Artículo de Luis Escribano
Un alto cargo de la Consejería de la
Presidencia, ya cesada, falseó la verdad en un documento público a fin de evitar
reubicarme en una de las dos vacantes que había en la Dirección General de Comunicación
Social, donde se manejan las licencias de TDT
En el proceso judicial de mi cese, ha
quedado demostrado que otro alto cargo de la Consejería de Hacienda y
Administración Pública, también cesada, falseó igualmente la realidad en una
resolución, con la presunta participación de funcionarias
La Magistrada del Juzgado nº 12 de
Sevilla volvió a adulterar hechos en la sentencia, además de silenciar la falsedad de los altos cargos y la obstrucción de la Consejería de Hacienda y
Administración Pública, que remitía copias ilegibles de documentos del expediente
y de las pruebas
La trascendencia política del proceso
judicial de mi cese, explicada en el Epílogo del presente capítulo, alcanza al Vicepresidente de la
Junta de Andalucía y, por ende, a Susana Díaz
Si escandaloso
fue todo lo narrado en los capítulos anteriores, incluyendo la sorprendente
actuación de la Magistrada del Juzgado nº 12 de Sevilla, María Fernanda Mirmán Castillo, ante los actos de cese y asignación
provisional de un nuevo puesto de trabajo a un servidor, actos que incurrían en
una más que evidente desviación de poder,
lo que hoy les relataré tampoco se queda atrás en cuanto a su gravedad.
Susana Díaz, con Juan Manuel
Fernández Ortega
Tras decirme
verbalmente el Director General de Administración Local, Juan Manuel Fernández Ortega, el viernes 11-11-2016, que estaba
cesado de mi puesto del Servicio de Cooperación Económica porque “no le gustaba
como se trataba a los Ayuntamientos en el Servicio” (quizá le faltó decir “a
los de Granada y del PSOE”, como denuncié), presenté un escrito el lunes
14-11-2016 dirigido al Consejero de la Presidencia (órgano competente), que es
el Vicepresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios, denunciando algunos hechos graves y
solicitando literalmente que “previas las
investigaciones y actuaciones oportunas, a la mayor brevedad posible me
comuniquen los verdaderos motivos de mi cese y actuaciones realizadas y, en
su caso, reconsidere la decisión de mi cese, en aras de la verdad y la justicia”.
¡Mi gozo en un pozo!
En el proceso
judicial solicité como prueba documental una copia del expediente incoado a
raíz de mi escrito dirigido al Consejero, con todas las investigaciuones
efectuadas, y la Magistrada del Juzgado
nº 12 lo denegó dos veces. La Justicia, lamentablemente, una vez más ayudando
a ocultar la verdad. ¡Así nos va a todos!
Acompañando a un
escrito de la Viceconsejera de la Presidencia (tenía la competencia delegada
por el Consejero), de fecha 7-12-2016, recibí un informe suscrito por el citado
Director General, ofreciendo esta “explicación”
a la petición de los motivos concretos de mi destitución:
A continuación
del párrafo anterior, dicho informe se limitaba a indicar parte de la
legislación vigente y mencionar seis sentencias del Tribunal Supremo de los
años 1995 y 1997, con doctrina ya superada por la nueva jurisprudencia del mismo
Tribunal Supremo. Como pueden ver ustedes, no
expresaba ningún motivo concreto por el que se me había cesado.
Sin embargo, la
Magistrada del Juzgado nº 12 de Sevilla dice literalmente en el Fundamento
Jurídico Primero de su Sentencia que “el
7 de diciembre de 2016 le fue remitido contestación a su solicitud información
de 14 de noviembre de 2016 con un informe del director general de la
administración local explicando porque
se había producido la pérdida de confianza progresiva en el desempeño del
puesto de libre designación” (la negrilla y subrayado es mío).
¿Qué considera
la Magistrada por explicar cómo se había producido la pérdida de confianza progresiva, si ni siquiera se menciona un hecho concreto en el citado escrito? ¿Por
qué vuelve a mentir la Magistrada? ¿Por qué ese empeño en cambiar algunos
hechos en la sentencia, que curiosamente tienen el mismo efecto: quitarme la
razón y dársela a la Consejería de la Presidencia? ¿Quién paga la nómina de la
Magistrada, los ciudadanos con sus tributos o Manuel Jiménez Barrios, Vicepresidente
de la Junta de Andalucía?
