Artículo de Luis Escribano
El gabinete de Juan Pablo Durán, Presidente del Parlamento andaluz, ha contratado directamente a la empresa en la que trabaja su sobrino, Alejandro Fernández Durán, sin
concurrencia con otras empresas, para una campaña en redes sociales con motivo
de la celebración de los 40 años del 4-D, por un importe de 14.000 euros.
Casualmente, su
sobrino es también el secretario de redes sociales de la organización “Juventudes
Socialistas” de Córdoba, y como puede comprobarse en dichas redes, es un
fiel “susanista”. Por cierto, mucho está tardando Susana Díaz en denunciar en su partido a Juan Pablo Durán,
tanto que habla de ética en la política y de "luchar implacablemente" contra la
corrupción.
Se trate o no de
otro acto de corrupción –podría incurrir en un presunto delito de tráfico
de influencias, acto que además de haber beneficiado a la empresa engordando su curriculum, podría ayudar a promocionar a su sobrino dentro de la misma-, este
caso constituye el ejemplo perfecto para explicar por qué los corruptores y
corrompidos siguen actuando bajo el amparo de esa impunidad que tantos
ciudadanos censuramos.
Como ha
publicado el diario ABC, el Presidente del Parlamento llevó a la Mesa del mismo
la modificación de la normativa un mes
antes de contratar a dicha empresa. El motivo que alegó –según la noticia-
es que “la burocracia que se exigía
frenaba la actividad diaria de la Cámara. Entre esta burocracia se encontraba
la necesidad de contar con tres ofertas de otras tantas empresas diferentes
para cualquier contrato, permitiendo así comparar precios y servicios”. Sin
embargo, ese motivo de la burocracia y la necesidad de flexibilizar el
procedimiento no se sostiene hoy día, como explicaré a continuación.
Cuando el
legislador, los que desarrollan las leyes mediante reglamentos (decretos,
órdenes, circulares, etc.) y quienes los interpretan (instrucciones, etc.),
introducen “flexibilidades” para
eliminar “burocracia”, se acaba abriendo puertas y ventanas a corruptores y
corruptos.
El pretexto o
excusa de la “burocracia” y “agilización de la gestión” no constituye
actualmente un motivo válido para eliminar controles en los procedimientos de
gasto de las Administraciones. Cualquier funcionario público formado, sensato,
honesto y honrado sabe que esa agilización se puede conseguir sin necesidad de eliminar
los necesarios controles en los procedimientos administrativos.
No olvidemos que
los procedimientos administrativos
-con sus oportunos controles- constituyen
una garantía para todos los ciudadanos, pues es la única manera de evitar
que algún funcionario o autoridad pueda abusar de sus atribuciones y actuar
arbitrariamente, es decir, a su antojo o capricho. Por ejemplo, un
procedimiento bien diseñado podría evitar que cualquier desalmado pueda nombrar
a quien se le antoje como funcionario, pueda otorgar una subvención a quien no
reúna los requisitos necesarios o pueda contratar a una empresa sin
concurrencia con otras empresas.
Resulta
llamativo –aunque nada sorprendente- que, a fin de agilizar la gestión, los políticos
nunca pongan el foco en la desastrosa organización de los centros directivos de
las Administraciones, como ocurre en la Junta de Andalucía, cuya nefasta política
de recursos humanos (normativa, aplicación y gestión) provoca como efecto
perverso que los más idóneos no lleguen a los puestos de responsabilidad, sino
que son ocupados por personas bajo otros criterios muy alejados del interés del
servicio público y una buena administración.
Y cuando
personas no idóneas se encargan de dirigir una organización, las vías de agua
se abren por todos lados, y la gestión diaria se convierte en un caos. Si una
relación de puestos de trabajo de una Consejería se realiza pensando en los
nombres y apellidos de las personas a beneficiar ocupando dichos puestos, o se
crean entes instrumentales inútiles y prescindibles (Agencias, Fundaciones,
etc.) para colocar allegados o para cumplir sentencias judiciales que obligan a
recolocar a trabajadores -que no entraron mediante una oposición libre- porque
la Junta de Andalucía ha estado incumpliendo la normativa laboral, lo lógico es
que nada funcione adecuadamente.
