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lunes, 10 de diciembre de 2018

El problema catalán dio alas a VOX en Andalucía


Artículo de Antonio Barreda


Anda el Susanato y la sociedad andaluza preocupada por el fenómeno de Vox en Andalucía y el ascenso del centro y de la derecha. Parece que el independentismo catalán y los insultos de sus dirigentes a los andaluces han entrado en campaña. Los nacionalismos son un cáncer heredado del siglo XIX que, a costa de engañar a su pueblo usando los sentimientos – lo mismo que usó Hitler para llegar al poder – creó una clase política que se mantiene en el poder. Para ello falsifican los mapas y la historia, haciendo rehenes a los ciudadanos de sus ideas totalitarias.

Una de las causas de los nacionalismos había que buscarlas en la gran preocupación que tenían los gobiernos por la creación de la I y la II Internacional que aunaba los intereses de los trabajadores y sus partidos socialdemócratas para llegar a los gobiernos. La creación del imperio alemán y la unificación de Italia provocó la descomposición del Imperio Austro Húngaro y el conocido polvorín de los Balcanes. Por ello, a nadie se le puede escapar que los nacionalismos rompieron Europa en 1914, llenó de millones de muertos sus campos, y separó a los incipientes movimientos obreros ya que los estados usaron el nacionalismo propio para que se mataran los unos contra los otros.

La cuestión catalana lleva arrastrándose desde el siglo XIX. Hoy somos herederos de un problema que lleva más de un siglo larvado en este país. Desde entonces, poco ha cambiado la cosa. Sí el poder económico que, gracias a los diferentes gobiernos del siglo pasado que realizaron fuertes inversiones y decidieron instalar allí parte esencial de la industria, éste se fue asentando en Cataluña, mientras las regiones más pobres suministraban mano de obra barata y casi esclava para la industria catalana. Las plusvalías generadas fueron inmensas.

La llegada de la democracia a España trajo un nuevo modelo territorial que conocemos como autonomías. En Andalucía se produjeron dos fechas claves: la gran manifestación del 4 D de 1977 y el referéndum del 28 F de 1980 despertó el ideario andaluz. Se creó hasta un partido político socialista andaluz. Luego, el PSOE se envolvió de la bandera y se apropió del ideario, de los sentimientos y anestesió desde el poder absoluto que tenía en la Junta de Andalucía cualquier atisbo de nacionalismo. En este empeño han dilapidado ingentes cantidades de dinero público en su propio beneficio durante casi 36 años.

Es más, llegaron a instaurar en la memoria colectiva de los andaluces que la Junta de Andalucía era el PSOE, el partido que la gobernaba. A partir de aquí cualquier crítica o ataque político al PSOE era un ataque a Andalucía. Una estrategia que le sirvió para mantenerse en el poder casi 40 años.  El pueblo andaluz ya no se identificaba con el ideario de la bandera y del himno. Habíamos pasado de la alegría de la autonomía a un gobierno autonómico que fue una hidra desde donde se decidía los destinos de los más de 8 millones de andaluces.

Este devenir descafeinando la autonomía tenía un desgaste propio de los años. Esto es lo que no supo ver el PSOE en Andalucía, que había logrado desincentivar el voto de los propios. Los años de gobierno de Zapatero dejaron la economía arrasada y con la mayor tasa de paro de nuestra historia más reciente. La gran depresión del 2008 hizo que El PSOE fuera una máquina de generar parados y pobreza. La llegada de Rajoy propició que en Andalucía – gracias a los recortes y a la reforma laboral aprobada antes de las elecciones andaluzas – perviviera un PSOE que estaba herido de muerte en todo el país.

Unido todo ello a que Rajoy no supo contener la crisis catalana, fue creciendo un movimiento nacionalista que ya hizo su primera aparición con los pactos del Tinell, y que explotó con el PP en el gobierno de Madrid. El insaciable apetito catalán por la mentira independentista lo situó al margen de la Ley cuando el Parlamento catalán proclamó la república tras un bochornoso plebiscito auto convocado. El monstruo catalán del independentismo atacaba a todas las instituciones del estado, y ponía en los andaluces su diana favorita. El charnego se iba convirtiendo en lo que era el judío en la Alemania de los años 30.

Pero la sociedad andaluza le ha dado una lección a la clase política y al resto de España y de Europa. La región, donde la pobreza y el paro cabalgan desbocados como jinetes del apocalipsis, estaba cansada de que entre unos y otros los mantuvieran en la misma situación de cola de todos los indicadores sociales de la Unión Europea. Después de invertir en la región más de 102.000 millones de euros desde nuestra entrada en la Unión Europea no han servido para nada. Seguimos igual que hace 36 años, en el furgón de cola. Mientras que hemos visto como muchos miles de millones de esa lluvia de millones de euros se han ido perdiendo por las cañerías de Andalucía.

