Artículo de Eduardo Maestre
Antes que nada, quiero pedirle disculpas, amigo
lector, por la cantidad de tacos, improperios, palabras gruesas y exabruptos
que sin duda usaré para expresar lo que realmente siento acerca del asunto que
tiene con el alma en vilo a todos los españoles de bien durante estos últimos
días: la matanza de Barcelona y Cambrils.
Dicho lo cual, debo confesar que yo soy de los que
dividen a las personas en dos bandos: los que excusan y adoran a los gatos, y
los que entienden y quieren a los perros. O en tres tipos: los que se ríen de
los actos heroicos; los que, indiferentes, se levantan a orinar en medio de la
frase climática de una película, y los que lloran cuando ven Agustina de Aragón. O en dos clases: los
que beben cuando hay que beber, y los que, pese a no padecer alcoholismo ni
enfermedades que lo contraindiquen, no beben jamás. Y así llevo toda la vida: dividiendo absurdamente los
infinitos tipos de gente en decenas, centenares, miles de tablas
clasificatorias cerradas que ya, a estas alturas de la vida, han terminado
urdiendo entre sí una red de vasos comunicantes para que yo, el entomólogo
amateur, pueda sobrevivir al estupor que indefectiblemente acompaña al
imposible intento de comprender el mundo.
En los últimos días, he tenido que recurrir de nuevo
a esta entomología íntima para soportar sin cabrearme el espectáculo bochornoso
que hemos tenido que tragarnos a diario (y que aún colea!) desde el terrible
día de los atentados en Barcelona y Cambrils. Y no me refiero, claro está, a la
dolorosísima visión de los cuerpos sin vida tirados por las calles y aceras de
la Rambla, la mayoría de ellos en posturas no humanas, que es como se quedan
los cuerpos que no han tenido tiempo de morir con dignidad -hechos un pelele
sin alma, una marioneta sin hilos. No. Me estoy refiriendo al otro espectáculo, el
de los políticos chocándose entre sí como los cochecitos de la feria:
rebotando, yendo hacia atrás, golpeándose de nuevo en medio de la risa.
Y para poder sobrellevarlo, como ya les dije a
ustedes, me he visto obligado a dividir a los españoles en tres tipos
claramente diferenciados: yihadistas, gilipollas, y gentes del común.
Veámoslos.
Los
yihadistas
Los yihadistas son, por fortuna, poquísimos! Stricto sensu, no hay en el mundo ningún
yihadista, porque la yihad –la guerra santa-
sólo se puede librar entre dos ejércitos bien pertrechados, comandados por
líderes visibles y cuyo fin último fuera exterminar al infiel (el infiel es
siempre el otro) para imponer a los
vencidos una Fe, sea cual fuere. Y ni siquiera en Siria se lucha por tal cosa!
Los sirios están -por fortuna!- machacando al DAESH no porque quieran
imponerles credos sunnitas ni chiítas ni sus florilegios derivados (salafistas,
sufíes, ismailíes, malikíes y la madre -oculta por un velo- que los parió a
todos!), sino porque quieren vivir libres de toda la mierda castradora,
genocida y petrificante que significa vivir bajo un Gobierno de estos tíos! No
hay ni ha habido en ningún momento una guerra por cuestiones religiosas en Siria e Irak. Aunque el DAESH así lo
hubiera querido, sus enemigos no han
luchado contra ellos durante los últimos años -hasta casi expulsarlos: Alá lo
permita!- por cuestiones de fe ni sutilezas en la adopción de un credo
concreto, sino para vivir como vivían;
para volver a hacer en Alepo el mejor jabón del mundo; para sentarse con
tranquilidad a comer un maravilloso kafta
en unos veladores cualesquiera del mismísimo centro de Damasco!
