Artículo de Antonio Barreda
Anda el Susanato
y la sociedad andaluza preocupada por el fenómeno de Vox en Andalucía y el
ascenso del centro y de la derecha. Parece que el independentismo catalán y los
insultos de sus dirigentes a los andaluces han entrado en campaña. Los
nacionalismos son un cáncer heredado del siglo XIX que, a costa de engañar a su
pueblo usando los sentimientos – lo mismo que usó Hitler para llegar al poder –
creó una clase política que se mantiene en el poder. Para ello falsifican los
mapas y la historia, haciendo rehenes a los ciudadanos de sus ideas
totalitarias.
Una de las causas
de los nacionalismos había que buscarlas en la gran preocupación que tenían los
gobiernos por la creación de la I y la II Internacional que aunaba los
intereses de los trabajadores y sus partidos socialdemócratas para llegar a los
gobiernos. La creación del imperio alemán y la unificación de Italia provocó la
descomposición del Imperio Austro Húngaro y el conocido polvorín de los Balcanes.
Por ello, a nadie se le puede escapar que los nacionalismos rompieron Europa en
1914, llenó de millones de muertos sus campos, y separó a los incipientes
movimientos obreros ya que los estados usaron el nacionalismo propio para que
se mataran los unos contra los otros.
La cuestión
catalana lleva arrastrándose desde el siglo XIX. Hoy somos herederos de un
problema que lleva más de un siglo larvado en este país. Desde entonces, poco
ha cambiado la cosa. Sí el poder económico que, gracias a los diferentes gobiernos
del siglo pasado que realizaron fuertes inversiones y decidieron instalar allí
parte esencial de la industria, éste se fue asentando en Cataluña, mientras las
regiones más pobres suministraban mano de obra barata y casi esclava para la
industria catalana. Las plusvalías generadas fueron inmensas.
La llegada de la
democracia a España trajo un nuevo modelo territorial que conocemos como
autonomías. En Andalucía se produjeron dos fechas claves: la gran manifestación
del 4 D de 1977 y el referéndum del 28 F de 1980 despertó el ideario andaluz. Se
creó hasta un partido político socialista andaluz. Luego, el PSOE se envolvió
de la bandera y se apropió del ideario, de los sentimientos y anestesió desde
el poder absoluto que tenía en la Junta de Andalucía cualquier atisbo de
nacionalismo. En este empeño han dilapidado ingentes cantidades de dinero
público en su propio beneficio durante casi 36 años.
Es más, llegaron
a instaurar en la memoria colectiva de los andaluces que la Junta de Andalucía
era el PSOE, el partido que la gobernaba. A partir de aquí cualquier crítica o
ataque político al PSOE era un ataque a Andalucía. Una estrategia que le sirvió
para mantenerse en el poder casi 40 años.
El pueblo andaluz ya no se identificaba con el ideario de la bandera y
del himno. Habíamos pasado de la alegría de la autonomía a un gobierno
autonómico que fue una hidra desde donde se decidía los destinos de los más de
8 millones de andaluces.
Este devenir
descafeinando la autonomía tenía un desgaste propio de los años. Esto es lo que
no supo ver el PSOE en Andalucía, que había logrado desincentivar el voto de
los propios. Los años de gobierno de Zapatero dejaron la economía arrasada y
con la mayor tasa de paro de nuestra historia más reciente. La gran depresión
del 2008 hizo que El PSOE fuera una máquina de generar parados y pobreza. La
llegada de Rajoy propició que en Andalucía – gracias a los recortes y a la
reforma laboral aprobada antes de las elecciones andaluzas – perviviera un PSOE
que estaba herido de muerte en todo el país.
Unido todo ello a
que Rajoy no supo contener la crisis catalana, fue creciendo un movimiento
nacionalista que ya hizo su primera aparición con los pactos del Tinell, y que
explotó con el PP en el gobierno de Madrid. El insaciable apetito catalán por
la mentira independentista lo situó al margen de la Ley cuando el Parlamento
catalán proclamó la república tras un bochornoso plebiscito auto convocado. El
monstruo catalán del independentismo atacaba a todas las instituciones del
estado, y ponía en los andaluces su diana favorita. El charnego se iba
convirtiendo en lo que era el judío en la Alemania de los años 30.
Pero la sociedad
andaluza le ha dado una lección a la clase política y al resto de España y de
Europa. La región, donde la pobreza y el paro cabalgan desbocados como jinetes
del apocalipsis, estaba cansada de que entre unos y otros los mantuvieran en la
misma situación de cola de todos los indicadores sociales de la Unión Europea.
