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lunes, 16 de octubre de 2017

Beltrán Pérez el elegido de Arenas



Artículo de Antonio Barreda



Anda estos días el PP de Andalucía con prisas para las municipales. Al llamadme Juanma le ha entrado el miedo escénico de no tener al partido con candidatos preparados para las municipales, ahora que ya han pasado todos los congresos provinciales de donde ha salido medio perdedor. En varias provincias ni ha tocado bola ni le han dejado, en otras las guerras internas han provocado heridas de difícil costura ya que al ser un partido presidencialista quien gana propone y pone en todas las listas. La silla del poder atrae a todos por igual. Y aquí quien pierde se va a dormir el sueño infinito de los que ya no suenan a nada.


El PP se hizo en Andalucía partido municipalista cuando Arenas construyó un modelo político basado en fieles lealtades y en que todos de los que se rodeaba en su círculo interno debían vivir de una nómina del Partido. Una especie de despotismo partidista donde no había cabida a las corrientes ni a los versos sueltos dentro del partido. Luego, cansado de perder con Chaves, se fue a Madrid y dejó una herencia envenenada a Teófila Martínez porque el bueno de Javier nunca terminó de fiarse de la peña que había en Málaga. Pero Teo no venía sola, venía con un tal Antonio Sanz para ajustarle las cuentas a medio partido en Andalucía. Y Sanz construyó, en esta etapa, su leyenda negra en el partido y en el Parlamento de Andalucía, como un verdugo interno y como un doberman suelto en la tribuna parlamentaria, el clon andaluz de un Álvarez Cascos desatado. La tribuna del parlamento se llenó de agresivo discurso inútil porque Sanz ni dio la talla ni valía para el cargo. Luego se convertiría en el maletero de Arenas en Andalucía. Pero esta es otra historia digna de ser contada.

Cuando entró Zapatero en Madrid las cosas cambiaron para Javier y se vino a Andalucía para reconquistar lo inconquistable. Así que cuando defenestraron a Sanz medio partido respiró aliviado. Medio partido estaba ensangrentado por las malas artes de Antonio Sanz y esperaban una esperanza tras la defenestración de Teófila en Andalucía por un techo electoral que no avanzaba. Así llegó Zoido a ser el Secretario General más ilógico e irresponsable que tuvo el PP en Andalucía, en un clima de miedo escénico por saber quiénes seguían y quiénes se iban.

Arenas siguió metiendo las manos en todo el partido debido a un sentido patrimonialista del poder. Para él que era de Olvera (Cádiz) y vivía en Sevilla partía con dos provincias para él solo. Luego embridó a Málaga colocando a Bendodo y se hizo compadre del de Almería para ponerse de cabeza de lista en una provincia donde sí le ganaba a Chaves en las andaluzas. Más tarde fue colocando a sus peones en las demás provincias andaluzas. Pero con una salvedad digna de contarse. Y es que Arenas jamás pudo con el poder sátrapa de sus presidentes provinciales y eso que hasta se dejó la piel y la vida en esto haciendo kilómetros como el Forrest Gamp andaluz. Con él se inventarían dos cosas, las agendas del partido para la prensa y los kilómetros y las dietas dentro de los coches oficiales del partido. El móvil se convirtió en esta época en un arma política de una cuantía fabulosa.

Como Zoido cojeaba en su Secretaría General del partido – más por inutilidad manifiesta que por otra cosa – su entonces amigo Javier quitó a Jaime Raynaud – otro dedazo de Arenas – y lo mandó a Sevilla para que se estrellara o para que ganara en las elecciones de 2007 a un Sánchez Monteseirín que nunca despegaba. Y aunque ganó no gobernó por los pactos con la pesada Izquierda de Torrijos. Pero se rodeó de una satrapía provincial de concejales y presidentes locales que querían un trozo del pastel del poder de Sevilla. En el lote estaba incluido el nini de Beltrán Pérez al que heredaba de concejal de 2003 y que venía de ser funcionario del partido desde las nuevas generaciones del PP de Sevilla.