Y si esa camisa endiablada que es la guerra de Siria
-en cuyas varas no se me ocurre meterme- no es propiamente una yihad,
imagínense ustedes lo que de guerra santa
tiene esta cadena de atentados periódicos que está ocurriendo en Europa desde
hace unos años, cada vez con más frecuencia y me temo que con menor impacto
mediático en nuestras occidentales vidas. Es terrorismo? Sí; pero de yihad,
nada! Aquí no hay dos ejércitos. Por no haber, no hay ni uno! Tampoco hay
líderes visibles. Y, desde luego, no hay enfrentamiento alguno entre dos credos. Porque, miren ustedes,
por muy lavado que tengan el cerebro esos desgraciados jóvenes utilizados por
ciertos poderes fácticos para arrojárnoslos a las calles europeas cuchillo en
mano o furgoneta en pie, y aunque ellos tengan muy claro que les esperan 72
huríes de turgentes senos en el Cielo musulmán, nosotros no tenemos una fe definida, un credo ortodoxo, unas leyes religiosas indiscutibles.
Que sí! Que católicos radicales de los que todavía dejan de comer carne los
viernes, aún quedan! Y viejas de misa diaria, algunas hay, que yo las he visto!
Pero la casi totalidad de la población europea… Qué va, qué va!
Occidente
camina hacia una nueva Era
Qué va! Estos desgraciados nos han cogido a los
europeos en un momento de nuestra Historia ciertamente complejo; difícil de
comprender para muchos de nosotros mismos, e indescifrable, en términos
absolutos, para ellos. Los cristianos occidentales, ya seamos católicos,
protestantes, anglicanos, calvinistas, testigos de Jehová o restauracionistas
–sea eso lo que fuere- llevamos desde finales del siglo XVIII inmersos en una duda razonable que nos ha hecho,
primero, aflojar la carga de la Culpa
–base y fundamento de cualquier religión-; segundo, capacitarnos
intelectualmente para poner en tela de juicio la validez del Rito –esencial para cohesionar una tribu
como tal-, y, tercero, iniciar una búsqueda de alternativas más acordes con el
Posmodernismo iniciado en los Sesenta. Cuántos años llevan ustedes escuchando
de boca de alguno de sus familiares o amigos “yo no creo en un Dios, sino en
una Fuerza Cósmica”; “no hay diferencia entre los seres vivos; todos formamos
parte de Gaia”; “la Tierra no pertenece a nadie, salvo al viento”; “venid y
fundíos con la Pachamama”, y otras lindezas de ese corte, que siempre pueden ir
acompañadas de sándalo y flores de Bach, pero que tampoco hace ascos al rioja
reserva ni al cochinillo asado del mesón de Cándido, eh? Posmodernismo
pragmático, que le llaman!
No: en Occidente ya no nos tomamos al pie de la
letra el Dogma; ni siquiera vivimos calibrando las consecuencias en el Más Allá
por nuestras acciones en el Más Acá. Ojo: que no estoy diciendo que no tengamos
una educación moral basada en cuestiones religiosas: la tenemos. Pero muy
desvaída ya! Muy descafeinada! En la mayoría de los casos, entre el común de
las gentes, el sentir religioso no es más que un guirigay de sentimientos
confusos, el resultado de mezclar la ya anoréxica noción de pecado con un fluctuante estado de
alerta basado en la corrección política -supurada durante décadas por la
socialdemocracia que nos permea. Contamos, para vivir, con esos dos universos
introyectados, que actúan como los bastones que llevan esas personas sin
sentido del ridículo que practican aquello que llaman marcha nórdica: dos bastones que bien podrían no estar, pero cuya presencia genera una sensación de gran firmeza
tanto al caminante como al que lo ve caminar.
Hace más de dos siglos que en Occidente comenzamos a
transitar hacia la sustitución de lo religioso por lo psicológico. Incluso me atrevo a afirmar que en este brutal
principio de siglo XXI estamos empezando a sustituir lo psicológico por lo
puramente emocional. Ciertamente, en
unos países más que en otros. En cualquier caso, lo religioso en nuestras
europeas vidas queda ya muy lejos de lo que fue. Muy, muy lejos. Y en medio de
esta transición ya imparable; en mitad de este proceso general perfectamente
orgánico y por fortuna irreversible llegan unos tíos con cuchillos de cocina
apuñalando transeúntes; aparecen unos desgraciados con furgonetas de
escayolista atropellando peatones; surgen de la oscuridad de sus miserables
vidas unos perfectos imbéciles ametrallando a la gente en los bares y en las
discotecas! Y a santo de qué? En
nombre de quién? ¿Acaso quieren que
nos volvamos todos marxistas-leninistas? No! ¿Quizás buscan acabar con el
capitalismo como forma de comprender el mundo? Qué va! ¿Es que añoran un estilo
de vida en el que el veganismo y los cantos de la ballena azul nos hagan entrar
en razón? Para nada! ¿Luchan, entonces, por una vuelta al psicoanálisis de
diván para que, ahogados al fin en un mar de kleenex, abracemos bajo una luz
renovadora los aspectos más terribles de nuestro nebuloso Ello? En-ab-so-lu-to!
