viernes, 2 de junio de 2017

El club de ajedrez



Artículo de Enric Cabecerans


Este es un ejercicio de concentración mental, visualización y reflexión interna. Síganme.

Imaginen un club de ajedrez de una ciudad cualquiera de Andalucía. Imaginen a su junta directiva. Imaginen el modo en que se buscan recursos para mejorar las instalaciones, comprar material fungible, organizar torneos, traer a buenos jugadores, pagar trofeos…
Imaginen que la dirección del club solicita una subvención al Ayuntamiento de la localidad, e imaginen que se recibe una negativa por respuesta debido al mal estado de las arcas públicas.

Imaginen ahora que el secretario de la directiva del club se dirige de nuevo al Ayuntamiento y que, esta vez sí, consigue la colaboración de la institución.

Imaginen que se filtra la noticia desde el propio Ayuntamiento y que la dirección del club comprueba que no ha entrado ni un euro en su cuenta corriente, entre otras cosas porque no le consta esa segunda petición.

Imaginen que el secretario del club es, a su vez, el presidente de otra asociación de ajedrez con un nombre muy similar al del club al que dice representar. Imaginen, por último, que los 1.500 euros de la subvención han sido otorgados a esa otra asociación, que, por otra parte, carece de actividad.

Si ustedes han leído el Lazarillo de Tormes no les será difícil visualizar toda esta historia. En realidad, este es un modo de actuar frecuente en nuestro país. La picaresca forma parte de nuestra tradición y gran parte de la población ve con admiración que algunas personas obtengan beneficio engañando al personal con diferentes ardides.

Dicen que la realidad supera la ficción y, por propia experiencia, puedo decir que esto es así. Esta historia no es inventada sino real y he querido compartirla con ustedes para sacar algunas conclusiones sobre lo que debe ser la gestión del dinero público.

Son muchos los años que llevan las distintas administraciones otorgando subvenciones a diferentes colectivos y particulares, y creo que ha llegado el momento de empezar a cuestionarse la utilidad de estas políticas. No dudo que en determinados casos el uso de la subvención esté justificado, sin embargo, utilizar esta figura como norma general cada día demuestra ser más inadecuado. Cuando los recursos públicos no llegan a quiénes estaban destinados o no se utilizan para la finalidad planteada, nos encontramos ante un fraude. Pero, en el mejor de los casos, el uso de subvenciones pervierte el sistema beneficiando a quiénes apoyan el poder.

Por si no teníamos suficientes motivos para preocuparnos, la Junta de Andalucía está promoviendo que sea la llamada administración paralela la que gestione estas ayudas a través de sus fundaciones y agencias públicas empresariales, cuyo personal se rige por el Derecho Laboral, algo que choca con la legalidad vigente, dado que esta potestad se reserva al personal funcionario.

La Junta de Andalucía no solo no va a acabar con este controvertido sistema de ayudas, sino que, además, pretende que los controles sean, cada vez, más laxos.


El ajedrez es la Vida (Bobby Fischer)


 http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Enric%20Cabecerans




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