Artículo de Antonio Barreda
La llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa tras una moción de censura no abre
un nuevo camino, sino que cierra toda esperanza de regenerar la Comunidad
Autónoma que más casos de corrupción detenta de toda Europa. Solo los ingenuos
pueden creer que Sánchez traerá luz y taquígrafos a lo que ha pasado en
Andalucía durante casi 40 largos años de dictadura parlamentaria del PSOE en
Andalucía. Los andaluces tendrán que esperar muchos más años la caída de los
dioses que habitan en Sal Telmo.
La Comisión Europea publica cada tres años su Índice de Competitividad
Regional que tiene subíndices, uno de ellos es el dedicado a la corrupción, y
según el documento de la Comisión Europea editado en marzo de 2017, la
comunidad autónoma española con menos corrupción es La Rioja, que recibe una
nota de 0,13. Sin embargo, la comunidad autónoma que más corrupción tiene de
toda España es Andalucía con una nota de -0,51, seguida de Galicia con -0,50 y
Canarias con -0,48.
Esto es tan así que se está juzgando a dos ex presidentes de la Junta por
el caso ERE, donde posiblemente estemos ante el mayor caso de corrupción de
toda la historia de la Europa moderna por haber dado 855 millones en diez años
en ayudas socio laborales a empresas en crisis, al parecer, sin un
procedimiento legal establecido. El paseíllo de Chaves y Griñán por el juzgado
debería avergonzar a los actuales dirigentes del PSOE en Madrid y en Andalucía
durante generaciones.
El otro caso que queda por abrir en canal es el caso formación en el que
presuntamente existen graves irregularidades en la gestión de la formación
entre el año 2000 y 2012 en los que la Junta gestionó 2.900 millones de euros.
Aunque la jueza Núñez Bolaños, sustituta de Alaya, ha cerrado la pieza política
en octubre contra 24 ex altos cargos andaluces, entre ellos los exconsejeros de
Empleo Antonio Fernández, Antonio Ávila y Manuel Recio, porque la jueza Núñez
Bolaños no vio más que meras “irregularidades administrativas” sin
trascendencia penal. Hay que recordar lo que dijo Francisco Javier Guerrero el
20 de marzo de 2013 en un interrogatorio de tres horas ante Mercedes Alaya: “Lo
mío no es nada comparado con la formación”.
Ahora en Andalucía desde el BOJA se escribe hoy la historia. Todos los
nombres. Ya no hay quien cuente nada porque los contadores de la realidad y no
tienen papel sobre el que escribir. Todos callan. El BOJA manda y es un dios
desbocado. El BOJA lo riega todo. Hay hipotecas que pagar y niños a los que dar
de comer. Y la sultana avanza hacia el poder absoluto gracias al silencio de
todo un pueblo. El mismo paralelismo que llevó al poder a lo peor de Europa. El
mismo silencio cómplice. La misma canción cantada ahora en andaluz.
Los más ingenuos habían pensado que Pedro Sánchez, enemigo acérrimo de
Susana Díaz, una vez había llegado a la presidencia del gobierno iba a empezar
a laminar al susanismo en Andalucía. Nada más lejos de la realidad. El ascenso
de Carmen Calvo a número dos nacional daba esperanzas a algunos andaluces de
que algo iba a cambiar. Pero todo era un espejismo más a los que nos tiene
acostumbrados el PSOE. El anuncio de María Jesús Montero como la todopoderosa
ministra de hacienda enterraba cualquier esperanza.
Montero es una especialista consumada en exprimir los bolsillos de los
andaluces, una jardinera experta en recortes y en podas en servicios a la
sociedad y a los servidores públicos. Ha sido, con diferencia, la peor
consejera de hacienda que ha tenido Andalucía en todos sus gobiernos
autonómicos. Siendo una comunidad de sueldos mileuristas tiene la cuarta presión
fiscal más alta de toda España con un 40,03% de la renta de los andaluces.
Además, Montero aplicaba en Andalucía El IRPF de los más altos de España y
hasta la reforma del impuesto de sucesiones era la comunidad que tenía el
impuesto más alto, recaudando 245 millones de euros entre el impuesto de
sucesiones y donaciones.