No, no, no, no! Nada de eso! Nos quieren someter… porque Alá es grande! …Porque
Alá es grande!!! …Madre del Amor Hermoso!!!
El
subconsciente musulmán
Pero qué coño es esto? Qué broma es ésta, hombre? Ya
está bien de joder a los demás con vuestros problemas de bragueta! Que a causa
de vuestra terrorífica educación tengáis en el subconsciente (porque vosotros también tenéis subconsciente, eh?) que
la inmensa mayoría de vuestras mujeres se las piraría con otro a la mínima
posibilidad real de zafarse de vuestro agobiante entorno no os da derecho a
intentar acabar con las costumbres y la vida de vuestros vecinos! Vecinos que,
casualmente, somos aquellos que vivíamos
ya, generaciones y generaciones atrás, en los países a los que habéis
venido! Porque aquí se habla mucho de que lo que buscáis como objetivo último
es imponernos a la inmensa mayoría un credo radical, pero en los abrevaderos de
comunicación y en los establos políticos se está olvidando un aspecto esencial que, a mi juicio, explica mucho
mejor que toda esa tautología pseudosocial no sólo el fenómeno yihadista, sino
la existencia y blindaje de guetos cuya perseverancia en no mezclarse es
llamativa. Y este aspecto -a mi juicio, central-
que se está silenciando es el siguiente: que nuestra forma de vida, nuestras
leyes garantistas, nuestra libertad de expresión y nuestra abierta manera de
tratar el sexo en todos sus aspectos, os
deja en evidencia ante vuestros hijos, ante vuestras estocolmizadas mujeres y ante la propia familia extensa que
dejasteis atrás en aquellos países de sumisión y oscuridad personal de los que
salisteis huyendo por patas -familia a la que, para colmo, debéis explicar en
vuestras conversaciones semanales a través del iPhone por qué seguís viviendo alegremente y pese a todo en esta tierra
que tanto os escandaliza! Tenéis, por lo tanto, amigos musulmanes, una avería
muy pero que muy importante en el subconsciente individual. Y no digamos en el
subconsciente colectivo! Por
desgracia, y como diría el del chiste, la
avería es de cojones!
Una
democracia con graves malformaciones
La avería es de cojones, efectivamente. Y no se le
ve muy buena solución, dicho sea de paso. Sobre todo porque aquéllos que
deberían exprimirse la sesera para poner orden en este desastre que se ha ido
urdiendo poco a poco son lo peorcito
de cada casa. Me refiero a los políticos, por si alguien tenía dudas.
Miren ustedes, estimados lectores: ni siquiera la
democracia más refinada del planeta, los Estados Unidos de Norteamérica,
garantiza que a sus importantes cargos políticos accedan exclusivamente mujeres
y hombres inteligentes. Sólo hay que ver quién es hoy su Presidente para
echarse las manos a la cabeza y preguntarse “cómo hemos llegado a esto!” Sin
embargo, y al margen de las complejas razones que han llevado a la Casa Blanca
al Hombre Zanahoria, allí se suelen hacer bien las cosas: eligen a los
congresistas a través de distritos uninominales; los electores saben a quiénes están votando para que los
representen en el Congreso, y si no cumplen con el compromiso adquirido se les
revoca el cargo y a la puñetera calle! Los políticos no se deben a su jefe de
partido; ni siquiera a su partido; sólo responden ante los votantes de su
distrito electoral, que viene a ser de unos cien o ciento cincuenta mil
habitantes. Para colmo, el Presidente de los EEUU no es elegido por el
Congreso, sino por los mismos votantes en otras elecciones exclusivamente presidenciales.
