Artículo de Luis Escribano
La semana pasada
anunciaba el inicio de la publicación de una serie de artículos-capítulos sobre
un nuevo culebrón andaluz, al que he titulado “Desviación de poder”, un título
que reúne esencialmente todo lo acontecido.
Tenía dos
opciones: ir narrando cada unos de los hechos aisladamente hasta vincularlos en
un desenlace final, o comenzar explicando la estructura a fin de darle cierto
sentido a cada uno de los sucesos. Y me he inclinado por esto último para evitar
perderse entre tantos acontecimientos.
En resumen, la
historia que voy a narrarles se desarrolla paralelamente en dos ámbitos: por un
lado, el de mi actividad particular de investigación y denuncia de corrupción en
las Administraciones Públicas, especialmente en Andalucía; y por otro lado, el
de mi actividad laboral como funcionario de carrera en la Junta de Andalucía,
que me ha permitido relacionarme con altos cargos y funcionarios de dicha
Administración autonómica, aunque también de la local y estatal.
En el primer
ámbito, dicha actividad la inicié en la década de los 90, y fue a partir de
2010 cuando se revitalizó a raíz de la reordenación del sector público de la
Administración andaluza, una calamidad sin parangón en ninguna otra región
española y que sin duda constituye un paso importante dirigido a permitir y
consolidar la corrupción en Andalucía, que incluye su bien tejido régimen
clientelar.
No obstante,
dicha actividad tomó más auge a partir del mes de septiembre de 2012, a raíz de una
invitación de mi buen amigo Eduardo Maestre a grabar vídeos de denuncia de
corrupción para publicarlos en su canal de Youtube (Canal de Eduardo
Maestre). Publicamos más de 50 vídeos, grabados conjuntamente,
denunciando numerosos casos y comentando los conocidos a través de los medios
de comunicación, siempre basados en datos oficiales y públicos. Posteriormente,
ambos iniciamos un movimiento ciudadano denominado “La Resistencia”, y a
partir de 2015 iniciamos el diario-blog “El
Demócrata Liberal”, en el que han participado numerosos
colaboradores.
En el año 2017 participé
en la formación de la “Alianza de denunciantes contra la
corrupción”, con motivo del proyecto presentado por la Junta de
Andalucía de “Decreto por el que se crea
la Oficina para la Prevención de la Corrupción en la Comunidad Autónoma de
Andalucía”, una medida aparente sin ninguna efectividad, llena de
aberraciones. Asimismo, inicié mi colaboración como miembro activo en la asociación
“Justicia
por la Sanidad“ que preside el médico Jesús Candel, conocido en las
redes sociales como “Spiriman”,
a fin de luchar contra la corrupción en la Sanidad pública andaluza y de
mejorar la gestión de la misma en beneficio de los ciudadanos.
Paralelamente,
en el ámbito laboral fui cesado en noviembre de 2010 del puesto del Servicio
que ocupaba en la Dirección General de Consumo, por los motivos que se han
publicado recientemente en los medios de comunicación (enlace
a noticia), pasando a ocupar un puesto en la Dirección General de
Administración Local. A finales de 2012 me nombraron Jefe del Servicio de
Cooperación Económica de la Dirección General de Administración Local, en la ya
extinguida Consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales, que
en aquel entonces estaba en manos de IU-CA como consecuencia de su acuerdo con
el PSOE-A tras las elecciones del 25 de marzo de aquel año, a fin de facilitar
la investidura de José Antonio Griñán como Presidente de la Junta de Andalucía.
El titular de la Dirección General desde junio de 2012 fue Antonio Maíllo, que
abandonaría el cargo en septiembre de 2013 tras ser nombrado Coordinador de
IU-CA en junio de 2013.
La llamada de teléfono.
Fue en esta
época cuando ocurrió el primer hecho significativo,
siendo Consejera de la Presidencia la actual Presidenta de la Junta de
Andalucía, Susana Díaz. En abril de
2013, el diario El Mundo publicó varias noticias sobre las denuncias que
presentamos Eduardo Maestre y un servidor en la Fiscalía Superior del Tribunal
Superior de Justicia de Andalucía (Granada) tras una larga entrevista con el Fiscal Superior, Jesús García Calderón, sobre graves irregularidades que afectaban a cargos de varias Consejerías de la Junta de Andalucía.
A raíz de dichas
noticias, Antonio Maíllo me llamó una mañana a su despacho para decirme que le
acababa de llamar por teléfono el entonces Viceconsejero de la Presidencia, Antonio
Vicente Lozano Peña (procesado en el juicio del caso ERE), para pedir mi cese.
Según me dijo, la frase fue algo parecida a “mucho estás
tardando en cesar a Luis Escribano”, y Antonio Maíllo le respondió que los ceses y
nombramientos en esa Consejería eran competencia del Viceconsejero de
Administración Local y no suya, y que por tanto no iba a cesar a nadie.
Tras Antonio
Maíllo tuve como Directores Generales a Francisco Javier Camacho González –IU-
(desde septiembre de 2013 hasta enero de 2015), Isabel Niñoles Fernández –PSOE-
(desde enero de 2015 hasta diciembre de 2015) y Juan Manuel Fernández Ortega
–PSOE- (desde enero de 2016 hasta que me cesó del puesto el 11-11-2016). Lo
curioso del caso es que los tres anteriores Directores a este último me
felicitaron por el trabajo realizado en el Servicio, y los problemas sólo
existieron con el último, pero según la Magistrada del Juzgado número 12 de Sevilla, María Fernanda Mirmán Castillo, este
dato no dice nada respecto a la posible desviación de poder, así que sigamos con
el relato.