Como dije en el
capítulo anterior, no había ni un solo
documento en el expediente de mi cese que explicara dichos motivos, y sólo consta
en el proceso judicial unos informes suscritos casi año y medio después (¡en 2018!), lleno de falsedades que
intentaban justificar mi destitución. Sin embargo, la Magistrada no dudó en
decir en la Sentencia que sí estaba explicado, y además adulterando los hechos
de forma muy patente.
La falsedad interesada de dos
altos cargos de la Junta en documentos oficiales
Tras mi cese, con
arreglo a lo dispuesto en el art. 21.2.b) de la Ley 30/1984, que aparece como
fundamento de la Resolución de 30-11-2016 por la que se me asignó un nuevo
puesto de trabajo (así lo indica la Magistrada en la Sentencia), la Viceconsejera
de la Presidencia debía reubicarme en algún
puesto vacante de la misma Consejería, siendo responsabilidad de la Secretaría
General Técnica la búsqueda de dichos puestos.
En el proceso
judicial solicité las pruebas oportunas sobre las plazas vacantes y dotadas a
fecha de mi cese, que fueron remitidas por la Consejería de Hacienda y
Administración Pública, aunque algunos de los documentos eran ilegibles. Dichas
pruebas documentales demostraban que existían
seis puestos vacantes y dotados en la Consejería de la Presidencia,
cuyos requisitos para ocuparlos cumplía, a saber: en la Viceconsejería, dos puestos (Coordinación y Secretariado de
Transparencia); en la Secretaría General
Técnica, dos puestos (Gabinete Técnico Edificios e Instalaciones y Asesor
Técnico), y en la Dirección General de
Comunicación Social, dos puestos (Asesor Técnico y Asesor Técnico de
Comunicación Social).
Esta última Dirección
General ha sido protagonista en los medios de comunicación por el caso de las TDT (véase, por ejemplo,
esta noticia de El
Mundo). Por lo que verán a continuación, en la Consejería impidieron
por cualquier medio que un servidor, denunciante de corrupción, pudiera ocupar
un puesto en dicho Centro Directivo o en los otros de la misma Consejería.
¿Tanto hay que ocultar?
El primer alto cargo que mintió, según las pruebas remitidas al Juzgado
por la Consejería de Hacienda y Administración Pública, fue la que era
Secretaria General Técnica de la Consejería de la Presidencia y Administración
Local, Cristina Fernández-Shaw
Sánchez-Mira. Hoy ocupa un puesto “Consejera
Técnica” en la Intervención General de la Junta de Andalucía.
En un escrito de
fecha 21-11-2016, dirigido a la Dirección General de Recursos Humanos y Función
Pública de la Consejería de Hacienda y Administración Pública, dicho alto cargo
afirma literalmente, faltando a la verdad, que “Ante la imposibilidad de reubicarlo en los Servicios Centrales
de esta Consejería al no existir puesto adecuado a su perfil profesional,
dotado y vacante, se solicita tenga a bien su adscripción al puesto que
corresponda”. Sin embargo, como dije anteriormente, existían seis puestos vacantes y dotados a fecha de mi cese.
El segundo alto cargo que falseó la
verdad, según las citadas
pruebas documentales, fue la que era entonces Directora General de Recursos
Humanos y Función Pública de la Consejería de Hacienda y Administración
Pública, María Concepción Becerra
Bermejo. Este caso fue más grave, pues se trataba de la Resolución de 30-11-2016 suscrita por la
misma, en la que indicaba literalmente que “No existe en la R.P.T. de la Consejería indicada en el punto
2.1., (se refería a la Consejería de la Presidencia) puesto de trabajo vacante y dotado adecuado para adscribir
provisionalmente al funcionario de carrera cuyo cese se ha producido”.
