La actualidad política suele retrotraernos al asombro experimentado por El Quijote cervantino, cuando advertía al fiel Sancho de las "cosas veredes" que harían hablar a las piedras. Aunque la expresión de marras no es estrictamente atribuible a la obra cervantina, lo cierto es que ha servido para expresar, la perplejidad, la sorpresa y a veces la desazón que nos producen las cosas que acontecen a nuestro alrededor.
LA JUSTICIA.-
Perplejidad, por ejemplo, nos produce esa obsesión por poner en marcha
comisiones de investigación para analizar la conducta, supuestamente ilegal, de
algún partido acusado de corrupción, cuando lo procedente, si se quiere de
verdad acabar con la corrupción, es acometer en serio el análisis y las
conclusiones sobre la corrupción. Porque, desde la perspectiva del interés
general, lo que interesa es saber si se persigue o no la corrupción, ya que es
esto lo que distingue a las democracias de las dictaduras. Y en este sentido,
la democracia española ha estado a punto de precipitarse al vacío, si no
hubiera sido contundente en la persecución de los corruptos.
¿Qué es lo que falla, sustancialmente, en España? A mi
juicio, el principio de división de poderes, sin el cual no podemos hablar de
auténtica democracia. Y creo que todos los alegatos de los partidos para
combatir la corrupción (siempre las de los otros, no la propia) no tienen
credibilidad si no se ponen de inmediato a abordar el tema de la independencia
del poder judicial, porque, sin una justicia independiente no habrá democracia
transparente. Que la justicia no es independiente en España, lo acreditan las
siguientes circunstancias: Los partidos nombran al Consejo General del Poder Judicial,
órgano de gobierno que configura la composición de los jueces y magistrados del
Tribunal Supremo, de los Superiores de las CCAA y de las Audiencias. El Fiscal
General depende del Gobierno, las puertas giratorias trasvasan jueces a los
partidos y viceversa, y como colofón, el aforamiento hace que los políticos
sean juzgados por aquellos a quienes nombraron, al que le deben el cargo
o por el que fueron cesados, con lo que ello implica de descrédito para la
credibilidad de la justicia.
Si de verdad los partidos quieren una justicia
independiente, resucitando a Montesquieu, les faltaría tiempo para abordar una
reforma que contemplara, entre otros, los siguientes aspectos:
- Acceso a la carrera judicial exclusivamente por oposición.
- Promoción y ascenso en la carrera judicial mixto: un tercio, por ejemplo, por oposición restringida entre jueces en activo, y los otros dos tercios por concurso puro de antigüedad en el escalafón.
- Los altos cargos (presidentes de Audiencias, de los Tribunales superiores o del Tribunal Supremo, entre otros) se proveerán por el mismo sistema mixto.
- El órgano de gobierno del Consejo General del Poder Judicial, será elegido entre los miembros de la carrera judicial, por votación directa de los mismos.
- Se prohíben las asociaciones judiciales para evitar que sean instrumentos de los partidos políticos. No hay cosa más perversa que oír hablar de jueces conservadores o jueces progresistas.
- Los jueces no podrán hacer valoraciones políticas propias de la contienda partidaria, para garantizar su limpieza e imparcialidad ante la ciudadanía. Porque la independencia judicial es la única garantía de los ciudadanos para confiar en un Estado de Derecho, cuyo respeto a la legalidad es la mejor función de la Judicatura. Por ello, ni los "Garzón", ni los "Velasco" ni los "Izquierdo" debieran poder enjuiciar la labor de dirigentes a cuyas políticas sirvieron.
LA REGENERACIÓN.-
La nueva casta política hablaba sin cesar de una regeneración de la vieja
política mediante la eliminación del compadreo, la reducción de los sueldos y,
junto con el amigo griego de Syriza, Alexis Tsipras, acabar con la política de
austeridad. Hoy, los de Podemos no es que renuncien a asesores, es que los
nombran sin rubor entre sus parentelas y amiguitas o amiguetes. Y además lo
hacen de forma chulesca, tal que el líder alcalareño, un tal Abad, que se
ufanaba diciendo: "Sí, lo digo alto, claro y con orgullo. Sí, he enchufado
a mis amigos".
Esa formación política, amalgama de quince grupos distintos,
se ha entregado al espectáculo y a los gestos, porque se ve que trabajar, lo
que se dice trabajar, es una tarea ajena a su ADN. Y en ello estará mientras
haya quien los escuche o a quienes entretengan sus números circenses.
Porque de los sueldos mejor no hablar. Pablo Iglesias, según
los datos oficiales, fue el diputado con mayores ingresos el año pasado. Hoy
pide que el Presidente del Gobierno y los Ministros se bajen el sueldo un 5,7
%, pero se olvida de decir cuánto se va a bajar el suyo. Ni quiere bajárselo ni
se olvida de cobrar los gastos de representación y de libre disposición, que
ascienden, junto a los de su pareja Irene Montero a 11.780 euros mensuales, lo
cual tiene soliviantadas a las bases moradas. Eso es casta pura y galáctica, tal como denuncian las redes sociales, sin
importar el destino que le den, porque aquí lo que cuenta es lo que nos cuestan
estos "regeneradores" a los ciudadanos.
Y respecto a sus amigos griegos, que como él iban a acabar
con la austeridad, han negociado con sus acreedores el decimotercer recorte de las pensiones, añadiendo una nueva bajada
de las mismas de un 9 % de media. Es la consecuencia de tener que negociar un
nuevo rescate, por vender milongas al electorado.
EL "PRUSÉS"
CATALÁN.- Inasequibles al desaliento, los vividores de un pretendido
proceso de desconexión con el Estado español, siguen con su imaginario
"democrático" y "participativo" entre el inmenso vacío
universal, mientras su economía padece las consecuencias de tanto incompetente.
Como no paran en mientes, ahora arrastran a un club puntero como el FC
Barcelona a un desafío condenado al fracaso, lo que provocará el desapego a
esos colores en amplios sectores de aficionados.
FRANCIA Y LA UNIÓN
EUROPEA.- La victoria del liberal reformista Macron en las presidenciales,
que necesita consolidarse en junio con las legislativas, debe suponer un avance
en la cohesión de la Unión Europea, que nos conduzca hacia la unión política y
fiscal sin más demora.
Cuando los mensajes retrógrados del proteccionismo y el
nacionalismo pretenden aislarnos de un mundo globalizado, bueno es que se ponga
en marcha un auténtico Gobierno de la Unión, con impuestos y bonos europeos
para así hacer frente, con mayores posibilidades de éxito, a crisis como la de
2008 que tanto ha costado superar.
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