Artículo de Antonio Nadal
Nos ocupamos de el nacimiento de Falange Española de las JONS en Málaga. Comprende, por tanto, la etapa republicana y frente populista en la Historia de España y enmarca en Málaga el período que tiene como techo el alzamiento del 18 de julio de 1936. El posterior Decreto de Unificación franquista, responde a criterios interpretativos diferentes. No profundizamos en cuestiones ideológicas sobre el nacional-sindicalismo o las relaciones entre fascismo y Falange, sobre lo cual ya se ha llevado a cabo una multiplicidad de investigaciones. Nuestra aportación, además de fuentes o documentos, consiste en varias entrevistas personales de quienes vivieron esa etapa como falangistas, y abre el camino a posteriores trabajos.
La aparición de grupos de ideología nacional-socialista o corporativista que habían triunfado en Italia y experimentaban decisivos avances en Alemania, no tardaron en expandirse y florecer en formas específicas, en los estados europeos donde el movimiento obrero había alcanzado niveles de influencia amenazadores para las oligarquías nacionales o internacionales y relevantes sectores de las clases medias. En España, en los primeros meses de 1931, un núcleo de jóvenes, entre quienes destaca la personalidad de Ramiro Ledesma Ramos, firma un documento que cristaliza en su aparición, el 14 de marzo de este año, de la "Conquista del Estado", donde se recogen los principios europeos que informaban las ideas maurrasistas, neo-hegelianas o nitscheianas sobre el Estado autoritario:
"El nuevo Estado será constructivo, creador, suplantará a los individuos, a los grupos y la soberanía última residirá en él y sólo en él...; defendemos, por tanto, un panestatismo, un Estado que consiga todas las eficacias...; la sindicación de las fuerzas económicas será obligatoria y en todo momento atendida a los fines más altos del Estado. El Estado disciplinará y garantizará en todo momento la producción..."
En junio, paralelamente, Onésimo Redondo constituía un núcleo bajo la denominación "Junta Castellana de Actuación Hispánica", que lanza su órgano de expresión "Libertad". Para Redondo, el porvenir de la patria se encontraba en Castilla, sus virtudes, reflejadas en los pequeños campesinos vallisoletanos. En época anterior a la República española, funcionaba en el país otro partido de ideología ultranacionalista, el Partido Nacionalista Español, que presidía el doctor Albiñana. Su base se fundamentaba en la tradición, y su mayor acción fue la organización de los llamados "Legionarios de España", con quienes intentó detener en la calle la proclamación de la República. Fue deportado a Las Hurdes al no poder sufragar una multa impuesta. Gil Robles intentó en vano conseguir su libertad.
El triunfo del nuevo régimen tras la caída de la monarquía, aceleró la constitución de partidos de inspiración ultra-nacionalista. El 10 de octubre de 1931, Ramiro Ledesma Ramos daba a la publicidad la creación de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS), organización en que se fundía Onésimo Redondo. Los Reyes Católicos serían los sueños de la futura España. El símbolo, un haz de cinco flechas cruzado por un yugo. Las flechas indican la libertad, el yugo el sometimiento. Se acuñan entonces las frases futuras de esta formación política: ¡Arriba España! ¡España una, grande y libre! La admiración por el anarcosindicalismo de Ramiro Ledesma, le hizo recoger los colores negro y rojo del anarquismo.
La necesidad de instrumentalizar partidos que respondiesen fuera de los esquemas de la democracia formal, fue muy débil en Málaga. Los sucesos de mayo de 1931 parecen ser el punto de partida de algunos sectores malagueños sobre esta reflexión. Antes de 1933, en la fiesta del 14 de abril, fue colocada una bandera azul, por los que después serían destacados falangistas, en el giraldillo de la catedral (aún la Falange no tenía símbolos propios) en la que se leía "¡Viva España! ¡Viva el Fascio!" Dice F. Lunch que al vería la gente se preguntaba: ¿Qué bandera es esa? ¿Quién la puede haber puesto? . Por otra parte, durante el año 1932, las actividades jonsistas fueron muy escasas y en Málaga no tuvo formación las JONS.
Las excesivas ratificaciones de este grupo sobre la revolución económica alejaron a muchos simpatizantes de las derechas. Ramiro Ledesma Ramos definió la idea fascista nacional socialista en España: el nacional-sindicalismo: "Ledesma consideraba que, puesto que la idea de la revolución española tenía que ser original y no una nueva imitación, su sistema no debía llamarse corporativo o nacional-socialista. Por otro lado, la fuerza más pura en España era el anarcosindicalismo, por todo lo cual llegó a la conclusión de que la cualidad neo-izquierdista de la Revolución Nacional y la cualidad nacionalista de la revolución neo-izquierdista, podría muy bien sintetizarse en la expresión nacional-sindicalismo".
Al analizar el origen y desarrollo de la Falange malagueña, es preciso partir de la situación social y política de esta ciudad en los años 30, caracteriza da por agudos conflictos de clase y poderosas organizaciones políticas y sindicales obreras. Dice Fray Justo Pérez de Urbel: "Nos hallamos en Málaga, la ciudad revolucionaria que no se cansaba de enviar a las Cortes el único diputado comunista que durante mucho tiempo hubo en ellas" . El 30 de enero Hitler alcanza el poder en Alemania. El nazismo se encuentra en auge, y en España se acelera la necesidad de constituir partidos bajo estos principios, aunque existiendo total confusionismo sobre tácticas y estructura orgánica. El triunfo nazi no repercute momentáneamente en la totalidad de la derecha española que, al menos hasta la revolución de Asturias en 1934, seguía utilizando el mecanismo parlamentario de la democracia española. El reflejo más patente, es observable en la publicación del periódico "El Fascio", donde colaboran en el primer número, retirado por el Gobierno, Giménez Caballero, José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, etcétera.
