Artículo de Rafa G. García de Cosío
Se oye mucho
últimamente que Sánchez ha llegado al poder sin ser votado, o sin que los
españoles lo hayan ''elegido''. Es frecuente leer las respuestas a sus tuits
con peticiones de elecciones. Me resulta muy molesto, porque en primer lugar es
falso, y en segundo lugar todas esas personas se están disparando en el propio
pie, pero no con una pistola, sino con un bazoka.
Para empezar, es
cierto que Pedro Sánchez carece de ese respaldo del que han gozado sus seis
predecesores en el cargo, consistente en liderar la primera fuerza política del
parlamento. Es cierto que, moral y anímicamente, es un poco cutre hacerse con
el poder cuando has llevado a tu partido a los dos peores resultados de su
historia. Pero lo que es impepinable es que Sánchez se ha hecho con el poder
por medio de los cauces constitucionales y por tanto democráticos de un país
libre como España, que, por cierto, ha luchado en los últimos meses por
reivindicar esos mismos valores constitucionales de libertad, ley, democracia y
pluralidad frente a la campaña feroz de los separatistas catalanes en toda
Europa. Es poco serio decirle a Europa que unos políticos quieren acabar con
nuestro país y nuestra constitución y al mismo tiempo acusar al líder de la
oposición de ultraje a nuestra Constitución cuando accede al Poder por medio de
un mecanismo en ella recogido.
Spain is different, también a la hora de
formar gobiernos
En efecto, a
Pedro Sánchez sí lo han elegido los españoles si tenemos en cuenta que el
sistema español es parlamentario y representativo. Tiene defectos la Ley
electoral o la confección de las listas de los partidos? Sin duda! Pero este no
es ni de lejos el único problema. Decir que España ha estado forzada u obligada
todos estas décadas a tener gobiernos con nacionalistas en su seno es una
falsedad. Otra cosa es que nadie haya querido reconocer que los pactos y
coaliciones con partidos de ámbito nacional no fue solo posible sino también la
regla general de otros países de nuestro entorno. En España, sin ir más lejos,
Felipe González se echó en 1993
a los brazos del hoy denostado Pujol cuando podría haber
formado una coalición con la IU de Anguita (177 diputados habrían dado su
apoyo), pero ni hubo coalición ni tan siquiera un pacto. Quizá sea demasiado
joven para hablar de esto, pero mirando atrás y en los millones de archivos de
los que disponemos, en 1993 tanto el PSOE como IU calcularon más sus opciones
de futuro que las del conjunto del país.
Qué ocurre en la
Francia de las segundas vueltas, o en la Alemania de las mayorías absolutas
imposibles? En Francia, que un partido apoye a un candidato para la segunda
vuelta (siempre sucede) puede traducirse en un futuro gobierno con miembros de
múltiples partidos. En Alemania no ha habido ni una sola mayoría absoluta desde
1945, y desde entonces ha habido cancilleres conservadores y socialdemócratas
que han gobernado con liberales, verdes y hasta en gran coalición.
En España, sin
embargo, la división ideológica histórica desde la guerra civil ha llevado a
tener dos polos enfrentados y cegados ante la realidad europea. Lo que se
oculta detrás de todo este debate sobre si Pedro Sánchez es un presidente
legítimo o no es una anomalía democrática en torno a la cual no ha surgido
debate alguno en cuatro décadas de democracia: Por qué no pactar entre partidos
nacionales, repartiendo ministerios y, por tanto, también responsabilidades?
Esta mención a
las responsabilidades es particularmente interesante. Cuál es el mayor
argumento de los separatistas catalanes (y, en menor medida, de los vascos y
gallegos), aparte del económico o el de la lengua, para ansiar la independencia
de Cataluña? Sin duda alguna, que España supuestamente ha gobernado reprimiendo
a las regiones periféricas y sin contar con su apoyo. Un argumento
infinitamente cínico, teniendo en cuenta que la realidad es exactamente la
contraria. Desde 1978, los gobiernos españoles han contado siempre con los
apoyos de nacionalistas (sin que estos, inteligentemente hay que decir,
entraran en los gobiernos), tanto en el Congreso como en las autonomías. Véase
el ejemplo claro de Rajoy, que gobernó con mayoría absoluta de 2011 a 2015 y se echó en
brazos de Mas primero y Puigdemont después pensando que podría evitar algo.
Si CiU o PNV
hubieran tenido las agallas (aunque para qué tener agallas si se tiene extrema
inteligencia!) de entrar en los gobiernos a los que dieron su apoyo, sus
ministros nacionalistas habrían estado expuestos a los mismos casos de
corrupción, clientelismo, cacerías, prevaricación y demás tropelías a las que
estuvieron expuestos ministros de PSOE y PP. No otra cosa explica que hoy en
día PSOE y PP estén tan inmensamente desprestigiados mientras PNV, ERC y CiU
(se llame ahora como se llame) gocen del mismo número de diputados de la banda
de los que apoyan y luego rebuznan.
Exactamente, tocayo. Nos viene siempre bien una mirada desde fuera
ResponderEliminarMe gusta seguir este blog, pero he tenido que dejar de leer tu artículo cuando has propuesto a España como país democrático y libre a través de su constitución jajaja.
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