Artículo de Antonio Nadal
Doy a conocer en
este artículo, como continuación a las tramas civiles en Málaga, los
acontecimientos que he estudiado y documentado que precedieron al alzamiento
nacional en Málaga.
El 17 de julio
de 1936 se coloca en las calles de Melilla el bando por el cual se declara el
estado de guerra. En él se leía: “… el restablecimiento de este principio de
autoridad, olvidado estos últimos años, exige inexcusablemente que los castigos
sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez con que se
llevarán a cabo, sin titubeos, ni vacilaciones”. Firmaba el general en jefe
superior de las Fuerzas de Marruecos, Francisco Franco Bahamonde.
El alzamiento
militar contra la República venía siendo preparado minuciosamente por el
general Mola, “El Director”, verdadera alma y auténtico artífice de la
conspiración, y consistía en un rápido movimiento de tropas que confluirían
sobre Madrid, puesto que: “La capital de la nación ejerce en nuestra Patria una
influencia decisiva sobre el resto del territorio, a tal extremo que puede
asegurarse que todo aquello que se realiza en ella se acepta como cosa
consumada por la inmensa mayoría de los españoles”.
“El Director”
había emitido directrices e instrucciones especificando el papel a desempeñar
por cada una de las divisiones en las que estaba organizado el Ejército
español.
Andalucía estaba
comprendida en la II División Orgánica, con sede en Sevilla y al mando del
general de División don José Fernández de Villebrille y Calivara, militar fiel
al Gobierno del Frente Popular. En Málaga, se encontraba el Cuartel General de
la IV Brigada de la División bajo las órdenes del general don Francisco Patxot
Madoy, cuya fuerza mayor era el Regimiento de Infantería número 8 (de Vitoria).
Además de dicho regimiento en la provincia se concentraban las siguientes
fuerzas:
- Cajas de
Reclutas número 16 (Málaga) y número 17 (Ronda).
- Compañías del
16 Tercio de la Guardia Civil con cabeceras en Álora, Ronda, Vélez-Málaga,
Antequera, Málaga y Marbella.
- 7 Compañías de
Carabineros: Málaga (2), Fuengirola, Nerja, Ronda, Estepona y Marbella.
- La 17 Compañía
y la 9 de Fuerzas de Asalto.
- El general
Mola había designado a Queipo de Llano responsable máximo de la sublevación en
Andalucía.
QUEIPO DE LLANO
Y LA II DIVISIÓN ORGÁNICA
Gonzalo Queipo
de Llano, como muchos jóvenes a finales del siglo XIX, fue seminarista,
ingresando después como soldado voluntario en 1891. Participa en las campañas
de Cuba donde es ya oficial. En 1923, con la entrada de la Dictadura, ocupa la
Comandancia Militar de Ceuta. La llegada del nuevo régimen es juzgada positiva
por Queipo, que escribe algún artículo de alabanza al Directorio. Años después
comienza su descontento hacia Primo de Rivera, extremando sus críticas y falta
de disciplina de tal manera, que es pasado a la reserva en 1928, negándose la
Junta Clasificadora de la Dictadura a ascenderle a general de División.
En 1927, Sánchez
Guerra, jefe del partido Conservador, intenta un golpe militar contra el
régimen, con la participación de Queipo y otros generales —la mayoría
africanistas—, que supone un rotundo fracaso. El general permanecerá detenido
84 días. Tres años después se compromete en una nueva sublevación: la de Cuatro
Vientos. Conjuntamente en Jaca, Burgos y Cuatro Vientos se produciría, en 1930,
una sedición militar, de acuerdo con varios generales del ejército —Núñez de
Prado y Queipo de Llano, quien tenía la misión de hacerse cargo de los
Regimientos de Artillería de Campamento-Madrid—. El movimiento militar estaba
simultaneado por una huelga general y varias acciones de la Aviación, pero al
adelantarse Galán y García Hernández en Jaca, queda frustrado. En Madrid no
estalla la huelga general. Algunos militares se retiran. Ramón Franco decide
mantener la intentona, y Queipo marcha a Cuatro Vientos para, desde allí,
ocupar Campamento. Pero al no existir condiciones, Franco, Cisneros y otros,
bombardean Madrid… con octavillas. Consiguen huir a Portugal. Queipo de Llano
se refugia en París, donde al decir de algunos autores, la tan insólita
aparición, causa el hazmerreír de los políticos de la oposición allí exiliados.
La caída de la
Dictadura de Primo de Rivera inaugura la llamada “Dictablanda” de Berenguer.
Este gobierno pone en marcha una política de conciliación y concede una
amnistía. Prieto, Unamuno y otros exiliados, regresan de París. Pero a los
generales pasados a la reserva —Queipo, López Ochoa y Cabanellas— no se les
restituye por las leyes especialmente rígidas del Ejército. Queipo exacerba sus
críticas a Primo de Rivera con su tradicional lenguaje poco educado e
imprudente. En respuesta a una de sus diatribas, José Antonio Primo de Rivera
le abofetea en público. No será la primera vez que esto ocurra al general,
debido a su poco comedido lenguaje y actitud. Su posición política parece
afianzarse y constituye, junto a otros militares represaliados, la llamada
Asociación de Ciudadanía Militar, organización de claro matiz republicano.
Como era de
esperar, la proclamación de la República supuso para todos estos militares la
vuelta a la actividad, su rehabilitación y ocupación de puestos de mayor
importancia en el mando, al servicio del ideario que habían venido manteniendo.