Primo de Rivera procede a efectuar una serie de contactos con nacionalistas, antiguos amigos de su padre, financieros... En la primavera de 1933, se dirige a Alfonso García Valdecasas, cabeza del "Frente Español", perteneciente al grupo "Al Servicio a la República". Las negociaciones son fructíferas, quedando establecida una agrupación presidida por un triunviro compuesto por José Antonio, García Valdecasas y Julio Ruiz de Alda. El grupo se escinde, surgiendo en ellos la necesidad de formar un nuevo partido, homogéneo y unificado. El 29 de octubre de 1933, tiene lugar la celebración de un acto en el Teatro de la Comedia (Madrid), donde queda la nueva organización configurada. Destaca la intervención programática de José Antonio Primo de Rivera, que analiza los puntos fundamentales de Falange Española:
"Como el Estado liberal fue un servidor de esa doctrina, vino a constituirse, no ya en el ejecutor resuelto de los destinos patrios, sino en el espectador de las luchas electorales. Para el Estado liberal sólo era lo importante que en las mesas de votación hubiera sentado un determinado número de señores; que las elecciones empezaran a las ocho y acabaran a las cuatro; que no se rompieran las urnas. Cuando el ser rotas es el más noble destino de todas las urnas. Después, a respetar tranquilamente lo que de las urnas saliera, como si a él no le importase nada. Es decir, que los gobernantes liberales no creían ni siquiera en su misión propia; no creían que ellos mismos estuviesen allí cumpliendo un respetable deber, sino que todo el que pensara lo contrario y se propusiera asaltar el Estado, por las buenas o por las malas, tenía igual derecho a decirlo y a intentarlo que los guardianes del Estado mismo a defenderlo... ...No aspira el socialismo a restablecer una justicia social rota por el mal funcionamiento de los Estados liberales, sino que aspira a la represalia; aspira a llegar en la justicia a tantos grados más allá cuantos más acá llegaran en la injusticia los sistemas liberales. Por último, el socialismo proclama el dogma monstruoso de la lucha de clases; proclama el dogma de que las luchas entre las clases son in dispensables, y se producen naturalmente en la vida, porque no puede haber nunca nada que las aplaque. Y el socialismo, que vino a ser una crítica justa del liberalismo económico, nos trajo, por otro camino, lo mismo que el liberalismo económico: la disgregación, el odio, la separación, el olvido de todo vínculo de hermandad y de solidaridad entre los hombres... ... Pero nuestro movimiento no estaría del todo entendido si se creyera que es una manera de pensar tan sólo; no es una manera de pensar: es una manera de ser. No debemos proponernos sólo la construcción, la arquitectura política. Tenemos que adoptar, ante la vida entera, en cada uno de nuestros actos, una actitud humana, profunda y completa. Esta actitud es el espíritu de servicio y de sacrificio, el sentido ascético y militar de la vida. Así, pues, no imagine nadie que aquí se recluta para ofrecer prebendas; no imagine nadie que aquí nos reunimos para defender Yo quisiera que este micrófono que tengo delante llevara mi voz hasta los últimos rincones de los hogares obreros, para decirles: sí, nosotros llevamos corbata; sí, de nosotros podéis decir que somos señoritos. Pero traemos el espíritu de lucha precisamente por aquello que no nos interesa como señoritos; venimos a luchar porque a muchos de nuestras clases se les impongan sacrificios duros y justos, y venimos a luchar porque un Estado totalitario alcance con sus bienes lo mismo a los poderosos que a los humildes. Y así somos, porque así lo fueron siempre en la Historia los señoritos de España. Así lograron alcanzar la jerarquía verdadera de señores..." .
La Falange en Málaga.
Al analizar el origen y desarrollo de la Falange malagueña, es preciso partir de la situación social y política de esta ciudad en los años 30, caracteriza da por agudos conflictos de clase y poderosas organizaciones políticas y sindicales obreras. Dice Fray Justo Pérez de Urbel: "Nos hallamos en Málaga, la ciudad revolucionaria que no se cansaba de enviar a las Cortes el único diputado comunista que durante mucho tiempo hubo en ellas". El 30 de enero Hitler alcanza el poder en Alemania. El nazismo se encuentra en auge, y en España se acelera la necesidad de constituir partidos bajo estos principios, aunque existiendo total confusionismo sobre tácticas y estructura orgánica. El triunfo nazi no repercute momentáneamente en la totalidad de la derecha española que, al menos hasta la revolución de Asturias en 1934, seguía utilizando el mecanismo parlamentario de la democracia española. El reflejo más patente, es observable en la publicación del periódico "El Fascio", donde colaboran en el primer número, retirado por el Gobierno, Giménez Caballero, José Antonio Primo de Rivera, Ramiro Ledesma Ramos, etcétera.
