Artículo de Luis Marín Sicilia
“A la vista de los últimos acontecimientos,
y procurando analizar los hechos sin ira ni rencor, cabe preguntarse si la
expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha sido buena o mala política”
“Los hechos son tozudos y no pueden negarse:
la Comunidad de Madrid fue la única que incrementó su renta "per
capita" durante el periodo crítico de 2008 a 2015”
“Los políticos que ‘choricean’, sean del color que sean, a la trena.
Pero cuando lo digan los jueces. Los justicieros de alcantarilla que sigan con
el espectáculo, mientras los políticos responsables ejercitan su obligación con
la mayor eficacia posible”
La experiencia demuestra que el buen político vela por el interés general de los ciudadanos, comprometido con una ética profesional de servicio al pueblo que representa, el cual disfrutará de avances y progresos en su bienestar general, gracias al esfuerzo y la dedicación de la acción de sus gobernantes. En el otro extremo, la corrupción, la demagogia, el sectarismo y la incompetencia son algunos de los virus que afectan al cuerpo social por culpa de unos malos políticos.
Sin entrar en valoraciones jurídicas, que corresponden a los tribunales de justicia, a la vista de los últimos acontecimientos, y procurando analizar los hechos sin ira ni rencor, cabe preguntarse si la expresidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, ha sido buena o mala política. Para ello nada mejor que analizar objetivamente los hechos derivados de su mandato y las políticas puestas en curso durante el mismo. Hacerlo ahora, cuando su vida pública ha finiquitado, nos libera de cualquier interpretación oportunista sobre la lucha diaria partidaria.
Y desde una perspectiva objetiva, la valoración de las políticas de Esperanza Aguirre solo puede ser positiva. Y ello por una razón fundamental: la Comunidad de Madrid puso en marcha durante sus mandatos unas políticas liberales que llevaron a la misma a liderar el ranking económico nacional. Frente a la política obsesiva de incrementar la presión fiscal, Aguirre fue pionera en materia de reducción de la carga impositiva. Quizás esta fue una de las razones fundamentales para que, desde la orilla intervencionista y esquilmadora de los ahorros ciudadanos, se presentara a la lideresa como enemiga de la izquierda más rancia y perezosa.
Los hechos son tozudos y no pueden negarse: la Comunidad de Madrid fue la única que incrementó su renta "per capita" durante el periodo crítico de 2008 a 2015. Durante el azote de la crisis todas las autonomías, menos Madrid, bajaron su renta por habitante, estando Andalucía, junto a Cantabria y Asturias, entre las más castigadas.
La mayor crisis conocida desde la gran depresión provocó que todos, vascos, catalanes, gallegos, extremeños, valencianos, andaluces..., todos, notaran fuertemente los efectos de la misma en la disminución de su bienestar económico. Todos, menos los madrileños, cuya renta por habitante creció en dicho periodo un 2,26 %, mientras el conjunto del país bajó un 3,04 %. Cuando el dinero se deja en manos del contribuyente suele crearse mayor riqueza y crecimiento que cuando el leviatán intervencionista se apodera de él.
Una comunidad como Andalucía, que solo se ha inspirado durante casi cuarenta años en una presión fiscal asfixiante, tiene el dudoso honor de haber sido durante la crisis una de las que más bajó en los índices de renta por habitante, concretamente un 6,72 %, casi cuatro puntos porcentuales más que la media nacional. La situación andaluza, con una política errónea, se agrava con el hecho de que ha quedado fuera de los programas de desarrollo de la Unión Europea, cuyo aprovechamiento ha sido menos eficaz de lo deseable.
Mientras en Andalucía se incrementaba el tramo autonómico en el impuesto sobre la renta, Aguirre disminuía dicho tramo en beneficio de los madrileños. Mientras en Andalucía muchas familias tenían que endeudarse para pagar el impuesto sobre las herencias, cuando no renunciaban simplemente a las mismas, Aguirre lo bonificaba a tales extremos que prácticamente era simbólico, tal como es la voluntad de quienes ahorran para que sus hijos afronten el devenir con mayores holguras. Y resulta que Madrid no paraba de crecer y Andalucía persistía en su hundimiento. Y como Andalucía… Cataluña, Asturias y otras empeñadas en castigar al ahorrador y premiar al holgazán dilapidador.
Este es el análisis que procede hacer de las políticas puestas en marcha por Aguirre, felizmente secundadas por su sucesora. El otro análisis, el de su condición personal de política, con la obligación de elegir bien y vigilar mejor, no cabe duda que no resulta satisfactorio, lo que ha motivado su dimisión, como solo podía esperarse de una persona honrada.
Porque esta es otra cuestión. Su exceso de confianza en personas que, como ella misma dice, la han traicionado le alcanza como agente político, pero no empece un ápice su gran labor política, es decir las políticas que auspició y puso en marcha para la mejora del grupo social que le dio su confianza.
España no está muy sobrada de políticos de raza honrados, y es una pena que los pocos que quedan sean víctimas de chorizadas de terceros. A partir de ahí, debemos distinguir suficientemente para que la "bulla" de los aprovechados no ensucie a muchos que, como Aguirre, pecaran de falta de vigilancia. Porque cuando a alguien le toca convivir con un golfo, hay veces que tiene que ser tan pícaro como él para descubrir sus tejemanejes.
Esperanza Aguirre practicó políticas que mejoraron su comunidad, o sea hizo buena política. Aguirre no eligió bien o no vigiló correctamente a alguno de sus colaboradores directos, y eso ha provocado su dimisión. Pero, como dice Pilar Cernuda, "destacados miembros de la oposición afirman que en ningún caso es una corrupta; no se ha llevado un duro" aunque "confió en quien no debía gozar de la confianza de nadie".
Los cerdos se suelen solazar en la basura, y esa parece ser la pretensión de muchos para generalizar las culpas de unos pocos. Más harían por valorar objetivamente la labor política de quienes, con políticas concretas, han vuelto a generar más riqueza que antes del comienzo de la crisis y en el Programa de Estabilidad remitido a la UE y a la Comisión Europea para 2017/2020 se prevé un crecimiento sostenido de la economía española.
La favorable evolución del empleo, la mejora del acceso al crédito y unos precios y tipos de interés moderados hacen previsible que en 2.020 el déficit sea cero, la deuda pública baje al 92,5 % del PIB y se genere medio millón de empleos anuales hasta llegar en ese año a una tasa de paro del 11,2 % con 20 millones de personas ocupadas. O sea del 27 % de paro al hacerse cargo del Gobierno se bajarán casi 16 puntos con las políticas desarrolladas y propuestas.
Los políticos que "choricean", sean del color que sean, a la trena. Pero cuando lo digan los jueces. Los justicieros de alcantarilla que sigan con el espectáculo, mientras los políticos responsables ejercitan su obligación con la mayor eficacia posible. Esa eficacia que ha sido avalada por los organismos internacionales que han valorado el hecho de que España crezca más que otros países gracias a las reformas del sistema financiero y a la consolidación fiscal. Y sí, es verdad que ahora toca poner en marcha medidas que permitan ir revirtiendo en el conjunto social las mejoras experimentadas. Pero sin el previo paso de la generación de riqueza es imposible pretender beneficiarse de ella.
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