Artículo de Antonio Barreda
En la Eneida de
Virgilio, el sacerdote troyano Laocoonte al ver el caballo que los griegos
habían dejado a modo de regalo exclamó: ¡No confiéis en el caballo, troyanos!
Sea lo que sea, temo a los griegos incluso si traen regalos. Suya fue la voz de
la prudencia, suyo el gesto humano, y suya la clarividencia ante las
consecuencias que acarrearían ciertas decisiones. Luego, al intentar quemar el
caballo, Laocoonte y sus hijos son devorados por dos enormes serpientes que los
troyanos creen enviadas por Atenea. Del resultado de la muerte de Laocoonte,
sus compatriotas troyanos deducen erróneamente el desagrado de la diosa por no
aceptar el presente griego, lo montan sobre unas ruedas y lo introducen tras
las robustas murallas que protegían Troya. Lo que sigue ya todos lo conocen.
El Laocoonte ha
pasado a la historia como la personificación de todas las víctimas ocasionadas
por la violencia política. En Andalucía estos días asistimos a la voladura por
el Parlamento de Andalucía de un régimen que ha gobernado de manera
inmisericorde Andalucía durante casi 40 años. Las elecciones del 2 D dieron
sumas para cambiar de arriba abajo la Junta de Andalucía. Un proceso inédito en
la democracia española. Un PSOE derrotado que no era capaz de digerir una
derrota electoral. Seguían fijados a los cargos y a los puestos como si estos
les pertenecieran por derecho de nacimiento.
Las caras de los
derrotados en las bancadas parlamentarias en la formación del nuevo parlamento daban
para unos primeros planos de una película de Federico Fellini. Habían perdido,
de repente, el despotismo con el que nos habían gobernado a todos en el largo
invierno andaluz. Ahora estaban asustados, desnudos ante la pérdida de un poder
omnímodo. Ahora empezaban a tener conciencia del frío tan intenso que hace
fuera de los despachos y del poder de la Junta de Andalucía. Por primera vez se
sentían como debió sentirse un príncipe despojado de su poder y de su herencia.
El primer
aldabonazo de aviso fue cuando la Khaleesi era ignorada por la prensa en su
estreno de oposición parlamentaria. Ella, que era la niña de Triana, la
heredera del palacio de San Telmo era ninguneada por los periodistas, aquellos
mismos que la habían amado tanto. Ella, por primera vez desde su llegada el
trono andaluz, no era la noticia. Y en su cara se dibujó el semblante de la
herida política mortal. Su desprecio por la oposición política le empezaba a
llegar a ella en forma de silencio mediático. Ya no era la niña de las cámaras,
ni era la princesa que todo lo poseía. Ahora no tiene ni ínsula que gobernar.
Veremos pronto
los ruidos de sables dentro de su partido. Sobre todo, cuando muchos de los
colocados por todas las estructuras de la Junta vayan al SAE a sacarse la
cartilla del paro y vean que con las prestaciones por desempleo no les llega
para pagar la hipoteca o el Audi de la puerta. Entonces mirarán a los lados y
buscarán a los cómplices con los que montar el golpe de estado. El hambre en
las casas de los desposeídos hace correr por las calles del partido el fantasma
de la revolución y de una gran noche de cuchillos largos donde las listas de
los enemigos a los que ajusticiar correrán de mano en mano.
A eso le teme la
Khaleesi de Triana, a que llegue el día en que el inmenso ejército de colocados
en la Junta se le vuelva en contra. Entonces verá si los Sánchez o los Ávalos
de Madrid mueven sus tropas para guillotinar a la generación política de ninis
del partido que perdió por primera vez la Junta de Andalucía. Nada va a detener
el tsunami que llega al PSOE de Andalucía en forma de paro y de hambre. Por
primera vez van a tomar conciencia que la Junta no era su empresa, que era de
los andaluces, y que estos alto y claro hablaron el 2 D en las urnas en que
votaron nuevas coaliciones y nuevas formas de gobernar.
Las luces del
palacio se apagan para ella. Los coches oficiales dejarán de recogerla. Los
teléfonos móviles dejarán de funcionar. Ya nadie le pedirá favores, ni
cuestiones por solucionar. Ahora es oposición al nuevo gobierno. Los doscientos
y pico de asesores se irán todos a la calle. Ya no hay periodista que le
fabrique la noticia. Ahora solo tiene los asesores que le ofrece el Parlamento.
Nada más allá de los muros del Hospital de las Cinco Llagas. Nada que no sea el
frío y el hambre del Sur a dentelladas. Los días de vino y rosas son ahora
aciagos. Hasta el protocolo la coloca fuera ya de la foto oficial.