Las JONS, en este año, como apunta el mismo Ledesma, experimentan un auge considerable. Ponen en marcha un sindicato de estudiantes y otro de taxistas, formando de 25 a 30 escuadras de jóvenes. Este verano, los grupos jonsistas llegaban a ocho provincias españolas, pero el nacimiento de Falange Española supondría un duro golpe para sus proyectos, pues el nombre de José Antonio le arrebató los sectores que hubiesen nutrido sus filas. A finales de 1933, Primo de Rivera consigue un escaño parlamentario en las listas de las derechas por Cádiz. Justifica su entrada en las Cortes en el sentido de poder hacer justicia al nombre de su padre vituperado en dicha institución. El 7 de diciembre se publica el primer número de "Falange Española".
En Málaga, quedaba constituida Falange Española. Su primer jefe provincial fue Andrés Rivas Fernández que, como otros líderes falangistas, procedía del desengaño de la actitud de los dirigentes republicanos. Diferentes personas de la ciudad se habían dirigido a José Antonio por escrito u oralmente para recabar la representación del partido: El doctor Linares Montilla, José Luis Estrada, Crescendo Miranda, Félix Peña Misouri… por conductos distintos.
Los mandos de 1933 y primeros meses de 1934 fueron los siguientes: Triunvirato-Junta de Mandos: Andrés Rivas Fernández, Crescendo Miranda Martín, Manuel Bañares. Jefe de Milicias: Antonio Lora Duque-Heredia. Jefe Primera Centuria: Félix Ledesma Ximénez Enciso. Jefe Primera Falange: Juan Sánchez Pérez. Jefe Segunda Falange: Bernardo Aguilera Luna. Jefe Balillas: Alberto Martos. La jefatura de Prensa la ocupó José Torralba Vega, bajo la dirección de Félix Peña Misouri. Junto a esta organización se formó otra dirigida por el doctor Linares Montilla, José Luis Estrada y José Salas Guirior. Desde la Jefatura Nacional, se insistía en la necesidad de proceder a la unificación de los dos grupos falangistas, para lo cual se trasladarían pronto a Málaga con tal fin. Las presiones no cesaron sobre Ramiro Ledesma Ramos para que propiciase la unidad con F.E. El 11 de febrero de 1934, se reunió el Consejo Nacional de las JONS en el que se decide la fusión con Falange. El nuevo partido se denomina Falange Española de las JONS, mandado por el triunviro: José Antonio, Ramiro Ledesma y Julio Ruiz de Alda. Esta nueva Junta de Mandos ratificó a la dirección malagueña, tras una entrevista del secretario Bañares con Primo de Rivera, donde le entregó, e indicó, los símbolos resultantes de la fusión: la bandera roja y negra, cambio de posición de los colores anar quistas; camisa azul, yugo y flechas. En los últimos días de 1933, los falangistas de Málaga realizaron unas "pintadas" utilizando la cruz de Santiago de color verde, a falta de simbología específica. Dicha cruz era la propia del doctor Albiñana, unida a brazaletes. El Partido Nacionalista Español vistió, a su vez, originalmente la camisa azul.
Las elecciones y el triunfo de las derechas en 1933, no supuso la actividad excesivamente pública de Falange. Su organización, inspirada en principios militares, y jerarquizada interiormente, adoptaba como táctica la semiclandestinidad. El nombramiento de la dirección provincial, era efectuado por la jefatura nacional, que designaba la Junta de Mandos, la cual, a su vez, lo hacía con los mandos subalternos, y así toda la cadena del mando. La unidad básica la constituía la escuadra, cuyo jefe era el encargado de recoger las órdenes dictadas. El jefe provincial establecía un orden del día que era repartido a aquéllos por un falangista de guardia. Dicho documento, contenía el próximo lugar de reunión y los servicios o tareas que a cada uno se le encomendaban.
En muy pocos bares de Málaga, dejaron a los falangistas establecer sus contactos. Los únicos que permitieron fueron el dueño de una taberna situada en el Pasaje Mitjana número 1 y del Café Palermo (antes Café París). Los mandatos y órdenes eran recogidos todos los días a las seis de la tarde en la Plaza de la Constitución, bajo el reloj del Banco Español de Crédito. Cuando tuvo locales Falange Española, hizo funcionar una pequeña biblioteca donde podían consultarse "La carta del trabajo", "El fascismo en Italia", "Adolfo Hitler y su organización", "El Estado corporativo", etc. La extensión de la organización a los pueblos de la provincia, la protagonizó Fernando Soto Vivancos quien, como viajante de tejidos, contactó con núcleos básicos. Soto Vivancos fue muerto por otro falangista en calle Comedias. El órgano "Falange Española", que no pudo vender se en los quioscos, al negarse los propietarios de los mismos, hubo de realizarse voceándolo. Desde este momento, menudearon los enfrentamientos con las juventudes socialistas y anarquistas en calle Larios, Plaza de la Constitución y Café Inglés, lugares más frecuentados por los escuadristas .
VENIDA DE LOS JEFES NACIONALES.
Los efectos de la reunificación empezaron a sentirse en las organizaciones falangistas del país. El más destacado hecho lo constituye el mitin celebrado en el Teatro Calderón, de Valladolid, para conmemorar la unión con Ledesma Ramos. Enmarcado en esta planificación política, se procedió a solventar los problemas de Málaga donde, si bien no existía grupo jonsista, la Falange desarrollaba doble organización. Para lograr una sola, se trasladan a nuestra capital Miguel Primo de Rivera, Ansaldo, Ruiz de Alda y Sancho Dávila. El 18 de marzo, días después del referido atentado, se reúnen en el Hotel Caleta.