Cabanellas es designado capitán general de Andalucía, y Queipo de Llano,
capitán general de Madrid. El cargo no podía ser de mayor confianza, ya que
dicha capitanía suponía el control de la capital de la nación y del gobierno
del Estado. Cuando Azaña comienza sus conocidas reformas militares, Queipo se
convertirá en un irreflexivo brazo derecho de estas reformas, que los oficiales
nacionalistas detestaban profundamente. Las órdenes de Azaña las cumple tan a
rajatabla contra los militares no afectos al régimen, que ha de llamarle el
gobierno repetidas veces la atención. Por una nueva imprudencia, un capitán del
ejército le abofeteaba en público.
Gonzalo Queipo
de Llano es un republicano decidido y se fotografía con los políticos
socialistas en numerosas ocasiones. Siendo capitán general de Madrid, no
permite que las tropas intervengan para impedir la quema de conventos en la
capital de España. Sale él personalmente, e intenta apaciguar a las masas,
pronunciando un discurso. Su actitud obliga al mismo Alcalá Zamora, a pedir su
sustitución como jefe del Cuarto Militar del presidente de la República.
La República
española había dado los mayores cargos al general: ascendido de general de
Brigada a general de División, capitán general de Madrid, general en jefe de la
Primera División Orgánica, jefe del Cuarto Militar del presidente de la
República, director general de Carabineros, jefe de la Inspección General del
Ejército, inspector general de Carabineros. Las causas de su rápido
enfrentamiento con la República no son históricamente muy conocidas; lo que sí
hay que destacar es lo súbito del cambio.
Naturalmente,
los tempranos conspiradores contra la República no habían contado con Queipo,
los generales y jefes que dirigían la conspiración le tenían una profunda
desconfianza. Mola, no cabe la menor duda, jugó muy hábilmente al incorporar a
Queipo al alzamiento.
Los primeros
meses de 1936, a
fin de sondear la situación, como director general de Carabineros, viajó a
Pamplona, donde se entrevistó con Mola, a quien pregunta a bocajarro sobre la
marcha de la sublevación. Este, contesta con evasivas, pero deja abierto un
canal que después va a utilizar. El 1 de junio de 1936 vuelve a Pamplona para
ponerse en contacto con “El Director”. Para entonces López Pinto y Galarza ya
apoyaban su entrada en el alzamiento. Mola le convoca en Izurzum en cita
clandestina, donde le expone claramente el plan militar de las 5, 6 y 7
Divisiones y del Ejército de Marruecos. Mola deja caer que faltaba información
de Andalucía, especialmente de Sevilla, Cádiz, Málaga, Algeciras (sitios en que
basaba su estrategia) y que precisaba de ésta.
Queipo quedó en
visitar dicha región y recabar información. El 23 de junio, en una nueva
entrevista, no aportó apenas más noticias que las que Mola conocía a través de
Galarza: mal en Sevilla, Granada, Málaga y el Arsenal Marítimo de Cádiz; alguna
posibilidad en Cádiz, bien conectada Ceuta. El coronel García Escámez
recorrería después Andalucía en viaje informativo, llegando a la conclusión de
que allí las fuerzas del Frente Popular eran poderosas y “que el porvenir sobre
aquella tierra se cifraba en una rápida intervención de las tropas de
Marruecos”. Según informes de la Dirección General de Seguridad, las peores
zonas eran la zona minera de Córdoba, y Málaga.
En esta reunión
Mola ya tenía destinado el papel a Queipo quien, visto lo avanzado de los
planes, se auto propuso para mandar la VIl División (Valladolid). Mola contesta
negativamente y le encarga la Segunda División Orgánica (Sevilla). Queipo queda
sorprendido de ser enviado a Andalucía. Acepta, siéndole confiadas la
estrategia de la II División, de las bases de Cartagena y Cádiz y de las
fuerzas de Marruecos.
Incomprensiblemente,
los primeros días de julio traslada a su familia a Málaga, como el lugar más
seguro hasta el triunfo definitivo del alzamiento.
Su entrada en el
movimiento militar causaría muchas sorpresas entre generales, jefes y
oficiales, como ocurriría con el coronel Aranda, acusado de masón. A finales de
junio, conociendo Franco la participación de Queipo, Cabanellas y otros, decide
adherirse definitivamente, utilizando a Yagüe como una especie de representante
oficioso.
Sevilla no es
una ciudad fácil para el general desde la existencia de un movimiento obrero
muy fuerte hasta el fracasado precedente de Sanjurjo en esa capital. La ayuda
del comandante jefe de Estado Mayor, Cuesta Monereo, sería decisiva, ya que
constituía la auténtica base, junto a la oficialidad de la plaza, del
alzamiento. Estando en Huelva, recibe notificación de Ceuta para que regrese
rápidamente. Vestido de paisano, llega al cuartel de la División, donde el
general Villa le manifiesta su intención de no sublevarse. Va hacia un hotel y
vuelve deteniendo al general Villa Abreville y su ayudante, con la
participación de los oficiales que le apoyan. Este sería el comienzo de las
operaciones, hasta la toma definitiva de Sevilla.
El 18 de julio
el alzamiento militar se extiende por toda Andalucía. En las cabeceras
militares de Sevilla, Granada, Córdoba y Cádiz triunfa la sublevación (Huelva
se les une días después). Los generales Varela y López Pinto se adueñan de
Cádiz; en Granada toma el mando el coronel León Maestre (el de mayor
antigüedad); tras la destitución del general Campins, el coronel Ciriaco
Cascajo se apodera de Córdoba. Almería, Jaén y Málaga quedan a favor del Frente
Popular. El balance es claramente favorable a Queipo, ya que tiene casi toda
Andalucía Occidental y el enlace de guarniciones de Córdoba y Granada.
