domingo, 30 de abril de 2017

Lluís Llach, el de la estaca


Artículo de Antonio Robles

Las declaraciones del cantautor, Lluís Llach amenazando a los funcionarios que no cumplan con la ley de desconexión con sanciones han provocado una ola de indignación dentro y fuera de Cataluña. Increíble, cómo si tales bravatas fueran nuevas.

Para cualquiera que haya vivido y sufrido a estos cantamañanas de la construcción nacional, el estupor de verdad de tales declaraciones no está en las amenazas, sino en la indignación fingida que ha levantado entre nuestros progres del resto de España. ¿Acaban de caerse del burro a estas alturas de la película? Me cuesta aceptar que una sociedad y un Estado hayan estado en el limbo ante pruebas diarias de exclusión y odio.


Es muy importante que quien se aventure en estas líneas repare y tome en serio lo que sigue. Nada de lo que ahora está saliendo a la luz, ¡nada! ha surgido ahora. Viene de lejos. Pero nadie quiso nunca escuchar. El Lluís Llach que adoraban nuestros progres cuando cantaba la Estaca es el mismo que amenaza ahora a los funcionarios. Él fue quien incendió el Camp Nou en 1981 con mecheros al grito de “Som una nació”. Por primera vez, allí, en los cuarteles del “ejército desarmado de Cataluña”, como catalogó Vázquez Montalbán al Barça, el resentimiento catalanista aplastó a los firmantes del manifiesto de los 2.300, que unas semanas antes se habían atrevido a reivindicar la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña. Como saben, con secuestro y tiro en la rodilla a uno de ellos, Federico J. Losantos y el exilio silencioso de 14.000 maestros y profesores, forzado en unos casos, voluntario en otros. En aquel grito de “Som una nació”, ya estaba toda la mierda de la desconexión, del derecho a decidir, de España nos roba, del juego de legalidades, de leyes de transitoriedad jurídica, del castellano como idioma impuesto y extraño, y toda esa bisutería lingüística al servicio de sus tretas y fines, que por entonces se quedaban en aquello de “hoy paciencia y mañana independencia”. Aunque nuestros progres acomplejados prefiriesen ver en la reivindicación una épica contra el franquismo y no odio destilado contra España.

Todas y cada una de las bravatas, amenazas, desprecios a la legalidad, a la cultura, a la lengua, a la bandera, a la Constitución y a España como nación de estos últimos años, los hemos tenido que soportar en el sistema educativo de Cataluña desde el primer gobierno de Pujol. Quienes hemos trabajado en él lo hemos padecido a diario. Nada nos es nuevo. Ni siquiera esas deformaciones esperpénticas del Instituto de la Nova Historia dónde se afirma que Roma no fue nada hasta la llegada de los catalanes, que Santa Teresa de Jesús, Leonardo Da Vinci o Cristóbal Colón eran catalanes, o el Quijote en realidad fue escrito en catalán y traducido al español por las intrigas imperialistas de la pérfida Castilla. En 1982, en el Instituto de Enseñanzas medias de Masnou, donde daba clases, oí por primera vez cómo un conferenciante aleccionaba a los alumnos en el salón de actos con el cuento de que la guerra entre Cataluña y España de 1714 Castilla acabó con la nación catalana, persiguió el catalán y colonizó sus riquezas (sin que ningún profesor, incluidos los de historia, dijera esta boca es mía. Y ahora aclárenle a los que han interiorizado ese discurso que aquello fue una guerra internacional por la sucesión a la corona de España y no de secesión). O en 1988, en el IES Príncipe de Gerona, donde asistía a idéntico aquelarre con el cuento de que Colón en realidad era catalán. Nuevamente la pérfida Castilla les había robado la gloria del descubrimiento de América. O el despliegue descomunal de propaganda envuelto en cultura y conmemoración histórica en los centros de enseñanza del milenarismo de Cataluña de 1988. ¡Ay!, con la participación del propio Rey Juan Carlos I en la inauguración. Cuánta conllevanza sospechosa, a la luz del trasiego de coimas y juzgados de hoy.

