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miércoles, 25 de abril de 2018

Mi increíble correspondencia con el corresponsal Thomas Urban


Artículo de Rafa G. García de Cosío



Llevo denunciando desde hace meses que la internacionalización del conflicto separatista de Cataluña, incluida la toma de decisiones de fiscalías, gobiernos y jueces extranjeros, podría tener muchos responsables pero muchos menos instigadores. Entre los responsables podríamos contar a Rajoy, si quieren, por no haber detenido este golpe antes. Pero eso implicaría acusar también al resto de expresidentes hasta llegar a Suárez con su famoso café para todos, y de ahí saltaríamos a Franco, la repúbica y hasta la Restauración si hace falta, como suele hacer la izquierda sectaria para justificar sus políticas del presente.
Sin embargo, en la era del selfie, las apariencias y las fake news, mucho más relevante para el relato de lo que acontece en Cataluña -y, paradójicamente, mucho menos comentado en los medios- es el papel de sus principales instigadores: los corresponsales de prensa extranjera, con Thomas Urban, del diario alemán Süddeutsche Zeitung, a la cabeza. Por si no se han parado a pensar esto aún, una vez que Puigdemont está fuera del territorio español, ya no solo está en manos de fiscales, políticos y jueces extranjeros con el Sol y las tapas como única invocación al oír la palabra España; también lo está en las de la prensa extranjera y por tanto de una muy virgen opinión pública europea. Una virginidad que, parafraseando a Lorca, el corresponsal Urban ha sabido en los últimos años llevarse al río pese al marido. Cualquiera que busque los artículos de Thomas Urban en Google, podría creer que se habla de Sudán, Etiopía o cualquier otra república bananera en el Caribe. Si no fuera porque en el titular pone España. Como éste, por ejemplo, del verano pasado y con la foto del Rey Felipe junto a Ada Colau y Carles Puigdemont: ''España amenaza a Cataluña en vez de seducirla'' (enlace a noticia); o ''Madrid quiere humillar políticamente a Cataluña'' (enlace a noticia).

Como ciudadano español residente en Alemania desde hace varios años, he podido comprobar la eficacia de este constructo propagandístico en la mente de los europeos. En realidad, dividiría primero a los alemanes en dos: primero están aquellos que me conocen bien y, quiero suponer, tienen interés en empatizar conmigo; y luego están aquellos que no me conocen bien, como son por ejemplo mis clientes. Si bien es verdad que muchas de estas personas acaban escuchándome y comprendiendo el problema de fondo, la mayoría viene 'programada' con la información más fácil de digerir, y la consecuente pregunta inocente: Cataluña es rica y quiere votar, cuál es el problema, Rafa?
Otras personas han formado incluso una opinión, pero su base es bastante fácil de deconstruir. Por ejemplo, cuando en noviembre pasado una alumna me dijo: ''Rajoy es un tipo duro, no? radical, muy contestón''. Y miré hacia la ventana para que no vieran la mueca que era mezcla entre risa y desesperación, por imaginarme a Rajoy con un imposible bigote a lo Erdogan.

CIUDADANO URBAN
Quién es Thomas Urban? Hay poco en Wikipedia sobre este periodista, lo cual puede significar con casi total seguridad que es él quien ha escrito sobre sí mismo. Me quedo con la información más fácil de contrastar: que su familia huyó de la Alemania comunista y que gran parte de su carrera la pasó como reportero en Rusia o en el bloque de los países del este (Varsovia, Kiew, etc). Madrid es su primer destino en Europa occidental.
El caso es que unas pocas horas después de la detención de Puigdemont en Alemania, el mes pasado, Thomas Urban firmaba un artículo con el titular ''Alemania ya tiene a su primer preso político''. Tras leer la noticia, me vi obligado a escribir una carta al Süddeutsche Zeitung, a sabiendas de que no es nada fácil la publicación de una misiva en la versión papel del diario bávaro. Pero los periódicos alemanes tienen algo bueno no existente en España: pese a no publicarse, todos los corresponsales se comprometen a contestarte a tu email. Así que al día siguiente de mi mensaje indignado, Urban me contestó con un breve y altanero email en el que me pedía que leyera la noticia de nuevo, porque en ningún sitio llamaba a Puigdemont preso político. Y que además basaba su relato en las declaraciones de Amnesty International. Desconcertado ante un correo tan fácil de discutir, respondí a este email de nuevo con una captura de foto del artículo con titularincluído, mencionándole además que le faltaba buscar las declaraciones de la AfD, también favorables a los independentistas, a lo que Urban volvió a replicar con la típica excusa del periodista que se queda sin palabras inesperadamente (tengo que advertir al lector que con total seguridad soy el único español que le ha discutido algo a este mendrugo, basando mi teoría en que nunca he encontrado en Alemania a un español preocupado demasiado con la soberanía de su país, al contrario que aquellos que quieren destruirla), y escribió: ''ha debido de ser el corrector de la redacción, que ha escrito mal el titular''. Pardiez! Qué pena no encontrarse más a menudo con errores de este calibre con temas que puedan afectar mucho más gravemente al autor!
Lo alucinante fue que Urban accediese a meterse en una discusión en la que iba alargando los textos a medida que me enviaba emails. En uno de ellos, me decía que le habían escrito muchos separatistas (refuerzo mi teoría de que soy el único constitucionalista que le ha enviado algo en su vida) para acusarle de no ser suficientemente proseparatista, y que al tenerme a mí al otroextremo, se alegraba de estar 'en el centro, con la verdad'. En seguida me recordó al chiste de:
- Qué temperatura hace?
- Ni frío ni calor, cero grados.
Por supuesto, no se lo conté en el email, porque los alemanes no tienen humor, y mucho menos si el chiste incluye ciencias naturales. El caso es que, hablando de ciencias, hace unos años dos científicos alemanes, Klaus Schröder y Monika Deutz-Schröder, estudiaron a fondo las diferencias entre el radicalismo y el extremismo; y en su estudio, del que hablaron en el prestigioso periódico Die Zeit, se resignaban a aceptar que el término 'extremismo' era muy relativo, pues podía utilizarse en cualquier dirección según el sistema político reinante. Ellos daban el ejemplo de la Alemania nazi y posteriormente la comunista, aseverando que en estos dos sistemas, los extremistas ''de fuerza negativa'' eran los demócratas liberales. Sin duda alguna, hoy ocurre exactamente lo mismo en España y Europa, con una Cataluña en la que los extremistas son vistos por Europa como libertadores, y uno de sus estados miembros, España, como Estado cuanto menos represor.

Y qué hace Thomas Urban? No solo se dedica en su labor de corresponsal a denigrar a España, sino que a los que estamos por el cumplimiento de la legalidad y la convivencia nos sitúa en un extremo para buscar él la mediana de su verdad, que no es otra que la del instigador de noticias falsas.



2 comentarios:

  1. Tu artículo coincide con lo que expone María Elvira Roca en El Mundo de hoy 27:
    «de repente, en Alemania
    hay conocedores de España por todas partes que están
    seguros de que en España se oprime a Cataluña, que la
    Justicia española se instrumentaliza políticamente y que
    España, de todos modos, no ha superado verdaderamente
    (richtig) la dictadura de Franco»

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    1. Alemania es un pais maravilloso, pero la gente no es perfecta, y efectivamente los alemanes suelen ser gente con estereotipos muy fuertemente formados sobre temas que no les afectan directamente, pero sobre los que quieren tener una opinion para protegerse o afirmarse en sus ideas preconcebidas. Ya ocurrió en 2011 con la crisis del pepino. Gracias por tu comentario

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