Eso sí: cuando se le elige, manda más que el Papa; concentra todo el Poder
Ejecutivo. Pero ello favorece que el Legislativo sea independiente. Y si
añadimos que el Judicial también está sometido a elecciones, pues nos
encontramos con lo más parecido que hay en el mundo a una verdadera democracia.
Sin embargo, en España… Ay, en España! En España no
hay distritos de ninguna clase; no, al menos, en lo que atañe a representación
parlamentaria. Los partidos, que son como unas construcciones colosales que ya estaban ahí desde antes de que
los extraterrestres se marcharan, confeccionan listas cerradas -a cal y canto-
en las que meten a presión individuos que vaya usted a saber por qué están ahí; individuos, además,
completamente desconocidos para el votante. El elector no tiene relación alguna
con su representante parlamentario; no lo conoce; no sabe quién es ni de qué
pie cojea; no puede pedirle explicaciones, ni mucho menos revocarlo. Revocarlo?
Qué es revocar? Revocar qué? A quién? Cómo? Anda ya!
Y qué decir de la Justicia? Dios de mi vida!
Montesquieu, menos mal que la palmaste y no puedes ver esto! Los tribunales,
los jueces en España no son elegidos por el pueblo, como en Estados Unidos,
sino que -oh, milagros de la mala costumbre!- son elegidos por los partidos
políticos!!! Los gerifaltes de los principales partidos colocan en los cargos
clave a conocidos y a amigos, a recomendados y a mansos; todos ellos, por
supuesto, adeptos al partido. De ahí que se hable, sin rubor alguno, de jueces progresistas, fiscales conservadores y hasta de tribunales marcadamente de izquierdas o claramente de derechas. Es acojonante!
A-co-jo-nan-te! De manera que no hay forma de que esos políticos que atentan
contra las Leyes, de que esos asesores que trincaron la tela, de que esos altos
cargos que desviaron cientos de millones o que favorecieron durante décadas a
sus familiares y amigos -y que son legión!- paguen jamás por ello. Ni pagarán.
Jamás. Ni uno! Porque nadie los encausa. Porque nadie los condena.
No habiendo, pues, separación de Poderes de ningún
género; careciendo absolutamente de representantes políticos, y constatando día
a día cómo cientos, miles de delincuentes de cuello blanquísimo siguen campando
por sus respetos sin que la Ley los ponga en su sitio, los españoles, las gentes del común, caminamos por las
calles, acudimos a nuestro trabajo y vamos a hacer la compra en un estado de
estupefacción constante que ya se ha instaurado como normalidad, pero que no lo es. No es normal. No señor: no lo es.
Los
gilipollas
De ahí que en estos días posteriores a los atentados
de Cataluña contemplemos, atónitos, cómo Campanilla, la alcaldesa chupi de
Barcelona, se desmadeja en explicaciones para explicar lo inexplicable: que no
se pusieron los dichosos bolardos pese a que el Ministerio del Interior
insistió hace ya mucho tiempo en que, estando en Nivel 4 como estábamos, no se
podía dejar una zona como la Rambla de Barcelona sin colocar estas barreras a
fin de evitar atropellos masivos como el que ha ocurrido finalmente. Y que no
se pusieron porque, según la alcaldesa mágica, los Mozos de Escuadra le
remitieron a ella un informe en el que la Generalidad de Cataluña, haciendo
caso omiso de las claras instrucciones de Interior, daba a los Mozos órdenes
tajantes de dejar la Rambla abierta a todo vehículo que quisiera masacrar a los
ciudadanos sin obstáculos. No van a atentar contra nusaltres! Perquè nusaltres no
somos com els espanyols! Nusaltres no som els enemics de los fundamentalistas! Si les ponemos piso y
les damos gratis las esteladas, cullons! No tenemos res que temer!
