Artículo de Antonio Barreda
El
peso de los salarios en el PIB
El
peso del empleo en los datos del 4º trimestre
Los
inicios de la crisis
Las
hipotecas subprime
España
entra en crisis. El precio del rescate
Comienzan
los recortes
Montoro
continúa con las tijeras
Hoy
toca hablar de ella. Los empleados públicos son y serán los blancos fáciles de
los gobiernos a la hora de aplicar las tijeras de los recortes, de podar sus
nóminas y su calidad de vida. De ponerles como ejemplos de cara a todas las
negociaciones de la privada, ya que la administración -en su conjunto- es la
mayor empresa del país. Y ya estamos cansados. Ya estamos hartos de que siempre
seamos los que primeros pagamos los rescates bancarios costeados con dinero
público y los que con nuestra masa salarial ajustada salgan las cuentas de los
ministros de economía de turno en tiempos de crisis.
El
peso de los salarios en el PIB
Los
últimos datos macroeconómicos publicados el pasado marzo en la Contabilidad
Nacional del INE (Instituto de Estadística) muestran con total claridad que la
salida de la crisis económica es ya una realidad en España. El PIB de 2016
se quedó ya a un paso de alcanzar el máximo de 2008, a menos de 2.400 millones
de euros. Pero las políticas
económicas de Montoro y de Luís de Guindos han hecho que la recuperación
económica no sea igual para todos. Y es hora ya de decirlo alto y claro. La
crisis y las políticas restrictivas han hecho que la economía haya perdido en
su conjunto casi 35.000 millones de euros en salarios -una cantidad
superior al presupuesto de la propia Junta de Andalucía para 2017-. Es decir,
que la recuperación ha sido a costa del empleo y los salarios y a favor claramente
del capital.
La
masa salarial total en 2016, según los datos del INE, fue de 526.000 millones
de euros
(incluidos las cotizaciones sociales). Esto significa que, a la hora de
repartir los beneficios de la producción interna, los asalariados se quedan
algo más de un 47% de lo producido, el dato más bajo de toda la serie histórica
que arranca en el año 1995. Antes del estallido de la crisis los salarios
representaban más de la mitad del PIB, con una masa salarial que alcanzó los
560.000 millones de euros en el año 2008.
Los
salarios están lejos de acabar a los niveles anteriores a la crisis. La mayor parte de ese
dinero, incomprensiblemente, ha acabado en el Ministerio de Hacienda a través
de los impuestos a la propiedad. Los desequilibrios de las cuentas públicas
acumulados por los desmanes en el control presupuestario de las diferentes
Administraciones, esa “borrachera” que llamó Montoro en el debate de los
presupuestos, disparó el déficit. Pero el gobierno tenía otra sorpresa para
equilibrar las cuentas públicas: la subida de impuestos, IVA incluido. A escote
entre todos.
Las
rentas del capital han conseguido salir de la crisis con importantes beneficios. Así, el Excedente Bruto de
Explotación (EBE), que mide los beneficios del capital, incluyendo los
resultados empresariales (incluyendo los autónomos, que son rentas mixtas) y
los intereses de la propiedad (desde acciones, hasta alquileres o depósitos) han
crecido en 8.000 millones de euros. El excedente de explotación supone
en la actualidad el 45,5% del PIB.
El
peso del empleo en los datos del 4º trimestre
El
empleo de la economía, en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo
completo, registra una variación trimestral del 0,4%, cuatro décimas inferiores
a la del trimestre anterior (0,8%). En términos anuales, el empleo
presenta una tasa del 2,7%, dos décimas inferiores a la registrada en el
trimestre precedente (2,9%). Esta evolución supone un incremento neto de
aproximadamente 463 mil empleos equivalentes a tiempo completo en un año.
A escala agregada, el empleo de la Industria acelera su ritmo de crecimiento
del 1,8% al 2,7%, mientras que se desacelera cuatro décimas en los Servicios,
hasta el 2,7%. Por su parte, Agricultura y Construcción mantienen su ritmo de
crecimiento, con unas variaciones anuales del 2,8% y 2,9%,
respectivamente. La creación de empleo recuperó el peso de los
salarios, pero trajo estos años reducción salarial y dejó salarios por debajo
de los mil euros, además de una galopante escalada del empleo precario y
del empleo eventual, arrasando este entre los jóvenes y entre los parados
mayores de 45 años. Por primera vez en España, los jóvenes ganan menos que sus
padres por los mismos trabajos remunerados. Pero vamos por partes.
Los
inicios de la crisis
Pero
no se crean que solo es culpa de estos dos, Montoro y De Guindos. Desde
Solchaga la contención salarial ha sido una máxima de los gobiernos que han
pasado por Moncloa. Las políticas macroeconómicas en España han variado muy
poco. La acumulación de capital en manos privadas siempre era la consigna.
