lunes, 9 de octubre de 2017

El golpe de estado en Cataluña



Artículo de Antonio Barreda



Es, tal vez, el hecho más grave contra el país desde la constitución del 78.

Han tenido más de 30 años para mentir sin pudor a los ciudadanos.

Los nacionalismos de la Europa central provocaron la I Guerra Mundial, e hirieron de muerte a los movimientos obreros que se estaban uniendo en Europa contra la explotación y la represión.

El nazismo era un fervoroso nacionalismo excluyente que buscaba culpables.

El engaño al pueblo catalán es evidente en una clase política atrapada por la corrupción del 3 per cent.


Estamos asistiendo estos días en España a un golpe de estado institucional, entre determinados partidos como el PDeCat, ERC y los de la CUP instalados en el Parlamento catalán que quieren romper con la Constitución, con la Ley y con el orden. Es, tal vez, el hecho más grave contra el país desde la constitución del 78. Más grave que el intento del golpe de estado del 23-F. Ellos solos están rompiendo a la sociedad catalana como nadie ha hecho desde la llegada de la democracia a España. Nunca nadie ha pervertido tanto las instituciones como lo ocurrido estos días el Parlamento de Cataluña.

Y lo han hecho a base de mentiras construidas en un discurso de décadas. Han tenido más de 30 años para mentir sin pudor a los ciudadanos, para adoctrinar a las masas con las mismas ideas que llevaron a lo peor de Europa al poder en los años 30. Exclusión, señalamiento de culpables, nos roban, nos ocupan. Los mismos argumentos que llevaron a Alemania a su peor pesadilla en los 30. Y son cómplices todos que han hecho de la independencia un negocio.

Nadie ha aprendido la lección en Cataluña. Los nacionalismos de la Europa central provocaron la I Guerra Mundial, e hirieron de muerte a los movimientos obreros que se estaban uniendo en Europa contra la explotación y la represión. Los países usaron su propio nacionalismo excluyente contra el otro, infectaron la mente de los ciudadanos con el odio al otro. Y provocaron que millones de soldados, que eran obreros o granjeros, se enfrentaran a lo largo de las trincheras por toda Europa. Los sentimientos nacionalistas se superpusieron a cualquier otro como la solidaridad o la lucha de clases. Consiguieron que lucha de clases fuera aniquilada por los gobiernos de las naciones que enfrentaban a su masa social en los fríos campos de batalla. Y el drama es que todos cayeron en su trampa.

Los primeros en retirarse de la guerra fueron los rusos que habían terminado su revolución de octubre con la llegada de Lenin al poder y llegaron a un acuerdo de paz en Brest-Litovks con los alemanes y austriacos, aunque nada ventajoso para ellos, pero que les permitía llevar su revolución por toda Rusia y su máquina bolchevique hacerla extensiva por todos los rincones de su inmensa nación. Su lema, todo el poder para los soviets. Luego vendría la represión, la guerra civil, la llegada de Stalin al Kremlin y las purgas, denunciadas luego por Kruschev en aquel famoso discurso secreto en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el 25 de febrero de 1956. Recomiendo a todos encarecidamente una lectura de este discurso que es imprescindible como manual de historia.

La sangría de esta guerra mundial provocó heridas abiertas que no cicatrizaron. Los años 20 fueron una falsa extensión de paz. Se estaban larvando en Europa los peores movimientos políticos de su historia. Las crisis del 29 y las reparaciones de guerra que tenía que pagar la Alemania de Weimar llevó a una crisis sin precedentes que fue aprovechada por Adolfo Hitler para destruir la democracia en Alemania, para destruir los partidos políticos, el parlamento y los sindicatos. El totalitarismo ya asomaba unos años antes en Italia de la mano del fascista Mussolini y sus camisas negras. Nada ni nadie pudo prever que un individuo como Hitler llegara al poder entusiasmando a las masas. No tenía mayoría, pero eso no le impidió llegar al poder y destruir la democracia. Y empezar a reeducar a los contrarios políticos en los campos de concentración que luego fueron instrumentos de muerte.

El nazismo era un fervoroso nacionalismo excluyente que buscaba culpables. Y encontró a los judíos y a los comunistas como sus principales enemigos. Luego llegaron la noche de los cristales rotos donde durante la noche del 9 y la madrugada del 10 de noviembre de 1938 las tropas del Partido Nacional Socialista Alemán y civiles armados atacaron sinagogas, tiendas y viviendas de los judíos. Los nazis destruyeron un total de 1.574 sinagogas, 250 de ellas fueron quemadas. Asimismo, saquearon y destruyeron unas 7.000 tiendas, asaltaron miles de viviendas, y arremetieron contra cementerios, hospitales y escuelas. Unos 100 ciudadanos judíos fueron asesinados, y otros 30 mil secuestrados y enviados a los campos de concentración de Dachau o Buchenwald. Todos estos actos violentos fueron presenciados por integrantes de los cuerpos policiales y bomberos del país, quienes observaron los hechos sin intervenir (¿suena de algo?). También devino la quema del Reichstag (la poderosa institución donde descansaba la democracia de Alemania) como un símbolo indudable de lo que había llegado al poder.