"Los jefes nacionales, después de exhortar a los reunidos a cumplir el juramento prestado de servir incondicionalmente y cumplir las órdenes emanadas de la superioridad, para poder llegar al pronto y rápido triunfo de nuestra causa, hicieron saber a los malagueños cómo se baten por las calles de Madrid y de otras ciudades de España sus hermanos falangistas..." Los nuevos mandos designados fueron: Triunviro: Crescendo Miranda Martín, Andrés Rivas Martín y Félix Peña Misouri. Jefe de Milicias: Antonio Lora Duque-Heredia. Jefe Primera Centuria: Jorge Loring Cortés. Jefe Primera Falange: Juan Sánchez Pérez. Jefe Segunda Falange: Bernardo Aguilera Luna. Jefe Tercera Falange: José Luis Carmona. Tesorero: Blas Latorre. En la reunión de la Caleta se tomaron otros acuerdos para fortalecer la organización, destacando entre ellos: Realizar un gran acto en el que intervendría José Antonio, y buscar un local para F.E. de las JONS.
LA JEFATURA ÚNICA. PRIMO DE RIVERA AL PODER.
Durante el verano de 1934 habían surgido disidencias en la junta de mandos nacional de Falange. El crecimiento organizativo, la fundación de la Central Obrera Nacional Sindicalista y del Sindicato Español Universitario (SEU), habían agudizado los enfrentamientos de Ledesma y Ruiz de Alda contra José Antonio. Algunos sucesos, como la "cooperación" con Indalecio Prieto y la acusación de no promover una política más agresiva, constituían serios motivos de desconfianza. Estos sucesos precipitaron el que, durante el verano, un importante sector de Falange comenzase a pensar en una jefatura única, lo cual se verificaría al nombrar el Consejo Nacional de F.E. de las JONS, jefe nacional a José Antonio. La nueva estructura partidaria, transforma el organigrama interno de F.E. y le ofrece más operatividad. En Málaga, queda así: Jefe provincial: Domingo Lozano.
Secretario: Leopoldo Morante Bermejo.
Tesorero: Francisco Ballesteros Rodríguez.
Jefe de Milicias: Antonio Lora.
Jefe Primera Centuria: Jorge Loring Cortés.
Jefe Primera Falange: Eduardo Sanmartín.
Jefe Segunda Falange: José Luis Narbona.
Jefe Tercera Falange: Antonio Moscoso Superviene.
Enlace: Manuel Moscoso.
Quedó establecido el local en la Plaza del Teatro número 27.
Durante el verano de 1934 habían surgido disidencias en la junta de mandos nacional de Falange. El crecimiento organizativo, la fundación de la Central Obrera Nacional Sindicalista y del Sindicato Español Universitario (SEU), habían agudizado los enfrentamientos de Ledesma y Ruiz de Alda contra José Antonio. Algunos sucesos, como la "cooperación" con Indalecio Prieto y la acusación de no promover una política más agresiva, constituían serios motivos de desconfianza. Estos sucesos precipitaron el que, durante el verano, un importante sector de Falange comenzase a pensar en una jefatura única, lo cual se verificaría al nombrar el Consejo Nacional de F.E. de las JONS, jefe nacional a José Antonio. La nueva estructura partidaria, transforma el organigrama interno de F.E. y le ofrece más operatividad. En Málaga, queda así: Jefe provincial: Domingo Lozano.
Secretario: Leopoldo Morante Bermejo.
Tesorero: Francisco Ballesteros Rodríguez.
Jefe de Milicias: Antonio Lora.
Jefe Primera Centuria: Jorge Loring Cortés.
Jefe Primera Falange: Eduardo Sanmartín.
Jefe Segunda Falange: José Luis Narbona.
Jefe Tercera Falange: Antonio Moscoso Superviene.
Enlace: Manuel Moscoso.
Quedó establecido el local en la Plaza del Teatro número 27.
A nivel nacional, en noviembre de 1934, la Falange no sumaba más de 5.000 afiliados y contaba con muy poco apoyo popular. Los problemas internos no cesaron. El 16 de enero de 1935, Primo de Rivera decide la expulsión de Ledesma Ramos, que arrastra consigo a algunos líderes sindicales, pero F.E., fortalecida interiormente, experimentaría un primer crecimiento, por los efectos que en España se observan tras la revolución de Asturias.
EL ATENTADO DE ALGABEÑO.
Constituye este hecho uno de los más destacados preludios de la violencia que no tardará en reproducirse en Málaga. Los hermanos Algabeño, destacados derechistas, y después colaboradores de Queipo de Llano, eran muy mal vistos en nuestra capital por los sectores de izquierdas y se sabía positivamente que habían sido amenazados si se confirmaba su presencia en la ciudad. El domingo 11 de marzo de 1934, el diestro José García "Algabeño" y su hermano Pedro Luis, al regresar de la plaza de toros de una corrida en la que aquél había tomado parte, fueron tiroteados a la puerta del Hotel Caleta por cuatro individuos que allí aguardaban. José García Carranza "Algabeño", resultó con dos heridas en la espalda y una en el hombro; pronóstico menos grave. Pedro Luis García, con una herida en la región intercostal de carácter menos grave. El chófer, tenía heridas leves. Fueron trasladados a la clínica del doctor Recio.