María Jesús Montero
Cuadrado, Consejera de Hacienda y Administración Pública
¿Tiene alguna relevancia esta falsedad? Obviamente sí la tiene: primero,
porque han faltado a la verdad en la narración de los hechos, siendo
“autoridades”; segundo, porque la verdad ocultada tenía efectos
jurídicos evidentes; tercero, porque dicha falsedad ha tenido como
efecto un perjuicio en mi carrera administrativa como funcionario; cuarto,
porque me ha obligado a hacer uso de los Tribunales de Justicia para demostrar
que, tras una apariencia de legalidad, existía una verdad oculta. Si dicha falsedad constituye o no un delito, corresponde a la Justicia aclararlo y resolverlo.
A dicha
Dirección General remití un escrito el 15-11-2016 recordando que la asignación
de un puesto provisional tras un cese en un PLD no es un proceso que admita
arbitrariedades, advirtiendo de todas las ilegalidades que habían ocurrido en
la Consejería de la Presidencia. Por supuesto, hicieron caso omiso a mis
consideraciones.
Curiosamente,
ninguna de las personas implicadas están hoy en los citados cargos, pues han
sido destituidas tanto la Viceconsejera y Secretaria General Técnica de la
Consejería de la Presidencia (María
Felicidad Pleite y Cristina
Fernández-Shaw, respectivamente) como la Directora General de Recursos
Humanos y Función Pública (María
Concepción Becerra). Las dos últimas son licenciadas en Derecho por la
Universidad de Sevilla y funcionarias del Cuerpo Superior de Administradores Generales
y de Gestión Financiera de la Junta de Andalucía, respectivamente, lo que
agravaría aún más sus actuaciones.
Funcionarias presuntamente implicadas en
las citadas falsedades
Estos altos
cargos, en sus actuaciones, han debido apoyarse presuntamente en las funcionarias
que ocupaban ciertos Servicios (de libre designación) de dichos Centros
Directivos. Estas son las funcionarias que, en principio, debían conocer la existencia de los puestos
vacantes y dotados:
a) La Jefa del Servicio de Personal de la
Consejería de la Presidencia, María Leal
Fernández,
b) La Subdirectora de Planificación y
Gestión de la Consejería de Hacienda y Administración Pública, Carmen Mesa Caravallo.
c) La Jefa del Servicio de Planificación de
Gestión Personal Funcionario de esta última Consejería, María Belén Pérez Gamero.
La
primera estuvo presente en la reunión que mantuve con ella y la Secretaria
General Técnica el día 14-11-2016, donde les advertí de las ilegalidades que se
estaban cometiendo, y que firmó una Diligencia junto a la Secretaria General
Técnica (cuya existencia desconocía) que apareció en el expediente
administrativo remitido al Juzgado:
En dicha
Diligencia se puede observar que la
Resolución de cese ya estaba dictada cuando se celebró la reunión; sin
embargo, se negaron a entregármela
cuando la solicité, porque decían que no era necesario notificarla (¿?),
impidiendo así que pudiera conocer su contenido para poder recurrirla. Asimismo,
no mencionan nada sobre los puestos vacantes y dotados que había en la Consejería
de la Presidencia, sino que indica que
la D.G. de Recursos Humanos y Función Pública será el centro directivo que
llevaría a cabo la asignación del puesto.
Por cierto, a día de hoy no me han notificado dicha
Resolución de cese de 2016 (su copia la conocí en el proceso judicial).
Además, la citada Resolución no dice nada de que el cese se debía por “pérdida sobrevenida de la confianza
depositada en su nombramiento”, es decir, lo que dice la citada Diligencia es una interpretación libre de las personas
que la suscriben. En esta imagen pueden observar un extracto del contenido
de la citada Resolución de cese, que utiliza una fórmula genérica sin concretar
nada (“Visto el expediente”), y en el
expediente remitido al Juzgado no consta en ningún documento los motivos del
cese:
Con las dos
funcionarias de la Consejería de Hacienda y Administración Pública me reuní
personalmente el 1-12-2016 tras comunicarme el puesto que me había sido
asignado en la Consejería de Salud. Este puesto, de todos los vacantes y
dotados disponibles que podía ocupar (listado que yo desconocía en esos
momentos hasta que en el proceso judicial conocí la verdad con las pruebas
solicitadas), era uno de los que más perjudicaba mi carrera como funcionario.
