Artículo de Eduardo Maestre
Me gusta Torra. Me gusta Quim Torra! Sí, ya sé que
para un ciudadano con dos dedos de frente puede parecer una barbaridad escuchar
algo así; pero es que no puedo evitarlo: me gusta Torra! Por qué?
Pues porque con Torra no hay sorpresas; no hay
dobleces. Con Joaquín Torra jamás vas a tener sospechas. Es diáfano. De su boca
fluye un manantial de supremacismo nítido, de desprecio diamantino. Sus
escritos, que jamás ha ocultado ni piensa silenciar, hablan de los españoles en
los mismos términos que Hitler lo hace de los judíos en Mein Kampf, o Lenin de
los kulaks: somos bestias, animales
estúpidos con un bache en el ADN, haraganes insensibles. Para el etnólogo
radical Torra, los españoles somos un tumor que, antes o después, hay que
extirpar. No hay dudas con Quim Torra: no engaña a nadie!
Para un español como yo, al que Natura ha negado
todo rasgo de inteligencia; para un andaluz como yo, cuyo ADN carece por
completo de la posibilidad de analizar una situación política; para, en
definitiva, un sevillano como yo, al que la continua mezcla de razas innobles
(la judía, la almohade, la romana, la castellana) ha embotado el
discernimiento, un molt molt molt
honorapla honoraplabilísimo President como Jordi Pujol (guiño, guiño,
codazo, codazo) le pareció, en su época, un hombre con cierto sentido de
Estado. Ya, Artur Mas, no me convencía tanto: se me asemejaba a un vendedor de
paños de Tarrasa venido a más; pero nunca le atribuí capacidad alguna de
destruir mi nación.
Con Puigdemont, que fue puesto a dedo por Mas, ya no
sabía a qué atenerme: un hombre con ese pelo… Un tipo tan ríspido, tan
resbaloso; con esos parches colorados en las mejillas… Puigdemont, ese
Presidente repentino, que amagaba y no daba me parecía un tipo tan ambiguo que,
la verdad, jamás pensé que fuera capaz de proclamar la República catalana. Y de
hecho, no la proclamó. Y si lo hizo, desde luego culminó en una Derogatio Precox de ocho segundos. No
quiero imaginármelo como amante! Luego, con su incómodo viaje a Bruselas en el
maletero de un coche ingresó para siempre en el Parnaso de los Esperpentos, en
donde descansan el Dioni, Luis Roldán, José María Ruíz-Mateos vestido de
Supermán y tantos otros clowns de vocación.
Pero Torra… Torra no ofrece dudas! Semejante adoquín
supremacista no da lugar a confusiones! Es lo que se ve que es: un Doktor
Mengele con barretina! Por eso me gusta Torra: porque no engaña a nadie; porque
no es ambiguo, ni tiene doblez alguna. Eso sí: en cualquier país serio; en
cualquier nación con un Estado sólido, este botarate confuso y acomplejado
estaría no ya en prisión, sino en el psiquiátrico provincial! Pero teniendo,
como tenemos, un Presidente del Gobierno que es el mayor cretino que vieron las
Españas desde los Reyes Católicos, personajes como Torra, con todos sus
terrores personales a cuestas, campan por sus respetos y andan sueltos por las
calles, llenando de baba oscura las mesas en las que comen, manchando con su
chapapote hitleriano las reuniones que celebran, animando a sus jóvenes Waffen
de las SS a “apretar”.
Urge replantearse Tabarnia como algo más que una
protesta. Quizás haya que comenzar a gestionar la secesión de Tractoria. Por
seguridad judicial. Por higiene política. Por dignidad personal. Un catalán que
se vista por los pies (o por la cabeza) no puede seguir un minuto más teniendo
como President a un payaso desdibujado y patético como Torra, al que además,
sin duda, le huelen los pies.
Mordaz, sardónico y certero...., como siempre.
ResponderEliminarEduardo. cuánto gusto volverte a oír - leer en este caso.
ResponderEliminarHombre, Eduardo...tampoco la lepra engaña y no me gusta. No me gusta nada.
ResponderEliminarQue no sepa usted que los Almohades no son una raza,a pesar de que fue una DINASTIA que dominaron Andalucia durante decenios, es comprensible hasta cierto punto, pero que los castellanos son una raza ?? Esto denota una incultura o una mala intencion SOBRESALIENTE.
ResponderEliminarPd .- Por supuesto que no he acabado de leer el articulo !! A otro perro con ese Hueso !!!