Según el relato del chófer, los hechos se produjeron de la siguiente manera: Marchaba rápido, pues, "los señoritos Pepe y Pedro Luis iban a cenar con una familia malagueña; al divisar la verja del hotel, toqué la bocina para que se apartara un grupo de cinco individuos que iban cruzando. Los sujetos no tenían prisa y hube de repetir el toque, apartándose éstos a un lado. Al cruzar la cancela, empezaron los disparos..." Los autores del atentado salieron huyendo, y al encontrar un coche en el Camino Nuevo, obligaron al chófer a que los condujese, deteniéndose en el Campillo, donde desaparecieron.
Las derechas acusaron al gobernador de no prestar, aún a sabiendas de la situación, la debida protección al diestro.
EL ATENTADO DE ALGABEÑO.
Constituye este hecho uno de los más destacados preludios de la violencia que no tardará en reproducirse en Málaga. Los hermanos Algabeño, destacados derechistas, y después colaboradores de Queipo de Llano, eran muy mal vistos en nuestra capital por los sectores de izquierdas y se sabía positivamente que habían sido amenazados si se confirmaba su presencia en la ciudad. El domingo 11 de marzo de 1934, el diestro José García "Algabeño" y su hermano Pedro Luis, al regresar de la plaza de toros de una corrida en la que aquél había tomado parte, fueron tiroteados a la puerta del Hotel Caleta por cuatro individuos que allí aguardaban. José García Carranza "Algabeño", resultó con dos heridas en la espalda y una en el hombro; pronóstico menos grave. Pedro Luis García, con una herida en la región intercostal de carácter menos grave. El chófer, tenía heridas leves. Fueron trasladados a la clínica del doctor Recio.
Según el relato del chófer, los hechos se produjeron de la siguiente manera: Marchaba rápido, pues, "los señoritos Pepe y Pedro Luis iban a cenar con una familia malagueña; al divisar la verja del hotel, toqué la bocina para que se apartara un grupo de cinco individuos que iban cruzando. Los sujetos no tenían prisa y hube de repetir el toque, apartándose éstos a un lado. Al cruzar la cancela, empezaron los disparos..." Los autores del atentado salieron huyendo, y al encontrar un coche en el Camino Nuevo, obligaron al chófer a que los condujese, deteniéndose en el Campillo, donde desaparecieron.
Las derechas acusaron al gobernador de no prestar, aún a sabiendas de la situación, la debida protección al diestro.
1936. JOSÉ ANTONIO EN MÁLAGA. COMIENZAN LOS ATENTADOS.
En abril de 1935, cuando se hallaban varios falangistas en el local de la Plaza del Teatro, uno de ellos, González Casillas, avisado de que varios individuos sospechosos merodeaban por allí, fue tiroteado al salir del local. Un falangista consiguió desarmar a uno de los agresores, que fue entregado a la Guardia Civil. El herido, que presentaba una herida en el muslo, fue trasladado al hospital. El agresor resultó ser un joven de dieciséis años, que del Juzgado pasó a la cárcel. A las seis de la tarde de este mismo día, ante la sospecha de nuevos atentados, por la formación de grupos en la esquina de dicha plaza, decidieron avisar a la Jefatura de Vigilancia. Uno de ellos, al acercarse a un guardia municipal le dispararon. En el tiroteo, cayó al suelo un transeúnte y el guardia municipal. Se intensificó el tiroteo, que no decreció hasta el Llano de Mariscal donde los autores se confundieron con la gente que “salía del fútbol”.
En tan críticas circunstancias, el 20 de junio José Antonio llegaba a Málaga para asistir al mitin anteriormente programado. Durante esta visita, al igual que en Santander, José Antonio aprovecharía para eliminar al ala derechista de Falange. En relación con este problema, José Antonio dijo a José Luis Estrada: "Estrada, tú serás un buen escuadrista. Jefe, ¡jamás!". El acto se realizó en el Teatro Cervantes, a donde se habían trasladado representaciones falangistas de Granada y Sevilla.
Las primeras palabras fueron del jefe provincial, Domingo Lozano, a quien siguió Manuel Mateo de la CONS, Raimundo Fernández Cuesta, como secretario nacional de F.E. intervino inmediatamente. José Antonio pronunció el siguiente discurso:
“ANTE LA PATRIA EN RUINAS Discurso pronunciado en el Teatro Cervantes, de Málaga, el día 21 de julio de 1936"
“ANTE LA PATRIA EN RUINAS Discurso pronunciado en el Teatro Cervantes, de Málaga, el día 21 de julio de 1936"
"Este acto organizado por Falange Española parece que nos recuerda hechos anteriores y que produce en nosotros una nueva emoción. Si fuéramos organizando concentraciones en campos de fútbol, con viajes pagados y comilonas espléndidas, el éxito de público estaría descartado. Pero nunca me he sentido yo tan satisfecho como en este ambiente de confidencia, de intimidad, de mangas de camisa, que es señal de pura y sencilla camaradería. Alentado por esta familiaridad del acto que celebramos hoy en Málaga, yo os invitaría a partir a las afueras, a marchar al campo, a sentarnos bajo la sombra grata de un árbol y cruzar las piernas, y entonces podríamos hacer un cambio de impresiones, contándonos nuestras alegrías, nuestras preocupaciones, nuestras esperanzas. Sentados, cobijados bajo el árbol, en ese ambiente de intimidad, yo dejaría vagar mi pensamiento y tal vez cruzara por mi mente el recuerdo de los conquistadores de América, que eran menos, muchos menos que nosotros. Así arribaron a las tierras vírgenes de América, sin que en ella hubiera un solo hombre blanco, y en lo alto de alguna cordillera, con el disco lunar sobre sus cabezas y la extensión infinita de las Pampas por horizonte, comenzaron a fundar los cimientos de la futura gloria dorada de un ancho imperio. Vamos a hablar nosotros con absoluta tranquilidad, como si lo hiciésemos a la sombra de un árbol. ¿Sabéis vosotros, camaradas, tiernos camaradas de la organización