Artículo de Miguel Ángel García
Para ser un buen
demócrata en España, lo primero es, estar vivo aunque hayas matado, y lo
segundo, como condición sine qua non, es ser de izquierdas. Cuanto más de
izquierdas y más tiempo vital hayas acumulado ahí, mejor. Es decir, que no es
lo mismo alguien que haya militado nada más que en el PSOE desde su más tierna
infancia, que aquel a quien le salieron los dientes en la CNT o en el PCE. ¡Ni
mucho menos!
Cualquiera que
se precie de currículum democrático, debe haber pertenecido ¡cómo no!, a algún
movimiento revolucionario y/o terrorista, anticapitalista y antifascista, ya
sea en la izquierda “aberchale” vasca, o sea, ETA, en la catalana Terra Lliure
de Carles Sastre (el sindicalista de las "manifas"), en la Gallega
EGPG de Antón Arias Curto, o en el GRAPO. Da igual.
Todos los que de
allí hayan sido, son demócratas de primera clase. Son los que tienen el nivel
más alto de democracia, ¡la escriben hasta con K de kilo! -por el peso,
supongo. Eso es lo que hace a un buen demócrata. Además, dentro de su
predicamento, están las reivindicaciones revolucionarias, y entre ellas, ha de
estar, ¡cómo no!: la independencia. Si no eres independentista, tampoco eres un
buen demócrata en España, ni lo serás en la nueva república que vas a conseguir
con tus reivindicaciones, absolutamente democráticas y nacionalistas de las que
nadie duda, y, que están, por encima de cualquier ley o legitimidad
constitucional.
El buen
demócrata, es aquel que lucha desde la convicción moral de una izquierda
portentosa y saludable. De una izquierda antiderechas, verdadera, y única
fuente de la democracia. Base y sustento de la mejor modalidad en el
comportamiento de las sociedades, orientales y occidentales.
El currículum
del buen demócrata, no puede estar exento de ser un defensor a ultranza de los
animales. Ha de ser animalista, antitaurino pero pro abortista y pro eutanasia
activa y pasiva; como tampoco pueden faltar otras anotaciones, cual es, la de
haberse enfrentado a los “grises”, “azules”, o verdes”, o, quemado algunos
contenedores, como expresión mínima para obtener el carné, y, muy importante,
haber pasado por la cárcel. El tiempo en ella y los motivos, casi que dan lo
mismo, pero debes haber estado encerrado entre rejas y haber comido rancho carcelario.
Si además de
eso, has conseguido el mejor de todos los entorchados, el de “preso político”
en los medios de comunicación, entonces, la categoría de demócrata
internacional, la tienes garantizada de por vida. Por cierto, esta última, la
expiden en la Bélgica flamenca. No la de Camarón o Pansequito, la de Lola la
Faraona o Estrella Morente. No, es la flamenca en la que dan los carnés de
democracia para la Unión Europea, y juzgan a etarras y presos políticos.
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