sábado, 12 de agosto de 2017

Igualdad de oportunidades: un ¿bienintencionado? ataque a la libertad


Artículo de El Club de los Viernes


La elección, signo de libertad, implica siempre diversidad y renuncia.


Es común asistir en nuestro tiempo a una cerrada defensa de la igualdad de oportunidades como un derecho fundamental. Incluso desde el ámbito liberal, tradicional defensor de los derechos y las libertades individuales, la defensa de la igualdad de oportunidades, que no de resultados, se ha adoptado como un principio indubitado. Muchos liberales, junto con la totalidad de los partidos con representación parlamentaria, parten de la base de que todo el mundo tiene derecho a disfrutar de las mismas oportunidades en esta vida, y de que, partiendo todos de una supuesta igualdad de
oportunidades, deberán ser la pericia, el esfuerzo, la capacidad e incluso la suerte individual los que definan en última instancia los resultados que alcancemos cada uno de nosotros. En realidad, esta errónea concepción se basa en la incorrecta sustitución del término derechos por oportunidades. Y no, la necesaria igualdad de derechos no significa igualdad de oportunidades. Pretender que de la igualdad de derechos se derive la igualdad de oportunidades es cruzar una frontera muy peligrosa, aquella que separa la igualdad ante la ley de la igualdad mediante la ley.

Y esto es así porque en la vida hay infinitas oportunidades, y cada elección que hagamos con nuestros actos libres e individuales nos abrirá o cerrará oportunidades. Nuestro derecho de libre decisión no implica que esa decisión no tenga costes, uno de los cuales, y quizás el más importante de todos, es el de oportunidad. Coste de oportunidad que viene a significar que cualquier elección implica la renuncia a otras posibles oportunidades. La elección, signo de libertad, implica siempre diversidad y renuncia. Renuncia a la igualdad. Dedicar más tiempo al estudio de las matemáticas que al de la historia, o viceversa, modificará las oportunidades profesionales del alumno. Dedicar tiempo libre a jugar al tenis, a leer libros, a hacer senderismo o al ajedrez condicionará la gente a la que conocerás, desarrollará en distinta medida tus habilidades sociales, modificará tu forma de ver el mundo, etcétera; y todo ello modificará tus oportunidades en la vida. Pero todas las anteriores son decisiones que debe tomar libremente el individuo, no el estado, para ir conformándose como un ser único y distinto a los demás. Las leyes encaminadas a imponer la obligatoriedad de estudiar unas determinadas asignaturas y hasta una determinada edad, impidiendo la libre elección individual en aras de garantizar una supuesta igualdad de oportunidades, son un claro ejemplo de cómo se cambia la igualdad ante la ley (derecho de cualquier persona a estudiar aquello que desee) por la igualdad mediante la ley (obligación de todos de estudiar lo mismo).


El individuo debe, libremente, con sus actos voluntarios, ir encaminando su futuro. Un futuro lleno de distintas oportunidades, tan diversas como diverso es el individuo. Una sociedad libre debe brindar, y de hecho así lo hace, mayores oportunidades a todos los miembros de la comunidad, pero no debe, ni puede, brindarles iguales oportunidades. Al igual que el sistema de libre mercado capitalista promueve la creación de más riqueza para todos, pero no de forma igualitaria, una sociedad libre debe promover la creación del mayor número de oportunidades para todos, pero no la creación de las mismas oportunidades para todos. Y la mejor forma de aumentar el número de oportunidades es impedir que existan cortapisas a las que cada persona pueda llegar a tener en la vida, es decir, dejar libertad plena de elección. Porque una cosa es defender que nadie tiene derecho a limitar tus oportunidades y otra muy distinta defender que alguien te pueda imponer que tus oportunidades sean iguales a las de los demás. Aprovechemos las múltiples oportunidades que nos brinda la vida, pero aprovechémoslas siendo conscientes de que ni es posible ni deseable intentar recorrer el camino de la vida en igualdad de oportunidades. Nunca debemos olvidar aquello de que "el camino al infierno está empedrado con buenas intenciones".


Publicado en Libertad Digital, agosto de 2017


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