Después de invertir en la región más de 102.000 millones de euros desde nuestra
entrada en la Unión Europea no han servido para nada. Seguimos igual que hace
36 años, en el furgón de cola. Mientras que hemos visto como muchos miles de
millones de esa lluvia de millones de euros se han ido perdiendo por las cañerías
de Andalucía.
La sociedad
andaluza ha estado anestesiada muchos años. Se había construido un régimen
mantenido con dinero público que había ido mutando año a año a clientelar. La
propia estructura social andaluza se fue adaptando a ese régimen, desde los
empresarios a los sindicatos, desde las asociaciones a las fundaciones. Todo
era regado generosamente con dinero público. Y durante esos años se fueron
desperdiciando oportunidad tras oportunidad de construir una Andalucía
distinta, de emprendimiento. Pero la mentalidad instaurada por el régimen hacía
que los jóvenes quisieran antes ser funcionarios que emprendedores.
Para apuntalar el
régimen clientelar se fue creando una administración paralela que consumía
ingentes recursos públicos que pudieron ser destinados a crear empleo en la
región. Se pensó más en el partido que en los ciudadanos. Por ello se tomó al
asalto a las empresas públicas y las fundaciones como si fueran algo propio.
Las RPT se fueron rellenando por otras cosas que nada tenían que ver con el
mérito y la capacidad. Los reiterados informes de la Cámara de Cuentas dan fiel
testimonio de todo ello.
Finalmente, llegó
una necrosis a la estructura de la propia la Junta de Andalucía desde el
apuntalamiento en 2010 y 2011 de esa administración paralela. Los siete mil
millones de costo repercuten en el exceso de grasa administrativa, y, sobre
todo, en duplicar recursos propios que ya tenían en las propias consejerías de
la Junta de Andalucía, y hasta los propios ayuntamientos y diputaciones de
Andalucía. El hecho de situar a una de sus empresas, IDEA, en el epicentro del
mayor caso de corrupción de la historia reciente de Europa, como es el caso
ERE, fue una bomba que no controlaron los gerifaltes del PSOE en la Junta de
Andalucía.
Nadie en San
Telmo veía los aldabonazos de aviso que daba la sociedad andaluza, sobre todo
entre el PP y el PSOE, ensimismados y agotados de tanto marcaje en el área.
Otro elemento para tener en cuenta es la aprobación de la Ley de Memoria
Histórica por parte de Zapatero, mantenida por Rajoy, que abrió heridas
cerradas desde la postguerra hasta los Pactos de la Moncloa. La Junta usó como
arma electoral arrojadiza esta memoria histórica durante años, mientras
olvidaba las fosas comunes de las cunetas y la represión del régimen de Franco,
y solo estaba interesada en crear una nueva estructura orgánica dentro de la
Junta adscrita a la Consejería de Presidencia, para poder colocar a los
amigos. El PSOE jugó con fuego todos
estos años hasta quemarse.
Si a ello unimos
la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa apoyado por los nacionalistas
excluyentes catalanes se empieza a crear el coctel perfecto. Este gesto aun no
ha entendido el PSOE que le resta votos y credibilidad en Andalucía, y por
ende, en el resto de España. Mantener la silla presidencial cuesta
humillaciones nacionales y concesiones a un desbocado gobierno catalán y a los
presos independentistas. Incluso el papel rebajado de la acusación de la
abogacía del estado hacia los que dieron el golpe de estado en Cataluña es
entendido como otra humillación al estado. Pedro Sánchez fue el que empezó a
cavar la tumba del PSOE en Andalucía con sus políticas y consentimientos hacia
los golpistas de Cataluña.
Razones para la
pérdida del voto del PSOE hay muchas, muchísimas. Económicas, sociales,
estructurales. Solo hemos señalado las que sobresalen en el ideario del andaluz
corriente, al que han herido en su sentimiento nacionalista propio. Además, los
gobernantes catalanes han usado todo lo que han tenido a su alcance para provocar
conflictos con Andalucía. Y esto se tradujo en un 82,4 % de votos para Pedro
Sánchez en las primarias de su partido en Cataluña, cuyos militantes catalanes
dejaron claro que no querían tener a una andaluza al frente del PSOE en España,
y menos tenerla de presidenta de gobierno.
Por otro lado,
los movimientos populistas de izquierdas ya tenían representación en Andalucía.
No los de derechas, que tenían una fuerte efervescencia en toda Europa, e
incluso estaban empezando a llegar a los gobiernos. Los problemas europeos
llegaban a Andalucía con 20 años de retraso, pero terminaron llegando. Venían a
ocupar un nicho que estaba vacío a la vista de los resultados del 2 D en
Andalucía.
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