El triunfo de 2012 dio al PP de Arenas los 50 diputados en las elecciones andaluzas, su techo en Andalucía. Luego vino la confusa espantada de Arenas que, de repente, no quiso saber nada de Andalucía y salió corriendo a Madrid, y, además, nadie dio explicaciones de por qué el PP se había dejado 400.000 votos de las generales a las autonómicas. Lo peor es que preparó una sucesión absurda que de ser el cambio en Andalucía se convirtió en el cambiazo de Andalucía. Arenas había construido un partido absolutamente presidencialista y políticamente municipalista, había traído y construido un modelo político basado en fieles lealtades y en que todos de los que se rodeaba en su círculo interno debían vivir de una nómina del Partido. Una especie de despotismo partidista donde no había cabida ni a las corrientes ni a los versos sueltos dentro del partido. La espantada de Arenas trajo a Zoido a una presidencia interina.

Pero antes, cuentan los que saben de esto, que Arenas le había susurrado a Rajoy que Antonio Sanz iba a ser el presidente del PP Andalucía y que Elías Bendodo iba a ser el secretario general. Que los presidentes provinciales del partido estaban conformes con esta elección. Pero había grietas insalvables en este plan por las que penetró Cospedal de manera inmisericorde. Llamadas de Moncloa y de Génova por toda Andalucía. Ni todos los presidentes provinciales estaban conformes, ni la hoja de ruta debía ser la diseñada por Arenas para Andalucía. Alguien había mentido. Así llegó el reconvertido Zoido a ser presidente del PP de Andalucía.

A la vez, Zoido se convirtió en un fraude electoral para sus votantes y electores de Sevilla. La nada y la palabra vacía eran sinónimo de inoperancia y del día a día en una ciudad de Sevilla que se hizo melancólica. Las conspiraciones del partido presidían las agendas. La escena con Cospedal en el Palco de la Basílica de la Macarena la noche el Jueves Santo dejó claro que aquello no era lo que Arenas había diseñado para Andalucía. Zoido ya tenía su propio sistema de alianzas, su hoja de ruta, y estaba construyendo su presidencia desdibujando la obra de Arenas por toda Andalucía. El primer acto es que José Luís Sanz, al que Arenas previamente había mandado a Tomares para que se estrellara en 2007, fue el secretario general que eligió Zoido. El otro Sanz. El hombre al que le costaba sonreír. Otro pupilo de Arenas. Javier no supo ver, hasta entonces, que había dado el partido a su propia oposición en Andalucía.

Pero no todo estaba dicho, cuando el otro Sanz, el de Tomares, se preparaba para el relevo de Zoido cuando todos conspiraban contra todos, ya tenía convocados a los presidentes provinciales a una comida con Cospedal un frío lunes del mes de febrero para presentar su candidatura a presidente del partido. De repente, todo se paró. Algo pasaba. Triunfo de Arenas y de Soraya Sáenz de Santamaría. Rajoy – como Pedro negó a Jesús - negaba tres veces a José Luís Sanz para Andalucía. A las nueve de la mañana del martes 11 de febrero Rajoy decidió entrar en el casting de Andalucía. Llamó por teléfono a un desconocido llamado Juan Manuel Moreno Bonilla para comunicarle que quería que fuera el presidente del PP de Andalucía.

Tras la llamada el tal Moreno Bonilla – que aceptó a regañadientes - llamó a la dirección nacional de su partido para comunicarles que el dedo de Rajoy lo había elegido. Y llamó inmediatamente a los presidentes provinciales para que dieran su apoyo personal. Sobre las 11 horas ya había reunido el respaldo orgánico suficiente para presentar los avales como candidato a la jefatura de los populares andaluces para el congreso de Sevilla de los días 1 y 2 de marzo de 2014. Un claro ejemplo de primarias para afiliados y toda una lección de democracia interna de un partido.