PLANES
GENERALES PARA EL TRIUNFO DEL ALZAMIENTO. EL PAPEL DE ANDALUCÍA Y MÁLAGA
En líneas
generales, podemos decir que el triunfo y consolidación en Andalucía, se basaba
en la rápida llegada de las fuerzas de Marruecos (la Legión y los Regulares).
Los militares malagueños fundamentaron su estrategia en la toma del muelle y el
dominio del Campamento Benítez, donde habrían de desembarcar dichas tropas
procedentes de Melilla. Sometidas estas poblaciones, se dirigirían hacia Madrid
según los planes previstos.
Por la
importancia de los documentos y lo poco conocidos que son, voy a transcribir
textualmente las instrucciones de Mola, en la que se verá el plan general,
civil y militar, los planes para Marruecos que afectan a Málaga y Andalucía en
general y una contestación de Yagüe, responsable de Marruecos, hasta que Franco
se hace cargo del mando.
INSTRUCCIÓN
RESERVADA NÚMERO UNO
Las circunstancias
gravísimas porque atraviesa la Nación debido a un pacto electoral, que ha
tenido como consecuencia inmediata que el Gobierno sea hecho prisionero de las
organizaciones revolucionarias, lleva fatalmente a España a una situación
caótica, que no existe otro medio de evitar, que mediante la acción violenta.
Para ello los elementos amantes de la Patria, tienen forzosamente que
organizarse para la rebeldía, con el objeto de conquistar el poder e imponer
desde él, el orden, la paz y la justicia.
Esta organización
eminentemente ofensiva se ha de efectuar en cuanto sea posible, con arreglo a
las siguientes bases:
BASE 1.a La
conquista del poder ha de efectuarse aprovechando el primer momento favorable y
a ella han de contribuir las Fuerzas Armadas, conjuntamente con las
aportaciones que en hombres y elementos de todas clases faciliten los grupos
políticos, sociedades e individuos aislados que no pertenezcan a partidos,
sectas y sindicatos que reciben inspiraciones del extranjero (socialistas,
masones, anarquistas, comunistas, etc.).
BASE 2.a Para
ejecución del plan, actuarán independientemente, aunque relacionadas en la
forma que más abajo se indica, dos organizaciones: civil y militar. La primera,
tendrá carácter provincial; la segunda, la territorial de las divisiones
orgánicas.
BASE 3.a Dentro
de cada provincia, Comité Provincial (primer orden) compuesto por un número de
miembros variable, elegidos entre los elementos de orden, milicias afectas a la
causa y personas representativas de las fuerzas o entidades económicas, de
composición la más reducida posible. A estos Comités compete:
- Designar el
Comité Suplente, organizar los de Partido Judicial (segundo orden) que serán
organizados por los del segundo.
- Nombrar
presidentes, secretario y agente de enlace con los Comités Militares de
Guarnición o Territoriales, según que la provincia no sea o sea cabecera de
División Orgánica.
- Tener
designados los individuos con instrucción militar, pertenecientes o no, a las
Milicias contrarrevolucionarias, que les pidan los Comités Militares, por
conducto de los agentes de enlace para reforzar los cuerpos armados, en el
momento de la movilización, en inteligencia de que dichos individuos, han de
estar dispuestos a la lucha y a morir por nuestra santa causa.
- Tener designado
el personal técnico y obrero, que en momento oportuno ha de encargarse de los
servicios municipales, correos, telégrafos, teléfonos, estaciones de radio
(estos tres últimos bajo la dirección de ingenieros militares si los hubiera),
agua, luz, gas, electricidad, planificación y demás para la vida regular de
toda población, en inteligencia que en primer término habrán de ser empleados
los funcionarios u obreros que presten servicios en ellos y sepan con toda
seguridad han de ser entusiastas.
- Tener
preparado el personal auxiliar de la policía gubernativa en donde convenga
incrementar las plantillas o sustituir total o parcialmente los funcionarios de
la escala técnica.
- Tener
preparadas las personas que han de hacerse cargo del Ayuntamiento de la capital
y aprobar los nombres que propongan para los de los pueblos, los Comités de
segundo y tercer orden.
- Hacer
rápidamente las estadísticas de vehículos de tracción mecánica y de sangre, y
tener designados los que han de incorporarse a las unidades armadas a petición
de los Comités Militares, desde luego con sus conductores.
- Organizar la
defensa contra las alteraciones del orden público, en las poblaciones donde no
haya fuerzas armadas. Podrán delegar esta defensa en los pueblos en los Comités
de segundo y tercer orden.
- Tener
designados de acuerdo con el jefe del Comité Militar Territorial la persona que
al producirse el movimiento ha de encargarse del Gobierno Civil de la
provincia. (Siempre que sea posible, es preferible que de dicho Gobierno Civil
se encargue el jefe más caracterizado de la Guardia Civil. Si no es persona de
carácter es preferible una persona civil).
- Prestar
cuantos auxilios les pidan las autoridades militares una vez producido el
movimiento, especialmente todo lo referente al abastecimiento de tropas y
ganados.
- Facilitar los
recursos que sean necesarios tanto antes como después del movimiento. Estos
siempre habrán de estar perfectamente justificados y ser lo más limitado
posible, porque la esplendidez conduce al fracaso.
Nota. Los de los
Comités de segundo y tercer orden, no es preceptivo, se organizarán únicamente,
en aquellas provincias que por su especial situación política lo permitan.