La idea era que esta concentración de capital moviera el mercado invirtiendo
para generar riqueza y puestos de trabajo. Pero la crisis sobrevino porque la
banca, principal prestataria de la industria, que al fin y al cabo genera
empleo y riqueza, se dedicó a invertir en otros productos financieros que se
alejaban de generar riqueza, empleo y puestos de trabajo. Se dedicaron a especular.
Y esa especulación financiera trajo un agujero financiero como nunca se ha
conocido desde la crisis del 29. El aldabonazo de aviso llegó con la quiebra
de uno de los mayores bancos de inversión del mundo, Lehman Brothers.
Un
banco que había sobrevivido al crack del 29 y al periodo de entreguerras. La
quiebra, tras 158 años de actividad, llegaba ante el fracaso de las
negociaciones con las dos entidades que en un principio se perfilaban como
posibles compradores, Bank of America y el grupo británico Barclays. La
decisión final de las autoridades norteamericanas de no acudir al rescate del
banco por el riesgo moral que suponía finalizó con la quiebra del mismo y el
contagio hacia el resto del sistema financiero.
Las
hipotecas subprime
La
gran recesión de 2008 -algunos autores indican que ha sido superior a la del
29- convirtió en un mito a Leman Brothers. Desde 2007 se estaban observando
síntomas irrefutables de que la cosa no iba bien: crecían los impagos en el
sector hipotecario mientras el precio de la vivienda comenzaba a
bajar. Las ejecuciones hipotecarias aumentaron, los subyacentes con los
que se quedaban los bancos hipotecarios perdían valor y las entidades no tenían
capacidad de devolver el dinero a los bonistas, es decir, a los inversores que
les habían prestado el dinero para que ellas, a su vez, concedieran los
préstamos hipotecarios. Entonces todos conocimos por primera vez
aquella maldita palabra de hipotecas subprime.
Aquí
empezó el problema. En lo que se conoció como titularizaciones de esta deuda
que se vendieron como activos seguros pero que tenían un enorme riesgo de
pérdida de capital invertido. El mercado se paralizó porque los bancos
empezaron a desconfiar unos de otros. Sospechaban de unos balances y una
contabilidad supeditadas a la inversión de las hipotecas basura que escondían
enormes pérdidas y dejaron de prestarse entre sí. El mercado global extendió
el problema de la subprime a nivel mundial. En ellas residía,
fundamentalmente, el problema. La crisis fue global porque las
titularizaciones de las hipotecas basura americanas se vendieron por todo el
mundo como un activo seguro y no lo eran.
La
situación era tan grave que los principales bancos centrales del mundo
realizaron una primera intervención conjunta ya en agosto de 2007. Y desde entonces no
dejaron de hacerlo. Para financiar tanto a los bancos, con dinero casi sin
interés, como a los propios gobiernos comprándoles deuda pública. El problema
era que los bancos no movían ese dinero por el sistema financiero, sino que se
refugiaban en comprar deuda pública que emitían los países y ese dinero dejó de
prestarse a los actores de la economía como industria o emprendedores. La falta
de liquidez en los mercados fue pasmosa.
España
entra en crisis. El precio del rescate
En
España el crédito dejó de fluir, la economía se estranguló. Miles de empresas
medianas cerraron atrapadas en la burbuja del ladrillo. Las quiebras eran
omnipresentes en los BORME. El resultado era que millones de trabajadores
españoles se quedaron de repente en el paro. Nunca se había conocido una
destrucción de empleo tan amplia en España. En España el pago de
prestaciones por desempleo fue inmenso. También la magnitud de gente a la que
agotaba las prestaciones era pasmosa. Hubo que crear un subsidio de 426
euros que perciben durante seis meses los parados de larga duración. Empezó a
hablarse de intervenir el país como y se había hecho en Grecia. Aunque se evitó
a costa del rescate de la banca pública.
El
rescate a la banca ha costado al menos 60.718 millones de euros, según
informó el pasado enero el Tribunal de Cuentas en base a datos de
cierre de 2015. La cifra es similar a los 61.495 millones en los
que el Banco de España había cifrado las ayudas en un informe
publicado el pasado septiembre y que arrojaba que solo se ha recuperado el 5 %
de las ayudas financieras realizadas a través del Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria (FROB). El principal componente de este coste ha sido el
derivado de las aportaciones al capital y cuotas
participativas, que ascienden a 46.021 millones de euros,
explica el Tribunal de Cuentas en su informe de fiscalización del proceso de
reestructuración bancaria.
La
operación que más ha costado es el saneamiento y posterior venta de
CatalunyaBanc, que se ha llevado 12.676 millones de las cuentas públicas. Está incluso por encima
de lo que ha costado rescatar a Bankia y su matriz BFA, que han supuesto un
desembolso de 12.347 millones de euros. En cualquier caso, es esta última
la que más ha centrado la atención en los últimos años, ya que el Gobierno aún
posee una participación del 65%, de la que se deberá desprender antes de 2019.
