Artículo de Rafa G. García de Cosío
Llevo denunciando desde
hace meses que la internacionalización del conflicto separatista de Cataluña,
incluida la toma de decisiones de fiscalías, gobiernos y jueces extranjeros,
podría tener muchos responsables pero muchos menos instigadores. Entre los
responsables podríamos contar a Rajoy, si quieren, por no haber detenido este
golpe antes. Pero eso implicaría acusar también al resto de expresidentes hasta
llegar a Suárez con su famoso café para todos, y de ahí saltaríamos a Franco,
la repúbica y hasta la Restauración si hace falta, como suele hacer la
izquierda sectaria para justificar sus políticas del presente.
Sin embargo, en la era del
selfie, las apariencias y las fake news, mucho más relevante para el relato de
lo que acontece en Cataluña -y, paradójicamente, mucho menos comentado en los
medios- es el papel de sus principales instigadores: los corresponsales de
prensa extranjera, con Thomas Urban, del diario alemán Süddeutsche
Zeitung, a la cabeza. Por si no se han parado a pensar esto aún, una vez
que Puigdemont está fuera del territorio español, ya no solo está en manos de
fiscales, políticos y jueces extranjeros con el Sol y las tapas como única
invocación al oír la palabra España; también lo está en las de la prensa
extranjera y por tanto de una muy virgen opinión pública
europea. Una virginidad que, parafraseando a Lorca, el corresponsal Urban ha
sabido en los últimos años llevarse al río pese al marido. Cualquiera que
busque los artículos de Thomas Urban en Google, podría creer que se habla de
Sudán, Etiopía o cualquier otra república bananera en el Caribe. Si no fuera
porque en el titular pone España. Como éste, por ejemplo, del verano
pasado y con la foto del Rey Felipe junto a Ada Colau y Carles Puigdemont:
''España amenaza a Cataluña en vez de seducirla'' (enlace a noticia); o
''Madrid quiere humillar políticamente a Cataluña'' (enlace a noticia).
Como ciudadano español
residente en Alemania desde hace varios años, he podido comprobar la eficacia
de este constructo propagandístico en la mente de los europeos. En realidad,
dividiría primero a los alemanes en dos: primero están aquellos que me conocen
bien y, quiero suponer, tienen interés en empatizar conmigo; y luego están
aquellos que no me conocen bien, como son por ejemplo mis clientes. Si bien es
verdad que muchas de estas personas acaban escuchándome y comprendiendo el
problema de fondo, la mayoría viene 'programada' con la información más fácil
de digerir, y la consecuente pregunta inocente: Cataluña es rica y quiere
votar, cuál es el problema, Rafa?
Otras personas han formado incluso una opinión, pero su base es
bastante fácil de deconstruir. Por ejemplo, cuando en noviembre pasado una
alumna me dijo: ''Rajoy es un tipo duro, no? radical, muy contestón''. Y miré
hacia la ventana para que no vieran la mueca que era mezcla entre risa y
desesperación, por imaginarme a Rajoy con un imposible bigote a lo Erdogan.
CIUDADANO URBAN
Quién es Thomas Urban? Hay
poco en Wikipedia sobre este periodista, lo cual puede significar con casi
total seguridad que es él quien ha escrito sobre sí mismo. Me quedo con la
información más fácil de contrastar: que su familia huyó de la Alemania
comunista y que gran parte de su carrera la pasó como reportero en Rusia o en
el bloque de los países del este (Varsovia, Kiew, etc). Madrid es su primer
destino en Europa occidental.