Luego, nos sobrevino la rueda de prensa (de prensa
hidráulica) que dieron la alcaldesa élfica, el Primer Bedel Puigdemont y su
inseparable Amo del Calabozo, el pícnico Junqueras. Una puta vergüenza de
principio a fin! Los tres con caras de haba, las manos juntas tapándose las
partes nobles como si los periodistas fueran a lanzar un libre directo, y
diciendo que el prusés seguiría
adelante. El prusés? Ése era el
momento para hablar del prusés,
pedazo de gafapasta hidrocéfalo? Si no se habían recogido aún los cadáveres de
las calles!
Y qué me dicen ustedes de la maravillosa frase del
consejero de Interior catalán, Joaquín Forn, cuando dijo que entre las víctimas
había “…una mujer italiana, una portuguesa, una mujer con doble nacionalidad
española-argentina, dos personas catalanas
y dos personas de nacionalidad española”.
Ante esto, estupefacto lector, miré al cielo como si se me apareciera con su
espada flamígera en la mano el Arcángel San Gabriel y frotándome los ojos me
pregunté: se puede ser más gilipollas? Es posible ser más gilipollas? Es
difícil, eh?
También en estos días de dolor hemos podido ver a
ese Nosferatu con barretina conocido como Raúl Romeva arrastrándose por todas
las moquetas a las que le han dado acceso y presentándose como el Ministro de Asuntos Exteriores de
Cataluña para explicar el tremendo dolor que su país, el Estado catalán, ha
sentido ante una agresión de esta magnitud. Me recuerda a Gurdulú, el criado
que existe pero no es, y que acompaña a su amo Agilulfo, que es pero no existe.
Gurdulú, en el transcurso de la alucinante novela de Italo Calvino, cree ser
cualquier cosa; cree ser un pato; todos
los patos, incluso! Porque, como no
es, pero existe, tiende a identificarse ontológicamente con lo primero que
pasa por su lado. Así es Romeva: un cargo público que existe pero que no es; una especie de ministro de una
especie de país que en su calva cabeza existe pero que no es. Romeva es un Gurdulú con gafas que, dependiendo del día,
cree ser un pato, una mata de espinacas o un Ministro del Interior.
Aunque la que se lleva la palma es la delincuente
habitual Carmen Forcadell, concediendo ayer mismo la Medalla de Oro al Valor (o
algo así) a los Mozos de Escuadra y a otras fuerzas de seguritat procurando apartar de dicha concesión y reconocimiento,
como si fueran apestados, a la Policía Nacional y a la Guardia Civil. Que
quedara claro, eh? Espanyols, no! Es
posible una mezquindad mayor? Especialmente, sabiendo –como sabemos todos- que
fue la Guardia Civil la que alertó del almacenamiento de las bombonas en el
chalé de Alcaner, cuyo acceso fue negado a los TEDAX de la Benemérita tras
la explosión, por lo que no pudieron confirmar otra información crucial de la
que disponía la Policía Nacional: que en esa explosión andaba implicado un
importante yihadista (el cabrón del imam de Ripoll) al que estaban controlando
desde hacía años. Y, claro, como los Mozos de Escuadra no permitieron acceder
al sitio a la Guardia Civil, ésta no pudo confirmar extremo alguno con la
Policía Nacional. Y los terroristas, viendo que habían destruido el arsenal que
preparaban para probablemente volar la Sagrada Familia (se imaginan ustedes?),
tiraron por la calle de en medio –nunca mejor dicho, por desgracia- y
arremetieron a la desesperada contra los viandantes de la Rambla! Éstos son los
hechos!
Qué habría ocurrido si los TEDAX hubieran podido
acceder a la casa de Alcaner la noche o la mañana antes del fatídico atentado
de la Rambla? No lo sabremos nunca, pero cabe plantearse que habrían puesto en
estado de alerta máxima a todas las Fuerzas de Seguridad; no sólo a los Mozos,
sino a la Policía Nacional y a la misma Guardia Civil. Y quizás los yihadistas
hijos de puta no habrían tenido tanta facilidad para entrar pisando el
acelerador y matando gente por la Rambla. No lo sabremos jamás, ciertamente;
pero quizás hoy no estaríamos enterrando turistas ni esperando partes médicos
de hombres, mujeres y niños en estado crítico.