de Málaga al servicio de la Falange Española, para qué os llamamos y os requerimos los veteranos de la primera hora? ¿Sabéis vosotros cuál ha de ser vuestra misión en Falange? Vais a saberlo. Nos ha tocado a las generaciones actuales, a los jóvenes de hoy, abrir los ojos a la vida en la siguiente actuación: el mundo viejo, y el orden social quebrándose, deshaciéndose, y una Patria grande y poderosa antes, en ruina; el sistema capitalista, agonizante. El orden capitalista era una necesidad cuando creció la gran industria y se hizo necesaria la acumulación del capital. Pero la gran industria fue creciendo y absorbiendo al mismo tiempo a los pequeños capitales, a las industrias pequeñas. El capitalismo era, desde el principio, el gran enemigo del obrero, al que reclutaba en las filas anónimas de la fábrica, y era también enemigo del pequeño capital, porque absorbía y aniquilaba las fuentes de producción, sustituyendo al hombre, al industrial pequeño, por unas cuantas hojas de papel, sin nervio ni corazón. El capitalismo convertía a los hombres, los trabajadores, en proletarios, es decir, en individuos que, apartados de los medios productivos, esperaban al cabo de unos días un salario por la prestación de un trabajo abrumador. El capital devoraba al obrero, a la industria; devoraba cuanto caía bajo su alcance. Por devorar todo ha empezado a devorarse a sí mismo. Y el hambre aumenta en las clases proletarias, y los obreros parados se multiplican considerablemente, sin hallar el menor resquicio acogedor en el sistema que agoniza. Esto en cuanto al orden social y económico. Pero es que, además, nos hemos encontrado con una Patria que no era ya ni un archivo de recuerdos. ¿No recordáis cómo cuando estudiabais el bachillerato había siempre un profesor estúpido que ponía todo su empeño en haceros ver que el apóstol Santiago estuvo presente en la batalla de Clavijo? ¿No recordáis cómo toda la ciencia de ese profesor se reducía a destacar la importancia de que el apóstol Santiago presenciase la batalla de Clavijo, y no le importaba ni le preocupaba en absoluto el estudio de otras cuestiones que podían suponer motivos de gloria para España? Y de la conquista de América nos hablaban, al mismo tiempo que de la torpeza que cometieron los que a aquellas tierras fueron en plan de conquista. Cuando citaban a Carlos V y a Felipe II, ¿no condenaban su intromisión en las guerras religiosas europeas? Los combatían sin tener en cuenta aquel pobre catedrático, que fue lamentable que no se hallase al lado de ellos en los críticos momentos en que habían de decidirse, para aconsejarles bien. Ya no era ni un archivo de recuerdos. Pero es que, además, nos encontrábamos con una Patria destartalada, venida a menos, inerme, en ruinas, con sus costas abiertas a los de fuera a cualquier posible ataque. Era una Patria que podía permitir ya que en su Constitución se escribiesen estas palabras: "España renuncia a la guerra". España renuncia a la guerra, esto es, que si la atacan no se defiende. Vale tanto como decir: Me has dado una bofetada. Puedes pegarme otra y las que quieras, porque yo no pienso defenderme. Esto, para nos otros, es un oprobio, una vergüenza. Pues bien: España ha permitido que en las páginas de la Constitución se escriban estas palabras. Ante este espectáculo de la Patria deprimida, arrinconada, inerme; ante un orden social y económico que veía cómo aumentaba el número de hambrientos, de los famélicos, de los miserables, nosotros abrimos los ojos y encontramos que nuestros contemporáneos se hallaban divididos en dos bandos, que llamaremos derechas e izquierdas. Las derechas españolas se nos han mostrado siempre interesadas en demostrarnos que el apóstol Santiago estuvo dando mandobles en la batalla de Clavijo. Con esa preocupación obsesionante, se desentendieron por completo de las angustias del pueblo español, de sus necesidades apremiantes, de su situación dolorosa. Nosotros hemos tenido ocasión de comprobar este estado de desdicha de nuestro pueblo al recorrer día tras día las tierras de España. Nosotros hemos visto en la provincia de León, donde el clima es duro, no este clima dulce y suave de Málaga, a las gentes cobijadas en agujeros bajo la tierra, en montones de tierra ahuecados para que les sirviera de refugio. Vosotros habréis visto, como lo hemos visto nosotros, al hombre trabajando de sol a sol por un plato de gazpacho, y habréis descubierto en los confines de los páramos españoles gentes con ojos iluminados, como en los mejores tiempos, capaces de toda empresa, vivir una vida miserable y dolorosa. La existencia de esas pobres gentes pondrían los pelos de punta si la viéramos aplicada a los animales domésticos. Pues bien, camaradas. Las derechas han hablado de esto sin que nadie se haya preocupado de corregirlo, de evitarlo, y con un poco de espíritu de sacrificio se hubiera podido remediar. Pero los que ensalzaban las glorias de la Patria se desentendían de los que viven bajo las duras tierras de la provincia de León. Las izquierdas han venido proclamando a los cuatro vientos la necesidad de llegar a una verdadera justicia social, fuera como fuera, más al mismo tiempo se esforzaban en arrancar del alma del obrero todo impulso espiritual, todo estímulo religioso. Llenaban de odios las masas obreras, no para mejorar a la Patria, ni para restablecer una más perfecta justicia social, sino para medrar, encaramándose sobre las espaldas de las masas hambrientas, como señor de horca y cuchillo. Nosotros, al enfrentarnos, al situarnos entre estas derechas y estas izquierdas, no sabíamos dónde incorporarnos. Unas carecían de valor social; otras difundían las grandezas y las glorias de la Patria. Nosotros decidimos encerrarnos en nuestra torre de marfil, donde esperábamos los