Artículo de Manuel Vicente
Desde los dolorosos años
(1994-96) en los que Manuel Chaves sufría el acoso de Javier Arenas (PP) y Luis
Carlos Rejón (IU) en el Parlamento, no atravesaba el PSOE en Andalucía un
momento de desequilibrio tan intenso como el que se ha iniciado tras la derrota
de Susana Díaz frente a Pedro Sánchez. En aquella “legislatura de la pinza”, el
entonces presidente de la Junta no contaba con más apoyo que el de su partido.
Ahora, la presidenta no cuenta con más apoyo que el de... Ciudadanos.
El gabinete socialista ha llegado
al verano después de que en las calles de Andalucía se hayan escuchado las
protestas de los usuarios contra la fusión de los hospitales y contra los
recortes en la sanidad; hayan sido escenario de movilizaciones contra el
deterioro de las instalaciones educativas carentes del aire acondicionado del
que no van a prescindir los consejeros de la Junta; sirvieran de altavoz contra
la injusticia social en que se ha convertido el confiscatorio Impuesto de
Sucesiones; acogieran a los profesores de conservatorio por unas oposiciones a
las que acudían en desigualdad de condiciones, así como a las escuelas
infantiles a las que han impuesto unas condiciones leoninas sin previo aviso;
además de otros cientos de movilizaciones sectoriales. La destitución, a
principios de junio, de los consejeros más expuestos a estas quejas ha sido
prueba evidente de la erosión que todo esto ha causado en el Gobierno andaluz
del PSOE.
El poco efecto que ha tenido
dicha remodelación de gabinete parece señalar, sin embargo, que el deterioro
tiene mucho más calado y que podríamos estar en los estertores de un régimen,
el socialista, que el año que viene va a igualar en duración al de Franco.
En un solo mes, la nueva
consejera de Educación se ha cruzado de brazos ante el error informático que ha
dejado fuera a un centenar de opositores e interinos, se ha enrocado en dar
títulos de ESO con dos asignaturas suspensas pese a los informes técnicos
contrarios, ha mirado para arriba ante la sentencia del TSJA anulando la
ampliación de horarios de los docentes y se ha puesto a silbar al conocer las
investigaciones judiciales de enchufes descubiertos en la Delegación de
Sevilla, así como las informaciones publicadas sobre los desmanes en la Agencia
Pública de Educación.
¿Y qué decir de la nueva titular
de Salud? Sólo el hecho de asumir el demoledor informe de la Cámara de Cuentas
y justificar los millones de euros que se han abonado discrecionalmente a altos
cargos de su departamento, debería provocar que su carrera política fuera
recordada como la más efímera de la Historia reciente de Andalucía. En este
régimen en descomposición es obvio que no ocurrirá. Antes que eso, el
socialismo andaluz seguirá enrocado en su costumbre de insultar a todo aquel
que se atreva a contradecirle, ya sea a las asociaciones contrarias a la
injusticia social del Impuesto de Sucesiones, a la parlamentaria que duda de la
sinceridad de la oficina anticorrupción o a los padres que reclaman una ley
para que sus hijos sean atendidos a edad temprana, además de la 'guerra sin
cuartel' que declara a denunciantes de prácticas irregulares y la cacería que
mantiene contra un médico que ha sido capaz de organizar una multitudinaria
protesta ciudadana.
En la sede del Palacio de San
Telmo hay construida una trinchera que no sólo repele cualquier reclamación
social o política sino que va a ser aprovechada también para hacer frente a las
hordas socialistas enviadas desde la madrileña calle Ferraz. Una vez que los
enemigos proceden de las propias filas, resulta curioso que al susanismo
andaluz ya sólo lo sostenga Ciudadanos. Para los anales de la Historia de la
política andaluza quedará la foto de Juan Marín acudiendo al antiguo seminario
de Sevilla a rendir pleitesía a la presidenta sólo tres días después de ser
derrotada en sus primarias y cuando los partidarios de Pedro Sánchez empezaban
a 'afilar los cuchillos' para la batalla interna del socialismo al sur de
Despeñaperros. Esa batalla no se ha librado en el congreso regional pero sí va
a mostrar en los cónclaves provinciales cuánto supura la herida en el PSOE de
Andalucía. En la próxima negociación de los Presupuestos de la Junta se podrá
comprobar si Marín cumple con su voto parlamentario contra el ISD, o bien
vuelve a su habitual filibusterismo y se pliega a los designios de su sosia.
Dado que ésta última es la
hipótesis más plausible, habremos de resignarnos a que lamentablemente el
régimen socialista andaluz perdurará al menos hasta marzo de 2019, con lo cual
se consumará la desgracia democrática de que superará en tiempo al régimen de
Franco, agravando aún más los perjuicios que su descomposición está provocando
a una sociedad actualmente carente de un referente político en el que poder
confiar puesto que, frente a ese régimen corrompido, no hay en este momento
alternativa fiable.
Los 37 años de incapacidad para
derrotar al PSOE han generado en la derecha andaluza, hoy representada en el
PP, un complejo de inferioridad que le ha llevado a instalarse cómodamente en
la “Consejería de la oposición”, máximo cargo que sus dirigentes aspiran
alcanzar, hasta el punto de que pareciera que la cúpula popular nacional se ha
resignado a hacer de derrotada en Andalucía. Muy del gusto de hacer política a
golpe de encuestas, da la impresión de que sus oráculos sociológicos les han
advertido de que jamás alcanzará la mayoría absoluta parlamentaria que haga
posible la alternancia de gobierno, lo que, acompañado a su incapacidad de
generarse afinidades políticas con otras formaciones, dibuja para el PP una cruda
realidad de sempiterna oposición.
A pesar de todo, en el panorama
político andaluz hay algo más que adeptos al régimen corrompido, acomplejados y
radicales. No son muchos pero algo queda. Quizá a partir de ahí haya que
empezar a construir la alternativa sin prisa pero sin pausa.
Muy buen articulo... ojala tu última frase sea en el futuro una realidad
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