Y a quién le debemos este provinciano bloqueo a las
fuerzas de seguridad del Estado? A quién le debemos este negar el pan y la sal
a los policías y guardias civiles? A qué enfermos mentales poseídos de sí
mismos hemos de agradecer que antepusieran esa locura chauvinista, ese espanto
que es el nacionalismo a la posibilidad real de que corriera la sangre de
ciudadanos inocentes por las calles de Cataluña? Contra quiénes deben ir ahora
los abogados de las víctimas? Yo lo tengo clarísimo: contra la cúpula de la
Generalitat y todos sus altos cargos. Porque ellos, y nadie más, son los cooperadores necesarios con los que
contaron los yihadistas para sembrar el terror de nuevo en España y, por
descontado, en toda Europa. Y espero que ése sea su verdadero prusés: pasar varios meses paseándose de
juzgado en juzgado e ingresar finalmente en la cárcel por cómplices de
asesinato.
En definitiva: si los separatas ya habían dejado clara hace años su estatura política,
ahora, y tras la deplorable gestión del asunto en los días posteriores a la
matanza de Barcelona y Cambrils, han dejado también, para el dolor de cientos
de familias, la imagen aterradora de su talla moral. Pero, ojo: no sólo son los
indepes quienes han tirado por tierra
el ya bajísimo nivel de los políticos en España! También hemos tenido que
sufrir el espectáculo cercano al paroxismo que nos han ofrecido los asistentes
a la reunión de… Tachaaaaán! El Pacto Antiyihadista!
Más
gilipollas. Muchos más gilipollas!
Cómo se digiere un tanque T90 sin tener luego
ardores de muerte? Porque el hecho mismo de contemplar cómo asisten a esa
reunión antiterrorista varios grupos políticos que se niegan a firmar el Pacto es como tragarse un tanque ruso con
toda la dotación dentro! Digo más: cómo puede algún partido político español,
con o sin representación en el Parlamento, negarse a firmar un pacto contra los
asesinos? Saben ustedes lo que significa que los máximos dirigentes de un
partido político se nieguen a estampar su firma en un acuerdo general cuyo fin
último es impedir que nos maten sin declararnos la guerra? Y que además se
nieguen a explicarnos por qué no lo
firman? Porque aquí nadie da explicaciones! Explicaciones creíbles, no, desde
luego!
Y no sólo es un partido (Podemos, que ya hace meses
fue el primero en dar el cante), sino que también se han negado a firmar dicho
pacto los de ERC, los del PNV y hasta los del PDeCAT -los cuñados de los del
3%, vulgo Convergencia y Unión de toda la vida! Qué curioso, no? Los separatas!
Los separatas y los marxistas-leninistas. Estos últimos, encabezados por el
estomagante Pablo Iglesias, aducen que no pueden firmar el Pacto “hasta que
España deje de mantener relaciones con países como Arabia Saudí y Qatar, que
son los principales motores financieros del yihadismo y blablablá”. Los
indepes, sin embargo, ante las preguntas de los periodistas han utilizado la
magistral fórmula pujoliana “ahora no toca hablar de eso”. Ahora no toca?
Ahora, con las calles de la Rambla y de Cambrils cubiertas de sangre? Ahora,
con los hospitales llenos de heridos, no toca hablar de las razones que tenéis
para no firmar un pacto contra el
terror? Y cuándo toca, miserables?