acontecimientos, creyendo que era hermoso encerrarse en la torre de marfil, de espaldas a las angustias del pueblo. Así vivíamos, hasta que, por fortuna, vino una revolución a sacarnos de nuestro engaño. Una revolución que nos cogió desprevenidos, como se coge por la cintura a los niños indecisos y se los arroja al mar, donde tendremos que nadar todos, queramos o no queramos. Veréis cómo nadamos y vamos lejos, porque nosotros, y ésta es nuestra gloria y nuestra fecundidad, hemos difundido aquellas dos cosas. ¡Qué es eso de engañar a los obreros y ocultarles que se puede ser libre, fuerte, dentro de una Patria grande, libre y justa! Nosotros mismos hemos sacudido nuestra modorra y sacrificado nuestras vocaciones para recorrer España, en los días crudos, con frío o con calor, pero con honradez y lealtad, para decirles a los obreros: "Muchos de nosotros, que no sentimos el hambre que destroza vuestros hogares, que aniquila vuestras vidas, salimos a la calle en defensa de vuestra causa, dispuestos a dar la vida". Y esto no es una falsedad, un engaño más, cuando se tiene a la espalda esa lista de muertos. Y por eso esta juventud nuestra, como por obra de milagro, ha encontrado una vena de heroísmo y de valor que se hallaba como escondida, como soterrada muy honda, y sale de su casa con un temple que supera al mejor temple antiguo. Aquí tenéis la lista, en la que figura Matías Montero, el fundador del Sindicato Católico de Estudiantes, que aun sabiendo que estaba amenazado de muerte, no varió siquiera el itinerario para ir a su casa. Jesús Hernández, un niño, quince años. Le dispararon por la espalda un tiro, y en la casa de socorro, cárdeno, en el delirio ya de la agonía, todavía pudo cantar entre dientes la vieja canción de las JONS: "Quiero una muerte española..." Y ese Manuel Carrión, gerente de un hotel de San Sebastián. ¿No os lo imagináis, tranquilo, dulce, pacífico, con una habilidad extraordinaria para el desempeño de su profesión? Tenía que ser modelo de complacencia, de delicadeza. Pero un día sintió la llamada de lo heroico y redactó unas hojas en vascuence y en castellano, y salió a repartirlas por las calles. Se le amenazó de muerte, y un día le dieron un tiro, por la espalda. Murió sin conceder la menor importancia a la vida. Sólo le interesó el triunfo del ideal por el que derramaba su sangre. Así, los muertos y los vivos. Hoy tenemos en Sevilla trece camaradas presos, y de ellos, uno que, cuando murió Manuel García, alegre, haciendo cara al enemigo, le cogió en sus brazos para que las turbas no lo mutilaran, y dando traspiés, cayendo una vez y levantándose otra, pudo llegar a un lugar seguro, y entonces, dándole un beso en la frente, le dijo: "¡Arriba España!" ¿Creéis vosotros que no hemos encontrado la fecundidad de Falange Española en hechos como los que he citado? Esos dos muchachos que recientemente, prendidos en llamas, salieron a la calle gritando: "¡Esto es un atentado comunista!", ¿no es otro ejemplo de fecundidad y de amor a la idea? ¿No es otro ejemplo de heroísmo el no preocuparse de sus cuerpos incendiados y procurar solamente que no cayera la responsabilidad sobre la organización? Así todos los días. Unos caen en las calles, asesinados por la espalda; otros se hallan en las cárceles, desde donde nos escriben llenándonos de emoción. Así da gusto mandar gentes. Estas víctimas y estas gentes qué cartas tan sentidas y fervorosas nos escriben, legitiman nuestro derecho a mandarlas; por eso nosotros os llamamos a todos, deseosos de devolver a España una justicia social firme e inquebrantable y nuevas glorias. Ya es hora de que un pueblo lleno de posibilidades deje de ser la finca de unos cuantos. Es hora también de que se pueda prescindir de prestamistas y banqueros, que son tan enemigos del obrero como del patrono. Todo eso lo sabremos arriesgar, sacrificando cuanto tengamos que sacrificar, contra los unos y contra los otros; esto lo decimos aunque, como ya señalaba Raimundo Fernández Cuesta, haya gente que crea que no es necesaria nuestra posición; se dice que no hace falta lo que hacemos; que tenemos un Gobierno de orden; que no hay motivo para sentir preocupación; que las cosas andan ya bastante bien. Nada de eso, señores; las cosas no van bien, porque tenemos a la vista una revolución más fuerte y mejor organizada que la de octubre, y porque no queremos que nuestros hijos sientan oprobio al saber que hay hombres que trabajan de sol a sol por un plato de gazpacho y que muchos españoles viven como cerdos. Nosotros no nos conformamos con nada de esto. No nos conformamos con que no haya tiros en las calles, porque se diga que las cosas andan bien; si es preciso, nosotros nos lanzaremos a las calles a dar tiros para que las cosas no se queden como están. Ya sabéis la consigna para este verano; para combatir la modorra existe mezcla de calor y de complacencia. Es necesario que seáis los aguafiestas de España; que cada uno os convirtáis en un aguijón para hacer ver a todos que no nos resignamos con semejante estado de cosas. Esta es nuestra tarea, y para ella es preciso reclamar un primer puesto. Nosotros no hacemos concentraciones en campos de fútbol ni contamos con dinero para viajes y comidas. Os dirán las cosas más sandias de nuestra organización. Os harán creer que la Falange es un batallón infantil que propugna la violencia. ¡No importa! Esas mismas frases os dirán dentro de diez años. Igual se nos combatirá. ¡No importa! Seguiremos adelante. Y nos reuniremos en Málaga con este calor de julio o en las montañas frías del Norte. En todas partes seguiremos cambiando impresiones sin preocuparnos de lo que digan. ¡No importa! Cada uno en su tumba, habrá un día que sienta retemblar los huesos bajo el peso triunfal de las legiones nuevas. ¡Arriba España!"
