Artículo de Rafa G. García de Cosío
Hay un vídeo
maravilloso en Youtube que es una recopilación de apariciones del líder de
Podemos, Pablo Iglesias, en actos públicos. Pueden encontrarlo aquí (El verdadero Pablo Iglesias). Seguro que lo
han visto ya varias veces, pero les sugieron que escuchen de nuevo el
principio. En el primer minuto, durante una charla en lo que parece la
presentación de algún libro en una tienda, Iglesias relata la pelea y el
puñetazo que tuvo que dar, rompiéndose un hueso, a un ser ''de clase
socioeconómica inferior a la nuestra'' para defender una mesa de mezclas que
estaba siendo robada. ''Ganamos, éramos tres contra uno'', es como remata el
político del partido morado su explicación.
Fíjense que he tenido la humildad de no pedirles que vean el vídeo entero. ¿Habrá cosa más fea -a estas alturas de la omnipresencia de Internet- que pedirles que vean un vídeo que ya debería conocer toda España, pero muy en especial los cinco millones de votantes de Podemos? No. Solo he querido que recuerden aquella charla en una librería. Porque aquel 'tres contra uno' ilumina mucho acerca del comportamiento de los militantes y simpatizantes de Podemos en las últimas semanas con respecto a Cataluña.
Fíjense que he tenido la humildad de no pedirles que vean el vídeo entero. ¿Habrá cosa más fea -a estas alturas de la omnipresencia de Internet- que pedirles que vean un vídeo que ya debería conocer toda España, pero muy en especial los cinco millones de votantes de Podemos? No. Solo he querido que recuerden aquella charla en una librería. Porque aquel 'tres contra uno' ilumina mucho acerca del comportamiento de los militantes y simpatizantes de Podemos en las últimas semanas con respecto a Cataluña.
PODEMOS ES UN DAVID CON CEREBRO DE GOLIAT
No tengo ni idea de cuándo se publicará este texto (lo estoy escribiendo el jueves 19 por la noche), como tampoco sé lo que pasará este fin de semana en Moncloa ni Barcelona. Pero lo que es obvio es que a estas alturas de la película, a ningún español se le escapa quién se está mojando más en todo este asunto de la independencia. Sea cual sea la idea que defendamos, desde nacionalistas a constitucionalistas, a nadie en su sano juicio se le ocurriría decir que Rajoy o Puigdemont están haciendo lo que prometieron al jurar su cargo: hacer cumplir la Ley. Dos miembros del Poder ejecutivo, uno del nacional y otro del autonómico, han conseguido llegar al 19 de octubre sin aclarar el uno si se han independizado ni el otro si se va a hacer algo en contra.
Los que más agresivos y activos se han mostrado hasta ahora son los partidos extraparlamentarios UPyD y VOX, por aquello de que son los partidos que menos tienen que perder. Desde la oposición parlamentaria, el PSOE apoya un día la aplicación del artículo 155 y otro día la reforma de una Constitución que -la lógica me lleva a suponer- no incluiría tal artículo, ni nada parecido. Ciudadanos denuncia la declaración de independencia en Barcelona, pero hace más bien mutis en Madrid. Y solo Podemos, con el incendiario Pablo Iglesias al frente, continúa con una alucinante carrera hacia la demagogia más abyecta que nuestra Democracia ha conocido, ignorando tontamente y en su contra la fructífera estrategia que puso de moda Rajoy en 2011: la de no hacer ni decir nada para que en las lonas del triste circo llamado España solo resuenen las payasadas de los demás. O es que les sorprende que Pedro Sánchez, apunto de quemar su segundo cartucho, haya salido claramente menos veces a la palestra que Pablo Iglesias durante esta grave crisis?
Pablo Iglesias encarna a la perfección el sectarismo y las contradicciones de la izquierda radical española. Algunos lo llaman leninismo. Yo creo simplemente que Podemos, en general, está dirigido y apoyado en su inmensa mayoría por un grupo numeroso de personas que de alguna manera es consciente de sus limitaciones y de la nula credibilidad de sus postulados, pero que está plenamente convencido de su capacidad de ganar a toda costa. Es exactamente todo lo contrario al Partido Popular, una fuerza que como su propio nombre indica engloba a una gran mayoría de ciudadanos cercana a la mitad de los votantes del país (en Alemania, un Volkspartei o partido popular es cualquiera de los dos grandes, sean los democristianos o los socialdemócratas), pero que se ve incapaz de aplicar la mitad de su programa por si le miran mal, ignorando por completo que ya le miran mal sin aplicarlo. La lírica juega en España claramente a favor de Podemos como un David frente a un Goliat con tintes franquistas que reprime a las minorías, aunque esta minoría tenga un reconocimiento no otorgado en países vecinos como Francia. Pero dentro de ese David, no les quepa duda, existe una mentalidad de Goliat. Es el Goliat del tres contra uno.
Al haber adoptado Puigdemont la mismísima estrategia de no hacer nada de Rajoy, pues de todos es sabido que el nacionalismo en España es el movimiento mejor organizado pero sobre todo el que mejor se adapta, se da la circunstancia de que la disputa -si es que existe- entre el Gobierno central y el autonómico de Cataluña es hoy en día, al menos en el extranjero, una batalla de iguales. Sí, España cuenta con el apoyo de sus socios comunitarios (a excepción de Bélgica, parece), con el Ejército, algunos jueces valientes y muchos más periodistas que antes (es curioso, pero no por ello menos alentador, leer estos días la pluma antinacionalista de periodistas de innegable idiosincrasia progre como Juan Cruz o J. Ignacio Torreblanca, o de escritores que jamás se han mojado en el tema político, y que por no salir ni han salido de los muros de su ciudad, como Eduardo Mendoza). Pero Cataluña cuenta con mucha mejor prensa en el resto de Europa. Entiendan ustedes que aquella broma de la secesión de la California demócrata tras el triunfo de Trump, más allá de ser una broma, se tomó con cierta seriedad y consideración en muchos países serios de Europa. Parece ser que el populismo hoy vira a la secesión... y a veces a la guerra. Miren si no lo que está pasando en el Kurdistán iraquí.
Y en esta peligrosa batalla de dos, fomentada por Rajoy por supuesto pero tolerada también por la falta de apoyos claros desde la oposición y por parte de muchos más intelectuales, asociaciones o historiadores desaparecidos, unos historiadores que en cualquier otro país de Europa se estarían dejando ahora mismo la voz y la cartera repleta de premios pasados por defender la verdad, el genio Pablo Iglesias es el único político al que hay que reconocerle la valentía de jugárselo todo en una región en la que cree presentarse en el equipo de David pero en la que en realidad actúa como macho alfa que es Goliat, uniéndose a Puigdemont y la CUP para hacer realidad de nuevo ese tres contra uno.
Puede que haya logrado el agit-prop necesario para que le vean luchar como David, pero acabará cayendo (en Cataluña y en el resto de España) como pesado Goliat. Lo de pesado en todas las acepciones posibles del término.
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