Los peores años para Alemania y para Europa llegaban de la mano de estos elementos. La guerra era necesaria para la maquinaria propagandista alemana de la mano del gran manipulador Goebbels. Antes, los campos de la España del 36 llevaron a un golpista como Francisco Franco a una guerra de cuatro años y al millón de muertos. Los acontecimientos de la débil República española como la revolución de Asturias o de la Cataluña de Companys fueron elementos de ruptura más que de construcción. Pero ya era tarde para todos.  El 1 de septiembre del 39 comenzó la guerra que enfrentaría a las dictaduras fascistas europeas con las democracias y la Rusia comunista que llenó de muertos los campos de batalla de todo el mundo cuando se hizo mundial.

La victoria de las democracias y de la Rusia comunista sobre el nazismo y el fascismo llevó a la caída del telón de acero sobre una Europa dividida en dos. Eran dos mundos enfrentados en la teoría y en la práctica. Los movimientos de libertad de la Europa comunista fueron respondidos con la invasión rusa de Hungría y de Checoslovaquia. El modelo estaba cimentado sobre las fronteras de influencias que había dejado la II Guerra Mundial. Y nadie debía intervenir en la zona del otro. La OTAN y el Pacto de Varsovia cimentaban y fomentaban este enfrentamiento sobre la base de un sistema de alianzas nacionales y nacionalistas.

La caída de la URSS y la dimisión de Gorvachov dio alas a los mismos nacionalismos que habían provocado la I Guerra Mundial. De nuevo Serbia era el centro de todos los conflictos. Una Yugoslavia que se descomponía entró en guerra. Todos contra Serbia. Serbia contra todos. El nacionalismo exacerbado de Slobodan Milosevich y los suyos llevó a episodios terribles en la guerra de los Balcanes. En Bosnia y en Kosovo. El odio, alimentado por la casta política que gobernada en Serbia llevó a que vecinos se mataran entre ellos, que las sociedades se dividieran en grupos, bien por etnias o bien por religión. Y Europa, mientras tanto, miraba para otro lado. Las matanzas de Srebrenica donde miles de hombres fueron asesinados sin contemplaciones movió la conciencia de una Europa inerte ante estos problemas. El bombardeo de la OTAN en la guerra de Kosovo sobre Serbia terminó con el régimen ultranacionalista y excluyente de Milosevich, que murió durante su juicio por crímenes contra la humanidad. Pero el daño irreparable ya estaba hecho.

Nadie ha tomado nota de esto en España. Los nacionalismos son excluyentes y peligrosos. Y en el caso catalán lo es por las ideas de exclusión y de totalitarismo de la izquierda radical catalana y de una parte importante de su burguesía. El engaño al pueblo catalán es evidente en una clase política atrapada por la corrupción del 3 per cent, por los escándalos de la fortuna escondida de lo Pujol y por la mala gestión del gobierno catalán que provoca una administración corrompida. La pérdida de derechos de los catalanes por parte de su gobierno autonómico es un hecho incontestable, unido a unos recortes sangrantes en sanidad y educación. Cataluña es la autonomía que más ha recortado en sanidad, con 2.400 millones de Euros, es la autonomía que más conciertos sanitarios tiene y la que más gasta en ellos.

Y mientras el gobierno catalán destruye los derechos de su propio pueblo, llenan de mensajes independentistas a toda la sociedad para tapar su enorme corrupción y su gestión. Con potentes medios de comunicación a su exclusivo servicio vienen a llenar de falsos mensajes independentistas a toda la sociedad, a desafiar la idea de Estado y de España, a romper la región en dos mundos enfrentados sine die. El mensaje ha calado profundo. Han tenido 30 años para mentir impunemente, para preparar a generaciones que se han ido educando en las ideas totalitarias de fronteras y de estado, para vender una ocupación desde nada menos que 1714.

Y las mismas masas que hoy siguen el mensaje de sus falsos mesías son las mismas masas que había en la Europa de la preguerra, las mismas masas que se están autodestruyendo. No se han parado a pensar en el día después. Nadie les ha contado la verdad. Los miles de parados que van a llegar con su independencia, los miles de cierres empresariales, el corralito obligado al salirse de Europa, la falta de inversión extranjera y de capital, el adiós a las ayudas europeas, el adiós a las pensiones, al sistema sanitario gratuito universal, a la educación….... a la quiebra de su sistema financiero y el fin de su opulenta sociedad.

Y esas mismas masas siguen atrapadas en el engaño de la zanahoria envenenada que llevan Puigdemont y Junqueras. Y esas mismas masas siguen entrando en un juego que terminará en una república y en una sociedad enfrentada de familias contra familias, de vecinos contra vecinos, de ciudadanos contra ciudadanos. Pero les da igual todo. La mentira que han construido estos más de 30 años lleva a un punto sin retorno. Lleva al odio, al enfrentamiento y a la destrucción de la sociedad catalana provocada por una clase política corrompida y corrupta. Pero nadie aprende la lección.



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