El caso es que unas pocas
horas después de la detención de Puigdemont en Alemania, el mes pasado, Thomas
Urban firmaba un artículo con el titular ''Alemania ya tiene a su primer preso
político''. Tras leer la noticia, me vi obligado a escribir una carta al Süddeutsche
Zeitung, a sabiendas de que no es nada fácil la publicación de una misiva
en la versión papel del diario bávaro. Pero los periódicos alemanes tienen algo
bueno no existente en España: pese a no publicarse, todos los corresponsales se
comprometen a contestarte a tu email. Así que al día siguiente de mi mensaje
indignado, Urban me contestó con un breve y altanero email en el que me pedía
que leyera la noticia de nuevo, porque en ningún sitio llamaba a Puigdemont
preso político. Y que además basaba su relato en las declaraciones de Amnesty
International. Desconcertado ante un correo tan fácil de discutir, respondí a
este email de nuevo con una captura de foto del artículo con titularincluído,
mencionándole además que le faltaba buscar las declaraciones de la AfD, también
favorables a los independentistas, a lo que Urban volvió a replicar con la
típica excusa del periodista que se queda sin palabras inesperadamente (tengo
que advertir al lector que con total seguridad soy el único español que le ha
discutido algo a este mendrugo, basando mi teoría en que nunca he encontrado en
Alemania a un español preocupado demasiado con la soberanía de su país, al
contrario que aquellos que quieren destruirla), y escribió: ''ha debido de ser
el corrector de la redacción, que ha escrito mal el titular''. Pardiez! Qué
pena no encontrarse más a menudo con errores de este calibre con temas que
puedan afectar mucho más gravemente al autor!
Lo alucinante fue que Urban
accediese a meterse en una discusión en la que iba alargando los textos a
medida que me enviaba emails. En uno de ellos, me decía que le habían escrito
muchos separatistas (refuerzo mi teoría de que soy el único constitucionalista
que le ha enviado algo en su vida) para acusarle de no ser suficientemente
proseparatista, y que al tenerme a mí al otroextremo, se alegraba de
estar 'en el centro, con la verdad'. En seguida me recordó al chiste de:
- Qué temperatura
hace?
- Ni frío ni calor, cero grados.
- Ni frío ni calor, cero grados.
Por supuesto, no se lo conté en el email, porque los alemanes no
tienen humor, y mucho menos si el chiste incluye ciencias naturales. El caso es
que, hablando de ciencias, hace unos años dos científicos alemanes, Klaus
Schröder y Monika Deutz-Schröder, estudiaron a fondo las diferencias entre el
radicalismo y el extremismo; y en su estudio, del que hablaron en el
prestigioso periódico Die Zeit, se resignaban a aceptar que el
término 'extremismo' era muy relativo, pues podía utilizarse en cualquier
dirección según el sistema político reinante. Ellos daban el ejemplo de la
Alemania nazi y posteriormente la comunista, aseverando que en estos dos sistemas,
los extremistas ''de fuerza negativa'' eran los demócratas liberales. Sin duda
alguna, hoy ocurre exactamente lo mismo en España y Europa, con una Cataluña en
la que los extremistas son vistos por Europa como libertadores, y uno de sus
estados miembros, España, como Estado cuanto menos represor.
Y qué hace Thomas Urban? No solo se dedica en su labor de corresponsal a denigrar a España, sino que a los que estamos por el cumplimiento de la legalidad y la convivencia nos sitúa en un extremo para buscar él la mediana de su verdad, que no es otra que la del instigador de noticias falsas.
Y qué hace Thomas Urban? No solo se dedica en su labor de corresponsal a denigrar a España, sino que a los que estamos por el cumplimiento de la legalidad y la convivencia nos sitúa en un extremo para buscar él la mediana de su verdad, que no es otra que la del instigador de noticias falsas.
Tu artículo coincide con lo que expone María Elvira Roca en El Mundo de hoy 27:
ResponderEliminar«de repente, en Alemania
hay conocedores de España por todas partes que están
seguros de que en España se oprime a Cataluña, que la
Justicia española se instrumentaliza políticamente y que
España, de todos modos, no ha superado verdaderamente
(richtig) la dictadura de Franco»
Alemania es un pais maravilloso, pero la gente no es perfecta, y efectivamente los alemanes suelen ser gente con estereotipos muy fuertemente formados sobre temas que no les afectan directamente, pero sobre los que quieren tener una opinion para protegerse o afirmarse en sus ideas preconcebidas. Ya ocurrió en 2011 con la crisis del pepino. Gracias por tu comentario
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