Ella heredó un
partido de mayorías parlamentarias y ahora dirige un partido fracasado. Un
partido que ha perdido poder de convicción entre una sociedad cansada de ser
gobernada por un atajo de ninis sin trabajo que solo eran medradores
profesionales de la nómina y del cargo. Toda la estructura levantada
pacientemente durante 36 largos años se ha desmoronado. Todo el andamiaje
montado para controlar desde la Junta la sociedad andaluza se ha caído. Y no
tienen un demiurgo con el que montar algo nuevo. La khaleesi aun está en estado
de coma para llegar a comprender la hondura de su derrota. Ni ve llegar a los
Brutos y a los sicarios que se van reuniendo a su alrededor con la mano de un
regicida. La caída del imperio nadie fue capaz de verla.
Ahora solo les
queda el destierro de los despachos, el aislamiento de la Junta, el exilio de
los centros de poder, la exclusión de la vida pública, la expulsión de las
consejerías y el retiro al parlamento. Ninguno está acostumbrado a estar fuera
del poder, ninguno está habituado a dejar de tomar decisiones, ninguno está preparado
para dejar de decidir sobre la vida de cientos de miles de personas. Ya no
queda nadie que les llame en la noche profunda para complacer los sueños de su
antiguo señor. Ni tampoco queda nadie que les invoque para que sean los
salvadores de un pueblo acostumbrado a la sumisión y al martirio.
La khaleesi ya
no tiene ahora tierra sobre las que gobernar. El trono está ausente para ella
en la bancada de la oposición. Ni tiene súbditos a los que administrar. Ni
tiene recursos para levantar lo que ella misma ha tirado. Los que la seguían
como a un mesías, ahora dudan de haberla votado para secretaria general. Y el
pueblo ahora tiene otros dioses a los que adorar. Nadie la tendrá en sus
oraciones, ni nadie la invocará en nombre del pueblo. Es un ídolo caído. Ya ha
dejado de ser icono de las masas. Ha dejado de ser la princesa de Triana.
El vértigo de
perder siempre provoca llanto. Y ella ha llorado a escondidas tras los muros de
palacio. Hoy no puede reclamar una herencia que ha perdido. No hay nada más
terrible que vaciar de contenido el legado que has recibido. Algo que se siente
como hiere el espíritu y derrota la conciencia y la voluntad de seguir
adelante. Hoy el sabor de la derrota se derrama por sus labios y llena los
alrededores y las calles del palacio de San Telmo. Es un sabor ácido, metálico
y a veces caustico.
Ese sabor
terrible es el mismo que sintió en su alma Terencio Varrón el aciago día de
Cannas. El mismo que tuvo el gran Aníbal cuando vio a Masinisa formar entre los
enemigos el espantoso día de Zama. Como lo sintió César en el senado de la
antigua Roma cuando Bruto prefirió la libertad de su pueblo a la vida de su
padre. Como lo sintió el rey Leónidas cuando aquel pastor anónimo lo traicionó
y prefirió la esclavitud persa a la libertad griega. Como lo sintió Augusto
cuando Publio Quintilio Varo perdió tres legiones completas en el bosque de
Teotoburgo.
Ella cometió el
pecado de quitar el libre albedrío a su pueblo, de crear necesidad y de
llamarle deseo. De urdir una gigantesca mentira construida con dinero público.
Creó un falso paraíso en el Sur por donde cabalgaban el paro y el hambre. Le
quitó a su propio pueblo la voluntad de ser libres una generación tras otra, de
soñar con horizontes donde su pueblo no le entregara su libertad para entrar en
servidumbre dentro de un orden natural que no debía ser trastocado. Ella volvió
atrás el reloj de la historia para ser de nuevo el primer estado, para detentar
el poder por derecho del parlamento.
Me encanta leer tus artículos!!como siempre :MAGISTRAl
ResponderEliminarVaya pedazo de articulo,como retrata la caída del imperio sociatas.
ResponderEliminarFeliz 2019. ¿Será éste el final de la corrupción? ¿Vendrán a comernos otras serpientes?
ResponderEliminarFeliz 20/01/19.
Buenos días e visto tu artículo por casualidad y me a gustado mucho yo soy una mujer que tiene muchas esperanza en que esto cambie y que la gente con valía nos haupe y tiremos hacia delante y Andalucía sea la tierra de liberta y desarrollo y la gente vivamos aquí sin tener que ver como nuestros jóvenes se tiene qui ir
ResponderEliminarEnhorabuena por tan buen artículo.
ResponderEliminarMAGISTRAL
ResponderEliminarGenial!
ResponderEliminarEnhorabuena por el artículo,feliz 2019.
ResponderEliminarThe best. EXCELENTE.
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