Ahora bien, sí habrá de organizarse Comité en todas aquellas poblaciones donde
exista guarnición, aunque no sea capital de provincia.
BASE 4.a En la
capitalidad de cada División Orgánica, actuará un Comité Militar (Regional)
compuesto de los jefes más caracterizados de cada Arma afectos a la causa y
presididos por el de mayor categoría. En las guarniciones donde no exista
cabecera de división, también habrá un Comité Local compuesto en análoga forma
y dependiente del regional. Donde no hay más que un Cuerpo, el Comité lo
integrarán las tres personas de mayor categoría comprometidas. Los Comités
Militares tienen por misión:
- Tener
dispuestos los bandos declarando el estado de guerra, los talonarios de
requisición, y estudiada la movilización, en inteligencia que los Cuerpos de
Ejército habrán de ser incrementados en un 25 a un 75 por ciento de su efectivo con el
personal facilitado por los Comités Civiles. En las poblaciones en que sea
posible, se nombrarán Comités Suplentes para el caso de que fueran arrestados o
inutilizados los anteriormente citados.
- Tener
estudiado y solicitado, previamente, del Comité Civil de primer orden los
vehículos y conductores para el transporte de tropas y material, bien entendido
que, en principio, habrá de tenerse preparado el transporte de las dos terceras
partes de las tropas movilizadas de cada guarnición con su material y víveres,
teniendo presente que en todo transporte hecho con camiones, se necesita una
reserva de vehículos equivalentes a la cuarta parte del número preciso, y que
cada cincuenta carruajes necesita una reserva móvil de gasolina de mil litros y
cien de lubricante.
- Estar en
relación por conducto del miembro que se designa con el agente de los Comités
Civiles de primer orden.
- Recibir,
transmitir y ejecutar la orden de movilización y Entenderse por conducto de su
presidente, con el jefe director del movimiento o con la persona que lo
represente.
- Organizar la
defensa militar del territorio y el avance sobre el objetivo que se indique,
con arreglo a las instrucciones que reciba de la dirección o de las que le
dicte su propio juicio si no las hubiese recibido.
Buscar el apoyo
de la Armada, en los puntos en que esto sea conveniente o incluso su
colaboración.
- Solicitar de
los Comités Civiles los auxilios necesarios que se indican expresamente en la
Base 3ª, reduciendo a lo estrictamente necesario los de orden económico.
BASE 5.a
Producido el movimiento y declarado el estado de guerra, se procederá en el
acto a refundir en uno solo los Comités Civiles y Militares en los lugares
donde haya guarnición para proceder de común acuerdo, según las inspiraciones y
órdenes que reciban del director del movimiento. Llegado este caso, los Comités
Provinciales Cívico-Militares quedarán subordinados al de la capitalidad de la
cabecera de la División.
Se tendrá en
cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes
posible al enemigo que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán
encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o
sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos
individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas.
- Que el
movimiento ha de ser simultáneo en todas las guarniciones comprometidas y desde
luego de una gran violencia. Las vacilaciones no conducen más que al fracaso.
- Que
inmediatamente ha de procederse al embarque y traslado de fuerzas a los puntos
indicados, en la inteligencia que se tiene casi la seguridad absoluta de que
este solo hecho será suficiente para que el Gobierno se dé por vencido.
- Solicitará la
colaboración de la escuadra y tendrá tomadas las disposiciones convenientes
para inutilizar la aviación que no sea afecta. La artillería antiaérea de los
barcos actuará al primer intento de agresión.
BASE 6.
Conquistado el poder, se instaurará una dictadura militar, que tendrá por
misión inmediata restablecer el orden público, imponer el imperio de la ley y
reforzar convenientemente al Ejército, para consolidar la situación de hecho
que pasará a ser de derecho.
BASE 7.a Los
alféreces y suboficiales que tomen parte en el movimiento, serán recompensados
con el empleo inmediato o destino civil si así lo desean de sueldo equivalente
al del empleo recompensa que se les ofrece. Los cabos en análogas
circunstancias percibirán una gratificación metálica de carácter vitalicio o
colocación civil decorosa; los soldados la seguridad de trabajo con jornal
remunerador, en las provincias de donde son naturales.
BASE 8.a La
organización ha de llevarse a cabo en el plazo máximo de veinte días, porque
las circunstancias así lo exigen.
BASE 9.a Los
Comités Civiles sólo han de tener conocimiento de su organización particular.
El Director.
DIRECTIVAS
PARA MARRUECOS
Ha de procurarse
por todos los medios organizar dos columnas mixtas sobre la base de legión;
una, en la circunscripción oriental y otra en la occidental, que desembarcarán,
respectivamente, en Málaga y Algeciras, aunque conviene, hasta el momento
preciso, hacer creer que los puntos de desembarco son Valencia y Cádiz.
Esto es muy
interesante para el feliz éxito de la operación.
Jefe de todas
las fuerzas de Marruecos lo será hasta la incorporación de un prestigioso
general, la persona a quien van dirigidas estas instrucciones.
Como la
dirección del movimiento tiene absoluta confianza en dicho jefe, deja en
absoluto su albedrío los detalles de ejecución,
así como el de reforzar la guarnición de Málaga con las que crea necesarias
para garantizar el orden público, pero sí ha de tener presente:
1.° Que el
movimiento ha de ser simultáneo en todas las guarniciones comprometidas y desde
luego de una gran violencia. Las vacilaciones no conducen más que al fracaso.
2.° Que
inmediatamente ha de procederse al embarque y traslado de fuerzas a los puntos
indicados, en la inteligencia que se tiene casi la seguridad absoluta de que
este solo hecho será suficiente para que el Gobierno se dé por vencido.