El relato de una nación oprimida de Carles Puigdemont soltada en un aula de Harvard hace unos días es la excrecencia bochornosa que hemos soportado día sí y día también, curso tras curso en nuestras escuelas, institutos y universidades. No hablo de oídas, he simultaneado clases durante 13 años en la universidad y 34 en enseñanzas medias, y sé lo que ocurría en las escuelas por numerosos amigos maestros, incluida mi mujer, profesora de matemáticas.

Semanas atrás la rajada del Juez Santi Vidal produjo similar controversia. Se abrió el debate de si había dicho la verdad, o solo fue afán de notoriedad. No hay debate, dijo la verdad, o sea, las posverdades del nacionalismo, que son una mezcla de intrigas y deseos. El control de maestros y profesores a través de listas negras se hizo desde el principio. Incluso a mediados de 1984, Cambio 16 publicó con nombres y apellidos las listas rojas (porque sus nombres se señalaban con cruces rojas) de aquellos profesores que fueron forzados a salir de Cataluña a través del concurso de traslados sin su consentimiento, a pesar de no haber pedido localidades fuera de Cataluña. ¿Por qué? Porque se negaban a dejar de dar las clases en castellano.

Nada es nuevo, cada una de las exclusiones y desprecios de hoy las hemos sentido y sufrido en la Escola Catalana infringidas a diario de mil formas diferentes por el verdadero ejército de Cataluña: sus maestros y el poder político que los sostenía. Nada es nuevo, desde 1980 hemos sufrido a diario este delirio que ahora solivianta a tantos sin percibir aún que han sido ellos, precisamente, quienes lo han propiciado con su silencio. 


http://www.eldemocrataliberal.com/search/label/Antonio%20Robles

4 comentarios:

  1. No lo han querido oír antes y no creo que lo oigan ahora. Hasta que no se perjudique directamente los intereses del poder central seguirán sin mover un dedo.

    ResponderEliminar
  2. No lo han querido oír antes y no creo que lo oigan ahora. Hasta que no se perjudique directamente los intereses del poder central seguirán sin mover un dedo.

    ResponderEliminar
  3. Es sabido que una de las formas tradicionales de aniquilar vampiros es coseguir que una mujer de corazón puro consiga retenerle hasta el alba, hasta el canto del gallo. Con anterioridad se había utilizado tambien otro método- ya abolido por su crueldad por la convención de Ginebra- consistente en someter al desamparado a la Estaca, es decir a la pérfida y onerosa audición de la cancioncita de marras. Cuando este suplicio lo oficiaba el propio autor, se llegaba a unas cotas de sufrimiento y desesperación tales por parte de los pobres vampiros, que llegaron a añorar las lindezas de la Santa Inquisición. Como esta institución fue en cierta manera precursora de Pdecat,quizás de ahí viene la curiosidad de que sus miembros no se reflejen en los espejos: nunca se sabe en cual de ellos habitan!

    ResponderEliminar
  4. Es sabido que una de las formas tradicionales de aniquilar vampiros es coseguir que una mujer de corazón puro consiga retenerle hasta el alba, hasta el canto del gallo. Con anterioridad se había utilizado tambien otro método- ya abolido por su crueldad por la convención de Ginebra- consistente en someter al desamparado a la Estaca, es decir a la pérfida y onerosa audición de la cancioncita de marras. Cuando este suplicio lo oficiaba el propio autor, se llegaba a unas cotas de sufrimiento y desesperación tales por parte de los pobres vampiros, que llegaron a añorar las lindezas de la Santa Inquisición. Como esta institución fue en cierta manera precursora de Pdecat,quizás de ahí viene la curiosidad de que sus miembros no se reflejen en los espejos: nunca se sabe en cual de ellos habitan!

    ResponderEliminar