Su gestión en sanidad la dejó como la peor de toda España, estableciendo un
modelo sanitario low cost de segunda para los andaluces donde las listas de
espera se han disparado tras las fusiones hospitalarias. Problema agravado con
la subasta farmacéutica en el que los
pacientes andaluces no tienen la posibilidad de elegir, como sí ocurre en otras
autonomías, entre todos los medicamentos que se encuentran en los precios más
bajos. El vademécum tiene 13.000 medicamentos, mientras que en Andalucía sólo
disponemos de 530 que pueden ser recetados.
El retraso andaluz data de la segunda mitad del siglo XIX. No tuvimos una
burguesía transformadora, no supimos adaptarnos a la pérdida de América y las
posibilidades de la Revolución Industrial pasaron por aquí y no supimos
aprovecharlas. Además, el gobierno de la Restauración, con su preferencia por
las regiones catalana y vasca, contribuyó en gran medida a consolidar el
llamado retraso andaluz. Luego, ni la dictadura de Primo de Rivera, ni la
República, ni la dictadura franquista, ni el PSOE han conseguido la
equiparación de Andalucía a las mejores regiones europeas y españolas.
Dentro de muy poco se cumplirán 39 años de la constitución de la Junta de
Andalucía. Y Después de estos casi 39 años Andalucía, tras tener presupuesto
propio al que hay que añadir generosas ayudas de la UE todos estos años, sigue
en el furgón de cola. En 1982, el presupuesto total del gobierno andaluz fue de
unos 17 millones de euros. En 2018 es de 34.759 millones de euros. En conjunto,
se ha podido calcular que el gobierno socialista de la Junta de Andalucía ha
podido manejar cerca de 200 billones de pesetas desde su constitución
parlamentaria en 1982 (sumadas las ayudas europeas). Nunca jamás en toda su
historia dispuso Andalucía de una riqueza tal a su disposición para favorecer
su propio desarrollo, para crear lo que Borbolla bautizó en su momento como el
Silicon Valley de Europa.
Pues después de 39 largos años y manejar cerca de 200 billones de euros por
parte de la Junta de Andalucía poco o nada ha cambiado. Seguimos a la cabeza o
a la cola de las peores estadísticas. Seguimos en la misma posición de principios
de los años 80.
En los puestos de cola de PIB por habitante.
En los puestos de cola en convergencia con Europa.
A la cabeza en la presión fiscal.
A la cabeza en concurso de empresas.
A la cabeza del paro.
A la cabeza en gastos de prestaciones por desempleo.
A la cola en cobro de prestaciones por desempleo.
A la cola de los salarios.
A la cola en pensiones.
A la cola en renta anual media por hogar.
A la cola en renta por persona.
A la cabeza en el umbral de la pobreza.
A la cabeza de pobreza infantil.
A la cabeza en ciudades pobres.
A la cabeza en barrios pobres.
A la cola en gasto público por estudiante.
A la cola en inversión sanitaria.
A la cabeza de los recortes sanitarios.
A la cabeza en hospitales privados.
A la cola en servicios sanitarios.
A la cola en camas hospitalarias.
A la cabeza de las reclamaciones sanitarias.
A la cola en el informe PISA.
Nada cambia desde entonces, y los andaluces consumimos la propaganda de la
junta como el soma, esa droga fantástica que narraba el libro Un Mundo Feliz.
El gasto en publicidad institucional de la Junta de Andalucía es millonario,
por encima de El corte Inglés por ejemplo, para anestesiar la conciencia de los
andaluces y para crear un mundo donde nosotros somos los mejores y la región un
don de la naturaleza puesta a nuestro servicio.
El fracaso de este gobierno regional incapaz de corregir y elevar las
condiciones de vida de los andaluces es la consecuencia de la no regeneración
democrática en Andalucía, es la consecuencia de la no alternancia democrática
en Andalucía. Es la consecuencia de los errores de planificación de todos y
cada uno de los gobiernos del PSOE que han pasado por la Junta de Andalucía. Es
la consecuencia de reventar la Administración de la Junta en beneficio de una
clientelar administración paralela.
La movilización sanitaria del pasado 10 de junio en Sevilla
es un grito de la sociedad andaluza para regenerar sus instituciones, para
purificar su democracia, para que la voz del pueblo se agigante en las calles.
Es una llamada a la movilización ciudadana, a mover a la sociedad andaluza para
que reclame cambios y reclame derechos para que una ola limpie la sucia línea
de playa en la que se ha convertido nuestra autonomía. Debemos no solo exigir
una sanidad digna, debemos hacer lo mismo con la educación, el otro pilar de la
sociedad andaluza.
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