Artículo de Rafa G. García de Cosío
En un
interesante artículo titulado ''La nueva lengua mundial'', el periodista
Andrian Kreye nos recordó hace algún tiempo la importancia de los algoritmos en
nuestra vida. Del algoritmo como lengua de las máquinas. ''En esta lengua, los
algoritmos son el elemento que toma las decisiones''. Hoy, en 2017, nadie duda
de que a las generaciones que vienen más les vale ponerse con la programación
de ordenadores que con el chino. Más que nada porque serán esos ordenadores los
que hablen chino por nosotros dentro de pocos años.
Pero la parte
más significativa del artículo de Kreye viene a la mitad, cuando define
magistralmente la Ley como ''la lengua que rige las decisiones de una
sociedad''. Y hace un apunte importante: las leyes y los algoritmos son
confeccionados por humanos, si bien las primeras son ''la expresión colectiva
de una sociedad'' mientras que los segundos los crean los ingenieros.
En España faltan
ingenieros de algoritmos y sobran los ingenieros de leyes. Son los que proponen
leyes pero no en el Parlamento, que es donde cualquier país que se quiere a sí
mismo da cobijo al legislador, sino en el laboratorio de los partidos políticos
o en los medios de comunicación. Aquello que Podemos llama despachos o
'reservados', pese a practicarlo igualmente. Puigdemont y toda la patulea de
'una lengua, una nación' son un ejemplo. Declaran, al margen de la Ley de un
Estado de la UE, la creación de una República basada en la lengua. Según esta
tesis, Georgia o Uzbequistán deberían seguir siendo parte de Rusia hoy. Y Marta
Rovira, que no es tonta, se ha dado cuenta y ha dado con la estrategia que
nunca falla en nuestro país: no hay que independizarse de España, en realidad
solo basta emanciparse del PP.
El nogal catalán; el neoliberal Iceta
Pero sí solo los
nacionalistas oficiales estuvieran pringados... Miquel Iceta, con su demanda de
una Hacienda catalana, ha demostrado una vez más que el PSC es a Cataluña lo
que el PNV al País Vasco: el partido encargado de recoger las nueces del árbol
que otros agitaron. Podrá haber propuesto la idea en un desayuno civilizado de
cualquier periódico, pero la propuesta no deja de ser eso: ingeniería social
más allá del Parlamento, donde reside la soberanía popular. Lo que otros llaman
Gente.
Les soy totalmente
sincero si admito que no tengo ni idea de si este tipo de propuestas fueron
alguna vez discutidas con el PSOE nacional. Lo que sí sé seguro es que Iceta
está traicionando el ideario progresista sin que sus votantes se den cuenta y,
lo peor aún, sin que a nadie le importe. Porque la buena noticia es que el PSC
es irrelevante. Su último momento de gloria podría tenerlo ante una hipotética
decisión de investir a Inés Arrimadas. Pero los ojos de la sociedad están
puestos, en realidad, en las décadas futuras.
Si hoy el PSC
pide una Hacienda propia para Cataluña, echemos mano de los algoritmos y
preguntémonos qué hay de malo en que en esa Cataluña independiente fiscalmente
surjan en el futuro otras haciendas, sucediéndose matemáticamente unas a otras
al estilo de los fractales, hasta que haya 7 millones de haciendas, el Estado
haya desaparecido y sean precisamente los socialistas los que puedan presumir
siempre de haberse independizado del intervencionismo de las comunidades más
pobres? Qué podría salir mal?
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