Artículo de Lpunto Garcés
Se ha escrito mucho sobre el caso del médico de Granada Jesús Candel, conocido como Spiriman. Entre otros, en estas mismas páginas, Antonio Barreda realizó hace poco una excelente crónica del movimiento que lidera a la que muy poco se puede añadir. Pero su caso particular sigue siendo digno de estudio más allá de análisis serios y de las caricaturas siniestras o las alabanzas místicas que suscita sin cesar entre partidarios y enemigos. Sobre todo, porque como él mismo no se cansa de repetir, “yo sólo soy un simple médico”.
Es cierto, él es un médico de urgencias que se expresa en el lenguaje corriente que se usa en los bares, en las tiendas, en la intimidad doméstica. Pero también lo es que Candel ha inventado un género nuevo de comunicación. Su carisma personal y, sobre todo, su sinceridad aplastante, conquistan inmediatamente a un público que abarca desde las personas más sencillas a los doctores más encumbrados. Sin patrocinadores ni partidos detrás, con el único apoyo de su personalidad desbordante y de la cámara de su móvil, ha logrado llenar las calles de Granada de una multitud motivada, identificada con los sentimientos que él muestra sin pudor en las redes sociales. Para muchos es imposible no confiar en alguien que, además de decir verdades como puños, se graba a sí mismo llorando, paseando al perro, bromeando con sus hijos, hablando mientras fríe boquerones para la cena, declarándole su amor a su mujer o insultando a los personajes de todos los colores, pelajes y partidos que le hacen trampas al pueblo; pidiéndole perdón a algunos, pidiendo cárcel para otros y ante todo y sobre todo pidiendo la sanidad digna que nos quieren escamotear a los sufridos usuarios.
Candel no es un “youtuber”, no es un articulista, no es un escritor influyente. Es lo opuesto a esos señores políticos que salen en la televisión subiendo y bajando de coches oficiales de alta gama, o practicando esgrima verbal con detestable dialéctica en las gradas de un Parlamento que la mayoría sospechamos que no sirve para solucionar nuestros problemas reales. Se dirige a nosotros desde su propia casa, aparece en nuestro ordenador como un trabajador y padre de cuatro hijos que está tan harto de abusos como el que más. Por eso, lo que más llama la atención de Spiriman, defensor a ultranza de una causa noble y común como es la Sanidad Pública, no es que se haga querer, sino precisamente que haya gente entre la que suscita un odio tan profundo. De ahí procede una información valiosa. La pregunta no es sólo por qué Granada, y parte de Andalucía, sigue a alguien como Spiriman. Lo más fascinante es averiguar por qué algunos miembros de la élite social de Granada (y de fuera de Granada) lo detestan.
¿Quiénes son y por qué lo llaman “nazi”, “filofascista”, “ególatra”, “Mesías” o “populista”? ¿Dónde abundan más los odiadores de Candel?
Con una apreciación casi estadística se puede observar que las descalificaciones a Candel siempre se fomentan desde los mismos caladeros. Por supuesto, y en primer lugar, entre ciertos compañeros médicos y del ámbito sanitario: los que se apuntaron raudos y veloces al carro de la llamada “fusión hospitalaria” viendo sus posibles ganancias en todos los sentidos. (Por suerte también cuenta con numerosos amigos de una gran altura moral que lo apoyan con generosidad, por lo que reciben las coces correspondientes). Ese pozo sin fondo de rencillas, productividades y rencores lo explica Spiriman en sus vídeos de forma inmejorable. Por eso conviene, para variar, detenerse a examinar quiénes son sus enemigos fuera del medio enrarecido de los hospitales.
Y allí nos encontramos, cómo no, a los afiliados al partido que gobierna autocráticamente Andalucía, partido instalado en un Régimen que está a punto de igualar la duración (y las maneras) del franquismo. Pero también, y esto es lo más curioso, a la clase “intelectual” comprometida, incluyendo en ella -tal vez sin merecimiento- a muchos periodistas y a numerosos catedráticos y artistas de renombre.