Con anterioridad
tuve como Directores Generales, en el Servicio de Gobierno Local de la misma
Dirección General, a Alfonso Yerga Cobos –PSOE- (desde enero de 2003 hasta mayo
de 2004) y a Juan Rafael Osuna Baena –PSOE- (desde mayo de 2004 hasta febrero
de 2006, cesando por petición propia por cambio de residencia), y en la
Dirección General de Consumo a Ana María Romero Obrero –PSOE- (desde enero de
2009 hasta septiembre de 2010, fecha en la que me cesó).
Como observarán,
he tenido en total a siete Directores como superiores jerárquicos, y los dos
únicos cargos que me cesaron lo hicieron por no permitirles que me manipularan en sus
intentos de desviaciones de poder, es decir, por ajustarme al ordenamiento
jurídico a pesar de las presiones, unas veces de forma directa y otras de forma
velada (como expliqué en el recurso judicial en el caso de Juan Manuel
Fernández Ortega).
El cese.
En el año 2016
acontecieron varios hechos que influyeron en la decisión de mi
cese en noviembre de ese año, y que iré detallando caso por caso en posteriores
capítulos. A los pocos días de que me comunicaran mi cese verbalmente, presenté
un escrito dirigido al Consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, solicitando
los motivos del mismo por escrito, porque no los conocía. El mismo día, pedí la
resolución de mi cese a la Secretaria General Técnica de dicha Consejería,
Cristina Fernández-Shaw Sánchez-Mira, y a la Jefa del Servicio de Personal, María
Leal Fernández, que se negaron a entregármela, aunque ya estaba dictada. A
fecha de hoy, aunque les parezca increíble, no se me ha notificado la
resolución del cese fechada en noviembre de 2016. Sólo he podido conseguir una copia en
el proceso judicial posterior, al formar parte del expediente administrativo.
Tras mi cese, me
asignaron un nuevo puesto con carácter provisional en la Consejería de Salud,
que con claridad me perjudicaba en mi carrera administrativa. Ya saben que,
para algunos de estos cargos del PSOE, o estás con ellos para todo, aunque se
trate de una ilegalidad, o te consideran su enemigo, y si encima
denuncias la corrupción, te lo hacen pagar muy caro.
Visto que no me
dejaban más camino que el judicial, interpuse un recurso
contencioso-administrativo a primeros de 2017 contra mi cese y la asignación
del nuevo puesto, señalando el juicio el Juzgado al año siguiente, en 2018. Ya
se ha celebrado, y la sentencia ha sido dictada, por supuesto desestimando
todas mis pretensiones. Lo contrario hubiese sido una hecatombe en el Gobierno
de Susana Díaz, porque el Vicepresidente de la Junta de Andalucía habría
quedado como un mentiroso en el Parlamento de Andalucía, y porque tras
denunciarle por escrito los motivos de mi cese, no respondió a lo que denuncié,
silenciándolo todo y, por tanto, quedando en evidencia. Solicité como prueba las actuaciones del Consejero en
el proceso judicial, y me la denegó dos veces la Magistrada. Otra piedra en el
camino...
No obstante, ya
les adelanto que la sentencia está llena de presunciones, hechos inventados y
tergiversados, silencios clamorosos tanto de falsedades como de hechos graves y demás vicios, y por ello la sentencia ya ha sido recurrida al TSJA.
Esto promete alargarse en el tiempo, aunque si fuera necesario, llegaré a la última
instancia judicial posible, a pesar del conocido dicho: “una cualidad de la Justicia es hacerla pronto y sin dilaciones;
hacerla esperar es injusticia” (Jean de la Bruyère). No obstante, tengo mis
motivos para seguir adelante.
El testimonio de Antonio Maíllo.
A fin de demostrar
en el proceso judicial el “cariño” que me tenían en la Consejería de la
Presidencia, en la que acabé forzosamente cuando Susana Díaz reestructuró las Consejerías
(BOJA de 18-06-2015) y adscribió la Dirección General de Administración Local a
la misma, me puse en contacto con Antonio Maíllo para solicitarle que fuera
como testigo por mi parte al juicio oral para dar testimonio de lo que ocurrió
con la citada llamada telefónica de 2013, dado que los hechos anteriores y
posteriores a mi cese también apoyaban mi tesis de la desviación de poder y vulneración de derechos fundamentales, entre otras "minucias".
Ante su
negativa, pedí auxilio al Juzgado, y aunque en las primera diligencias la
citada Magistrada me denegó casi todas las pruebas solicitadas de forma
anticipada, incluida la testifical, tras recurrirlo me dio la razón en un Auto
judicial en octubre de 2017, y admitió la práctica de algunas de las pruebas,
entre ellas la testifical de Antonio Maíllo, el cual asistió al juicio el
pasado mes de febrero. Sin embargo, la Magistrada tomó la decisión de no ser
necesario su testimonio en la misma vista oral tras transcurrir más de una hora
de juicio, por lo que se me impidió probar judicialmente lo ocurrido con dicha
llamada telefónica.
En
fin, como dice la canción de José Alfredo Jiménez Sandoval:
“Una piedra
en el camino, me enseñó que mi destino, era rodar y rodar,
(rodar y rodar, rodar y
rodar);
También me dijo un
arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber
llegar...”.
Rodando voy sin prisa, pero sin pausa. Habrá nuevos capítulos muy interesantes.
Continuará...
Luís,en tu artículo se lee y desprende la corrupción que hay, desde la Junta de Andalucía hasta el poder Judicial,
ResponderEliminarespero nuevos capítulos y que no te detengas en el seguir de tu "rodamiento"
Muy bien Luis, todo esto merece pasar a los anales de Andalucía. Esta gente se acabará yendo y podremos contarlo todo. Nos vemos el 10 de junio en Sevilla
ResponderEliminarSigo con mucho interes tus escritos. Con unos cuantos como tu....
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