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sábado, 9 de diciembre de 2017

No hay democracia sin transigencia


Artículo de Miguel Ángel García



Que ser un delincuente, sume en democracia, dice mucho de la calidad del sistema ¡y lo que es peor! de la calidad de la sociedad que mantiene ese sistema. Ya sean delincuentes políticos –políticos que delinquen por su condición del cargo que ocupan, no por sus ideas políticas–, o ya fueren delincuentes que se sirven de otros para amasar grandes capitales de forma ilegítima, y de ahí su calificativo de criminal, que, paradójicamente, contrasta con el de triunfador. En España, mientras más y mejor robas, más arriba estás en el escalafón social, cuanto más mentiroso y estafador seas en el ámbito político, más tiempo estarás en el cargo.

Siempre hemos dicho, imaginado o creído, que más democracia habría cuantas más voces se oyeran y más criterios se debatieran. La pluralidad de opiniones afecta a más personas, siempre, porque cada persona es un mundo diferente al que tiene al lado. Con lo cual, cuantas más ideas distintas se planteen, más fácil será contentar a más gente. Dicho así, en un sistema sano y equilibrado, la lógica y el sentido común, nos dirían que cuantos más partidos políticos representen a más individuos, más sana estará o estaría esa democracia.

Nada más lejos de la realidad. A más atomización en el mundo de la política, más complicada la gobernabilidad. Por el contrario, allá donde el sufragio está más polarizado, más avanzadas están esas sociedades.

Si hacemos de esto una proposición teórica dentro de lo que es el juicio político, veremos que la polarización, nos llevaría al gobierno de dos (demócratas y republicanos; social demócratas y demócrata cristianos; laboristas y conservadores etcétera). Es decir, muy cercano, por no decir rozando, el gobierno unipersonal, o de partido único en la alternancia en el poder. Por el contrario, el gobierno atomizado y lleno de propuestas y partidos, nos conduce a la anarquía y el caos, lo que no deja de ser una verdadera paradoja.

Oí ayer a un empresario de la hostelería catalana decir, al ser entrevistado por una de las cadenas de televisión nacionales, que para que llegara una normalización social y económica de la situación que ahora se vive en Cataluña, todo pasaría porque tras las elecciones del 21 de diciembre, hubiera una estabilidad en el gobierno fuera el que fuera. Venía a decir que le daba lo mismo que fueran independentistas como que fueran lo contrario, pero que hubiera estabilidad.

Llegados a este punto, me pregunto una sola cosa, porque me imagino que el sentir de la inmensa mayoría de catalanes, es la misma que la de este empresario. Entonces, repito, mi pregunta sería: ¿Se duda de la responsabilidad de los políticos una vez que son nombrados? Sí. ¿Por qué es perniciosa la atomización si no lo es en su génesis y verdadero significado? Porque los políticos, esas pequeñísimas minorías que nos representan, no saben hacer su trabajo. Porque las responsabilidades que se les encomiendan, no las cumplen. Porque los compromisos que adquieren de servir al ciudadano, a su región o a su país, se lo pasan por el arco del triunfo una vez que se sientan en sus poltronas. Porque son incapaces de dialogar, de llegar a acuerdos, de negociar, de transigir, de adaptarse, de ceder, de tolerar hoy yo mañana tú. Porque más importante que la ideología, es el funcionamiento del partido. Porque hay grupos de presión detrás y por encima de ellos que les dicen qué es lo que tienen que hacer… Y esto, y así, no es una democracia, lo diga Agamenón o su porquero.




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