Artículo de Antonio Barreda
Comienza la
campaña para sustentar el antiguo régimen en Andalucía. Del juego de la pelota
que fue el 28-F a desmontar el andalucismo. Guerra dejó en la nada al PCA y al
PSA de Rojas Marcos repartiendo regalías, cargos, tierras y feudos. Se fue la
memoria de Blas Infante por las escalinatas de lo que fue el palacio de
Monsalves donde Borbolla urdía las conspiraciones palaciegas. Allí nacieron las
órdenes de lanzar las naves a la conquista del Sur, a la conquista de la
reforma agraria por el general Manaute.
Era la época en
que en el parlamento diluyó el espíritu del 28-F y lo sacrificó por el poder
absoluto. Y las elecciones solo pasaron a ser un refrendo de ese poder
absoluto. Desde entonces nos llueven las mentiras y las promesas infinitas. La
mentira y la política hace muchos años ya que caminan de la mano como una
pareja indisoluble en la región. El viejo clientelismo del Sur pasó a ser
subvencionable y empezó a ser un nuevo feudalismo ejercido desde todas las
administraciones al servicio del PSOE.
Por el camino se
fueron fagocitando a los expresidentes. A todos. Escuredo por el caso del
Chalé. Borbolla perseguido hasta la extenuación por Guerra desde Ferraz, (hay
quien relaciona el caso de Juan Guerra con esta conflagración interna). Chaves
por el caso Matsa, con su hija de protagonista, huyendo a Madrid como ministro
de Zapatero para apagar los fuegos y las brasas que avivaba la prensa. Y Griñán
el que no sabía nada por el caso ERE y que está ya su fase final en los
juzgados.
A todos y cada
uno de ellos les ha dado luego la espalda el partido. Todos han sido
defenestrados por las ventanas de San Telmo cuando Susana alcanzó el poder
absoluto. Susana pasaba a ocupar la silla de los Orleans en San Telmo en una
escena parecida a cuando el marqués de Lafayette salía al balcón de palacio a
proclamar rey a Luis Felipe de Orleans. Ella pasaba de ser una desclasada de
Triana a ser la Khaleesi del Sur de España. Y fue coronada con fastos de coronación
real en los jardines del Hospital de las Cinco Yagas.
Los nuevos
nobles venían de las provincias a presentar el tributo del partido a su reina,
en una caravana interminable de aduladores, a prometer lealtad y a prestar el
obligado juramento feudal que los ataba ahora a todos. El premio eran ínsulas,
sueldos, cargos, puestos a dedo, todo bendecido por el BOJA de palacio. Los nobles del partido habían dejado de ser
unos primus inter pares y se habían convertido en virreyes provinciales,
presidentes de diputación y diputados nacionales. Los premios de consolación
eran las concejalías, los alcaldables y un inmenso ejército de asesores para
los nobles de segunda fila. Y para los afiliados quedaba esa lista infinita de
empresas paralelas. Los de mayor rango de directivos y los otros de simple
tropa.
Volvían las
cadenas que vivas gritaron a Fernando VII. El Sur dejaba de ser un sueño de
libertad que duraba veinte largos siglos para convertirse en una larga noche de
dictadura parlamentaria. Todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Todo el poder
para el partido. Y se llenó todo de consejerías, delegaciones, empresas
públicas, agencias y fundaciones con sus coches oficiales en las puertas
esperando la llamada del señor o la señora. Y se repartieron 37.000 móviles
para que todo estuviera controlado por la pirámide del poder en que se había
convertido la Junta de Andalucía.
Los nuevos amos
habían llegado para quedarse. Para retomar lo que era suyo ahora por el voto
del pueblo. Habían pasado del clientelismo rural al urbano para dominarnos a
todos. Aquí los repartos y medallas eran ahora para los aduladores del régimen
y cada 28 de febrero la reina del Sur entregaba los títulos y las prebendas
delante del antiquísimo Hospital de la Caridad, mientras las figuras de las
pinturas de Valdés Leal o las de Murillo lloraban desconsoladas por el pueblo.
Los repartos del
poder se hicieron por proclamas, las listas de colocados se hacían
interminables, mientras que cientos de miles de parados caminaban por todas las
calles de las ciudades y de los pueblos. Dejaron de pagarse préstamos e
hipotecas, quebraron los bancos y las cajas públicas, pero las nóminas de los
apesebrados quedaron garantizadas por el erario del presupuesto.
Nada escapa del
poder ejercido por el palacio. Desde el trono de los Orleans dicta órdenes,
decretos y leyes para sojuzgar a todo un pueblo. Y los comisarios cumplen con
la palabra dictada del palacio pase lo que pase, sea quien sea. La maquinaria
del régimen engrasada con 38.000 millones de euros de presupuesto funciona como
la arteria vital que lo sustenta. Y para rellenarlo está la derrama pagada con
los impuestos del asfixiado contribuyente.
Cada articulo tuyo supera con creces al anterior. Es todo un lujo seguir las andanzas de toda esta tropa, de tu mano. Gracias por tenernos alertas. Un saludo
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