Artículo de Fran Bo
Pedro Sánchez,
Presidente del Gobierno por la gracia de la corrupción, que es en realidad la
diosa del Estado de partidos. La corrupción como causa y como azote. La
corrupción como sistema de gobierno de una forma de Estado en la que la
traición y la mentira son sus dos grandes pilares. Y lo dice un hombre que
nació unos meses antes de que la Constitución de 1978 fuera refrendada por los
españoles de entonces mediante un plebiscito del "SÍ es bueno y el NO es malo".
Generaciones de
españoles sometidas a cuatro décadas de dictadura en la que los lemas eran "España es un cuartel" o "hagan como yo y no entren en
política". ¿Qué se podía esperar? Ojo, que no culpo al pueblo español,
no seré yo quien lance la primera piedra, pues no estoy libre de pecado, solo
trato de comprender lo sucedido.
¡Un Estado
totalitario armonizará en España! Así empezaba el "discurso de la
victoria" de Francisco Franco. Estado, estatal, establecido. Fue el
abogado y jurista Antonio García-Trevijano quien determinó la diferencia entre
nacionalismo y estatalismo. El nacionalismo es una manifestación natural del
patriotismo, del amor por la patria. El sentimiento nacionalista aumenta cuando
la patria está en peligro. Solo puede haber un nacionalismo nacional, jamás
regional. Por mucho que la Constitución de 1978 incluyera el término
"nacionalidades" en aras del consenso, no hay más nación que España
en España, ni puede haber otro nacionalismo que el español. Quim Torra es estatalista,
pero todavía no lo sabe. También forman parte del estatalismo Pedro Sánchez,
Rajoy, Zapatero, Aznar y no digamos Felipe González o Adolfo Suárez.
La
diferenciación entre estatalismo y nacionalismo es fundamental para comprender
lo que sucede en España. Porque si bien el Estado es una organización de poder
en cuyas manos está la fuerza coactiva, la nación es un colectivo de personas
en constante renovación que durante siglos ha convivido en un mismo territorio
y que comparte una cultura y el idioma español, entre otras muchas cosas. Si
observamos la evolución del poder en el Estado español, nos daremos cuenta de
que Franco lo transmitió al Rey Juan Carlos, el Rey Juan Carlos a Adolfo
Suárez, de Suárez pasó a Felipe González, de Felipe González a José María
Aznar, de José María Aznar a Zapatero, de Zapatero a Rajoy y de Rajoy a Pedro
Sánchez, quien pretende ocultar esta verdad exhumando el cadáver del dictador.
"Movamos los huesos del Caudillo, pero mantengamos inamovible el poder que
éste nos entregó".
(Publicado el 19 de julio de 2018 en El Crítico)
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