Artículo de Eduardo Maestre
Cuando, hace casi dos años, oí hablar de Tabarnia,
experimenté una especie de catarsis cercana a la epifanía; una suerte de
felicidad intermitente que me asaltaba a lo largo del día cada vez que me
acordaba. Qué idea genial! Crear un territorio definido dentro de una República
ficticia! Dotarlo de bandera, de Historia, de objetivos! Y todo ello, unido a
España.
Tabarnia ponía de manifiesto, como un espejo cruel e
ineludible ante los ojos de los secesionistas, toda la majadería de éstos! La
reivindicación de la independencia de Tabarnia frente a una embrutecida
Tractoria llena de delincuentes políticos, de golpistas, de mossos
prevaricadores, de chusma subvencionada, de opresores fanáticos, de vecinos
chivatos y de instituciones tomadas por verdaderas cabras locas me pareció una
idea brillante, una acción que daba la vuelta a la tortilla separata y la
ofrecía a los ojos del mundo servida en un plato de lujo y aderezada de
inteligencia.
Cuando vi por la tele que Albert Boadella había sido
proclamado Presidente de Tabarnia, me levanté del sofá de mi casa y aplaudí
hasta hacerme daño en las manos! ¿Quién mejor que él, que se define como bufón, para equipararse a ese otro, al
delincuente que se fugó por los Pirineos y sigue diciendo –contra toda evidencia-
que es el Presidente de los catalanes? ¿Quién es el verdadero bufón catalán?
Tabarnia es un hallazgo sociológico, una piedra
filosofal que convierte en luz todo aquello que hoy representa la oscuridad.
Pero no nos engañemos: Tabarnia es también un grito desgarrador; una llamada de
socorro; un golpe de timbal en el silencio del Estado. Porque es el Estado
español, representado en cada uno de los distintos Gobiernos que hemos
padecido, desde la UCD de Suárez hasta esta especie de sainete socialista del tal
Sánchez, pasando por el compadreo de González, las prebendas de Aznar, los
cheques en blanco de Zapatero y el dontancredismo de Rajoy; han sido los
distintos Gobiernos, digo, los que, con su ausencia continuada de Cataluña, han
hecho posible que los supremacistas del Nordeste español se atrincheren tras
las Instituciones, se parapeten en una infancia adoctrinada y vivan en un
universo paralelo al margen de la Ley. Y, ojo, les llamo supremacistas del Nordeste español porque me resisto a llamarlos catalanes, ya que los verdaderos
catalanes se sienten españoles y ocupan sus vidas en asuntos más serios que
hacer performances con plásticos
amarillos.
Tabarnia es un grito de dolor, una llamada de
auxilio desde la profundidad del bosque, un S.O.S desde el puente de mando del
Titanic. Pero también es un faro en mitad de una tormenta; un candil encendido
en la tiniebla. Hemos de dirigirnos hacia él; debemos prestar nuestra atención
a ese punto luminoso. No los políticos! Los políticos están a otra cosa! Los
ciudadanos; los hombres y mujeres de toda España! Nosotros, los murcianos, los
andaluces, los gallegos, los madrileños… Todos los españoles tenemos la
obligación de escuchar esa llamada de auxilio de nuestros hermanos catalanes,
que en estos tiempos de abuso, de opresión, de intimidación y de ausencia de la
Ley que concurren en Cataluña, han creado Tabarnia como un bote salvavidas al
que no podemos abandonar flotando a su suerte en ese mar de los sargazos que
hoy es Cataluña.
Hermanos tabarneses: no estáis solos!
Emitido en audio en El Candil de Tabarnia, de www.tabarniaradio.es
Genial! https://twitter.com/Bcnisnotcat_/status/1050081605547642880
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