Después del almuerzo celebrado en Villa Carlota, dijo estas breves palabras: "No creáis que voy a parecerme a los demás pronunciando un discurso a la hora de los brindis. Quiero deciros únicamente dos cosas: primero, que hemos comido bastante bien. Pensad en este instante que hay muchos españoles que no comen; segundo, tenemos sobre nuestras cabezas una lona y, frente a nuestra mirada, un mar azul y transparente. Hagamos de esta lona una vela navegante y lancémonos de nuevo por el mar a la conquista de las empresas imperiales. ¡Arriba España!"
A la salida del Cervantes, hubo choques entre jóvenes de izquierda y los falangistas. Estos se dirigieron a Villa Carlota donde se celebró una cena-banquete.
EL FRENTE POPULAR.
1936 significa la coyuntura donde culminan los graves problemas socioeconómicos de Málaga. Los resultados de la revolución de Asturias y el triunfo electoral de la coalición de izquierda, aceleran el alzamiento militar. Como prólogo, la violencia civil se extiende como una mancha. En calle Granada, 104, nueva sede falangista, se habían pegado pasquines con discursos de José Antonio. Enterados de este hecho, numerosos jóvenes decidieron arrancarlos, lo que promovió diversos incidentes. F. Lunch cuenta que, al salir Morales Sella con una porra para golpear a quienes intentaban quitarlos, recibió una significación fascista, los cuales iban provistos de porras de hierro. Dichos individuos -dispuso "El Popular"- parece protestar por la existencia de dichas porras:
"Anteayer tuvimos conocimiento de que en la Audiencia —por la pareja de Seguridad allí de servicio— habían sido detenidos tres jóvenes de fueron conducidos a la Comisaría donde, después de ser interrogados, se dispuso que quedaran en libertad y en condiciones de poder campear por sus respetos en el radio de la ciudad. Ignoramos si les fueron quitadas o se les devolvieron las porras".
La noche del mismo día, fue muerto al final del parque, en la Coracha, un hombre apodado "El Barriles", de significación izquierdista, acción que algunos consideraron como venganza. El 26 de febrero, en el Puente de Tetuán, muere por disparos el falangista Antonio Díaz Molina. Hasta el 18 de julio, conmueven a Málaga dramáticos asesinatos: Arrabal, comunista, en la calle del Pajarito; un oficial de Prisiones; el concejal comunista Andrés Rodríguez (asesinado por la FAI), en el barrio del Perchel; el presidente de la Diputación, el socialista Antonio Román Reina(asesinado por la FAI), y los atentados contra los dirigentes de la CNT.
"Anteayer tuvimos conocimiento de que en la Audiencia —por la pareja de Seguridad allí de servicio— habían sido detenidos tres jóvenes de fueron conducidos a la Comisaría donde, después de ser interrogados, se dispuso que quedaran en libertad y en condiciones de poder campear por sus respetos en el radio de la ciudad. Ignoramos si les fueron quitadas o se les devolvieron las porras".
La noche del mismo día, fue muerto al final del parque, en la Coracha, un hombre apodado "El Barriles", de significación izquierdista, acción que algunos consideraron como venganza. El 26 de febrero, en el Puente de Tetuán, muere por disparos el falangista Antonio Díaz Molina. Hasta el 18 de julio, conmueven a Málaga dramáticos asesinatos: Arrabal, comunista, en la calle del Pajarito; un oficial de Prisiones; el concejal comunista Andrés Rodríguez (asesinado por la FAI), en el barrio del Perchel; el presidente de la Diputación, el socialista Antonio Román Reina(asesinado por la FAI), y los atentados contra los dirigentes de la CNT.
Ende, por tanto, la etapa republicana y frente populista en la Historia de España y enmarca en Málaga el período que tiene como techo el alzamiento del 18 de julio de 1936. El posterior Decreto de Unificación franquista, responde a criterios interpretativos diferentes. No profundizamos en cuestiones ideológicas sobre el nacional-sindicalismo o las relaciones entre fascismo y Falange, sobre lo cual ya se ha llevado a cabo una multiplicidad de investigaciones. Nuestra aportación, además de fuentes o documentos, consiste en varias entrevistas personales de quienes vivieron esa etapa como falangistas, y abre el camino a posteriores trabajos.
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, escritor, preso político durante el franquismo y experto en la Guerra Civil española en Málaga.
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