Claro, uno no se explica esta negativa, esta
cerrazón, estas aparentes ganas de tocar las pelotas a la gente de bien… hasta
que se lee uno el Pacto Antiyihadista y se topa con el Artículo nº 4 del mismo,
en el que los firmantes se comprometen a “mantener
vigente el recuerdo a las víctimas del terrorismo, honrar con la dignidad
debida su memoria y promover el testimonio de gratitud del que seremos siempre
deudores. Asegurar el reconocimiento que merecen las víctimas y su entorno, así
como el apoyo a sus asociaciones y organizaciones representativas.” Lo ven
ustedes? Aquí está la madre del cordero! Porque esta mezcla de aristócratas
postuniversitarios, perroflautas venidos a más y mulas pardas marxistas de toda
la vida que es Podemos no está dispuesta, bajo ningún concepto, a honrar con
dignidad la memoria de las víctimas del terrorismo, y mucho menos a apoyar a
las asociaciones de víctimas! Cómo podrían comprometerse a algo así, si están
unidos con lazos de sangre (de sangre de las víctimas de ETA) a los despojos
humanos de Bildu y toda la caterva proetarra de las herrikotabernas vascas? Si
no hay día en que Otegui -esa flor de la morgue- no se haga una foto
abrazándose con Iglesias, Monedero, Errejón, la Montero o cualquiera de sus
lobotomizados! Si dos de los capitostes de Podemos eran hasta hoy los abogados
de algunos de los yihadistas que han muerto, coño! Si están trabajando para
sacarlos a la calle y puedan urdir con libertad sus locuras integristas! Cómo
van a firmar ese Pacto? Es impensable que lo firmen! Perderían, de inmediato,
decenas, cientos de miles de votos. No pueden firmarlo. No lo harán jamás.
Y en el caso de los separatas vascos y catalanes, tres de lo mismo: saben que tienen su
cartera electoral muy escasa como para permitirse aparecer en las fotos
confraternizando con los partidos nacionales y, además, comprometiéndose a
condenar a los chicos de la gasolina
o a reconocer que los excesos nacionalistas de ETA sembraron España de
cadáveres. No van a firmar tampoco. Sólo cabe agradecerles que, al menos, no se
inventan excusas paranoides como las que masculla Iglesias. Simplemente no
firman, limitándose a decir que ahora no
toca hablar del tema. Punto.
Muy bien. Llegados a este punto, busco y rebusco en
el desván de mi lírica y, como no logro hallar los calificativos exactos que
los definan, me decido a afirmar que éstos –todos- son unos hijos de la gran
puta. Un hijo de puta el Tardá. Un hijo de puta el Iglesias. Y unos hijos de la
gran puta los representantes de los demás partidos no firmantes. Porque hay que
ser un verdadero hijo de puta para cobrar un sueldazo del Estado (de mi dinero,
señora, y del suyo de usted) y negarse a estampar la firma en un texto
destinado a mejorar en lo posible la
protección de las vidas de los ciudadanos españoles. Ya está todo dicho.
Pero y los otros partidos? Dónde me dejan ustedes a
los representantes del PP, de Ciudadanos, del esquizoPSOE y del resto de los
firmantes? Cómo transigen? Cómo pueden agachar la cabeza y sentarse frente a
aquellos malnacidos que, no queriendo firmar, exigen asistir a las reuniones
blandiendo el dudoso título de observadores?
Por Dios! Que en esas reuniones, comandadas –cabe suponer- por el Ministro del
Interior, se va a hablar de estrategias de vigilancia! De tácticas
antiterroristas! Se van a poner sobre la mesa enormes cantidades de datos
objetivos sobre los que establecer una estructura sólida desde la que
arrinconar a los futuros asesinos! Y todo ello ante los del PNV, que llevan
cuarenta años recogiendo las nueces del árbol que zarandeaba ETA; ante los de
Esquerra Republicana, cuyo historial de golpes de Estado secesionistas se
remonta a 1931 y tienen otro previsto para dentro de un mes; ante los de
Podemos, amigos íntimos de los proetarras, adoradores de los gudaris y
compañeros de txikitos de Otegui,
quienes, para colmo, reciben financiación constante del Gobierno
fundamentalista iraní y del narcogobierno de Maduro! Pero de qué estamos
hablando? Cómo se permite esto?
