Artículo de Rafa G. García de Cosío
De niño me
enteré de fugas increíbles: el Dioni en Brasil o Roldán en Tailandia. En mis
años universitarios conocí en los medios fugas menos espectaculares, como la de
Juana Chaos en Venezuela, Roman Polanski en Suiza o la de Assange en la
embajada de Ecuador en Londres. No soy experto en Derecho, y menos en Derecho
Internacional, pero siempre comprendí el concepto de “tratado de extradición”
entre países con fronteras soberanas o independientes jurídicamente, por
llamarlo de alguna manera.
El caso Patria: Finlandia absuelve y
Eslovenia condena
En 2014, un
tribunal de Finlandia decidió absolver a la compañía finesa Patria, acusada de
sobornar al entonces primer ministro de Eslovenia, Janez Jansa, para intervenir
en la compra de sus tanques de combate. Sin embargo, cuatro semanas antes de
las elecciones europeas, el Tribunal de Apelación de Eslovenia condenó a dos
años de cárcel a Jansa (que tuvo que cumplir por haber estado en una anterior
ocasión en la cárcel, tras revelar secretos de Estado como joven periodista en
1988). Este caso no tiene nada que ver con la fuga de Puigdemont a un país
miembro de la UE, pero ambas historias ilustran a la perfección un defecto
enorme en la configuración jurídica de la actual Unión Europea.
La Unión Europea
ha suprimido las fronteras y garantizado los mismos derechos a todos los
europeos en todo su territorio, pero no así los deberes, siendo el más
importante de ellos el de declarar ante un juzgado de un Estado miembro tras
una orden de detención. Si, como en el caso de la empresa Patria, dos entes
(una compañía de Finlandia y un ministerio esloveno) operan con una libertad
que no había hace un cuarto de siglo, tiene que haber también una Justicia
europea que aplique unas leyes comerciales comunes y dicte una única sentencia.
Si nos fijamos
en el gran debate europeo de los últimos años, el de la inmigración 'ilegal'
(en especial en la que entra por el Mediterráneo), también es fácil detectar
una paradoja entre el afán de los gobiernos europeos de proteger conjuntamente
las fronteras ante inmigrantes 'ilegales' (es decir, que han cometido una
ilegalidad: entrar sin permiso en nuestro territorio) y al mismo tiempo su
indiferencia ante nacionales de terceros países, como Puigdemont, cuyas acciones
recientes se consideran ilegales y para las que se emite una orden de
detención. De hecho, cuál es realmente la diferencia jurídica entre una persona
como Amis Amri (el terrorista que huyó a Italia y fue abatido en Milán tras su
atentado de Berlín en 2016) y Puigdemont, al que también se persigue en España
pero que ya ha logrado dar conferencias en Bélgica y Dinamarca? No es esto una
muestra de falta de interés de Estados miembros de la Unión por el respeto a la
Constitución de un país socio y supuestamente amigo?
Se ha hablado
mucho los últimos años del euro, de la unión fiscal, monetaria y bancaria, pero
nadie ha hablado de la importancia, por fin, de una Justicia igual para todos
los europeos. Recientemente se ha abierto un tímido debate sobre una policía o
ejército común europeo, pero esto sería como empezar la casa por el tejado. Es
un cuerpo jurídico verdaderamente unido lo que hace falta, y que luego vengan
las fuerzas y cuerpos de seguridad de la UE que sean para materializarlo.
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