Artículo de Miguel Ángel García
No creo que si viviera el inconmensurable Carlos Cano, le hiciera una coplilla, con contenido, a las “paragüeras” de Cádiz como sí hizo de las Habaneras, entre otras cosas, porque también él, a pesar de su genialidad, tiraba ligeramente hacia el sector que hoy representa Kichi, no sólo en los carnavales, sino también como eje vertebrador de las decisiones políticas que se toman en el Ayuntamiento gaditano y su ideología. Y tampoco creo que lo hiciera, desde el punto de vista del humor, que es a lo que en muchas ocasiones, pueden sonar algunas de las ocurrencias que ya, por desgracia, tan a menudo escuchamos.
Si la tontería tuviera un nombre, habría que ir empezando a pensar en uno: Podemos. Y claro que podemos pensarlo por la cantidad de argumentos que en su corta estancia en política, nos han brindado estas gentes, en su mayoría menores de cuarenta, que parece se estuvieran sometiendo a un concurso de a ver quién dice la gilipollez más grande; a ver quién tiene la idea más absurda; a ver quién es capaz de decir la chorrada que sea más mediática, o la estupidez que sea trending topic, o dicho en español, tema del momento. Supongo, que como hay más círculos que en un lago se forman cuando en medio de él cae una piedra, la competición, la están convirtiendo en arte: el arte de decir sandeces.
La última, este fin de semana pasado con las conocidas en el mundo del motociclismo, como las paddock girls, o también llamadas “paragüeras” o, como en el caso de los “kicheristas” gaditanos, mujeres florero. Antes, al principio de la semana pasada, ya nos regalaban otra perla en la que oímos una de esas grandes majaderías con las que nos obsequiaron las CUPs, en el Ayuntamiento de Tarrasa, donde presentaron una propuesta al pleno, en la que exigían que se hiciera una campaña publicitaria contra el “manspreading”, lo que viene a ser, sentarse con las piernas abiertas y ocupar de ese modo más de un asiento, lo que además de una falta de educación, dicen, que es una muestra de machismo con esa indignante actitud de llevar las piernas separadas, es decir, por ir despatarrados. ¡Y digo yo! que a ver dónde se meten “aquello” los hombres, o sea, los del género masculino incluidos los “trans”. Que les pregunten a ellos/as, por ejemplo, a Cassandra.
Pues resulta, que los compañeros y compañeras (ironía, claro) de Teresa Rodríguez-Rubio Vázquez en el Ayuntamiento de Jerez, se han manifestado contrarios a que estas mujeres que aguantan los paraguas de los pilotos antes de la salida de la carrera, se ganen la vida de esta “indigna” –según ellos–, manera de utilización de sus cuerpos.
La propuesta de la extrema izquierda “podemita” –apoyada por los progres comunistas y socialistas, y la abstención de los pusilánimes de la derecha del PP y del centro- ¿?, de Ciudadanos, en lugar de decir claramente no–, viene a decirnos, que lo que hacen esas mujeres ahí, según Victoria Barba de Podemos, es poco menos que vejatorio: “Hay estereotipos de mujeres sexuales y si queremos vivir en una sociedad igualitaria no podemos continuar con el consumo de la carne por dinero”.
Y es que estas gentes, son tan progres que se pasan de frenada (hablando de motos), o por mejor decir, son tan extremistas, que abren y cierran el círculo defendiendo una cosa y la contraria, es decir, por una parte que esas chicas –que se ganan así la vida sin que ningún macho alfa las obligue, ni ningún proxeneta las explote–, no deberían ser objeto sexuales, y por la parte contraria, defienden que Rita Maestre, la asalta conventos, se ponga en sujetador en una iglesia, o que las “femen” (a las que aplauden), irrumpan o posen con los pechos al aire en donde les salga de su mismísimo moño.
Lo dicho, las ocurrencias-gilipolleces de esta gente, por el momento, no tienen nombre ni apellidos en su conjunto, aunque sí individualmente, pero lo que sí tiene por eso mismo, son, muchos concursantes-participantes en semejante despropósito que le dará nombre al grupo, y/o nueva acepción en el diccionario, al término: gilipollez.
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