Artículo de Antonio Barreda
Es, tal vez, el
hecho más grave contra el país desde la constitución del 78.
Han tenido más de 30
años para mentir sin pudor a los ciudadanos.
Los nacionalismos de
la Europa central provocaron la I Guerra Mundial, e hirieron de muerte a los
movimientos obreros que se estaban uniendo en Europa contra la explotación y la
represión.
El nazismo era un
fervoroso nacionalismo excluyente que buscaba culpables.
El engaño al pueblo catalán es evidente en una clase política atrapada
por la corrupción del 3 per cent.
Estamos asistiendo estos días en España a un golpe de estado institucional,
entre determinados partidos como el PDeCat, ERC y los de la CUP instalados en
el Parlamento catalán que quieren romper con la Constitución, con la Ley y con
el orden. Es, tal vez, el hecho más grave contra el país desde la constitución
del 78. Más grave que el intento del golpe de estado del 23-F. Ellos solos
están rompiendo a la sociedad catalana como nadie ha hecho desde la llegada de
la democracia a España. Nunca nadie ha pervertido tanto las instituciones como
lo ocurrido estos días el Parlamento de Cataluña.
Y lo han hecho a base de mentiras construidas en un discurso de décadas.
Han tenido más de 30 años para mentir sin pudor a los ciudadanos, para
adoctrinar a las masas con las mismas ideas que llevaron a lo peor de Europa al
poder en los años 30. Exclusión, señalamiento de culpables, nos roban, nos
ocupan. Los mismos argumentos que llevaron a Alemania a su peor pesadilla en los
30. Y son cómplices todos que han hecho de la independencia un negocio.
Nadie ha aprendido la lección en Cataluña. Los nacionalismos de la Europa
central provocaron la I Guerra Mundial, e hirieron de muerte a los movimientos
obreros que se estaban uniendo en Europa contra la explotación y la represión.
Los países usaron su propio nacionalismo excluyente contra el otro, infectaron
la mente de los ciudadanos con el odio al otro. Y provocaron que millones de
soldados, que eran obreros o granjeros, se enfrentaran a lo largo de las
trincheras por toda Europa. Los sentimientos nacionalistas se superpusieron a
cualquier otro como la solidaridad o la lucha de clases. Consiguieron que lucha
de clases fuera aniquilada por los gobiernos de las naciones que enfrentaban a
su masa social en los fríos campos de batalla. Y el drama es que todos cayeron
en su trampa.
Los primeros en retirarse de la guerra fueron los rusos que habían
terminado su revolución de octubre con la llegada de Lenin al poder y llegaron
a un acuerdo de paz en Brest-Litovks con los alemanes y austriacos, aunque nada
ventajoso para ellos, pero que les permitía llevar su revolución por toda Rusia
y su máquina bolchevique hacerla extensiva por todos los rincones de su inmensa
nación. Su lema, todo el poder para los soviets. Luego vendría la represión, la
guerra civil, la llegada de Stalin al Kremlin y las purgas, denunciadas luego
por Kruschev en aquel famoso discurso secreto en el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, el 25 de
febrero de 1956. Recomiendo a todos encarecidamente una lectura de este
discurso que es imprescindible como manual de historia.
La sangría de esta guerra mundial provocó heridas abiertas que no
cicatrizaron. Los años 20 fueron una falsa extensión de paz. Se estaban larvando
en Europa los peores movimientos políticos de su historia. Las crisis del 29 y
las reparaciones de guerra que tenía que pagar la Alemania de Weimar llevó a
una crisis sin precedentes que fue aprovechada por Adolfo Hitler para destruir
la democracia en Alemania, para destruir los partidos políticos, el parlamento
y los sindicatos. El totalitarismo ya asomaba unos años antes en Italia de la
mano del fascista Mussolini y sus camisas negras. Nada ni nadie pudo prever que
un individuo como Hitler llegara al poder entusiasmando a las masas. No tenía
mayoría, pero eso no le impidió llegar al poder y destruir la democracia. Y
empezar a reeducar a los contrarios políticos en los campos de concentración
que luego fueron instrumentos de muerte.
El nazismo era un fervoroso nacionalismo excluyente que buscaba culpables.
Y encontró a los judíos y a los comunistas como sus principales enemigos. Luego
llegaron la noche de los cristales rotos donde durante la noche del 9 y la madrugada del 10 de noviembre de 1938 las
tropas del Partido Nacional Socialista Alemán y civiles
armados atacaron sinagogas, tiendas y viviendas de los judíos. Los nazis destruyeron un total de 1.574 sinagogas, 250 de ellas fueron quemadas. Asimismo,
saquearon y destruyeron
unas 7.000 tiendas, asaltaron miles de viviendas, y arremetieron contra cementerios, hospitales y escuelas. Unos 100 ciudadanos judíos fueron asesinados, y
otros 30 mil secuestrados y enviados
a los campos de concentración de Dachau o Buchenwald. Todos estos actos
violentos fueron presenciados por integrantes de los cuerpos policiales y bomberos
del país, quienes observaron los hechos sin intervenir (¿suena de algo?).
También devino la quema del Reichstag (la poderosa institución donde descansaba
la democracia de Alemania) como un símbolo indudable de lo que había llegado al
poder.