En cuanto a los primeros, es decir, los militantes, afiliados y simpatizantes del partido socialista y sus apéndices sindicales, sobran las explicaciones. Los argumentos llanos e irrebatibles de Candel abren al público, que lleva muchos años apartado sistemáticamente de la información objetiva, la puerta que deja al descubierto la inmundicia política y los manejos turbios de la Junta de Andalucía, que las autoridades ya apenas si se molestaban en disimular, acostumbradas a que nadie les pidiera explicaciones. Y de pronto aparece este grandullón deslenguado (que “no es nadie”) y abre los sepulcros donde ellos enterraban lo público a plena luz del día y los acusa de blanquearlos para buscar avariciosamente su propio beneficio. Es obvio que esto no hay autoridad que lo aguante ni político que lo pueda tolerar: ¡decir las cosas como son! ¿A dónde vamos a llegar? Se trata de una amenaza directa a la estructura carcomida de un partido que se apuntala en el obsceno intercambio de favores, en el “si tú te callas yo me callo”. práctica que ya era castiza en los tiempos en que el Lazarillo de Tormes le robaba las uvas a su amo ciego, y que tuvo su apoteosis de esplendor en el patio de Monipodio.
Con algunas variantes, lo mismo se puede hacer extensivo a los demás movimientos y partidos políticos, que sienten que Jesús Candel y su alter ego Spiriman les están robando su territorio natural. Muchos, que en principio lo consideraron como posible aliado, intentan ahora utilizar su impulsividad, sus maneras imprevisibles, sus puestas en escena a veces cómicas y a veces vulgares, para cuestionar la seriedad del mensaje que transmite, minimizarlo o, mejor aún, ridiculizarlo. ¡Porque les está quitando los votantes! Pero se encuentran con un obstáculo inesperado: Spiriman se escapa a sus definiciones. Y cuanto menos respeta las reglas tácitas del juego, más afecto suscita entre la gente, que detecta de inmediato que se apoya en dos armas insólitas; dos armas que han caído en completo desuso en la vida pública: la verdad, y la franqueza al decirla. Sin embargo, dista mucho de ser solamente un fenómeno mediático al estilo de los ídolos formados en la pantalla televisiva y no es solamente (¡ya les gustaría!) un generador de fans. Peor aún: no ha movilizado nunca a las masas por interés político. Está reivindicando un asunto de enorme gravedad que concierne a la raíz más profunda del bienestar. Clama por el derecho a una salud universal digna, y destapa el nudo de un escándalo ante el que nadie queda indiferente: el fraude intolerable de que la precariedad en nuestro Servicio de Salud, que tan caro pagamos entre todos, se traduzca en un negocio bien redondo para los políticos.
Aquí es donde la aparición de Spiriman propina una lanzada letal al segundo grupo de sus detractores: los periodistas, los intelectuales. Los “abajofirmantes” (y desde luego no todos). ¿Por qué razón? Porque deja en evidencia el largo tiempo que han permanecido en silencio, acunando o ignorando los desmanes del Régimen. Porque mientras nos robaban derechos muy básicos ellos no se quejaron. Y la denuncia es una de las funciones del intelectual, del filósofo, del artista y del poeta incluso, sobre todo cuando la mayoría de los que se ponen en contra de Spiriman son tan amigos de manifiestos y condenas. Durante años los hemos visto subirse a las tribunas del compromiso político contra la guerra de Irak o Afganistán y protestar enfebrecidos contra la desigualdad social sembrada por sucesivos gobiernos desde sus columnas de opinión o desde sus escenarios. Pero le han dado la espalda a un movimiento de base, que rechaza ampararse en siglas o en banderas. Y lo han hecho ante el estupor de una gran mayoría de granadinos, que en principio los invocaron seguros de que iban a respaldar sus justas reivindicaciones, y que a cambio recibieron sus insultos y su desdén.
De la misma forma, y por la misma razón, los periodistas se revuelven contra los exabruptos spirimanianos como se revuelven los animales mordidos por las avispas mientras están hozando gustosamente en sus pesebres. De nuevo no todos: pero demasiados para lo que debería ser la ética de la profesión. Y es que la Junta de Andalucía, ya es sabido, invierte con magnanimidad en los medios. Abandonando su obligación de informar imparcialmente, ciertos periodistas han tergiversado y silenciado la mayor movilización ciudadana vivida en Granada durante los años de la democracia, llegando a poner motes despectivos a los ciudadanos que participan en ella (“la secta de los candelianos” o los “candelitas”) e incluso a declarar sin ningún pudor su enemistad personal hacia Jesús Candel.