3.° Solicitará
la colaboración de la escuadra y tendrá tomadas las disposiciones convenientes
para inutilizar la aviación que no sea afecta. La artillería anti-aérea de los
barcos actuará al primer intento de agresión.
4.° La marcha de
las columnas, una vez desembarcada, ha de ser rápida y sobre Madrid, procurando
durante el avance arrastrar todas las fuerzas cívicas simpatizantes con el
movimiento salvador de la Patria.
5.° No debe
olvidar el jefe la conveniencia de llevar las fuerzas convenientemente
abastecidas, con suficientes municiones y numerario para satisfacer, en el
acto, los gastos que convenga no dejar pendientes.
6.°
Oportunamente se enviará el aviso para estar preparados y después, día y hora
del movimiento.
El telegrama de
estar preparado dirá: Mil felicidades en nombre de toda esta familia.—Eduardo.
A lo que contestará el Director con un telegrama, fechado en Ceuta y firmado
por Juan, por el que se comprenda está dispuesto, poniendo en el telegrama un
texto cualquiera.
El movimiento se
avisará con un telegrama que dirá: Día tal llegará a esa fulanito, ruego salgas
a recibirle. Eduardo. El nombre de Fulanito indicará por el número de letras la
hora, que será de la mañana si no lleva apellido; si se pone apellido se
refiere a la tarde. Ejemplo: Día ocho llegará a esa Nicasio, ruego salgas a
recibirle.—Eduardo, quiere decir: que el movimiento habrá de realizarse el día
ocho a las siete de la mañana.
7.° Ha de
tenerse presente que, desde luego, el movimiento se producirá dónde está el
Director, y que, por lo tanto, no deben hacerse caso de las noticias que para
quebrantar la moral haga circular el Gobierno por radio u otros medios.
8.°
Inmediatamente de producido el movimiento en Marruecos habrá de comunicarse al
Director por el medio más rápido, incluso si es posible por avión, que puede
tomar tierra en el aeródromo inmediato o en el eventual que existe cercano a la
capital en que esto se fecha.
Le ruego acuse
inmediatamente recibo de estas instrucciones, diciendo si está conforme con
ellas.
Nota. De estas
instrucciones sólo tiene conocimiento el Destinatario, el Director y una
tercera persona que ejerce de coordinador. Son, por lo tanto, absolutamente
reservadas.
Peloponeso, 24
de junio de 1936 (6).
El Director.
MARRUECOS, LISTO
El Director del
movimiento recibió del teniente coronel Yagüe la carta cifrada que textualmente
transcribo:
CLAVE G.
Terminadas las
maniobras ha empezado la dislocación y si no hay orden en contra el día 16
estarán todas las fuerzas en sus bases.
El trabajo
efectuado ha sido fecundo 65-12-22-43-31-
35-24-34-14-18-56-41-49-68-59-11-37-13-19 se encarga de todo en
25-17-28-44-36-51 y se pone incondicionalmente a sus órdenes.
49-16-83-71-85-92
está también con nosotros; dice que el movimiento debe hacerse en España y
nosotros a la expectativa como fuerza en reserva. Pide establecer contacto con
usted.
72-68-57-91-86-85
también está con nosotros y opina lo mismo que 49-16-83-71-85-92, pero yo le he
dicho que no hay más que obedecer y está conforme.
49-61-59-73-78-13-98
como le digo incondicionalmente y donde se le necesite ofrece mandar si es
necesario dos mil hombres a España para allí armarlos.
El resto de la
Cir, que estaba desorientada, pero ya se han ido con órdenes terminantes,
circularán inmediatamente las órdenes a las distintas unidades con misiones
concretas y estarán dentro de tres o cuatro días en disposición de ponerse en
movimiento.
Todos y
especialmente 49-41-59-73-78-13-98 dicen que deben venir 36-28-35-45-11-16 para
hacerse cargo de la 35-17-34-41-42-16-84-14-18-41-28-44-68 y evitar trascienda
el movimiento al campo.
Aquí todo está
listo, sólo necesitamos mando y barcos. He recibido por una carta una orden de
ponerme en movimiento el día 14 y otra al mismo tiempo aplazando la cosa. Si
esta segunda se pierde se arma lío.
Esto no puede
ser, insisto en que el día y la hora debe mandarse a priori y traerlo en mano
por dos personas de confianza, mejor que por una.
Tengo todo
preparado, los bandos de guerra hechos. No dudo un momento en el triunfo. El
espíritu de todos magnífico.
Mando, barcos y
adelante.
¡Viva España!
14-7-36.
PREPARACIÓN
DEL ALZAMIENTO EN MÁLAGA
En el mes de
julio, como ha quedado señalado, estuvo Queipo de Llano en Málaga. Se encubría
en su cargo de inspector general de Carabineros y habló al general Patxot para
comprometerle en el alzamiento, explicándole que su origen sería África. En
dicha reunión no debió decirse mucho más, ya que la relación entre ambos
militares no era muy buena. El más antiguo conspirador malagueño era el capitán
Huelin, contacto que se vino utilizando.
A primeros de
julio, en el restaurante “La Alegría”, se celebró una comida donde se acordaron
detalles más concretos para el movimiento; estuvieron presentes el capitán
Huelin, el capitán Hernando (enlace con Sevilla), el teniente coronel Bello
Larrube, los tenientes Segalerva, Ramos Díaz de Vila, González Adame, el
capitán de Asalto, Navarro y los tenientes del mismo Cuerpo, Triviño y Espejo.
