Artículo de Rafa G. García de Cosío
Una de las cosas que más decepcionan en la vida es no poder
tener una conversación como Dios manda con una persona, a ser posible
desconocida. Con los conocidos, al saber como son, resulta más difícil querer
convencerles o sorprenderles con algo. Son previsibles. Sabes cuáles son los
temas que le interesan pero no a ti, y vice versa; por otra parte, con los
desconocidos es demasiado arriesgado lanzarse a conversar sobre algo, porque la
falsa sonrisa que te dedican en los primeros minutos de gloria te puede llevar
a pensar que lo que cuentas es interesante cuando en realidad no lo es; y con
aquellos que no son ni conocidos ni no conocidos, por ejemplo un vecino, es
todo más complicado aún. El otro día me saludó un vecino que regaba las
plantas, y ante la pregunta de ''Qué tal'', me dieron ganas de responderle algo
como...
''Muy bien, gracias, aunque acabamos de venir de Budapest a
Heilbronn directamente, han sido 8 horas de viaje que para mí ya no significan
nada porque estoy más que acostumbrado, aunque a lo que no me acostumbro es a
los gilipollas que van al volante y tratan al resto de conductores sin el
mínimo respeto, creyéndose que la autopista es suya. Y no te hablo de una
autopista cualquiera, sino de Austria, donde paga tokiski por medio de una
pegatina en el parabrisas, es decir, donde eres más consciente que en otros
sitios del servicio por el que pagas. Que por cierto, habría que introducir una
pegatina en Alemania también, porque no puede ser que un país que hace frontera
con otros nueve admita que los nacionales de toda Europa circulen totalmente
gratis, congestionando unas vías que al final pagamos el resto de
contribuyentes. A todo esto, qué le parece el tema de los impuestos? Le
gustaría subirlos? Bajarlos? Están bien administrados?''
Pero no pude, porque habría aburrido al pobre hombre y las
plantas se le habrían ahogado.
Sin embargo, hay una cosa más dececionante aún que no tener una
buena conversación, algo casi frustrante, diría. Es cuando, estando a lo tuyo,
consigues oír una conversación interesantísima a pocos metros de ti en la que
darías todo por participar.
Una argentina K en Montenegro
Hace unos días me encontraba en un camping de Montenegro con mi
novia. Era un camping barato que en la página web se presentaba como
camping-granja, con gallinas, cabras y un par de perros. Nada más llegar, una
mujer bajita y morena, con aspecto hippi (tras un par de horas me acabaría
dando cuenta de que en realidad, camping-granja era un eufemismo de
camping-hippi) nos saludó en inglés y preguntó de dónde éramos. Al contestarle
yo que era de España, dijo sonriéndome que ella era argentina. Me llevó hasta
la cocina, donde había una peruana y otros dos argentinos. Allí, cerca de un
bote de cirstal con el mensaje ''tips for our charming volunteers'' me presentó
a todos diciendo que eran voluntarios, a cargo de un fulano iraní que se
encontraba en ese momento comprando cosas en Kotor, la ciudad más próxima.
Una vez sentados en el sofá, mientras intentábamos entrar en el
pésimo Internet de Montenegro, me llamó la atención enormemente el tema con el
que había empezado a hablar la argentina que me saludó con una de las
cocineras. ''Yo ooooodio Clarín'', fueron las palabras melódicamente mágicas
que abrieron mis -normalmente- empanados oídos. Me interesa demasiado el
periodismo y la política como para dejar pasar este tipo de comentarios. Como
ustedes sabrán, Clarín fue el periódico argentino más combativo con los
gobiernos populistas y neoperonistas de Nestor Kirchner (2003-2007) y su mujer
Cristina Fernández (2007-2015), y ahora sigue siendo el que más se enfrenta a
la ideología ''K''. En Argentina, un K es lo que en España sería un sociata o
un podemita, aunque quizá a la letra no le quepa tanto desprecio. La K,
obviamente, es la inicial del matrimonio Kirchner.
No conseguía entender a la cocinera de detrás de la barra, por
el ruido de la preparación de la cena en la que estaba inmersa. Pero la
argentina chiquitita seguía opinando, y el siguiente comentario es tan real
como la canícula de este verano: ''Bueno, yo en realidad no leo nunca diarios,
y no entiendo a la gente que lee diarios. Es muy aburrido. Aparte de que
mienten. Tú ves un titular que pone que la economía va a mejor, y luego ves a
un mendigo en la calle, y en seguida te das cuenta de la realidad. Es la calle
donde hay que estar''.
