Artículo de Rafa G. García de Cosío
Esta noche y los días que se aproximan, tendrán que
acostumbrarse al siguiente titular: ''la extrema derecha avanza en Alemania'',
''auge de la ultraderecha en Alemania'', o ''Alemania es la nueva pesadilla de
Europa''. No quiero robarle titulares a la creme de la creme periodística. No
sigo. Hagamos como que no han perdido originalidad.
Pero en realidad, no solo han perdido originalidad, sino también
dos dedos de frente. Ayer sábado paseaba por las calles de Ludwigsburg y me
dieron propaganda electoral en un puesto del FDP (el partido liberal) y el AfD,
Alternativa para Alemania, nuevo partido con grandes probabilidades de quedar
cuarto en las elecciones generales de hoy. Por cierto, sí, han leído bien, la
ley alemana no establece algo tan estúpido como la jornada de reflexión. Los
alemanes son un pueblo que reflexiona todos los días y a todas horas. Paso a
traducirles algunos de los puntos del programa electoral del AfD, partido
denominado 'xenófobo' y 'neoliberal':
- Tolerancia cero ante el terror, la violencia y la criminalidad.
- Reforzar a la policía.
- Lucha contra el extremismo de derecha y de izquierda, así como
el islamismo.
- Sí a la inmigración cualificada y controlada.
- La base de la inmigración debe ser la Constitución y nuestros
valores liberales.
- Nacionalización solo tras una integración lograda.
- Rescate de vidas - centros de acogida en los países de origen.
- Ayudas en los países de origen, con refuerzo de la UNHCR
(Secretaría de refugiados de la ONU).
- Control de fronteras alemanas y europeas.
- Deportación de demandantes de asilo sin autorización para
quedarse (200.000 según la propia Merkel en el debate con Martin Schulz en
televisión).
Podría seguir con más puntos, pero es inútil. No hay xenofobia en
ninguno de estos puntos, sino más bien lo contrario. No se habla de una salida
de la Unión Europea. Una comparación con partidos claramente fascistas, como el
Frente Nacional de Le Pen, es un disparate. Tampoco es tan liberal como
piensan, pues es cierto que el AfD ha conseguido apoyo en los últimos años
especialmente en las regiones de Alemania del este, para las que aún existe un
Fondo de Solidaridad sufragado por el resto de Alemania, y que ningún partido
pide abolir! Tampoco el FDP.
Por si no lo saben, la AfD, desde su nacimiento en 2013, siempre
ha hecho campaña electoral junto a un puesto del FDP. Por qué? Pues por la
misma razón que Burger King y McDonalds suelen abrir a poca distancia uno de
otro: por pura competencia entre sus votantes. Ya en 2014, el periódico Die
Zeit, que entonces, sin la oleada de terrorismo ni refugiados que vivimos
ahora, era mucho más neutral hacia el AfD, publicaba un largo reportaje sobre
el nacimiento del AfD en Oberursel, un pueblo de la rica región de Hessen con
pleno empleo y gobernada por un alcalde liberal. Para ponerle en perspectiva,
querido lector, imagínese una ciudad como Andújar gobernada no por un alcalde
del PP, sino por un liberal de verdad. Y con pleno empleo. Un pensamiento a
años luz de la realidad, cierto?
El caso es que la AfD nació allí porque allí es donde 1000
ciudadanos de todo tipo de profesiones se acabó reuniendo para resucitar al
Fénix que renaciera de las cenizas del FDP. Un partido clave en muchos
gobiernos de las últimas décadas que, por primera vez desde 1945, desapareció
del Parlamento en septiembre de 2013 (y que ahora parece también volver de la
mano del coqueto Christian Lindner). La sombra del fallecido Guido Westerwelle
sigue planeando sobre la política alemana. Macron, Abert Rivera... parece que
solo aquellos liberales bien vestidos y menores de 40 años ganan algo de
credibilidad ante las elecciones. Sin importar el programa.
Porque el programa de los liberales apenas se cumplió durante la
coalición de 2009 a
2013. El gobierno alemán desenchufó las centrales nucleares, dio un giro verde
inesperado, eliminó el servicio militar obligatorio, aceptó rescatar a Grecia
en dos ocasiones y no redujo los impuestos como Westerwelle había reclamado en
sus largos años de oposición. Estas traiciones, en principio económicas,
movieron de la silla a los fundadores de Oberursel para crear al AfD. Y después
de 2013, hasta hoy, otros argumentos (de seguridad, inmigración masiva y
terrorismo) se suman a los económicos para, como señalan las encuestas,
convencer a más del 10% de los electores alemanes. Y se siguen escandalizando
desde los grandes periódicos?
Lean a Evelyn Finger, la semana pasada en el editorial de Die
Zeit. En dos columnas de la página principal, achacaba el triunfo de la AfD
(solo en Alemania del este, sin esperar a los resultados del oeste, como si no
fuera a triunfar aquí) a la obsesión de la Alemania comunista por la
'identidad' y la protección de las fronteras. Por increíble que parezca, no
hizo mención en ninguna de las dos columnas al terrorismo islámico. Tampoco
apareció la palabra refugiado.
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