Por detrás se sitúa el Banco CAM, con un coste de 11.065 millones de euros
para los españoles, mientras que Novacaixagalicia ha supuesto otros 9.159
millones.
El
Tribunal de Cuentas aclara en su informe de fiscalización del proceso de
reestructuración bancaria que “los recursos públicos comprometidos” en la reestructuración
bancaria como consecuencia de las actuaciones realizadas sólo entre 2009 y 2015
ascienden realmente a 122.122 millones de euros. Al margen de ese importe,
la Administración General del Estado otorgó avales a las entidades de crédito
relacionadas con los procesos de reestructuración o resolución, por un máximo
de 85.965 millones, aunque el saldo vivo de la única emisión sin amortizar es
de 1.059 millones.
Comienzan
los recortes
El
gobierno de Zapatero, en medio de la crisis, se volvió totalmente keynesiano y
creó entonces para taponar la hemorragia lo que se conoció como Plan E, que
no sirvió ni para crear empleo, ni frenó la escalada del paro, ni permitió
dotar al país de infraestructuras con valor añadido. En 2013 el
Tribunal de Cuentas certificó la inutilidad de este plan, con obras caras,
inútiles, insostenibles o que nunca llegaron a terminarse y otras con sobre
coste, pero dejó mucha cartelería repartida por toda España. Este plan
incluyó dos fondos, el Fondo Estatal de Inversión Local de 2009 con 7.860
millones y el Fondo Estatal para el Empleo de 4.250 millones. En total
12.110 millones. Según el Tribunal de Cuentas cada empleo temporal que se creó
constó más de 13.000 euros al mes en obras innecesarias.
En
medio de esto, Zapatero decidió castigar a los empleados públicos en 2010,
cuando anunció en el Congreso de los Diputados que rebajaba en un 5 % la nómina
de todos los empleados públicos y congelarlas en 2011. Se convertía en el primer
presidente que rebajaba los sueldos de los empleados públicos. Todo un
aldabonazo de aviso a todos los empleados de la privada. Hasta la fecha tan
solo se habían congelado los salarios de los empleados públicos en dos
ocasiones, en 1994 con Felipe González de presidente y la segunda en 1997 con
el primer mandato de Aznar.
A
esto se sumaba la suspensión para 2011 de la revalorización de las pensiones,
excluyendo las no contributivas y las mínimas, la eliminación del régimen
transitorio para la jubilación parcial de la Ley 40/2007 y la eliminación del
cheque bebé, la prestación por nacimiento de 2.500 euros a partir del 1 de
enero de 2015. Se inauguraba toda una poda en derechos y en salarios de los
empleados públicos y, subsidiariamente, de los pensionistas en España.
Montoro
continúa con las tijeras
Montoro
continuó con la poda de derechos y salarios de los empleados públicos. Más congelaciones e
incluso la supresión de la paga extra de la navidad de 2012, aunque esta última
la ha ido devolviendo (no así la Junta), poda de moscosos, etc., recortes que
se ampliaron en Andalucía a la eliminación de toda la acción social en su
conjunto.
La
propia UGT ya ha salido a denunciar, a través de su Secretario General de la
FSP (Federación de Servicios Públicos) Julio Lacuerda, y valoraba la pérdida
de poder adquisitivo acumulada de los empleados públicos desde 2012 en un 13,3%.
Sólo en 2016, explicó Julio Lacuerda “se han perdido dos puntos”, ya que la
mejora de salario de los funcionarios y trabajadores públicos fue del 1% y el
IPC cerró en el 3%.
En la Mesa General de Negociación de finales de marzo el
ministerio de Hacienda y Administración Pública con los sindicatos firmaron la
conversión de 250.000 interinos en fijos en tres años. Así, la oferta de
empleo público ascenderá a 67.000 plazas, de las que 19.000 serán
del Estado, 28.144 plazas, aproximadamente se convocarán en
las comunidades autónomas y en torno a 20.000
plazas en las entidades locales. Pero convocatorias derivadas
por presiones de la sentencia del Tribunal Europeo sobre los interinos en
España.
Pero
viene siendo hora ya de dejarlo claro y decirlo alto a Montoro y a las
comunidades autónomas. Ya estamos cansados de estar congelados. Las
Comunidades autónomas también deberían levantarse y presionar para que dejemos
de estar en la nevera salarial. Que las políticas de austeridad ya han pasado,
que la economía va “in crescendo” y que viene siendo hora de empezar a hablar
de repartir con más equidad esta mejora económica empezando por los que han
dado ejemplo a toda la sociedad en la crisis: los empleados públicos. Y desde
aquí traspasar estas mejoras vía convenios y vía negociación colectiva a
salarios dignos y empleos dignos a toda la sociedad en su conjunto.
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