Artículo de Rafa G. García de Cosío
A comienzos de esta semana, un artículo demoledor y con múltiples fuentes de Chema Rodríguez en El Mundo describía la situación de acorralamiento judicial de Susana Díaz y su séquito, esta vez de dos hombres de confianza de la todavía presidente andaluza: Carmelo Gómez e Ismael Perea. Identificado el primero como parlamentario, leo con sospresa que al segundo (imputado por el desfalco de 300.000€ de un fondo público en Almensilla) se le describe como jefe del ejército de tuiteros de Susana Díaz, según un blog. Tuiteros? Por supuesto que Susana Díaz cuenta con un ejército de tuiteros detrás. Se investigará algún día con qué dinero?
Y no es que sea cosa sola del PSOE. En España, como en casi todos los países, esto de tener contratada a gente para apoyarte en las redes sociales sucede en todos los partidos. Pero me atrevo a decir que es la primera vez que se denuncia no sólo la existencia de un séquito de tuiteros, sino también la imputación por desfalco del que supuestamente los coordina. El caso es que habrá gente capaz de negar la existencia de estos monaguillos de las redes. Yo los he visto en primera persona, porque fui Susana Díaz durante algunos meses.
En agosto de 2014 me aventuré a crear una cuenta-parodia en Twitter para bromear, con todas las garantías legales, sobre Susana Díaz. Puse nombre falso, imagen ridícula y tuits abiertamente paródicos, uno de los cuales, el de más éxito, rezaba así: ''A partir de hoy vamos a endurecer las condiciones para obtener subvenciones. Ahora hará falta el carné de PSOE gold plus''. La cuenta parodia, que me suspendieron al cabo de ocho meses, contaba también con una descripción irreal de la presidente andaluza, y el objetivo no era otro que el de Norcoreano, o el de los muchos perfiles falsos de Esperanza Aguirre o Mariano Rajoy (cuentas que, huelga decir, no han sido suspendidas aún después de cinco años).
He aprendido mucho con esta cuenta. Por ejemplo, que el apoyo de 'tuitstars' (uno de los primeros en seguirme fue Antonio Burgos) es fundamental. También, que la creatividad no es algo tan fácil como parece, dado que la inspiración, en mi opinión, solo te llega si de verdad sitúas el debate en Twitter como tu prioridad absoluta en la vida, algo que yo descarté hace tiempo, gracias a Dios. Otra de las cosas interesantes es la cantidad ingente de personas en las redes sociales que creen a pies juntillas que tu perfil es verdadero, sin cotejar absolutamente nada. Me gustaría insistir en esto: es verdaderamente alucinante el número de personas que te escriben para apoyarte, personas cuyos perfiles consultas para descubrir que, en efecto, son socialistas convencidos, pero sin la necesaria inteligencia para darse cuenta de que se trata de un fake (perfil falso). Otra de las cosas que llaman mucho la atención es la aparición de tres o cuatro tuiteros con gran número de seguidores que te escriben para decirte, únicamente, que ''no eres gracioso'' o que tienes que ''currártelo más para conseguir seguidores''. Estos tuiteros, todos sin excepción sedicentes izquierdistas, se permiten contarte cuánto les mide el pene si se trata del número de seguidores en redes sociales, pero ay de ti, querido lector, si les hablas de dinero o clase social. De eso no se presume, hombre.
Aún así, siempre están los que te apoyan constantemente, como Luis Miguel Fuentes, quien llegó a citarme en El Mundo en más de una ocasión. Sin embargo, es imposible librarse de los que dan pena de verdad, como aquella seguidora incondicional de Susana Díaz, una joven con una foto de perfil abrazada a la presidente de Andalucía en un mítin de alguna vez en Valencia, una verdadera alegoría al votante que vota a una escoba si es una escoba la ganadora de las primarias de su partido del alma.
Por último quedan los que te repugnan y los que dan miedo. Los que te repugnan son ese ejército de seguidores tuiteros, los que presuntamente se encuentran comandados (y pagados) por el tal Ismael Perea: esos seguidores que, sin excepción, ponen como foto de portada el logo del PSOE o algún cartel electoral con los símbolos del puño y la rosa. Su Timeline, o listado de retuits y comentarios, se encuentra lleno de propaganda, toda una ristra de filias y felaciones fotográficas al PSOE. Los que te dan miedo aparecen poco antes de que tu cuenta, misteriosamente, quede suspendida. Tan misteriosa es la suspensión como esos tuiteros pesados que te empiezan a acosar con tonterías, a los que te ves obligado a bloquear pero que, sin embargo, siguen apareciendo clamando venganza y anunciando el 'final' de tu cuenta. Como si pertenecieran a una especie de legión independiente pero ligado al ejército susánido, comprometido con ver tu éxito esfumado tarde o temprano.
En aquellos meses fui consciente, más que nunca, de la realidad social de Andalucía en las redes sociales y del poder de cambiar Andalucía con la parodia. Fueron los meses en que fui Susana Díaz.
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