Para colmo, me asignaron un puesto que estaba “bloqueado” por el concurso de méritos
que estaba tramitándose, y que habían solicitado más de 100 funcionarios;
es decir, sabían que me tenían que reubicar de nuevo al resolverse el concurso
en breve plazo, con los perjuicios que ello conlleva, tanto para la
Administración como para cualquier trabajador.
¿Creen ustedes
razonable que sean funcionarios, potenciales
competidores con un servidor en futuros concursos de méritos y procedimientos de
libre designación, los que elijan el puesto que debía ocupar tras mi cese?
Pues eso es lo que ocurre y sigue ocurriendo en la Junta de Andalucía. ¿Por qué
no se regula esa asignación provisional de puestos para evitar arbitrariedades
y, especialmente, evitar “castigos” a aquellos funcionarios que no somos
silentes ante hechos graves que detectamos en la Junta de Andalucía? En los
capítulos posteriores les demostraré
algunos de los amaños y enjuagues que realiza la Junta de Andalucía, con nombres y apellidos. Todo ello fue
demostrado en el proceso judicial para acreditar la discriminación que sufrí,
pero de poco sirvió, pues la Magistrada hizo caso omiso.
En la citada reunión
del 1-12-2016 no me informaron de nada de lo que descubrí luego en el proceso
judicial y que ahora les relato. Estas dos últimas funcionarias tuvieron acceso
al SIRhUS, y pudieron comprobar que
existían puestos vacantes en la Consejería de la Presidencia, y lo silenciaron.
En el siguiente capítulo les demostraré cómo se eligieron arbitrariamente los posibles
puestos a asignarme, y cómo la citada Jefa de Servicio de Planificación de
Gestión Personal Funcionario manejó el asunto sabiendo que perjudicaba mi
carrera administrativa. ¿De verdad creían algunos que no iba a conocerse la
verdad?
A ambas
funcionarias les advertí de las ilegalidades que hasta ese momento conocía,
pero ya saben ustedes que algunos funcionarios
se sienten impunes, amparados por
cargos públicos que incluso llegan a mentir en resoluciones oficiales. Y el
resultado es que todo vale, y las arbitrariedades están servidas.
La Magistrada del Juzgado nº 12 de Sevilla, a sabiendas de todo lo
anterior, nada dice en la sentencia salvo un hecho que adultera de nuevo.
Si grave es todo
lo anterior, más grave resulta que, a la vista de las pruebas documentales
obtenidas en el proceso judicial, con los hechos relatados en el juicio oral y con
las falsedades que he expuesto con anterioridad, la Magistrada no se pronunciara al respecto en la sentencia.
Lo único que se
dice literalmente en la sentencia, en sus antecedentes de hechos, es que en la
vista oral alegué “...entre otros
extremos que había seis vacantes en presidencia unas dotadas y otras desdotadas...”.
Es decir, que además de no valorar siquiera el grave indicio de las falsedades,
para colmo vuelve a adulterar los hechos
en la sentencia, porque los seis puestos estaban vacantes y dotados, como quedó demostrado en
el proceso judicial. ¿Por qué miente con la expresión “...y otras desdotadas”, si las pruebas demostraban lo contrario? Con esta, han sido varias las adulteraciones de hechos realizadas en la sentencia, algo inaudito.
Por último, debo
añadir que los documentos que la Consejería de Hacienda y Administración
Pública remitió al Juzgado nº 12 (expediente administrativo y pruebas
solicitadas) eran ilegibles en su
mayoría, y a petición de un servidor, el
Juzgado tuvo que reiterar a la citada Consejería su envío hasta en dos
ocasiones, sin que finalmente remitiera toda la documentación de forma
legible. Aunque me quejé de ello en la vista oral, nada se dice en la sentencia de este grave hecho de la obstrucción a la
Justicia. Al contrario, la Magistrada se basó en algunos de esos documentos
ilegibles para concluir que todo fue legal y no hubo desviación de poder.