Spiriman, rodeado del cariño de su familia y sus amigos, sobrevive a todo: a la adoración de los hooligans, al odio manifiesto y encarnizado de los adversarios, a las calumnias dirigidas desde el poder, a la ridiculización de los envidiosos e incluso a las hostiles amenazas de verdaderos y peligrosos enemigos, como los que azuzaron a sus matones para que pongan la foto de sus hijos en el centro de una diana pintada en la pared de su casa. Sobrevive porque actúa desde el centro insobornable de su corazón, y se le nota mucho. Esperemos que termine pronto esta batalla y que salga indemne de ella, igual que lo ha hecho hasta ahora, sabiendo tratar al fracaso y al éxito como dos impostores, según nos enseñaban las sabias palabras de Kipling. Lleva la inquina de los perversos convertida en una flor en su solapa; y el humor, la bonhomía y la justicia inclinando hacia él cualquier balanza. En cualquier caso, tanto Jesús Candel como todos los que compartimos su lucha deberíamos apuntar (especialmente de cara a las próximas elecciones) el consejo que daba el presidente Kennedy: “Perdona a tus enemigos, pero no olvides sus nombres”.
* Lpunto Garcés es miembro de la Asociación Justicia por la Sanidad.
Verdades como puños. Granada está con La verdad, con la justicia y con la valentía. Estamos con Jesús Candel
ResponderEliminarVerdades. Granada está con la justicia, la valentía y la verdad. Apoyo a Jesús Candel y a todos los andaluces que se mueven por mejorar nuestra comunidad hundida por la mala gestion.
ResponderEliminarFantástico escrito. Mejor no sepuede explicar. Felicidades al autor
ResponderEliminarEs impresionante como un hombre que es sólo médico de urgencia en tan poco tiempo se ha ganado el cariño y sobre todo el respeto de tanta gente eso demuestra que es un médico que cumple con su trabajo pero sobretodo que le gusta lo que hace Ojalá y pido desde mi más humilde opinión que hayan más médicos así en el mundo y tan involucrado yeha
ResponderEliminarValiente, valiente y mas valiente. Me encanta que existan personas que no se dejen comprar, avasallar y doblegar.
ResponderEliminarTe admiro Candel, por valiente e insobornable. Preferiría que no te entretuvieras tanto en insultos y que fueras al grano, pero como la verdad es que se lo merecen, pues adelante. Espero que cada dia seamos mas los que te apoyamos.
ResponderEliminarEstá claro! Le temen todos los corruptos y sinvergüenzas a los que está señalando y los batallones de parásitos que están bajo su paraguas, viendo como peligran sus privilegios. Y sin duda alguna, le temen, los políticos de la oposición, de la Junta de Andalucía, porque su aptitud pasiva, ante los casos de corrupción que está destapando, les deja en evidencia. Buen artículo, Lpunto Garcés.
ResponderEliminarLe temen los corruptos que se les verá el plumero, Le temen los que quieren ganarse un puesto fácil si otra cosa que seguir siendo unos chupa tintas, lameculos y pelotas... Estamos cansados de tantos corruptos en todos sitios, están dejando este país a la altura de un zapato roto. Salen a la palestra personas que son como los juncos, se doblan con el viento pero jamas se quiebran. Eso les da miedo... mucho miedo. A esas personas que aguanta se doblan un poco con brisas vientos y vendavales y nunca quiebran, esas personas tenemos obligación moral de apoyarles y luchar con ellos codo a codo sin soltarlos de la mano. La Junta de Andalucía con sus dirigentes están demostrando que no son defensa para los obreros y ciudadanos. La oposición ¿Donde esta la oposición? ¿Lucha en el parlamento por nosotros? No lucha donde tiene que luchar...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo yeahhhh.y lo vamos a conseguir.
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