Un comentario así es para meterlo en una habitación de revelado
de negativos, por toda la triste realidad que es capaz de revelar. Les admito
que soy especialmente sensible a los comentarios de gente que admite sin pudor
no leer ni diarios ni libros. He tenido, desde comienzos de 2018, dos clientes
en clase de español que me han confesado (uno de ellos con amplia sonrisa en la
cara) no haber leído absolutamente un libro en toda su vida, pero que tenían
opiniones firmes sobre asuntos desde la elección de Trump hasta el separatismo
en Cataluña. En la sociedad de hoy, nadie admite masturbarse, pese a que
ello no hace daño a nadie. Pero en mi vida ya van tres personas en este año
2018 que admiten, sin bajar la voz, que no leen nada. Con el daño que eso
hace.
Como digo, me habría encantado participar, pero no sé si me
habría podido contener. ''Cómo criticas un periódico que admites no leer?''
Pregunta breve e inofensiva, pero que solo habría llevado a discutir con una
tonta. Tonta del bote, pero tonta que vota.
Yo siempre he desconfiado del periódico El País. Desde que, como
adolescente, me informaba del poder de un tal Jesús de Polanco, hasta su
rescate por parte de Soraya Sáenz de Santamaría, pasando por los años de
universidad en los que se ofrecía de manera gratuita en la Facultad de
Periodismo de la Complutense. El País ha tenido y tiene más influencia y poder
de manipulación que ningún otro diario español porque es el único
periódico de papel en castellano que encuentras en sitios como Copenhague,
Frankfurt y hasta la estación de tren de una ciudad mediana como
Heilbronn -si bien siempre llega con dos días de retraso.
Sin
embargo, El País también es un periódico de calidad, porque -esto ya es mi opinión-
tiene la mejor cobertura internacional, la mejor ortografía y a veces firmas
imprescindibles (siguen invitando a la tribuna a escritores como Vargas Llosa o
Savater). Que es un periódico negro en la Historia de España? Muchos estarán de
acuerdo conmigo. Pero no por eso puedo dejar de leerlo para poco después
criticarlo. Porque eso es algo que está reservado a los catetos y catetas
sin fronteras.
Si El País es la gran mentira de la democracia española. Lo dice quién lo ha comprado desde el número 0 hasta que se dió (me dí) cuenta que para este PANFLETO GLOBAL no existían los Gal, Filesa, caso Guerra, etcétera. S¡ no había más remedio se incluía un suelto en el rincón más recóndito del periódico del día ¡y no todos los días! Como dice el tópico, "ahí está la hemeroteca".
ResponderEliminarSi, tienen esos valores que destacas, pero es pura estrategia de necesitada supervivencia para impostar UNA CALIDAD y una falsa TOLERANCIA. Sólo hay que oír la Cadena Ser y todos los medios con su influencia. Y la última IMBECILIDAD ABSTRUSA Y DILETANTE: titular LOS MOSSOS MATAN A UN HOMBRE QUE ENTRÓ EN UNA COMISARÍA CON UN CUCHILLO Y GRITÓ "DIOS ES GRANDE". Resto de medios de todas las ideologías: Un argelino radical asalta una comisaría con un cuchillo de grandes proporciones en la mano al grito de "Alá es grande". Con esto quieren imbecilizar (seguir imbecilizando) a sus lectores y ordenarles mentalmente que al grito de "Dios es grande" también matan los cristianos. (Que está por ver si era argelino y si era radical. Por si acaso yo me trabajo lo políticamente correcto y mato dos pájaros de un tiro).
Ésta es la realidad del PERIÓDICO GLOBAL. Un cáncer PARA LA CAUSA de la LIBERTAD y de la VERDAD. Su tantos años Presidente y Director General, Juan Luis Cebrián (Janli) fué director de los servicios informativos de la televisión franquista (yo viví el último franquismo) y se ha autoproclamado PRIMER DEMÓCRATA del mundo mundial CATEDRÁTICO de PROGRESISMO y adjudicador exclusivo de títulos de DEMÓCRATA y PROGRESISMO a los españoles. Sin su bendición, nadie tenía derecho a intitularse demócrata (¡y era siempre sospechoso de franquista!). Y si profundizamos un poco, la historia oscura y mafiosa del Presidente Polanco da sus buenos juegos.