La sociedad andaluza ha estado anestesiada muchos años. Se había construido un régimen mantenido con dinero público que había ido mutando año a año a clientelar. La propia estructura social andaluza se fue adaptando a ese régimen, desde los empresarios a los sindicatos, desde las asociaciones a las fundaciones. Todo era regado generosamente con dinero público. Y durante esos años se fueron desperdiciando oportunidad tras oportunidad de construir una Andalucía distinta, de emprendimiento. Pero la mentalidad instaurada por el régimen hacía que los jóvenes quisieran antes ser funcionarios que emprendedores.

Para apuntalar el régimen clientelar se fue creando una administración paralela que consumía ingentes recursos públicos que pudieron ser destinados a crear empleo en la región. Se pensó más en el partido que en los ciudadanos. Por ello se tomó al asalto a las empresas públicas y las fundaciones como si fueran algo propio. Las RPT se fueron rellenando por otras cosas que nada tenían que ver con el mérito y la capacidad. Los reiterados informes de la Cámara de Cuentas dan fiel testimonio de todo ello.

Finalmente, llegó una necrosis a la estructura de la propia la Junta de Andalucía desde el apuntalamiento en 2010 y 2011 de esa administración paralela. Los siete mil millones de costo repercuten en el exceso de grasa administrativa, y, sobre todo, en duplicar recursos propios que ya tenían en las propias consejerías de la Junta de Andalucía, y hasta los propios ayuntamientos y diputaciones de Andalucía. El hecho de situar a una de sus empresas, IDEA, en el epicentro del mayor caso de corrupción de la historia reciente de Europa, como es el caso ERE, fue una bomba que no controlaron los gerifaltes del PSOE en la Junta de Andalucía.

Nadie en San Telmo veía los aldabonazos de aviso que daba la sociedad andaluza, sobre todo entre el PP y el PSOE, ensimismados y agotados de tanto marcaje en el área. Otro elemento para tener en cuenta es la aprobación de la Ley de Memoria Histórica por parte de Zapatero, mantenida por Rajoy, que abrió heridas cerradas desde la postguerra hasta los Pactos de la Moncloa. La Junta usó como arma electoral arrojadiza esta memoria histórica durante años, mientras olvidaba las fosas comunes de las cunetas y la represión del régimen de Franco, y solo estaba interesada en crear una nueva estructura orgánica dentro de la Junta adscrita a la Consejería de Presidencia, para poder colocar a los amigos.  El PSOE jugó con fuego todos estos años hasta quemarse.

Si a ello unimos la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa apoyado por los nacionalistas excluyentes catalanes se empieza a crear el coctel perfecto. Este gesto aun no ha entendido el PSOE que le resta votos y credibilidad en Andalucía, y por ende, en el resto de España. Mantener la silla presidencial cuesta humillaciones nacionales y concesiones a un desbocado gobierno catalán y a los presos independentistas. Incluso el papel rebajado de la acusación de la abogacía del estado hacia los que dieron el golpe de estado en Cataluña es entendido como otra humillación al estado. Pedro Sánchez fue el que empezó a cavar la tumba del PSOE en Andalucía con sus políticas y consentimientos hacia los golpistas de Cataluña.

Razones para la pérdida del voto del PSOE hay muchas, muchísimas. Económicas, sociales, estructurales. Solo hemos señalado las que sobresalen en el ideario del andaluz corriente, al que han herido en su sentimiento nacionalista propio. Además, los gobernantes catalanes han usado todo lo que han tenido a su alcance para provocar conflictos con Andalucía. Y esto se tradujo en un 82,4 % de votos para Pedro Sánchez en las primarias de su partido en Cataluña, cuyos militantes catalanes dejaron claro que no querían tener a una andaluza al frente del PSOE en España, y menos tenerla de presidenta de gobierno.

Por otro lado, los movimientos populistas de izquierdas ya tenían representación en Andalucía. No los de derechas, que tenían una fuerte efervescencia en toda Europa, e incluso estaban empezando a llegar a los gobiernos. Los problemas europeos llegaban a Andalucía con 20 años de retraso, pero terminaron llegando. Venían a ocupar un nicho que estaba vacío a la vista de los resultados del 2 D en Andalucía.

Esto es lo que no supieron ver desde el PSOE en la Junta de Andalucía. Tampoco el PP en la acomodada oposición fue capaz de ver cómo uno de los que fue suyo, Abascal, sacaba 12 diputados mientras el PP perdía 24 diputados desde los 50 del triunfo de Arenas, ni siquiera lo vio Adelante Andalucía que bajaba 3 desde la Unión de Podemos e IU. Solo Cs creció desde los 9 a los 21, a pesar de apoyar a un gobierno del PSOE en la Junta, con lo que los electores no solo no lo habían castigado por ese apoyo, sino que querían ahora que dejara el pacto de gobierno con el PSOE sine die. Por ello, en estas elecciones autonómicas los andaluces han demostrado que las políticas excluyentes son las se castigan en las urnas.




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