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lunes, 18 de diciembre de 2017

Spiriman y el síndrome de abstinencia



 Artículo de Antonio Higueras


  •  El efecto adictógeno del núcleo del mensaje de Spiriman se genera por la reiterada credibilidad transmisora por su original naturalidad y además, por una buena dosis de valentía y altruismo social
  • Se pincha el canal y no aparece, generando inseguridad o ancestrales temores abandónicos por lo que esa zozobra de deprivación se traduce en pesquisas, en indignación hacia las causas de su silencio y al temor de la posible amenaza de los villanos sin Wallace


Ya traspasó las fronteras profesionales para ser un concepto que, como el estrés, es de alusión frecuente. El síndrome de abstinencia requiere para su presentación una serie de premisas: la repetición de una conducta, el establecimiento de una dependencia, el ajuste a un funcionamiento de adaptación a lo incorporado, el progreso de un consumo creciente conocido como “tolerancia”, o lo que es igual, más cantidad para obtener el mismo efecto. Y es que nuestro organismo trata de acoplarse a cualquier medio. Lo describió muy bien Darwin y algunos que le precedieron. Pues bien, cuando ya nos hemos ajustado, adaptado o acoplado a lo que se ha hecho habitual, su brusca desaparición produce un síndrome de abstinencia, un “mono” -en el argot popular-.

En el tema de las dependencias se nos suele ir la referencia a los tóxicos, legales o prohibidos. También están las llamadas adicciones comportamentales con las que podemos establecer la misma secuencia de pasos que hemos descrito sin mediar substancia externa, solo comportamientos: sexo, compras, hacer footing, Internet, o simplemente recibir mensajes que resucitan nuestras emociones. Su supresión genera monos o chimpancés, según; pero en cualquier caso, manifestaciones de deprivación.


La serie y el halo cotidianamente presencial de Spiriman han producido dependencia de seguimiento y sus habituales seguidores, súbitamente, han sido deprivados de sus videos, de su presencia doméstica y sus convocatorias. Formaba parte de un referente común y admirado en el seno intergeneracional de muchas familias, en las que se compartían denuncias tan certeras como inusuales. A decenas de miles se les había despertado su anestesiado cerebro o establecido complicidad de rebeldía abandonada. A casi todos, menos a los hipócritas de las formas sobre el fondo.

El efecto adictógeno, del núcleo del mensaje de Spiriman se genera por la reiterada credibilidad transmisora por su original naturalidad y además, por una buena dosis de valentía y altruismo social, que son siempre atributos del héroe. Cuando el hábito estaba logrado, de repente, se ha apagado la voz de la conciencia libre del líder del ciberespacio, y del minado terreno sanitario. Se pincha el canal y no aparece, generando inseguridad o ancestrales temores abandónicos, por lo que esa zozobra de deprivación se traduce en pesquisas, en indignación hacia las causas de su silencio y al temor de la posible amenaza de los villanos sin Wallace.


Es en este vacío y en esta abstinencia surgen los peores mercaderes de la droga paliativa para cambiar de rumbo el seguimiento. Una plaga de mediocres, depredadores, apesebrados y tacofóbicos tratan de rellenar el síndrome con sus peores especulaciones y descalificaciones. Entre los proveedores más diestros en la tarea, están algunos compañeros y la prensa local, que mal subsiste con las migajas del Régimen. A nivel nacional, el cerco de otros poderes a un temor epidémico, pretende la inexistencia del fenómeno ciudadano; mientras, las redes dan cuenta del emergente granadino que peligrosamente se expande por el susanato andaluz.



Antonio Higueras es miembro de la Asociación Justicia por la Sanidad


1 comentario:

  1. Hay razones para esa deprivacion de líder.El miedo subyacente y cobarde de un pueblo amordazado.

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