Como elemento civil, asistió Amador García Moyano, soldado de cuota, presidente
de las Juventudes de Acción Popular y que actuaba como enlace de Huelin y de
contacto con las fuerzas políticas implicadas.
En el mismo mes
hubo otra reunión en el Cuarto de Banderas del Campamento Benítez, asistiendo
los antes citados, algún otro oficial del Regimiento Vitoria y el teniente
Vega, de la Guardia Civil (el coronel de la Guardia Civil señor Gómez Carrión
estaba comprometido con Queipo).
Al producirse la
muerte de Calvo Sotelo tiene lugar otra reunión en el Cuarto de Banderas del
Campamento Benítez y queda la tropa acuartelada esperando los anunciados
acontecimientos.
La noche del 17
de julio el capitán Hernando, que no ha podido marchar a Sevilla, recibe una
orden a través del aviador Gancedo: “Viva España c… 18 de julio de 1936” .
EL 18 DE
JULIO EN MÁLAGA
El 18 de julio
por la mañana la radio ya ha retransmitido la noticia: El Ejército de Marruecos
se ha sublevado contra el Frente Popular. Málaga entera se moviliza.
Los militares
comprometidos se dirigen al Gobierno Militar para declarar, firmado
reglamentariamente por el general gobernador, el estado de guerra. Sin embargo,
durante la mañana se debate la conveniencia o no de declararlo inmediatamente.
El general Patxot vacila, en circunstancias que hubiesen requerido gran rapidez
y, sobre todo, claridad y energía. Los más comprometidos, Hernando, Huelin,
Segalerva, proponen hacerlo urgentemente, para, utilizando el factor sorpresa,
impedir la organización del Frente Popular y unir, por la firmeza de la
decisión, a las fuerzas de Asalto y Carabineros. El comandante ayudante se
pronuncia por que el bando de guerra se leyese esa noche, para que Málaga
amaneciese bajo las leyes militares y a su vez poder contar con los oficiales
que faltaban y que no se hallaban presentes.
El general de la
plaza era el menos resuelto a la proclamación, pues, entre otras razones,
conocía la fuerza obrera en Málaga y temía una fuerte reacción del pueblo
contra los militares, de quienes representaba la más alta responsabilidad.
Algunos autores señalan que tenía en la cabeza el fracaso de Sanjurjo y que
carecía, por este precedente, de la confianza suficiente.
Mientras tanto,
Queipo había llamado por teléfono comunicando su incorporación a la jefatura de
la División y ordenaba la proclamación del estado de guerra. Reglamentariamente
el general convocó a los jefes de los cuerpos armados de Málaga para dar cuenta
de la orden mencionada y así lo hizo saber al coronel Ferrer, del Regimiento de
Infantería; al coronel de la Guardia Civil, Gómez Carrión; al teniente coronel
de Carabineros, Carlos Florán, y al capitán Navarro, de Asalto, oficial de
mayor antigüedad.
Siguiendo las
directrices emanadas de Mola, se procede a nombrar a los cargos que se harían
cargo del poder civil, recayendo éstos en el comandante Reviso Pérez —jefe de
la Caja de Reclutas—, como gobernador civil, y en el comandante de Infantería,
Méndez García, para alcalde de Málaga.
La postura de
Huelin y Hernando había triunfado. Creían que los oficiales que no se habían
incorporado, no lo harían y que no cabía esperar apoyo de los guardias de
Asalto y sus oficiales que estaban claramente con el Frente Popular.
Amador, que
servía de enlace con los civiles, estuvo por la mañana reunido con falangistas
y Juventudes de Acción Popular y otras personas comprometidas, para señalarles
las posiciones que habrían de ocupar a partir de las dos de la tarde.
A las tres de la
tarde, en Capuchinos, se habló por algunos oficiales de encerrar a determinados
sargentos, sospechosos de estar en contra del alzamiento. No se hizo.
A las cinco de
la tarde, llegó a Capuchinos el capitán Hernando, jefe de Estado Mayor, en
auto, ordenando la salida de las tropas. El capitán de cuartel, que era Huelin
ese día, empezó a preparar una compañía (la 3.a del 1.°). Aquella orden era
desconocida en su procedencia y a pesar de lo que cuentan muchos autores,
parece ser que al exhortarles Huelin en el Cuarto de Banderas, algunos
oficiales manifestaron su decisión de no salir. Sería ante esta falta de
oficiales y por su mayor compromiso, por lo que Huelin llamó por teléfono al
teniente Ramos Díaz de Vila y al teniente Fajardo, que se hallaban de permiso.
Sobre las cinco y media de la tarde, en la misma compañía, se formó a la tropa
y dijo Huelin: “Por orden de la superioridad, vamos a proclamar en Málaga el
estado de guerra. ¡Viva España! ¡Viva la República!” Dijo a continuación: “Ya
sabéis que tenéis en mí a un capitán. Preciso tener confianza en ustedes.
Portarse como patriotas.”
Las tropas
existentes en Málaga eran muy exiguas, por los permisos que el Gobierno había
concedido, para tener más debilitado al Ejército; según Arraras, el Regimiento
de Infantería tenía unos 300 soldados; otros tantos la Guardia Civil; 400 los
de Asalto (con morteros, ametralladoras y gases lacrimógenos) y poco más de una
compañía de Carabineros. La 3.a del 1.°, con la que contaba Huelin, tenía unos
75 hombres, entre ellos de 15 a
20 cuotas, añadidos para mayor garantía de la compañía. Por ausencia de
oficiales, se puso al frente al teniente Segalerva y al alférez Fajardo.
