Artículo de Rafa G. García de Cosío
Lo digo así, a
sabiendas de que no soy bueno prediciendo acontecimientos, porque quizá al
anticiparme evite la catástrofe. Pero Sánchez ganará en las elecciones de 2020,
y, si bien sin mayoría absoluta, con comodidad para pactar. Hay razones de
forma, muchas en este primer mes de Gobierno; pero también una razón de fondo.
Empezaré por las razones de forma.
Nada más
ascender Sánchez al poder, hoy hace justo un mes, mi admirado y enrevesado Luis
del Pino dijo no querer elecciones, como la mayoría pedía por entonces a
principios de junio, con el razonamiento de que prefería un desgaste de Pedro
Sánchez. La pregunta, sin embargo, es si el desgaste puede darse en tan solo
dos años en un tipo que ha puesto toda la carne de la propaganda en el asador.
Recuérdese que si Rajoy empezó su mandato introduciendo una reforma laboral
vital para la economía entre diciembre de 2011 y las elecciones andaluzas de
marzo de 2012 (que perdió seguramente por esas primeras medidas impopulares),
Sánchez ha comenzado su inesperado mandato como si la campaña para las
municipales de 2019 y las generales de 2020 ya hubiera empezado: hablando de
respetar la Constitución pero negociando con los nacionalistas sobre
excarcelación o acercamiento de los presos de ETA y de aquellos del golpe del
1-O; invitando la arribada de buques con inmigrantes pero pidiendo a Bruselas
mas apoyos para impedirla; aseverando un miércoles en su primera sesión de
control en el Congreso que su gobierno va a estar ''con el parlamento'' y
aprobando un decreto con Podemos dos días más tarde para colocar a un
presidente de RTVE a la carta.
Esto en cuanto a
las formas en la aplicación de medidas que gusten a todos, o a la mayor gente
posible sin demasiado interés en analizar sus consecuencias. Respecto a las
formas estéticas, ya dije aquí hace casi cuatro años, cuando Pedro Sánchez era
flamante líder de la oposición, que el líder del PSOE quería convertirse en el
Obama español. Dije, en su momento, que el movimiento de la cabeza era calcado,
y también el de las manos. Su tez morena y estatura ayudan, sin duda. Pero su
ánimo en que la mayor gente posible se dé cuenta ha quedado confirmado por ese
tuit de La Moncloa, emisor de una vergüenza ajena colosal, en el que se recalca
la ''firmeza'' de Sánchez reflejada en el movimiento de sus manos. Manos y
mangas de camisa arremangadas, de
nuevo al estilo Obama. Los memes no se hicieron esperar, pero detrás de tanto
humor hay una intención clara de un político sin escrúpulos dispuesto a pactar
con quien sea, ceder lo que sea y a mover las manos como un prestidigitador
que, en realidad, juega con toda una nación.
Sánchez, el Kohl
español, podría gobernar más años que Felipe González
Más importante
aún es la razón de fondo de que Sánchez pueda no solo ganar en 2020 sino
arrasar en 2024, 2028, 2032 y lo que venga, como murmuraba el malvado Francis
Underwood a su esposa en la serie House of Cards. Además, hay precedentes en
Europa. Helmut Kohl llegó al poder en Alemania en octubre de 1982 por medio de una
moción de censura y, hasta ahora, el sexto canciller de la RFA es también el
que más años ha ocupado el cargo, de 1982 a 1998.
Pero más que
Alemania habría que mirar al Reino Unido para entender cómo Sánchez, como
representante del partido laborista español,
podría tener un largo camino por delante. Hay que remontarse a las últimas
décadas del siglo XIX, cuando la República de Irlanda aún era una región del
Reino Unido, para entender cómo el primer ministro liberal (progresista) de
entonces, William Gladstone (el Zapatero de la época), concedió al irlandés
Charles Stewart Parnell (el José Montilla de la época) una Ley de Gobierno
Local (el estatuto catalán de la época) para garantizar a Irlanda un parlamento
y autonomía más amplia. La Ley no llegó a prosperar, pero Parnell (que llegó a
estar en la cárcel por comentarios sediciosos) siguió siendo considerado como
uno de los personajes más peligrosos y siniestros de la política británica.
El sucesor de
Parnell, John Remond (el Puigdemont de la época) permitió a la izquierda
británica gobernar en 1910, asegurando que la Ley de Gobierno Local (Home Rule
for Ireland) no comprometería en nada la entrega de Irlanda al Imperio
británico (es curioso cómo la propuesta de reforma federal de Batet y Sánchez
asegura lo mismo). Pero hete aquí que una rebelión de Irlanda del Norte opuesta
a la autonomía salió a la calle con el famoso manifiesto Solemn League and Covenant para protestar (muy parecido a la
Societat Civil Catalana de hoy en día). Comenzaba entonces la siembra de una
guerra civil que acechaba a la isla esmeralda. La respuesta del gobierno
liberal-progresista de Herbert Asquith (el Rajoy de la época) a esta escalada
de violencia, según el historiador Roy Foster, fue ''pusilánime''. No se
resolvió el problema, y el estallido de la I Guerra Mundial en Sarajevo empeoró
las cosas. En mitad de esta contienda tuvo lugar en Alzamiento de Pascua de
1916, que fue ''reacción'' a la tardanza en conceder la nueva autonomía a
Irlanda. En 2018, tanto los nacionaistas como los liberal-progresistas se
hundieron en las elecciones, en las que triunfaron los revolucionarios del Sinn
Fein. La guerra que tantos esperaban terminó en 1921 con la independencia de
Irlanda y la autonomía a las provincias del Ulster, que paradójicamente rechazaron
años antes.
La moraleja de
esta historia del separatismo irlandés en Reino Unido, salvando las distancias
con una España en la que ya hace cuatro décadas se dio autonomía no sólo a una
sino a 17 regiones, es que, como dice Roy Foster, confirma que la autonomía,
una vez concedida, solo representa el primer paso para completar una separación
''mucho más violenta''. El historiador Foster menciona también el caso mucho
mas reciente de Tony Blair, quien cedió mucha más autonomía a Escocia, donde el
porcentaje de independentistas no ha dejado de crecer desde entonces. Achaca
incluso la derrota de Ed Miliband en 2015 a su negativa a gobernar con los
nacionalistas del SNP escocés.
En 2020, Pedro
Sánchez volverá a contar con los mismos apoyos con que contó en la moción de
censura, porque es el candidato mejor preparado y con menos escrúpulos para
hacer unas concesiones que ni Zapatero se habría atrevido a hacer. Y porque,
como asegura tajante Roy Foster, ''estamos entrando en una era en la que los
futuros gobiernos no tendrán otra elección que gobernar con los
nacionalistas''. Si tan resignados están los británicos, con una ley electoral
encomiable, cómo no va a pasar en España, donde se regala escaños a los
nacionalistas gracias a la Ley D'Hont? Además, si a Sánchez no le salen las
cuentas, siempre podrá hacerse el secuestrado y pedir el apoyo de Ciudadanos o
un PP grogui para seguir en el poder y -no lo duden ni un minuto- sin cumplir
ni una sola de las contrapartidas, como siempre ha hecho el PSOE con sus socios
en Andalucía.
Espero que te equivoques!! Es decir, si en 2020 aún existe España...
ResponderEliminarNB: Cuando hablo del hundimiento en las elecciones de 2018, me refiero a las de 1918.
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