EPÍLOGO DEL CAPÍTULO 7
Quizá ustedes
puedan pensar que lo que me ocurrió en este caso tan particular no tiene tanta
trascendencia como, por ejemplo, otorgar millones de euros a empresas o a
trabajadores de forma ilegal y arbitraria (caso ERE). Sin embargo, detrás de
cada acto cometido con abuso de poder
se oculta una clara intención torcida o arbitraria que nunca debería
menospreciarse. Por ponerles un ejemplo, el Servicio del que fui destituido
tenía como función impulsar el seguimiento del Plan de Cooperación Municipal
(fondos a transferir por la Junta a los municipios andaluces), con más de 1.000
millones de euros en juego, y a pesar de mis advertencias escritas y verbales,
no se efectuaba dicho seguimiento, obligatorio según la normativa. Las
consecuencias de esa interesada dejación de funciones son más que evidentes.
La desviación de poder es la antesala del
delito de la prevaricación.
Recientemente expresaba la Magistrada Mercedes
Alaya que este delito debería castigarse con cárcel y que es la madre de
todos los delitos de corrupción, opinión que comparto plenamente. Quizá le
faltó decir que la prevaricación dolosa
(a sabiendas) debería, además, condenarse con la inhabilitación absoluta ad
eternum, es decir, que tras la condena, nunca pueda trabajar en algún cargo
público, entendiendo como tal cualquier órgano de las Administraciones Públicas
o cualquier ente dependiente o vinculado de las mismas.
No obstante lo
anterior, en mi opinión, la prevaricación
culposa nunca debió desaparecer de nuestro Código Penal (reforma de 1995),
pues lo único que ha conseguido es que cualquier cargo público pueda adoptar resoluciones manifiestamente injustas por negligencia
o ignorancia inexcusable, sin consecuencias penales. No digo que tenga
que condenarse con cárcel, pero al igual que he indicado para la prevaricación dolosa, debería condenarse
también con la inhabilitación absoluta.
Manuel Jiménez Barrios y
Susana Díaz
Quizá ustedes no
vean la trascendencia política del proceso judicial de mi cese. Si la sentencia
del Juzgado hubiese sido favorable a mis pretensiones (nulidad por desviación
de poder y vulneración de derechos fundamentales), el Vicepresidente de la
Junta de Andalucía, Manuel Jiménez
Barrios, tendría que dar explicaciones por segunda vez en el Parlamento, y explicar
por qué no actuó ante la denuncia presentada, y por qué en la primera
comparecencia no dijo toda la verdad. Y Jiménez Barrios es el segundo de Susana Díaz en su Gobierno, y eso
restaría credibilidad a la que pretende suceder a Pedro Sánchez. ¿Entienden por
donde voy? Además, Ciudadanos, que bloqueó mi comparecencia en el Parlamento,
quedaría en evidencia una vez más.
Si los
Tribunales no extreman las precauciones con las desviaciones de poder, no puede
sorprenderles que después acaben investigando y enjuiciando graves delitos
derivados de dichos abusos de poder. Cuando una “alarma” se activa y avisa, lo
último que debe hacerse es despreciarla. ¿Lo entenderá el TSJA cuando resuelva
el recurso?
Continuará...
Gracias, Luis. Todas estas cosas, acabarán hundiendo el régimen
ResponderEliminarRepasando mis artículos, he encontrado este comentario tuyo, Rafael, que no respondí en su momento.
ResponderEliminarEn primer lugar, disculpa y ¡de nada! En segundo lugar, tu comentario fue muy premonitorio: las elecciones te han dado la razón. Parece ser que todo el trabajo que he estado realizando ha podido contribuir en algo a la caída del régimen del PSOE en la Junta de Andalucía. Y aunque el TSJA no me otorgue la razón finalmente en este caso concreto (ya sabemos del corporativismo imperante en el Poder Judicial), al menos he conseguido que todos los lectores conozcan parte de las entrañas del régimen y las injusticias que en demasiados casos comete el Poder Judicial.
Un cordial saludo!