Huelin mandó
bajar al patio a la compañía y la pertrechó; el teniente coronel Bello, por
ausencia del coronel, que se hallaba en el Campamento Benítez, exhortó a la
tropa. A la compañía se le agregó la banda de música que, tocando la marcha de
“Los Voluntarios”, salió a la calle a las seis de la tarde.
En el barrio
obrero de Capuchinos se aplaudió a la tropa y se vitoreó a la República y al
Frente Popular, pues la creencia general era que marchaban hacia el puerto para
embarcar hacia Marruecos a cortar la sublevación. En la Cruz del Molino y
Puente de Santo Domingo, comienzan los primeros disturbios al ver el pueblo que
la tropa la mandaba Huelin, y éste hubo de sacar la pistola. En la Riojana y
Puente de Santo Domingo no se encontraban los falangistas, que habían de
sostener la posible avalancha de la Casa del Pueblo, situada enfrente. El
recorrido seguido fue: Capuchinos, Cruz de Molinillo, Plaza Arriola, Alameda,
Trinidad Grund y Casas de Campos, donde se hallaba la Comandancia Militar.
Desde la salida,
la tropa causó gran extrañeza, ya que no llevaba ni gastadores ni la bandera
del regimiento. Al pasar frente al periódico “El Popular”, nos cuenta éste: “Se
produjo entre los numerosos elementos republicanos que había en nuestra
redacción gran extrañeza; extrañeza que era aún mayor cuando antes habíamos
logrado comunicar telefónicamente con nuestra agencia en Madrid, que nos daba
cuenta del levantamiento militar, a la vez que afirmaba que toda declaración
del estado de guerra en la península, era faccioso.”
A las preguntas
que le hacía el público a los soldados, éstos sólo contestaron: “Que iban a
declarar el estado de guerra por orden del Gobierno.”
Llegado Huelin a
la Comandancia Militar, permaneció dentro varios minutos, hasta salir
acompañado del comandante Delgado, que llevaba el bando de guerra. Se procede a
su lectura. Desde allí, se dirigen al Gobierno Civil.
EL FRENTE
POPULAR SE ORGANIZA
Al ser radiada
la noticia de la sublevación de las tropas de Marruecos, por la especial
situación de la capital con Melilla y ante la posibilidad de que la
conspiración tuviese ramificaciones en Málaga,
en el Gobierno Civil se habían tomado varias medidas.
Habían acudido
allí los diputados a Cortes, los dirigentes del Frente Popular y representantes
de las centrales sindicales, para decidir las soluciones necesarias. Como
objetivo prioritario se acordó establecer un servicio de vigilancia especial,
de control y protección de los lugares estratégicos. Estos servicios serían
prestados por las fuerzas fieles al Gobierno: Asalto y Guardia Civil, con la
cooperación de milicias obreras. En los cuarteles de Asalto y Guardia Civil se
redoblaron los retenes y se protegió el Gobierno Civil, colocando ametralladoras
en algunas de sus ventanas.
A pesar de que
la radio anunció que el movimiento afectaba sólo a Marruecos, las precauciones
tomadas alarmaron enormemente al pueblo malagueño.
SE INTENTA
ASALTAR EL GOBIERNO CIVIL
Se internó la
compañía Huelin en la Alameda de Pablo Iglesias, dirigiéndose hacia la Acera de
la Marina. Paralelamente, dos compañías de la Guardia Civil, mandadas por el
teniente Vega y el alférez Ruiz, se estacionaron en la Plaza de Toros con miras
al Gobierno Civil. Mientras tanto, los carabineros han adoptado una postura
ambigua, en desacuerdo con lo manifestado por su teniente coronel. Se encierran
y no salen, esperando acontecimientos. El peso de la acción recae, por tanto,
en la tropa de Huelin. La concentración de objetivos favorece la operación
militar, ya que Gobierno Civil, Ayuntamiento y Telégrafos están cerca unos de
otros. Una tropa no muy numerosa, pero bien organizada, llevaría a cabo la
conquista de estos edificios.
Ante el
despliegue militar la gente se asustó, los comercios céntricos cerraron de
inmediato y el público que se hallaba en la calle se refugió donde pudo, sin
atreverse a salir. Por la noche la radio anunciaba mensajes a los familiares de
personas que no pudieron llegar a sus domicilios, en los que se les comunicaba
que estaban bien.
Llegando al
final de la Alameda, cuando iba la tropa a entrar en la plaza de Augusto Suárez
de Figueroa, un tranviario llamado Rafael Pereira se puso frente a los soldados
y levantando el puño, gritó “¡UHP!”
Un oficial se
lanzó sobre él dándole un puñetazo y, sacando su revólver, le hirió en un
brazo. Desde este instante se le empieza a disparar a los soldados,
convirtiéndose la Acera de la Marina en un campo de batalla. La tropa se
replegó bajo la estatua del comandante Benítez. Se contabilizan ya tres
heridos, tres paisanos y tres músicos de la banda militar. Al intentar avanzar
hacia el Gobierno, se encuentran con el fuego de ametralladora de la Guardia de
Asalto, parapetada en la Aduana, dentro de la cual se hallan varios oficiales
que están comprometidos (posiblemente sin que lo supieran sus propios
compañeros). Será, sin embargo, la energía del capitán Molino y el teniente
Mora la que decida la situación a favor del Gobierno. Desde el edificio de la
Aduana, que constituye un parapeto difícilmente atacable, se bate con gran
facilidad al Ejército.