Llamadme Juanma se llevó consigo a toda una vicesecretaria de su ejecutiva a Virgina Pérez, impuesta por Sevilla. Y esta empezó a desestabilizar Sevilla. Arenas vio una oportunidad única para ajustarles las cuentas a los zoidistas y a todos los antiarenistas que tenía en el PP de Sevilla. Y apostó por Virginia para quitarle Sevilla a la tropa de Cospedal. Llamadme Juanma se asustó de verdad, y a él que tanto gusta del boato y del protocolo despojó a Virginia de su vicesecretaría. Postura que incomodó a Javier y a los suyos porque se veían en minoría y en una provincia que siempre había tenido el ADN arenista.

Así que Javier fue formando tropa. Y con Virginia se postuló el nini de Beltrán Pérez. Un Beltrán que siempre estaba en todas las salsas de las conspiraciones. Había querido ser diputado nacional y Arenas le quito las ganas. Había querido de todo en el partido. Pero nadie se fiaba de él, ni Zoido ni Arenas. Entonces empezó a conspirar contra Zoido, a hacer la eterna bolita de los que quieren compañía en las traiciones del partido. Quiso ya quitar a Zoido para cuando se estrellara en Sevilla y ponerse él. Estaba esperando que Zoido dilapidara los 20 concejales para pasarle por la guillotina de los perdedores del partido. El nombramiento de Zoido como ministro – solo Rajoy y Cospedal sabrán el porqué de esto – salvó a todos del día después de perder la alcaldía. Pero Zoido dejó atrás a su otrora jefe de gabinete y hoy concejal Alberto Pérez en una portavocía que estaba muerta en Sevilla.

Beltrán Pérez vio la luz con la rebelión de Virginia. Y además tenía al tito Arenas detrás desde Madrid apoyando. Nunca antes había tenido Beltrán tanta suerte en política. Tocaba coche y kilómetros. Tocaba marea de mítines y de conseguir los votos. Pero nadie se había parado a pensar que Virginia había sido un bluf en todas y cada una de las elecciones a las que se había presentado, empezando por La Rinconada. Pero no importaba ahora. Virginia era la candidata de madera. La que debía devolver el arenismo a Sevilla. Beltrán que contra Zoido ya había perdido se alistó en la rebelión del PP de Sevilla, sabedor de que Arenas casi nunca deja tirados a los suyos, y que Javier era caballo ganador en el partido.

Broncas en cada pueblo, en cada sede del PP de Sevilla para el congreso. Familias contra familias, padres contra hijos. Todos contra todos. O eres de Bueno-Zoido o de Virginia-Arenas. Y Zoido y los suyos presionando y Arenas con el teléfono caliente de recordar favores. Un congreso que terminó impugnado y como el rosario de la aurora. Aquí nadie da ni los buenos días si no es con una contraprestación a cambio. Y ganó Virginia – que en política electa viene de ser una eterna perdedora – por un puñado de votos a Juan Bueno. Y entre los ganadores estaba el nini de Beltrán, el eterno funcionario del partido. Y también empezaron los cambios de chaqueta desde el minuto uno. Que se lo pregunten a Ignacio Flores y los suyos. Tienen que tener nómina y por llenar la nevera matan a lo Belén Esteban. ¿Quiénes somos los que hemos ganado? Empezaban muchos a preguntar en voz alta para que se les viera por la calle Rioja.

Y los que ganan en nombre de Arenas tienen premio seguro. Este mes en Lora del Río Arenas señaló con el dedo a Beltrán Pérez como el “elegido por el arenismo” para representarlo como futuro candidato a la alcaldía de Sevilla, y lo va a ser sin haber hecho nada como concejal del ayuntamiento durante catorce largos años. El viejo sueño de Beltrán – que pensaba ya que se le pasaba el arroz en política – tenía el apoyo del viejo líder que acababa de quitarle de en medio a Zoido y a los Buenistas – Ricardo Tarno incluido -. La hora de los ninis en Sevilla ha llegado. Lo que no han valorado ni Arenas ni los suyos es la nula o irrelevante ilusión que generan estos ninis metidos a políticos entre los electores de un dividido partido en Sevilla. Ahí la llevas Arenas. 



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