Por tanto, la
solución al problema es bien fácil: que el legislador cumpla con los principios
constitucionales que deben regir las leyes, y que el poder ejecutivo se ajuste
a los mismos y no actúe desviando el poder. La organización debe responder a
los fines a cumplir, y no debe diseñarse en función de las personas que quiero
colocar o beneficiar, como hace la Junta de Andalucía constantemente. Y los
procedimientos deben ajustarse a esos fines y ser garantes de los principios
legales y derechos de los ciudadanos.
Por otro lado, hoy
día la gestión electrónica y la transparencia son dos instrumentos muy
potentes para agilizar cualquier gestión de la Administración, siempre que haya
voluntad de utilizarlos adecuadamente, la cual no abunda precisamente en las
Administraciones andaluzas.
En el caso del
Presidente del Parlamento, pedir tres ofertas a distintas empresas para un contrato menor de servicios (su importe
es menor de 18.000 euros) no suponía ningún obstáculo para la gestión. Sin
embargo, justo antes de contratar a la empresa de su sobrino, pidió eliminar
ese requisito.
Pedir tres
ofertas a distintas empresas no vinculadas es
una garantía para evitar tratos de favor y tráfico de influencias. En uno de los Servicios en los
que he trabajado en la Junta de Andalucía, conseguíamos las tres ofertas en la
misma mañana que se solicitaban a distintas empresas. Cualquier empresa a la
que le interese un contrato de 14.000 euros presenta su oferta en cuestión de
una o dos horas, y tal como está hoy día el mercado, cuesta creer que las
empresas puedan tardar mucho en presentarlas.
Por tanto, el
motivo alegado por el Presidente del Parlamento de "flexibilizar" la normativa
de contratación del Parlamento es tan grosero, tan burdo, tan poco creíble, que
mucho me temo que la alegada “flexibilización”
del procedimiento tenía otra intención oculta, y que a la vista del resultado,
resulta patente para cualquier ciudadano medianamente formado. La ingenuidad brilla por su ausencia.
Si la Fiscalía no abre de oficio una
investigación al respecto, o los grupos parlamentarios no la exigen, nos
encontraremos con otro efecto más de la partitocracia que rige la vida de los
andaluces. Ya no se trata de discutir si es legal o no la contratación: éticamente es absolutamente rechazable,
y si el Presidente del Parlamento tuviera un mínimo de vergüenza, debería dejar
su cargo. Y si no lo hiciera, los diputados del Parlamento deberían actuar para
destituirlo. ¿O acaso existe algún pacto
de no agresión entre los partidos del Parlamento? Porque visto lo visto a
estas alturas, cuesta trabajo creer su inexistencia.
Y respecto a lo que hará Susana Díaz, conviene recordar sus palabras del discurso de toma de posesión
del pasado 14 de junio de 2015:
“Quisiera también revalidar mi compromiso
con una política honesta y con la lucha más enérgica contra la corrupción en
cualquiera de sus formas. La corrupción no sólo ofende y humilla a los
trabajadores, a los empresarios, a los contribuyentes en general, sino que
también desvirtúa la democracia, porque arrebata a los ciudadanos una parte de
su capacidad de decisión y de control y porque los aleja de las instituciones
que tienen que ser de todos. La corrupción debe ser eliminada, extirpada y
nuestra obligación no sólo es intentarlo, es conseguirlo.”
Agradezco y admiro la constancia que tenéis tantas personas honestas. Como exponéis vuestro trabajo y vuestro entorno, descubriendo tanta golfería. Os sigo desde que vi una entrega del "cortijo", con el Doctor Jesús Candel. Que Dios os de fuerza para seguir siendo la voz de esta mayoría silenciosa. Un saludo. LLorca.
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