanza.
¿Habrá caído ya el meteorito? A lo mejor tiene que caer más de uno. Aunque no sea el sentido original de la expresión, puede que el germen de “La Resistencia” haya brotado en forma de meteorito llamado “Justicia por la Sanidad”.
Detecto un peligro que consiste en que el meteorito tenga la inercia de un huevo tirado contra una fachada de hormigón. Aunque seamos muchos huevos podemos acabar todos estrellados contra la máquina apisonadora del poder público y político. Pienso que Jesús Candel y los que estamos con él podemos aportar un gran escenario de cambio en la forma de hacer las cosas. El problema es que el desgaste puede ser mayor que el avance y la estrategia tiene que ser replanteada. No se puede ir todo el tiempo a cara descubierta para que nos las den todas. No podemos permitirnos el lujo de quemar todo el meteorito en la atmósfera sin que impacte en tierra firme. Todo mi apoyo a Jesús Candel, pero hay que cuidarlo más.
Antonio Pedrajas Ortiz
Muy interesante el artículo de Luis Escribano. Hay cosas que estoy de acuerdo, otras que no y otras que no tengo ahora mismo opinión formada. En el tema de la corrupción totalmente de acuerdo y, por supuesto de valorar y dar importancia y más peso al sector público, pero en esto último hay un punto nuclear de este artículo que me inquieta y es que no es posible por pura coherencia esta defensa del sector público desde un punto de vista liberal. Es precisamente el punto de vista liberal o neoliberal, como se prefiera decir, el que alimenta y fundamenta a esos gurus económicos que nos contaminan un día sí y otro también. Esa es la gran contradicción de fondo que le veo a este artículo y afecta a gran parte de su argumentación, por ello algunas de sus recetas o propuestas las veo contraproducentes.
ResponderEliminarMe parece un interesante artículo porque alguien se atreve a diagnosticar el problema y a ofrecer alguna terapia.
ResponderEliminarPara mí, como aportación de solución a este gravísimo problema propondría una solución dual. Primero, evaluar las necesidades reales de personal funcionario y laboral. Entoncesn un plan de estabilización en 3 años (nunca más que la duración de esta legislatura para evitar la vuelta segura de los socialistas) con concursos-oposiciones libres y serías (es decir, con todos sus temarios integros), incluído por qué no, puntuación abundante en fase de concurso para los grupos superiores. Y un proceso de laboralización similar y por el mismo plazo para los grupos inferiores Naturalmente, con lo que queda, ERE que ERE.
Y para compensar a los funcionarios y laborales "legales" y maltratados sistemáticamente, ampliar y dotar puestos de estructura y aumentar la promoción interna, con lo que habría muchas más plazas para ocupar con las remesas del personal "estabilizado" que entrarían de puesto base.
Es decir, caramelo para (casi) todos los afectados. Y expulsar a los que ní así (que portentosamente hipotetizo que coincidirían con los "enchufados")
Ah! Y, por favor, una nueva Ley de la Función Pública para evitar nuevas "canalladas".
Con la salida del PSOE en Andalucía ya hemos conseguido un gran paso. Evidentemente en la última frase del primer párrafo, que dice que hay que hacerlo sí o sí porque beneficia a todos los andaluces, se olvida de los que tienen intereses en que esto no cambie un ápice, y que para mas inri, son los políticos de turno y sus enchufados. Por eso hay que quitarles las máscaras para que se vean como son y no puedan engañar a nadie.
ResponderEliminarGracias Luis. Nada más que decir. Como siempre un placer leerte y entenderte Una socia que esta aquí
ResponderEliminarMás claro, agua !!. Quien quiera ignorarlo pretende esconderlo !!
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