Entretanto, y ya
que es sólo la compañía de Huelin quien ataca el Gobierno Civil, los paisanos
por las calles de Larios y Plaza de la Constitución hostigan el flanco
izquierdo y la espalda de la tropa. Los soldados han de dividirse en dos
secciones y establecen un amplio perímetro para defenderse mejor.
La Telefónica
constituirá un cajón de sorpresas. Primeramente la Guardia Civil (sublevada)
toma la Telefónica, y, aludiendo que venían a reforzar la guardia, encañonan a
los de Asalto y los encierran, haciéndose cargo del edificio, son sustituidos
después por una sección del ejército. Pues bien, unas horas más tarde otra
sección de Asalto utiliza la misma argucia. Dijeron a los soldados que ya se
había rendido el Gobierno Civil y que allí debían marchar. Salieron éstos y al
volver ya fueron recibidos a tiros.
A las ocho de la
noche, sale una sección desde Capuchinos, a fin de apoyar a Huelin y despejar
la calle Larios. Otra, mandada por el capitán Saavedra, limpia barrios próximos
al centro. Cuando los soldados estaban en calle Larios, desde una bocacalle se
arrojó una botella de líquido inflamable contra el número 5 de la calle (Casa
Morganti, almacén de molduras y cuadros), que empezó inmediatamente a arder.
Dice “El Popular” que la causa de este acto fue que desde los pisos superiores
se disparaba contra el pueblo. Otro grupo hizo la misma operación en la
Librería Rivas, que al empezar a arder obligó a desalojar el Hotel Niza. La
gente que se hallaba en la calle, se dirigió entonces a la casa llamada “La
Marquesita”, que se decía era lugar de reunión de los fascistas y, sacando los
muebles a la calle, les prendieron fuego.
A las nueve y
media de la noche la tropa había ocupado la calle 14 de Abril (calle Larios),
donde colocaron tres ametralladoras frente a la calle Strachan, Acera de la
Marina y Plaza de la Constitución. Se obliga cerrar puertas y ventanas, y a los
transeúntes a andar con las manos en alto.
Nos cuenta “El
Popular”: “… A las diez de la noche, eran dueños de las calles céntricas donde
circulaban los oficiales dando órdenes, y jóvenes fascistas que llevaban agua y
comida a los soldados. Apoderados de la calle 14 de Abril, Plaza de la
Constitución y calle Granada, los militares, apoyados por jóvenes fascistas,
pretendieron efectuar el asalto a la Aduana, haciéndolo a la vez por las calles
Cortina del Muelle y Císter. Asaltos y paisanos repelieron la agresión,
hicieron esconderse a los soldados en el Parque y en el arbolado existente
alrededor de la iglesia del Sagrario, desde donde se replegaron a la plaza
Suárez de Figueroa, estableciendo allí puestos de enlace e intentando apagar
los fuegos de calle Larios.
A las doce de la
noche, calle Larios ofrecía un aspecto dantesco, ya que las llamas se habían
extendido. Desde hoteles y viviendas salían familias con maletas alejándose del
fuego.
Entretanto, se
había instalado frente al Gobierno un cañón del 7,5, dos morteros y dos
ametralladoras. La misión del Ejército era proteger a toda costa el puerto,
donde habrían de desembarcar las tropas de Marruecos. Igual ocurría en el
Campamento Benítez.
SE NEGOCIA LA
RENDICIÓN. FRACASA EL ALZAMIENTO
En el Gobierno
Civil, el capitán Molino es dueño de la situación y mantiene inflexible su postura
de resistir a ultranza, frente a las proposiciones del capitán Navarro de
entregarse. El general Patxot había pedido la rendición telefónicamente al
gobernador civil, señor Fernández Vega, de Izquierda Republicana, contestándole
negativamente. Se decide entonces parlamentar, para lo que sale el teniente
Mora del Gobierno Civil, a fin de conocer las propuestas de Huelin. Este
manifiesta que hablará directamente con el gobernador civil. Se dirige hacia la
Aduana, y una vez allí exige en nombre del Ejército la rendición del edificio y
concede un plazo de diez minutos antes de proceder al bombardeo.
Pasado el tiempo
señalado, Huelin vuelve a la Aduana a obtener respuesta. Se le contesta que la
autoridad recae en el Gobierno del que el señor Fernández Vega es su legítimo
representante y que en absoluto se rendirán.
Todo está
decidido: Huelin se dispone al bombardeo, pero el teniente Nespral, que mandaba
aquella sección, le exige la orden de fuego por escrito (parece que ésta era la
actitud del general de la plaza). Huelin manda a buscar dicha orden.
La Guardia
Civil, en momentos decisivos, se retira hacia sus cuarteles. El coronel Gómez
Carrión envió un radio a su inspector general, general Pozas, afecto al
Gobierno, en el que le comunicaba que la Guardia Civil de Málaga se sumaba al
alzamiento militar. Pozas contesta inmediatamente destituyéndolo de su puesto,
por lo que se hace con el mando el teniente coronel Aquilino Porras, que no
acepta el compromiso de su coronel.
Ya no queda más
solución que la llegada de las tropas de Melilla. Se comienza a rumorear que
estaban cerca (su llegada habría de ser a las primeras horas de la tarde) y que
se dirigían a Málaga, ¡pero sublevadas!, y con los oficiales detenidos,
dispuestas a bombardear Málaga si estaba en poder de los militares. La última
oportunidad está perdida. Huelin no recibirá la orden de bombardeo.
Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Málaga, escritor, preso político durante el franquismo y experto en la Guerra Civil española en Málaga.
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