Pues esto se permite por la debilidad manifiesta del
Gobierno de Rajoy, que se sabe en minoría y teme que cualquier gesto de rechazo
a los espías no firmantes sea tomado por el esquizoPSOE como una afrenta, y
Sánchez, ese enfermo de cretinismo agudo, decida bajarse del barco antes de
zarpar. Éste, y no otro, es el absurdo mal que atenaza a España desde hace
décadas: la corrección política; el miedo a parecer autoritario; el complejo de
posfranquista que arrastran tantos y tantos políticos que, siendo personas
inteligentes –que las hay aún en algunos partidos-, se acojonan ante el qué
dirán y achantan la cerviz para que los más miserables les pongan el pie en el
cuello, que en definitiva es ponérnoslo a todos los españoles. Que esto pase en
una empresa privada sería grave; pero que ocurra en las altas esferas de la
asténica política española, con mi dinero pagando la fiesta y con la grave
amenaza que tenemos encima el resto de los ciudadanos, me siento autorizado
para llamarlos a todos gilipollas. Porque hay que ser gilipollas para permitir
la entrada a las reuniones de este pacto crucial a aquéllos que descaradamente
apoyan a los antiguos asesinos vascos, a los que alientan los golpes de Estado
y a los que dedican sus despachos de abogados a sacar a la calle a yihadistas,
como fue el caso del imam de Ripoll, que Alá arroje al Infierno envuelto en
piel de cerdo!
…Y
gentes del común
Mientras tanto, nosotros, las gentes del común,
paseamos a nuestros hijos de camino al parque; bajamos a la playa unas horas
con la sombrilla, el protector solar, la silla plegable y la bolsa con las
llaves y el dinero; acudimos a nuestro trabajo sufriendo los rigores del
verano; vemos el telediario estupefactos y aguantamos. Aguantamos. Aguantamos.
No se conoce límite para el aguante de un español.
Un español lo aguanta todo. Somos la materia emocional más resistente del
planeta. Los partidos cleptómanos nos roban por todas partes y les seguimos
votando. Una y otra vez. Pase lo que pase. Nos matan por las calles unos
musulmanes enloquecidos y al día siguiente cantamos Imagine y ponemos en las
aceras velitas rojas de las que venden en los chinos. Nos explican a diario en
la radio y en la tele cómo unos tíos con nombres y apellidos catalanes piensan
destruir nuestra vieja nación, paso a paso y en detalle, y lo más que se nos
ocurre decir es “por mí, que se vayan ya!” Y, por supuesto, no mover un dedo
para evitarlo. O, peor aún, confiar en que el Gobierno de Rajoy –el primer
financiador de golpistas en toda la Historia de España- tiene todo previsto.
Pues bien, gentes del común: ni hay nada previsto
para evitar que Cataluña se declare independiente, ni el Pacto Antiyihadista va
a servir para nada –no, desde luego, en estas condiciones-, ni las Fuerzas de
Seguridad del Estado podrán hacer nada verdaderamente eficaz estando, como
están, bajo las órdenes directas de esa tropa de gilipollas que tenemos como
políticos. Por favor! Si ni siquiera la Policía o la Guardia Civil han
conseguido de ellos que pasemos al Nivel 5, como habrían hecho inmediatamente
en Francia o en Alemania de haber sufrido un ataque como el de Barcelona! Y no
lo han conseguido porque los que nos gobiernan
no han querido soliviantar a la Asamblea Nacional Catalana o a los enfermos
mentales de las CUP plantándoles en las calles algunas unidades del Ejército,
que es lo que se ha hecho en los países arriba mencionados! Si es que, con tal
de contentar a los indepes, nos han vuelto a dejar a los pies de los caballos
yihadistas, hombre!
Así las cosas, y atendiendo a que en España hay cada
vez más posibilidades de un ataque yihadista de los gordos (con truenos y
relámpagos, como son los de Oriente Medio), no nos queda más remedio a las
gentes del común que ser conscientes de que los del Alahu Akbar camparán a
sus anchas más pronto que tarde; que las FFSS del Estado están atadas de pies y
manos; que los que marcan la agenda política son los hijos de puta no firmantes
y los hijos de puta de las CUP, y que los que pretenden conducir no sé qué
barco escorado hacia no sé qué puerto de paz y concordia -pero sin agarrar al
toro por los cuernos- son todos, todos, todos gilipollas.
Y que los
demás (es decir: nosotros), pese
a estar fritos a impuestos, pese a tener una paciencia inconmensurable y pese a
mantener aún una débil luz de esperanza en los responsables de nuestras
Instituciones, estamos indefensos. In-de-fen-sos. Que lo sepáis!
Subscribo todo, Eduardo Maestre.
ResponderEliminarPues sí, ni una coma más ni un punto menos.
ResponderEliminar