lunes, 22 de mayo de 2017

La balsa de la medusa

Artículo de Antonio Barreda

Wittgenstein decía que la filosofía es una lucha contra el embrujamiento de nuestra inteligencia mediante el uso del lenguaje. Esto lo retomó el PSOE de Andalucía dándole una vuelta de tuerca más y sustituyó lenguaje por imagen. Y luego combinó, magistralmente, lenguaje e imagen en una alienación total de la mentalidad de los andaluces. La Primera Modernización. La Segunda Modernización. Andalucía al Máximo. Todo ello para buscar la hipnosis permanente, el pasmo perpetuo, la parálisis absoluta de ideas y de pensamiento. Este ha sido el objetivo de todo el sistema instaurado por los manijeros del chavismo andaluz desde que destronaron a Alfonso Guerra, continuado por los griñaninis y apuntalado ahora por los adeptos al susanato. Sorprendía pues ver al canijo –epíteto de Guerra –, junto a los renovadores que lo habían laminado, alentar el pasado viernes a los Susánidas en el muelle de las delicias, frente al palacio donde reina la Kalessi de Triana.

Han provocado la parálisis completa de la sociedad. Han logrado situar a la sociedad andaluza en la cueva de Platón. Ya no ven sino una enorme realidad deformada en la que creen a ciegas porque todo viene del régimen que han creado en los 38 largos años en los cargos y en las instituciones, un régimen que es algo inmaterial, pero que lo empapa todo en Andalucía. Además, lo aliñan con suaves dosis de que nunca se tiene la culpa de nada, de que son infalibles en su forma de gobierno, y que no hay otra cosa más allá de ellos que el caos, la miseria y el hambre. Y los andaluces toman sus dosis de soma, esa droga fantástica consumida por los personajes de la novela un Mundo Feliz de Aldous Huxley, de forma compulsiva. Soma con sabor ahora a susanato.

 

Pero en la basta travesía les llenarán a los andaluces la retina de imágenes y de logros, de vacíos y de nada. Y creerán como a un falso dios que lo que ven es lo que hay, que como viven es cómo se vive, que como piensan es cómo se piensa. Y los adictos al régimen gritarán las consignas de San Telmo, y los vendedores ambulantes en que se han convertido nos traerán aquellos productos mágicos en forma de Expo´92, en forma de Silicon Valley, en forma de luminarias y de ideas del siglo de las luces. Han llegado para iluminarnos, para quitarnos 30 siglos de retraso y de analfabetismo, para arrancar el hambre de las tripas de 100 generaciones, para llevarnos a la California de Europa, para convertir en la nueva city a Triana.
 

Mientras, los campos echarán de menos las manos de los antiguos jornaleros, las minas recordarán los días felices del aguardiente aclarando la garganta del minero, el ladrillo se acordará de las grúas y de los chancas llevando el agua por las obras. Se perderá el olor del trigo recién cortado, el frío de la madrugada de la recogida de la aceituna, el calor de la primavera en el valle, y el color del invierno en los ríos de montaña. No habrá futuro ni para los jóvenes ni para los mayores de 45 años. Los jóvenes crecen hoy en la desesperación, empiezan a sentirse abandonados en una sociedad en la que han crecido y que los ha formado.
 

Andalucía está sola anclada a la costa y sujeta a las montañas. Ya no sueña, ni acuna a sus hijos con canciones mozárabes, ni camina hacia la luz de la eternidad. Se ha cansado de ser la madre infinita, la que nunca duerme, la que pasa hambre. Los viejos héroes del Sur se han ido muriendo sin dejar herederos, y los viejos reyes de Tartesos ya no tienen la túnica sagrada posada sobre sus hombros, ni las coronas de plata de la sierra coronan ya sus sienes. Ya no hay pastando en los valles los ganados de Gerión, ni los barcos de Tiro o de Focea llegan a los puertos. No hay leyendas que contar, ni transmitir. Las piedras de las legendarias columnas están caídas y rotas, y Hércules nos mira hoy con una profunda pena. La vieja Astarté cierra los ojos mientras llora.
 

Andalucía se ha convertido en la balsa de la medusa, donde los terribles dramas familiares cuelgan de los brazos de los náufragos, en escorzos unos, y en forma de piedad, pero sin consuelo, otros. Y en medio de ellos, desbocados, los 4 jinetes del apocalipsis ni siquiera reparan ya en la miseria de los que están en la balsa salvadora, que navega a la absoluta deriva de las corrientes que la arrastran mar adentro, abandonada a su suerte. Los designios de sus capitanes la harán embarrancar lejos de la costa, lejos de las playas y de la tierra firme. Lejos de todo. Hoy la balsa de la medusa va a la deriva en un mar donde los nuevos gobernantes de Andalucía la han dejado abandonada.



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