Artículo de Antonio Barreda
Yo
tengo un sueño. Que los andaluces nos libremos en las urnas de los largos 38
años de años de hierro de gobierno del Psoe en Andalucía. La hidra es tan
inmensa que ya no basta con cortarle la cabeza. Solo hay que darse una vuelta
por las entrañas de la región para ver el hambre y la sed recorrer la sangre de
muchos de nosotros, abandonados a las puertas de un Parlamento que no escucha
la voz de su propio pueblo. De un gobierno que nos ha encerrado a todos en la
pobreza de un mapa que llamaron Andalucía.
Nunca
cortaron las cadenas medievales que subyugaban la carne de mi pueblo, ni
cortaron la edad feudal en la que lo encerraron desde hace veinte siglos, ni
cortaron la larga cuerda donde amarraron su libertad. Nada es más doloroso que
tener un amo impuesto que te deprecia aunque dice gobernar en tu nombre. Que
dice tener tu mismo linaje, pero solo lo usa para llegar a la silla desde donde
nos gobierna a todos. Los años de la libertad, de las banderas libertarias
ondeando en las calles de mi pueblo, han pasado. Solo era la imagen usada para
llegar a palacio con la voz de otro. Para llenar de mentiras los libros de
historia.
Los
ríos de mi patria bajan de las montañas llenos de pena y de miedo. Ven a las
madres llorar en las casas y la abuela mentir sobre el pasado. Ya no hay
alegría en las eras. Ni en los lagares se canta la canción de la cosecha. Todos
guardan luto y persiguen a los que predican la libertad, a los que enseñan la
verdad en las tardes de este otoño caluroso. Sus lenguas deben ser silenciadas.
Y su palabra proscrita. Nada debe llegar de la verdad a las casas, ni a las
calles donde Mariana Pineda buscaba la libertad.
Una
vez subí solo hasta un balcón alto para ver el hontanar donde empezaba el
horizonte de mi patria a ser un sueño. Pero el sueño despertó y se hizo tierra
despoblada y aire de cañaveral. Escalé por las orillas del balcón aferrándome a
la vía donde la noche me nombra. Pero la noche terminaba en los parlamentos y
era fría, y sus labios estaban sin una luna que los iluminaran. Paseé por el
filo del balcón y vi los días de mi pueblo deshabitados, llenos de ecos sin
sentido. Porque habían robado la memoria de mi pueblo.
Mi
pueblo ya no baja al río. Sigue pasando hambre en el monte. Allí duerme la
conciencia, anestesiada por la gobernante del palacio de San Telmo. No volverá
la sonrisa del niño a pasear por sus calles porque llora eternamente, llora
desconsolado cuando ve a su madre llegar tarde con las manos vacías y el cuerpo
roto. La viuda esconde el dolor de su alma entre el luto de su casa. Cada día
es una lucha que hoy se ha vuelto ya eterna para poder llegar al último día del
mes.
Los
antiguos héroes no traen ninguna esperanza. Han robado la memoria de todos para
que olviden los nombres, para que solo se cuente la realidad que viene
publicitada con dinero público desde el palacio. La historia se reescribe con
nuevos argumentos, con nuevos hechos y nuevas banderas. Nadie conoce a nadie.
Todos callan. Y la palabra se oxida en las bocas de los que una vez gritaron
autonomía y libertad. De los que pedían amnistía a los que perseguían los
hombres de gris.
Hoy
el rostro del esclavo es el mismo del latifundio medieval. Han devuelto el
miedo a hablar por los jardines de la libertad. Nadie habla, todos callan. La
mujer del olivar mira desconsolada a su hijo. No podrá enseñarle a alzar la voz
como una vez lo hicieron sus antepasados. La garganta del minero está seca, y
la del marinero escondida en los puertos en una eterna espera. La subvención es
hoy el maná que se derrama para acallar todas las conciencias.
Hoy
yacen en las cunetas la mirada dulce de los niños, que se han cansado de jugar
a la libertad. Solo se ven las heridas del hambre llenar de lágrimas su
sonrisa, mientras las calles donde sus hermanos jugaron se llenan de los cauces
por donde habita el olvido. No volverá el pasado a levantar lo que una vez fue
el Sur. Ni a traer a la historia amarrada con un hilo de la voz de lo que fue
mi pueblo.
En
mi patria ya no hay caminos que recorrer. Todo está apagado y cubierto de
silencio institucional. Han oscurecido los días por donde venían nuestros
padres, han borrado todas y cada una de las pintadas donde se reclamaba la
libertad. Mientras el viento de levante viene de una costa herida en toda su
extensión y observa en silencio como una soledad errante reparte hoy pobreza
por todos los pueblos y acuna en sus brazos a todos los olvidados que una vez
fueron pueblo.
Maravillosamente relatada esa pena..., ese sueño, D. Antonio. Suscribo cada palabra suya.
ResponderEliminar¿Seremos capaces los andaluces de impulsar un cambio para nuestra tierra y su gente? Ya queda menos para verlo. Yo, desgraciadamente, perdí la confianza en 2012. Los andaluces votamos cambio, pero siempre hay ansiados de poder que se unen al PSOE para prolongar nuestra agonía. Y, luego, van de regeneradores y limpios, ¿verdad IU y C's?
¡Se me ponen los pelos de punta!
ResponderEliminarNos quedan 46 dias para intentar que haya un cambio. Vamos a intentarlo
ResponderEliminarsiga soñando. Nunca desde 2012 había el Psoe cogido a la oposición con el pie tan cambiado como ahora. Y si no es Cs, será podemos la que apuntale esa mano de hierro.
ResponderEliminarSon 60 diputados los que han mantenido siempre el cortijo desde 1978, no el Psoe. Y las cuentas siguen saliendo.
Cada vez somos más quienes gritamos justicia y libertad. Gracias por tus palabras.
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