Los peores años
para Alemania y para Europa llegaban de la mano de estos elementos. La guerra
era necesaria para la maquinaria propagandista alemana de la mano del gran
manipulador Goebbels. Antes, los campos de la España del 36 llevaron a un
golpista como Francisco Franco a una guerra de cuatro años y al millón de
muertos. Los acontecimientos de la débil República española como la revolución
de Asturias o de la Cataluña de Companys fueron elementos de ruptura más que de
construcción. Pero ya era tarde para todos.
El 1 de septiembre del 39 comenzó la guerra que enfrentaría a las
dictaduras fascistas europeas con las democracias y la Rusia comunista que
llenó de muertos los campos de batalla de todo el mundo cuando se hizo mundial.
La victoria de las
democracias y de la Rusia comunista sobre el nazismo y el fascismo llevó a la
caída del telón de acero sobre una Europa dividida en dos. Eran dos mundos
enfrentados en la teoría y en la práctica. Los movimientos de libertad de la
Europa comunista fueron respondidos con la invasión rusa de Hungría y de
Checoslovaquia. El modelo estaba cimentado sobre las fronteras de influencias
que había dejado la II Guerra Mundial. Y nadie debía intervenir en la zona del
otro. La OTAN y el Pacto de Varsovia cimentaban y fomentaban este
enfrentamiento sobre la base de un sistema de alianzas nacionales y nacionalistas.
La caída de la
URSS y la dimisión de Gorvachov dio alas a los mismos nacionalismos que habían
provocado la I Guerra Mundial. De nuevo Serbia era el centro de todos los
conflictos. Una Yugoslavia que se descomponía entró en guerra. Todos contra
Serbia. Serbia contra todos. El nacionalismo exacerbado de Slobodan Milosevich
y los suyos llevó a episodios terribles en la guerra de los Balcanes. En Bosnia
y en Kosovo. El odio, alimentado por la casta política que gobernada en Serbia
llevó a que vecinos se mataran entre ellos, que las sociedades se dividieran en
grupos, bien por etnias o bien por religión. Y Europa, mientras tanto, miraba
para otro lado. Las matanzas de Srebrenica donde miles de hombres fueron
asesinados sin contemplaciones movió la conciencia de una Europa inerte ante
estos problemas. El bombardeo de la OTAN en la guerra de Kosovo sobre Serbia
terminó con el régimen ultranacionalista y excluyente de Milosevich, que murió
durante su juicio por crímenes contra la humanidad. Pero el daño irreparable ya
estaba hecho.
Nadie ha tomado
nota de esto en España. Los nacionalismos son excluyentes y peligrosos. Y en el
caso catalán lo es por las ideas de exclusión y de totalitarismo de la
izquierda radical catalana y de una parte importante de su burguesía. El engaño
al pueblo catalán es evidente en una clase política atrapada por la corrupción
del 3 per cent, por los escándalos de la fortuna escondida de lo Pujol y por la
mala gestión del gobierno catalán que provoca una administración corrompida. La
pérdida de derechos de los catalanes por parte de su gobierno autonómico es un
hecho incontestable, unido a unos recortes sangrantes en sanidad y educación.
Cataluña es la autonomía que más ha recortado en sanidad, con 2.400 millones de
Euros, es la autonomía que más conciertos sanitarios tiene y la que más gasta
en ellos.
Y mientras el
gobierno catalán destruye los derechos de su propio pueblo, llenan de mensajes
independentistas a toda la sociedad para tapar su enorme corrupción y su
gestión. Con potentes medios de comunicación a su exclusivo servicio vienen a
llenar de falsos mensajes independentistas a toda la sociedad, a desafiar la
idea de Estado y de España, a romper la región en dos mundos enfrentados sine
die. El mensaje ha calado profundo. Han tenido 30 años para mentir impunemente,
para preparar a generaciones que se han ido educando en las ideas totalitarias
de fronteras y de estado, para vender una ocupación desde nada menos que 1714.
Y las mismas masas
que hoy siguen el mensaje de sus falsos mesías son las mismas masas que había
en la Europa de la preguerra, las mismas masas que se están autodestruyendo. No
se han parado a pensar en el día después. Nadie les ha contado la verdad. Los
miles de parados que van a llegar con su independencia, los miles de cierres
empresariales, el corralito obligado al salirse de Europa, la falta de
inversión extranjera y de capital, el adiós a las ayudas europeas, el adiós a
las pensiones, al sistema sanitario gratuito universal, a la educación….... a la quiebra de su sistema financiero y el fin de su
opulenta sociedad.
Y esas mismas
masas siguen atrapadas en el engaño de la zanahoria envenenada que llevan
Puigdemont y Junqueras. Y esas mismas masas siguen entrando en un juego que
terminará en una república y en una sociedad enfrentada de familias contra
familias, de vecinos contra vecinos, de ciudadanos contra ciudadanos. Pero les
da igual todo. La mentira que han construido estos más de 30 años lleva a un
punto sin retorno. Lleva al odio, al enfrentamiento y a la destrucción de la
sociedad catalana provocada por una clase política corrompida y corrupta. Pero
nadie aprende la lección.
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