Artículo de Rafa G. García de Cosío
En
abril de 2015, el periodista Wolfgang Bauer acusó en un periódico al entonces
ministro del Interior alemán, Thomas de Mazière, de ser el ''responsable
político'' de las muertes de refugiados en el Mediterráneo. Por qué
''político'', y no ''responsable'' a secas? Probablemente porque Bauer quería
evitar ser acusado de una calumnia como una casa. Al acusar a De Mazière de
responsable político, el periodista apuntaba al dirigente cubriéndose, eso sí,
con la excusa de que los refugiados son un problema en verdad de todos los
europeos. Todos los europeos somos culpables, especialmente aquellos que
votaron a partidos que sustentan en el poder a personas como De Mazière.
En
nuestro país, Pablo Iglesias fue uno de los primeros dirigentes de un partido
nacional en comprender que ETA tenía razones ''políticas'' para asesinar a
españoles. Por qué, de nuevo, una figura pública -esta vez del panorama
nacional, y no batasuno, que llevaba haciendo esto durante décadas- agregaba la
palabrita mágica ''político''? Por la sencilla razón de que haber hablado de
''tener razones para matar'' habría hundido al líder comunista mucho más que la
compra de un chalé de 600.000 euros o las noticias de la financiación de
Venezuela. De nuevo, el adjetivo mágico venía al rescate de un político con
opiniones profundas pero convicciones débiles sobre las consecuencias
''sociales'' (por añadir otro adjetivo y sumarme a la fiesta) de lanzar tales
opiniones. También es reciente en la mente de los españoles aquella necedad de
los ''presos políticos'' en el proceso golpista en Cataluña. Todos conocen la
verdadera intención de esa manipulación obscena del lenguaje.
Pero
el más reciente y relevante uso de la palabra mágica se ha dado estos días por
parte del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, quien ya en la oposición repitió sin
cansarse aquello de ''hacer política'' con Cataluña. Que es como si el horno de
un panadero se estropea y, como solución, exige preparar la masa. O si a un
jardinero se le pincha la manguera y va al señor de la casa a
comunicarle que hay que regar las plantas. Política hay que hacer siempre, pero
lo que interesa a los ciudadanos de verdad es lo que se esconde detrás de esas
palabras. Ya empieza a salir estos días la solución ''política'' de Sánchez:
legalizar el estatuto de autonomía aprobado por Zapatero y recortado por el
Constitucional.
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