Artículo de Antonio Robles
Las mentiras del nacionalismo son ya tan burdas que empezamos a perder el
trasfondo infeccioso que ocultan. Nunca antes una mentira sobreactuada como la
de Marta Rovira, nos ha dicho tanto. Aunque nadie de su bando parece
percibirlo.
Reparen en el conjunto de sus declaraciones, no se queden en el titular:
“Violencia extrema con muertos en la calle (…) el Estado nos decía eso, que
habría sangre”. Vean el vídeo entero, el desgarro, la convicción de la amenaza. En esa realidad
paralela se destila la ficción de su educación sentimental y su visión moral de
la política. No solo de ella, también del propio Puigdemont, el encarcelado
Juntroleras, o cualquiera de sus seguidores. Todos rezuman la misma educación
emocional, base y guía de su empecinamiento.
Proyectan sus miedos sin reparar que están haciendo strictis mental. De
tanto vivir de los miedos de una España franquista desaparecida hace más de 40 años,
han acabado creyendo que siguen viviendo en plena represión franquista. Lo
hemos dicho muchas veces, no saben vivir sin Franco.
Yerran quienes ven en las palabras de Marta Rovira una simple mentira. Es
mucho peor, delatan los valores y convicciones de la Cataluña independentista.
Valores y convicciones inspirados por la represión franquista en un tiempo
donde tal represión y dictadura no existen.
Es decir, valores, que a pesar de no tener nada que ver con la España
constitucional, han alimentado y construido la visión que tienen de España. Es
decir, las bases emocionales de su rechazo a España están cimentadas en una
gran mentira sentimental. Y si tal representación de España es la que tienen y
proyectan, imagínense la ficción macabra que han inyectado desde la escuela en
la mente de dos generaciones de adolescentes. Imagínense la labor de infección
mental y emocional que han provocado desde los medios de comunicación públicos
y afines, dirigidos y sustentados por personas y presupuestos del Gobierno de
la Generalidad durante los últimos 40 años.
La verificación de esta evidencia nos la darán ellos mismos el próximo día
21 de diciembre en las elecciones del 155: a pesar del engaño manifiesto a sus
fieles, al daño inmenso a la economía y el empleo, a la división social, al
rencor creciente entre personas que hasta ayer eran amigos o siguen siendo
familiares…, la mayoría de los ilusos les seguirá votando. ¿Alguien en su sano
juicio, seguiría amando a su pareja a pesar de mentirle? Sí, por supuesto, los
enamorados. Pues eso. Otra cosa es que se lo siga consintiendo.
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